Página 7467

Cepanálisis

Con la publicación de la encuesta CEP, periódicamente la sociedad chilena —o mejor, su núcleo dirigente— entra en una suerte de psicoanálisis. Esta vez no ha sido la excepción.

Lo que más llama la atención del estudio no es el récord histórico de desaprobación del Gobierno: se sabía que estaba por el suelo, y guarismos más, guarismos menos no hacen mucha diferencia. Tampoco el descrédito de las instituciones, que venían hace tiempo cayendo por el barranco de la desconfianza. La desafiliación ideológica —esto es, que la gente no esté dispuesta a clasificarse a sí misma en el eje derecha-izquierda— es una tendencia que también viene de antaño. El cambio en la agenda pública, donde los problemas asociados a la vejez (como pensiones y salud) toman la delantera, es congruente con la evolución de la estructura demográfica. Lo más llamativo, en mi opinión, son otras corrientes que la encuesta permite vislumbrar, y que pueden ser aún más disruptivas.

Se había especulado al respecto, pero ahora la CEP lo confirma: estamos ante un quiebre generacional de proporciones. Como escribió la antropóloga Margaret Mead, el quiebre generacional se produce cuando las experiencias de vida de dos generaciones se bifurcan por completo, cuando los jóvenes asumen que “el pasado es un fracaso colosal” y se rebelan a ver “el futuro como una prolongación del pasado”. Este es el panorama que hoy tenemos ante nosotros. El desborde se ha vivido de forma muy diferente entre los mayores y los jóvenes en materia de participación y justificación de la violencia. Lo mismo pasa con la violación a los derechos humanos. Las prioridades de la agenda también discrepan. No es raro entonces que, si bien la crisis ha hecho que la política vuelva a la mesa familiar, en ella las visiones se polaricen entre jóvenes y adultos.

Hay otro fenómeno, que podríamos llamar disociación. Me refiero a la acentuación de la brecha entre el grado de satisfacción con la vida personal —que es relativamente elevado— y el juicio severamente negativo sobre lo que pasa en el país. Ni la efervescencia colectiva asociada a las protestas, ni la hegemonía alcanzada por el discurso que transfiere expectativas desde el esfuerzo individual y la meritocracia a la acción solidaria del Estado, han logrado atenuar esta porfiada privatización, que conduce a mirar lo común con desconfianza y a buscar la satisfacción en el mundo doméstico.

Está también la desintermediación. Todo lo que huela a una aduana que filtre, seleccione, ordene o jerarquice las necesidades, demandas o deseos inmediatos, sean individuales o del grupo de referencia más cercano, es radicalmente rechazado. En esta categoría caen el Gobierno, los parlamentarios, los partidos, los sindicatos, pero también los medios de comunicación, toda vez que la información confiable es la que llega directamente de pares o de redes sociales que son afines a las creencias propias. Esta balcanización lleva a la muerte de la política, de la sociedad civil y de la opinión pública.

Pero la encuesta revela, por sobre todo, un espíritu depresivo que se extiende como mancha de aceite. Como si hubiera sobrevenido una fatalidad: todo está peor que hace seis meses, y nada va a mejorar en el futuro. A diferencia de las revoluciones, “el estallido” no ha logrado coagular una ilusión, lo que puede ser la antesala de una frustración que haga de la melancolía un estado permanente.

Seamos claros: sobre estos cimientos no es posible levantar una convivencia más inclusiva, como lo postulara el mundo político en su acuerdo del 15 de noviembre. De ahí que sea indispensable actuar para cambiar la atmósfera. Promover el diálogo intergeneracional, asociar el destino individual al colectivo, reponer el valor de la intermediación, combatir el pesimismo. Por aquí va la terapia que se deriva del “cepanálisis”. (El Mercurio)

Eugenio Tironi

Desbordes: «Si no fuera por Carabineros, dudo que hoy tuviéramos democracia»

La mañana de este martes, el diputado y presidente de Renovación Nacional (RN), Mario Desbordes, abordó las críticas que se han generado a partir del copamiento y a la acción de Carabineros tras el estallido social el pasado 18 de octubre.

Esto, además, en el marco de la acusación constitucional en contra del intendente metropolitano, Felipe Guevara –quien acudirá hoy a las 11:00 a la Cámara Baja para exponer su defensa-, por su eventual responsabilidad política ante las estrategias de la policía uniformada durante las manifestaciones.

Desbordes defendió, en conversación con Radio Pauta, la labor policial durante estos últimos meses y afirmó que “Carabineros, cuando un policía se ha salido del marco legal, lo ha puesto a disposición de la Justicia de inmediato. Ha sido la propia institución la que ha informado, la que ha denunciado y que ha tomado medidas”.

“Si no fuera por Carabineros yo dudo que tuviéramos democracia a esta altura del partido. Es políticamente incorrecto, quizás, pero creo que la democracia, en gran medida, ha sobrevivido estos tres meses a la violencia extrema porque hay Carabineros”, agregó el parlamentario en la instancia.

Asimismo, aseguró que “la violencia desatada en Chile es superior a lo que se ha visto en España, en Francia, en Ecuador, en Hong Kong (…) Eso, separando al millón y medio de manifestantes pacíficos (…) El violento quiere que crean que son parte de la manifestación social, que pide reformas. Al violento no le interesa el proceso constituyente, quieren que caiga el sistema”, dijo. (La Tercera)

“Economicismo” e irritación social-Felipe Morandé

En esto de buscar explicaciones para lo que ha ocurrido en Chile a partir del 18 de octubre pasado, se han oído diversas voces que ponen en tela de juicio a los economistas y a la economía como disciplina. Para ser justos, las críticas —por lo menos las más serias— han sido sobre todo respecto de la preeminencia de la visión económica en el diseño de las políticas públicas y en la gestión de gobierno. Se dice que esta primacía llevó en Chile a descuidar las dimensiones políticas, culturales, sociales y hasta emocionales que debieran considerar las políticas públicas, con el solo objeto de buscar la eficiencia económica y maximizar el crecimiento de la economía. Esto, que suele denominarse “economicismo”, estaría en (parte de) la raíz del descontento de la población detrás del momento social que vive nuestro país.

Puede que el así descrito “economicismo” despierte irritación en mucha gente; sin embargo, no podemos descartar que en el fondo no se trate más que de esa antipatía natural del ser humano a quien le recuerda que, en cualquier ámbito de la vida, las decisiones están restringidas por la disponibilidad de recursos.

Más en lo particular, si el enojo es porque las finanzas públicas se manejan con prudencia evitando que el gasto fiscal se dispare para complacer diversas demandas sectoriales, o porque el Banco Central decide con autonomía su política monetaria con el fin de mantener celosamente una inflación baja y estable, es bueno recordar el comportamiento macroeconómico del país en las primeras siete décadas del siglo XX: un alto y recurrente déficit fiscal que llegó a superar un 15% del PIB en 1973, déficit que era financiado con emisión monetaria —no existía un mercado interno de deuda— y que condujo a una inflación promedio superior a 30% entre 1920 y 1980 (con un zenit de 1.000% en 1973). Nada más irritante —y regresivo— que el impuesto inflacionario.

Irritante debe haber sido también, en el Chile previo al “economicismo”, la pobreza rampante, la carencia absoluta de movilidad social, el nulo acceso de una buena parte de la población a bienes de consumo provenientes de cualquier parte del planeta, el inexistente crédito hipotecario para comprar una vivienda, o la imposibilidad de acceder a una educación universitaria para 9 de cada 10 jóvenes. Bienvenida, entonces, la orientación “economicista” que eliminó todas estas fuentes de irritación. Y que de paso aumentó notablemente los espacios para un ejercicio efectivo de la libertad.

Claro que hay en la actualidad muchas cosas que mejorar y, sustancialmente, en la esfera de las políticas públicas, como la calidad de la educación y de los servicios de salud, el monto actual y futuro de las pensiones, el nivel de competencia en mercados concentrados o de información opaca, la obsolescencia de algunas regulaciones, el correcto resguardo del medio ambiente, la inmigración, el ordenamiento urbano, la calidad y disponibilidad de transporte público, y un tal vez largo etcétera.

Pero esto no se va a conseguir desterrando a los economistas de la administración pública, poniendo al Banco Central a disposición del financiamiento del déficit fiscal, aumentando fuerte y persistentemente el gasto fiscal con cargo a impuestos futuros que tal vez nunca se materialicen, y regresando a una maraña de distorsiones plagada de buenas intenciones pero con pésimos resultados económicos para la población como un todo. Si nos olvidamos de esta manía que tenemos los economistas con el crecimiento —el epítome del “economicismo”—, corremos el riesgo de que las irritaciones de hoy se vean ridículas comparadas con las que vendrían. Al contrario, hoy se necesita más que nunca de un “economicismo” que mantenga un encuadre frío y razonable frente a las emociones desatadas por el momento social.

Estoy consciente de que la narrativa “economicista” —si es que la asociamos un tanto forzadamente a una narrativa liberal— no está pasando por un buen momento, no solo en Chile sino que en todo el globo. Y probablemente requiere de una renovación, especialmente de cara a una juventud tecnologizada e individualista, a una creciente sensación de soledad dentro de los mayores, y a la enorme nube que el calentamiento global ha puesto en las esperanzas de futuro. Pero, por favor, no olvidemos que nada de esto se resuelve con una economía estancada. Esta sí es una fuente inobjetable de gran irritación social. (El Mercurio)

Felipe Morandé

Campaña del terror-Fabio Vio

Importantes políticos han señalado que la opción “Rechazo” en el plebiscito es imprudente e injusta, que representa la consolidación de un “capitalismo terrible”, llegando a afirmar que, de triunfar, el pueblo no lo aceptaría y saldría a la calle.

Más aún, interviniendo en asuntos internos de otros partidos, han señalado que es incomprensible que algunos miembros de Renovación Nacional apoyen el rechazo, como si esto fuera una acción contraria a los más básicos principios democráticos.

Lo que no se entiende es ¿por qué, si esta opción es tan atroz, la colocaron como una opción legítima y democrática en el acuerdo político al que llegaron el 15 de noviembre?

Evidentemente todo indica que estamos frente a una campaña del terror ya conocida e inaceptable. Debemos insistir que el “Apruebo” es un salto al vacío, con un proyecto de Constitución que nadie conoce y apoyado por grupos con visiones opuestas y algunas abiertamente estatistas.

Fabio Vio Ugarte
Abogado y embajador (r)

¿El triunfo de los amarillos?

En la reciente encuesta CEP, un 78% cree que es preferible que los políticos privilegien los acuerdos. En la versión de octubre de 2017, solo un 58% se inclinaba por esta opción. Esta es, posiblemente, la mayoría silenciosa que no ha tenido voz ni voceros durante esta crisis, y que posiblemente rechaza la violencia como forma de manifestación, aunque desea cambios significativos de tipo social y constitucional. Son dos hipótesis que convendría probar (o refutar) estadísticamente. El propio CEP podría ayudarnos a aclararlo rápidamente.

Si esta preferencia por políticos que privilegian acuerdos se mantuviera en cerca del 78% los próximos dos años, la elección presidencial la ganaría en primera vuelta un político o política con estas inclinaciones y aptitudes. Sería “el triunfo de los amarillos” (como este servidor) por sobre ambos extremos del espectro político, y el principio del fin de nuestra desgastante polarización.

Me declaro entusiasmado con esta volada, y de ser cierta, habría que rápidamente fundar el Partido Amarillo Social Democrático para lograr cupos en la constituyente. Me ofrezco para servir un tecito con queques de naranja y limón a los interesados. (El Mercurio Cartas)

Mario Waissbluth

La hija de la Concertación

Al inicio del “estallido social” y de la violencia desatada, la primera respuesta de la política no fue el cambio constitucional, sino que intentar responder a necesidades sociales concretas de la ciudadanía. A medida que la violencia no se resolvía, la política dio como respuesta el cambio de Constitución, a pesar de que quienes sostenían esa postura perdieron la elección presidencial de 2017.

Llama la atención la actitud de la centroizquierda de sumarse al carro de los grupos extremos, al decir que la Constitución actual sería la causa de todos los males de Chile, cosa que es altamente cuestionable. Sin embargo, si suponemos verdadera esa afirmación, parece bastante acomodaticia la actitud actual, desligándose completamente de cualquier tipo de responsabilidad por las respuestas que otorga la institucionalidad vigente.

La Constitución de 2005 es tan hija de la Concertación como de Pinochet, aunque a algunos les moleste. Evolucionó desde 1980 mediante constantes reformas, especialmente aquella amplia de 1989, que contó con gran respaldo popular. Fue legitimada sujetándose a esas normas institucionales con elecciones periódicas o recurriendo ante el Tribunal Constitucional, esgrimiendo argumentos de la propia Constitución. Pero lo más importante es que la legitimaron con la reforma más importante: la del 2005, liderada por el presidente Ricardo Lagos.

Esta reforma fue un acuerdo transversal, aprobada por el Congreso pleno, donde 150 de los 154 parlamentarios de ese entonces la respaldaron. No solamente tuvo el simbolismo de cambiar la firma de Augusto Pinochet y sus ministros, por la de Lagos y los suyos, sino que también se le hicieron 58 reformas simultáneamente, y solo unos cuantos artículos quedaron sin modificación: aquellos que están en las bases de la institucionalidad y los que protegen los derechos y garantías de las personas. Es decir, fueron reformados la gran mayoría de los aspectos normativos y prácticos de nuestra Carta Magna.

Hoy vemos cómo algunos personeros que estuvieron en ese tiempo dicen majaderamente: “hicimos lo que pudimos”. Curioso. Porque cuando uno “hace lo que puede” o simplemente concede algo que le duele, no se expresan cosas como las que dijeron en ese momento. ¿Cómo podemos interpretar estas palabras del entonces presidente Ricardo Lagos, al promulgar la Constitución?: “Tenemos hoy por fin una Constitución democrática, acorde con el espíritu de Chile, del alma permanente de Chile, es nuestro mejor homenaje a la independencia, a las glorias patrias, a la gloria y a la fuerza de nuestro entendimiento nacional.”

Hay dos opciones: dijeron eso y no lo creían, y, por lo tanto, mintieron; o bien hoy son incapaces de responsabilizarse de sus acciones, probablemente por falta de valentía. En ambos casos queda al descubierto una forma de actuar que no le hace bien a la política. (La Tercera)

José Francisco Lagos

Alcaldes advierten falta de condiciones para elección de gobernadores

A las 14.30 de ayer se reunió el directorio la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM), instancia que agrupa a los jefes comunales del oficialismo y la oposición. En la oportunidad se abordó -como número tres de la tabla a discutir- las primeras elecciones de gobernadores regionales, que están fijadas para octubre de este año.

En la cita -en la que estuvieron presentes los alcaldes de Puente Alto, Germán Codina (presidente de la asociación); de Huechuraba, Carlos Cuadrado (PPD); de Estación Central, Rodrigo Delgado (UDI); de El Bosque, Sadi Melo (PS), y de La Granja, Felipe Delpin (DC), entre otros- se analizó la pertinencia o no de realizar esos comicios y se acordó, según presentes, iniciar un debate al respecto, ya que, a juicio de varios, no están las condiciones para desarrollar esas elecciones este año.

Además, según confirmó Codina a La Tercera, se acordó redactar un documento para fijar la postura oficial de la asociación, en la que, de todas maneras, hay matices. “Vamos a elaborar en estos días un documento que será compartido con todos los alcaldes para tener el apoyo de distintos sectores políticos, porque nos parece que es un tema inconcluso, un tema que, como está, no va a aportar totalmente nada al desarrollo de las regiones”, manifestó Codina.

En la antesala de ese escrito, en todo caso, los jefes comunales transmiten que son varios los factores por los cuales, a su juicio, no es viable realizar los comicios en la fecha que está estipulada: entre ellos, las pocas atribuciones que tendrá la nueva autoridad regional; que comience a regir en medio del debate constitucional, lo que podría significar cambios a la hora de mirar la descentralización; los pocos avances en modernización del Estado y los altos costos económicos que significa la implementación del proceso. De hecho, sobre esto último el gobierno ha elaborado minutas.

Nuestra preocupación es por un proceso que se tituló como descentralizador, pero que es una falacia, una descentralización de mentira: elegir gobernadores con pocas y escasas atribuciones”, dijo Codina, agregando que en el escrito que elaborarán se baraja plantear suspender o postergar los comicios.

Por su parte, el alcalde Delgado afirmó que “las expectativas que se están asociando a la creación de una nueva estructura (gobernadores regionales) son absolutamente desmedidas, primero, porque es un cargo improvisado, sin atribuciones reales para descentralizar como corresponde, y segundo, porque es muy probable que para octubre estemos en plena discusión de una nueva Constitución, lo cual puede derivar en otro sistema político que no requiera necesariamente la figura de gobernador que se propone en la actualidad”. Y agregó: “Seamos sinceros y evitemos un gasto excesivo que va a generar un malestar en el nuevo Chile que se avecina”. En tanto, Melo señaló que si bien aún él no tiene una postura definitiva respecto de si deben postergar los comicios, indicó que ayer “se puso como tema la preocupación de que, si hay un proceso constituyente, obviamente que el debate es cómo el Estado de Chile se va a modernizar y se va a descentralizar”.

CITA CON SUBDERE

Los alcaldes transmitieron ayer su postura al gobierno durante una reunión que sostuvieron con el subsecretario de Desarrollo Regional (subdere), Claudio Alvarado, quien, precisamente, está a cargo de llevar adelante el proceso de regionalización. “También se lo planteamos (a Alvarado). Le parecen razonable los argumentos que estamos dando”, sostuvo Codina.

La inquietud de los jefes comunales es compartida -en privado- por La Moneda y personeros de Chile Vamos. De todas formas, en Palacio recalcan que siguen trabajando en el cumplimiento de la actual normativa y que esperan enviar la comprometida ley corta para “subsanar” los problemas que se han detectado.

Para esa materia se conformó una mesa técnica, cuyo trabajo concluyó en septiembre. Sin embargo, quedó en segundo plano tras el estallido social.

De todas formas, son varios personeros del oficialismo que transmiten que lo más conveniente sería postergar la elección, debido a que el foco está puesto en el proceso constituyente y porque, además, no cuentan con los candidatos suficientes para enfrentar los comicios.

REACCIÓN DE PARTIDOS

La senadora de la UDI, Jacqueline Van Rysselberghe, sostuvo que cree que “no hay espacio” para que se postergue la elección de gobernadores, luego de que un grupo de alcaldes de la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM) planteara que “no existen las condiciones para que se realicen los comicios durante este año”.

Consultada por este tema, la presidenta de la UDI -quien participó en la reunión del Comité Ejecutivo de Chile Vamos- sostuvo que “hoy día hay elección de gobernadores y como Chile Vamos estamos trabajando para elegir los mejores candidatos para que podamos ganar en la mayor cantidad de regiones del país”, y agregó que “no creo que haya espacio para que se plantee postergar la decisión”.

“Nosotros creemos que esto tiene que seguir adelante. Se votó, fue una discusión larga en el Parlamento, y más allá de la posición personal que uno pueda tener en relación a esta votación es un tema que está vigente”, explicó Van Rysselberghe.

En tanto, el presidente de Evópoli, Hernán Larraín Matte, aseguró que el partido “sigue trabajando” para que las elecciones se realicen. (La Tercera)

La revolución del respeto y la empatía

El año 2020 se viene con varios desafíos políticos: plebiscito para una nueva Constitución y mecanismo constituyente; fórmulas para una convención paritaria, con independientes y cupos para pueblos originarios, el restablecimiento del voto obligatorio, y, por cierto, las reformas al sistema tributario y de pensiones.

Esta agenda es ambiciosa y supone mucho trabajo, diálogo y generosidad de parte de parlamentarios de gobierno y oposición. Pero para quienes creemos que una democracia se funda en una cultura democrática, esta larga lista de reformas está incompleta y corre el riesgo de tener pies de barro.

Estos meses, junto con la maravillosa marcha de millones pidiendo dignidad y justicia para todos, también hemos sido testigos de palabras y acciones despreciativas de esa misma dignidad. No sé ustedes, pero estoy cansado de la lógica del empate y la descalificación. Si denuncias una violación de los DD.HH., inmediatamente te tildan de cómplice de quienes hacen destrozos inaceptables. Si, por el contrario, denuncias el uso de molotovs, la destrucción del patrimonio o la quema del comercio, otros te encasillan como cómplice de la represión y defensor del statu quo.

Esa lógica de amigos y enemigos también se ha trasladado al espacio público y las relaciones personales. Si piensas distinto, algunos se sienten en el derecho de funarte y agredirte, o bien insultarte y salirse del chat familiar. Y qué decir de las redes sociales, donde predomina la ley de la selva de la agresión y el insulto.

¿Podremos construir una mejor democracia con esta lógica de guerra y ojo por ojo? ¿Cuántos tendrán el coraje de no dejarse arrastrar por esta dinámica? El país que surja de este estallido social depende de todos. Cada uno en su ámbito puede contribuir a generar una cultura en que el respeto a cada ser humano esté en el centro de nuestra convivencia. Para eso requerimos algo muy ausente en estos días: la empatía.

Empatía significa la “intención de comprender los sentimientos y emociones que siente otro individuo”. Sin ella, no se puede reconocer al otro como un ser humano legítimo, con los mismos derechos que uno. Empatía significa ponerse en los pies del que no ha tenido las mismas oportunidades que yo, atreviéndose a conocer dónde y cómo vive. Empatía significa reconocer que todos tenemos el mismo derecho al aire, el agua y los espacios públicos. Significa rechazar la prepotencia del que se cree dueño de lagos, malls o el mismo país. Empatía también significa, por último, estar dispuesto a dejar la propia comodidad para defender el derecho de todos a expresar sus opiniones.

Quienes creemos en la urgencia de los cambios sociales y políticos,también debemos estar dispuestos a cambiar nuestro corazón y actitud frente a los demás. Solo con una revolución del respeto y la empatía, tendremos ese Chile justo, inclusivo y en paz que la mayoría desea para nuestro país. (La Tercera)

Claudio Orrego

El efecto Trump en Chile-José Miguel Serrano

El advenimiento de Donald Trump es un suceso sumamente importante para el mediano y largo plazo, por las consecuencias que este movimiento social representa como protesta ante los errores cometidos por los políticos tradicionales durante las últimas dos o tres décadas. Las elites políticas y culturales estadounidenses – principalmente las progresistas -, no supieron leer lo que el ciudadano común quería: en lo esencial, menos apologías democráticas y más seguridad, más defensa de las tradiciones y valores considerados como típicamente “americanos”.

En estos momentos nos encontramos transitando por una etapa donde las fuerzas horizontales del mundo desarrollado, apoyadas sobre sus estructuras financieras y económicas, pero principalmente en los medios de comunicación masivos y redes sociales, van captando una parte significativa del poder real de las estructuras verticales, o tradicionales. Sin embargo, este mayor peso – con las redes sociales a la cabeza -, todavía resulta insuficiente para establecer una sólida administración de los asuntos públicos y privados. Esto lo podemos ver claramente en el Chile actual, donde las redes han sido fundamentales en organizar las manifestaciones por el cambio social, pero son incapaces de mostrar un liderazgo positivo que conduzca el proceso a buen puerto.

El presidente estadounidense, en cambio, sí ha logrado exhibir cómo el poder formal puede quedar subordinado al poder de las redes sociales. Ha sabido utilizarlas para aprovechar patrones de conducta entre las mayorías que están ampliamente arraigados en el ciudadano medio, acostumbrado a tener un país fuerte, donde la seguridad es primordial. Las promesas de grandes cambios sociales se esfuman cuando dicha seguridad está en juego, y este sentimiento el presidente Trump lo ha usado reiteradamente en las redes sociales. Progreso social, pero con seguridad.

Puede que las opiniones y conductas de Donald Trump no siempre estén alineadas con una praxis democrática químicamente pura. Los estadounidenses han votado conscientemente por soluciones que podrían estar reñidas con algunos principios democráticos, como la libertad de prensa y de expresión, prefiriendo una salida que privilegia un ideario nacional patriótico y de protección ante amenazas externas e internas, incluso por sobre algunos temas sociales.

La clave para Chile está justamente en el manejo impredecible y con frecuencia negativo que algunos grupos le han dado a las redes sociales, a través de las cuales se han organizado grandes manifestaciones pacíficas pidiendo cambios, pero también hechos de extrema violencia que destruyen la paz y la sana convivencia de las mayorías. Cuando esto último ocurre una y otra vez, cuando las seguridades más básicas de los ciudadanos de a pie se ven quebrantadas por violentistas organizados para devastar, entonces suele ocurrir que esas mayorías también se organizan y votan democráticamente para terminar con lo que se intenta imponer a través del vandalismo, y el temor. Es el voto protesta que en Chile puede darse, si la destrucción insensata continúa. (La Tercera)

José Miguel Serrano

Partidos de ChV se inclinan por la libertad de acción en el plebiscito de abril

De cara al plebiscito del próximo 26 de abril, donde los chilenos decidirán si «Aprueban» o «Rechazan» la idea de avanzar en una nueva Constitución, RN, Evópoli y el PRI, definirán este sábado -en sus respectivos encuentros partidarios-, una postura institucional sobre esta materia y la cual seguirá cada colectividad de aquí en adelante.

El tema no es menor considerando que el proceso constituyente, ya ha generado diferencias al interior de Chile Vamos, bloque en que en las últimas semanas parecen haber crecido las adhesiones a la opción del «No» e incluso son varios los parlamentarios del conglomerado que se encuentran en reflexión, pese a que en un inicio se inclinaban por el «Sí».

Ya el pasado 10 de enero, casi la totalidad de los militantes de la UDI se inclinaron por el «Rechazo» a una nueva Carta Fundamental durante el Consejo General de la tienda, aunque se descartaron sanciones para quienes voten a favor de un cambio.

RN POR LA LIBERTAD DE ACCIÓN

Para sábado, RN ha convocado a un consejo general extraordinario donde se tomaría ya de forma más institucional la idea de dejar en libertad de acción a los militantes, tal y como ha dicho la directiva.

Lo anterior, pues si bien entre sus parlamentarios mayoritariamente se han inclinado por el «No», dicen en la tienda que aún restaría un grupo no menor que estaría por el «Sí», tendencia que creen se repite entre la militancia.

De hecho, una encuesta interna de la colectividad mostró que más del 80% de la dirigencia base del partido, está apoyando la decisión de la libertad de acción para el proceso constituyente.

Consultado sobre el consejo general, el timonel de RN, Mario Desbordes, comentó a Emol que «vamos a hablar de las elecciones que vienen este año, del complejo escenario electoral, vamos a conversar de lo que está pasando en el país obviamente y también vamos a hablar de lo que se viene en el plebiscito del 26 de abril«. Decisión con la que se cree se podrían terminar con los ruidos en el partido.

En ese contexto, Desbordes indicó que «ya al menos tres consejos regionales han ratificado la posición por la libertad de acción, respetando la postura de aquellos que están por el «Rechazo» que son una mayoría probablemente en el partido y también respetando esa minoría que no es pequeña que está entorno al 30% y 35% que está por el «Apruebo».

«El sábado yo espero que tengamos la libertad de acción ya absolutamente ratificada por nuestros consejeros y que nuestros militantes se puedan desplegar en las dos posiciones que son completamente legítimas», concluyó.

EVOPOLI: «HABRÁ LIBERTAD DE ACCIÓN PERSONAL»

Al igual que sus vecinos, Evópoli también llevará a cabo este sábado un consejo general extraordinario para zanjar una postura institucional frente al plebiscito, oportunidad en que además varias de las figuras del partido, como sus diputados y el senador Felipe Kast, deberían poner fin al periodo de reflexión en que han estado de cara a esta decisión.

Dudas que no han dejado de sorprender, pues la tienda tenía entre sus antecedentes el apoyo al programa presidencial que lideró el senador Kast en las primarias del 2017, donde se proponía una nueva Constitución para el país. A lo que se suma la participación del partido en el proceso constituyente llevado adelante por el gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet.

Pero los últimos hechos de orden público, han llevado a los dirigentes de la colectividad a reflexionar sobre su posición de cara al plebiscito.

Sobre el consejo, su presidente Hernán Larraín Matte, manifestó a este medio que «Evópoli va a abordar una definición muy importante, institucionalmente qué va a hacer para el plebiscito del 26 de abril y este es un ejercicio muy sano, propio de la democracia interna de un partido político moderno y abierto.

Lo más importante es que se está dando a través de un debate, un diálogo respetuoso, es fundamental cuidar la unidad, lo que yo le he pedido a todos internamente y es creo la forma en que se ha ido generando este debate».

«El día sábado luego de escuchar a nuestra dirigencia, a los miembros del consejo, Evópoli va a tomar una definición y estoy seguro que vamos a seguir unidos detrás de esa definición», añadió.

Con esto, Larraín Matte además aclaró que «es un hecho que va a haber libertad de acción personal, o sea, de los militantes de Evópoli, porque las órdenes de partido no existen, menos en Evópoli. Van a poder actuar en conciencia y hacer público cuál es su postura, ahora lo que vamos a discutir y dialogar es sobre la postura institucional del partido, cuál va a ser la definición de Evópoli respecto del plebiscito y yo espero que podamos como partido tener la claridad y la convicción que vamos a tener una posición de partido y vamos a respetar la libertad individual de cada uno de los militantes».

PRI: COMISIÓN POLÍTICA TOMARÁ DECISIÓN

En el caso del PRI, la tienda efectuará este sábado una comisión política, en la cual tomará una postura propia sobre las opciones de «Apruebo» y «Rechazo» una nueva Constitución, y si bien, sus dirigentes parecen inclinarse por la primera opción, hay quienes reconocen que en la tienda también algunos se inclinan por el «No».

«Si bien el PRI desde el comienzo siempre dijo que Chile merecía una nueva Constitución, modernizarla de acuerdo a los tiempos actuales, de manera institucional nos juntamos este próximo sábado 25 en la comisión política y el consejo de presidentes, donde vamos a tomar una determinación y vamos a decirle a Chile si estamos por ‘Aprobar’ o ‘Rechazar’ de manera institucional», explicó el líder del PRI, Rodrigo Caramori.

En esa línea, el dirigente aclaró que «muchas personas, yo diría que el 60%, 70%, estamos por ‘Aprobar’ el tema del plebiscito de abril y también estamos por votar por el 100% de esta convención constituyente«.

A su juicio, «es importante renovar los liderazgos, es importante que gente nueva que está fuera de la máquina del Congreso o del Poder Ejecutivo pueda tener participación, que sea realmente representativa en todos los sentidos y que reúna la mayor cantidad de chilenos que quieran participar de manera libre». (Emol)