Contempla a Jesús feliz, desbordante de gozo. Alégrate con tu Amigo que triunfó. Mataron al santo, al justo, al inocente, pero él venció. El mal no tiene la última palabra. En tu vida el mal tampoco tendrá la última palabra, porque tu amigo que te ama quiere triunfar en ti. Tu Salvador vive. Ya nuestros templos se llenaron de ecos de aleluyas, ya los cristianos que rodeamos el altar y celebramos el misterio de la fe estamos dispuestos a salir a las calles anunciando: ¡Jesús ha resucitado! No le busquen entre los muertos, porque vive. Él sostiene nuestra esperanza, nuestros corazones y nuestras vidas.
Las tragedias son ocasiones que desnudan y manifiestan el interior de cada uno. Ardió Notre Dame en París y descubrimos millares de franceses admirables; hoy, en este nuestro Chile, que sabe también de ruinas y cenizas, de heridas y muerte, se están manifestando corazones de chilenas y chilenos admirables.
Les transmito como felicitación el mensaje que el Papa Francisco me entregó para los fieles de Chile: sepan que el Papa los quiere y está cercano, quiere darles la mejor atención pastoral posible, que miren para adelante poniendo a Jesús en el centro, y que vean y disfruten de todo lo hermoso y bueno que hay en nuestras comunidades parroquiales y en nuestras familias. Unido al Papa, yo les felicito, de modo especial a los enfermos y ancianos, con una bendición llena de deseos de Paz y Bien. (El Mercurio)
+ Celestino Aós Braco, Ofm Cap.
Administrador Apostólico de Santiago