Fragmentación ingobernable

Fragmentación ingobernable

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Escribo esta columna en la tarde de ayer viernes esperando el resultado de la votación en el pleno de la Convención Constituyente de la propuesta emanada por mayoría de votos en la comisión respectiva y que se refiere a que los partidos políticos y las organizaciones sociales tengan las mismas atribuciones y facultades para la representación ciudadana en los futuros eventos electorales. Parto por sostener que soy completamente contrario a dicha proposición porque entre otras cosas, aumentaría la actual fragmentación que ocurre en el actual Parlamento y que hace muy difícil la gobernabilidad.

En el actual Parlamento, específicamente en la Cámara de Diputados, en la última elección concursaron 27 partidos políticos para disputar la elegibilidad de 155 diputados. De esos 27 partidos pasaron la barrera del 5% de la votación nacional solo 6 de ellos: Unión Demócrata Independiente, Renovación Nacional, Republicanos, Partido de la Gente, Partido Socialista y Partido Comunista.

Otros nueve partidos políticos que no cumplieron la barrera del 5%, sí cumplieron haber elegido 4 o más parlamentarios en ambas cámaras en más de una región. Estos fueron: Partido Demócrata Cristiano, Evolución Política, Partido Liberal, Partido Por la Democracia, Partido Radical, Partido Comunes, Convergencia Social, Frente Regionalista Verde Social y Revolución Democrática. Otros dos partidos, Partido Humanista y Partido Ecologista Verde no cumplieron ninguna de las dos normas mencionadas, pero sí eligieron respectivamente tres y dos diputados. En resumen, de los 27 partidos que se presentaron a la última elección parlamentaria, 12 de ellos no cumplieron ninguna de las condiciones que determina la ley y fueron disueltos. Además, dos partidos, eliminados por la ley, el PRI y Partido Centro Unido, eligieron un diputado cada uno de ellos, los que posteriormente se incorporaron a la bancada de Evópoli en el caso del diputado del PRI y a la bancada del Partido de la Gente en el caso del diputado de Centro Unido.

En resumen, hoy día en la Cámara de Diputados, por lo descrito, hay 16 partidos políticos. Solo a manera de comparación con el actual sistema electoral en el Senado, integrado por 50 senadores, hay 10 partidos con representación en la Cámara alta. Tal fragmentación hace muy difícil para cualquier gobierno de cualquier signo político avanzar en la tarea legislativa.

Si a lo anterior colocamos el tema de los independientes en listas de partidos, esto se hace aún más difícil. Los independientes propiamente tales en el actual Congreso Nacional solo son tres parlamentarios en un universo total de 205 congresistas, me refiero a la senadora Fabiola Campillay por la Región Metropolitana; al senador Karim Bianchi y al diputado Carlos Bianchi, ambos electos por la ciudadanía en la Región de Magallanes. Cuando me refiero a verdaderos independientes, quiero decir que fueron fuera de lista y les ganaron a las cifras repartidoras de esas listas.

Pero hay muchos diputados y diputadas que fueron en las listas partidarias aprovechando legítimamente la propaganda, la franja electoral y sobre todo la cifra repartidora. Algunos de ellos sostienen que si bien fueron elegidos en las listas de partido, ellos son independientes y no obedecen a ninguna decisión colectiva.

Todo lo anterior no es culpa de ellos sino de un sistema electoral y de un sistema de partidos que incentiva la fragmentación y la autonomía en las bancadas. Si se lograra en la convención que, al sistema descrito, pudieran participar electoralmente organizaciones sociales y listas de independientes, la fragmentación y la ingobernabilidad sería aún mayor.

Por lo anteriormente descrito, es de esperar que en la legislación derivada de los principios constitucionales aprobados en el plebiscito del 4 de septiembre se corrijan estas distorsiones, siguiendo el modelo de algunos países europeos, particularmente el caso alemán, que el partido político que no alcanza el 5% de los votos queda eliminado del respectivo registro y no puede llevar al Parlamento a los diputados electos bajo esa barrera. Así mismo, para evitar el desorden en las bancadas y el “autonomismo”, también siguiendo el modelo europeo, las listas de candidatos deben ser cerradas y no abiertas como hoy, de tal manera que el Parlamentario díscolo sepa que su organización, dependiendo de su conducta legislativa y política, en la próxima elección lo presentará más arriba o más abajo de esa lista cerrada.

Si aplicáramos las reglas definidas al caso chileno, hoy día en la Cámara de Diputados solo existirían 6 partidos políticos, los mencionados al inicio de esta columna, y eso haría más fácil gobernar a cualquier bloque político. Si a todo lo anterior le agregamos que en la convención existió una propuesta, afortunadamente desechada, que bajaba aún más los umbrales a un 3% de la votación nacional y a solo 3 parlamentarios electos, esto haría aún más difícil la tarea de gobernar para un gobierno de derecha, centro o izquierda. (El Mercurio)

Francisco Vidal

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