Hay que hablar de la familia-Magdalena Vergara

Hay que hablar de la familia-Magdalena Vergara

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Natalidad, cuidados, educación, vivienda, vejez, son parte de los mayores problemas sociales que enfrentamos en nuestro país. En general, se abordan desde una perspectiva económica: para la natalidad bonos y subsidios que permitan bajar el costo de tener hijos. Para la vejez: mayores pensiones. En vivienda: más subsidios, y así para cada uno, pero todo esto supone una mayor acción y recursos por parte del Estado. Sin embargo, en cada una de estas temáticas se soslaya una pregunta de fondo: ¿Qué pasa con las familias?

El problema, es que a pesar de que la familia sigue siendo fundamental para los chilenos -su primera fuente de identidad-, lo cierto es que, en el espacio público, hemos dejado de hablar de familia o lo hemos reducido al debate de “la” o “las” familias. Ello porque se ha asimilado que la familia no es más que una preocupación pechoña, conservadora e incluso patriarcal para mantener subyugada a la mujer. En consecuencia, por una parte, hemos dejado de preocuparnos por la familia y cómo le afectan los cambios sociales. Por otro, hemos dejado de pensar en la familia como una institución fundamental para dar respuesta a los problemas sociales.

Lo primero se ve claramente en la indiferencia que como sociedad hemos tenido ante la disminución de matrimonios, el aumento creciente de cohabitación o la cada vez mayor cantidad de familias monoparentales y en cómo ello nos ha impactado en nuestras relaciones personales, a la vez que tensiona a la política pública. Esto que parece un cambio cultural, algo así como la aparente “superación de la familia”, hace más complejo atender situaciones como el impacto que tiene la mayor participación laboral femenina en la familia. Esta preocupación, lejos de pretender que la mujer sólo deba dedicarse al cuidado, permite atender el hecho de que esa mayor participación no ha estado en la misma medida acompañada de mayor corresponsabilidad ni flexibilidad, afectando a fin de cuentas a las propias mujeres.

Por otro lado, hemos abandonado a la familia como un actor posible en nuestra vida en sociedad. Desde la política pública se tiende a invisibilizar, atendiendo a individuos sin considerar la familia que hay detrás. Pero tampoco se incorpora a la familia en las soluciones a los problemas como cuidados, educación o vivienda. Así, a pesar de la contundente evidencia, esperamos que mediante programas elaborados por el Mineduc e implementados por las escuelas, se solucionen los problemas de aprendizaje y convivencia, sin mirar lo que ocurre al interior de la familia ni el involucramiento de los padres. Se pretende también que con una sala cuna resolvamos el problema de cuidados. Obviamos la relevancia del núcleo familiar para las redes de apoyo y, por lo mismo, las políticas de vivienda no tienen reparos en ofrecer soluciones habitacionales que distancian a las familia rompiendo esas redes y provocando nuevos problemas.

Los grandes problemas que enfrentamos, no se solucionan dejando al margen a las familias chilenas. Hay que hablar de la familia y del lugar que le estamos otorgando en nuestra sociedad. Ese es el propósito que humildemente nos dimos en IdeaPaís en la sexta publicación de nuestra Revista Raíces, hablar de familia para no dejarla ausente del debate ni de las soluciones a nuestros problemas sociales. (El Líbero)

Magdalena Vergara