Santiago: a levantar la vista y mirar al futuro

Santiago: a levantar la vista y mirar al futuro

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No está fácil ser santiaguino. No está fácil trasladarse todos los días por la comuna que ha sido más afectada por el vandalismo que ha acompañado al estallido social de los últimos meses. Menos está fácil para quienes viven en barrios tan residenciales como Lastarria, Brasil o San Borja, que han debido acostumbrarse a ser espectadores de una turba indolente que destruye sin importarle el barrio, los vecinos o la ciudad.

Y así es como nos encuentra el cumpleaños número 479 de la capital de Chile. En un momento de inflexión para nuestro país, en que para algunos reina el desgano y la incertidumbre, mientras que para otros —entre los que me incluyo— se abre una luz de esperanza. Y es por ello que en este día tan importante cabe preguntarse, ¿qué explicación les podríamos dar a próceres como Pedro de Valdivia, Benjamín Vicuña Mackenna, o Karl Brunner para justificar la autodestrucción de parte de su obra? Y más importante aún, ¿qué explicación les podemos dar a los propios vecinos residentes que han visto su cotidianidad seriamente perturbada?

Quizás debiésemos comenzar por decirles que quienes destruyen, probablemente no conocen la historia, trascendencia y valor histórico que tiene nuestro espacio público. Que creen que solo están quemando iglesias y casonas, o destruyendo mobiliario público, simples estatuas, o saqueando propiedad privada. Eso creen, porque no conocen. Y como no conocen, no entienden. Y como no entienden, no quieren y no los sienten propios. Y ahí está la clave del problema: tenemos que conocer nuestra historia para poder apreciar el lugar donde vivimos. Para darnos cuenta de que el uso que le damos a nuestro espacio público determina la ciudad, y que nuestros barrios están llenos de una riqueza que no se reconstruye con cemento, fierros y postes.

Este momento histórico demanda que como chilenos retomemos un compromiso cívico con nuestro entorno y comunidad, y que seamos protagonistas en rehacer el tejido social del que tanto hablamos. Un sentido cívico que hoy cobra más importancia que nunca, en un momento en el que se hace urgente mirarnos a la cara para conversar sobre el país que queremos construir. Pero, para eso, primero tenemos que pensar en el Chile que hemos tenido a lo largo de nuestra historia, con sus carencias y riquezas. Solo así podremos tener un panorama claro de cómo avanzar hacia esos ideales de igualdad y justicia que buscamos.

El mismo ejercicio debiésemos hacer al pensar en el Santiago de los próximos años. Ese Santiago que será la cara y alma del próximo Chile, preservando la herencia y patrimonio que arrastran sus 479 años. La pregunta es clara: ¿qué ciudad queremos dejarles a las próximas generaciones?

En primer lugar, una ciudad amable. Amable con sus vecinos, con los más desvalidos, con los adultos mayores, con quienes llegan a ella por primera vez en busca de un mejor futuro, pero también amable con el peatón y con el medio ambiente. Con un casco histórico que sea exclusivo para los peatones, con una red de estacionamientos subterráneos en la periferia para sus usuarios, y con transporte eléctrico para quienes tienen problemas de movilidad. Que también invite al uso de la bicicleta y otros medios de transportes limpios y sustentables. Se trata de una tendencia irreversible que están siguiendo las principales capitales del mundo, y a la cual debemos sumarnos.

Otra característica importante del próximo Santiago es mantener esa esencia de barrios que tanta riqueza le aporta a nuestra ciudad. Desde San Vicente hasta el barrio Franklin, pasando por Santa Ana, Brasil, Balmaceda, Yungay, San Eugenio, Sierra Bella, Huemul y Matta, por nombrar solo algunos. Cada uno de nuestros barrios tiene una historia y riqueza propias, que el progreso no puede dejar atrás. Santiago hoy es una comuna viva, diversa, cosmopolita, con identidad y barrios únicos, gracias a la impronta que les han dado sus vecinos. Avancemos, mejoremos e innovemos, pero siempre con un respeto irrestricto a nuestros barrios y su patrimonio.

En este aniversario, junto con darnos un espacio para pensar en el futuro, también las autoridades necesitamos hacer un compromiso con la ciudadanía. A afrontar el momento país con altura, privilegiando la moderación y los consensos, mostrando con el ejemplo cómo los chilenos podemos lograr la unidad en momentos de tanta polarización. Pero, por sobre todo, comprometernos a tener una mayor sintonía con la ciudadanía y sus demandas, a estar más en terreno y menos en la oficina. A seguir ese principio epistemológico tan sabio que dice “la cabeza piensa donde los pies pisan”.

Debemos hacernos cargo de lo que se viene por delante si queremos pensar en la ciudad del futuro. Nuestro puerto común debe ser un mejor lugar para vivir, más justo y equitativo. Al menos yo, soy optimista: si trabajamos unidos, sin miedo al presente, y sacando lecciones del pasado, tendremos un mejor Santiago, que nos represente y nos llene de orgullo a todos. (El Mercurio)

Felipe Alessandri Vergara
Alcalde de Santiago

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