Me gusta Chile-Gonzalo Cordero

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Entre todo lo que ha ocurrido a partir del 18 de octubre, uno de los fenómenos que más he lamentado es la aparición con inusitada fuerza de un sentimiento de desapego hacia nuestro país, a esa “idea de Chile”, como expresión de su historia, valores y símbolos. En la Convención Constitucional esto se ha asomado de diferentes maneras: cómo no recordar a una de las constituyentes comportándose de manera agresiva y grosera con los niños de la orquesta que intentaban tocar el himno nacional; así también, el artículo 23 de la propuesta de reglamento de ética sanciona como negacionismo “toda acción u omisión que justifique, niegue o minimice las atrocidades y el genocidio cultural” que, según los autores de este texto, habría cometido el Estado de Chile con los pueblos originarios y afrodescendientes.

La historia de Chile, como la del ser humano mismo, está llena de luces y sombras; no existe un pueblo que pueda mirar su pasado sin ver episodios de barbarie, muchos de ellos cometidos al amparo de los parámetros culturales imperantes en su momento. La colonización anglosajona de América tuvo sus horrores, así como también los tuvo la hispana y, cómo no, también los tenían las costumbres de los llamados pueblos originarios del continente, si los miramos a la luz de los valores occidentales contemporáneos.

Pero nuestra historia también tiene generosidad y heroísmo, una República que se forjó con esfuerzo, desde la pobreza y el aislamiento, que fue capaz de dotarse de una institucionalidad en el siglo XIX, inspiración principalmente de Bello y Portales, que le permitió remontar la adversidad, dotándose de un temprano sentido de identidad y legítimo orgullo nacional. Por eso, aprecio los símbolos que encarnan esa historia, imperfecta, pero nuestra; valoro a nuestros poetas, que han inspirado y se han inspirado de lo que somos; a nuestras fuerzas armadas, sus tradiciones y símbolos.

En este nuevo aniversario de Chile, este “18”, parece que todo aquello está en discusión, que las sombras prevalecen sobre las luces, que algunos quieren otro país, porque éste les molesta y quieren refundarlo escribiendo otra historia, enarbolando otros emblemas, incluso llamándolo de otra manera. El huaso es objeto de los ataques de animalistas, quieren suprimir Carabineros, un señor constituyente ve en la estructura de la carrera militar una forma de opresión de una “clase” sobre otra. En fin, de la propuesta de otra Constitución parece que caminamos hacia la de otro país.

No, gracias. A mí me gusta Chile, este Chile, no uno “plurinacional”, con otra bandera y otro himno. La selección nacional es y siempre será “la roja” y quiero que gane; cuando veo un carabinero en la calle lo saludo, porque lo respeto; cuando veo un huaso veo algo de lo que soy parte, como cuando veo la cordillera. Este 18, como todos los años, celebré, porque este es mi país y definitivamente me gusta. (La Tercera)

Gonzalo Cordero

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