Más razones para el Rechazo-Hernán Felipe Errázuriz

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Los daños de la plurinacionalidad como principio rector de la propuesta constitucional son graves, trascienden a la política interna, a la cohesión social y a la gobernabilidad; se extienden y perjudican la gestión de las relaciones internacionales de Chile.

La mayoría de los convencionales aprobó incluir, en la nueva Carta, un conjunto de principios para la diplomacia, lo que, por las limitaciones que implica, no es corriente en las constituciones.

La propuesta, apartándose del Estado Nación y de la igualdad de los derechos de todos sus habitantes, promueve, en cambio, derivaciones de la plurinacionalidad, con una preferencia para un grupo selecto, a través de la política exterior de rango constitucional. Se trata de la promoción internacional “de los derechos de los pueblos y naciones indígenas” y la “cooperación transfronteriza entre pueblos indígenas”. Semejantes enunciados, estimados como violación del principio de no intervención en asuntos internos de otros Estados, han sido materia de conflicto en dos de los países vecinos. Una iniciativa semejante de Evo Morales fue rechazada enérgicamente por Perú y hasta se consideró suficiente para declararlo persona non grata. Declaraciones de la ministra Siches, interpretadas en ese mismo sentido, debieron ser aclaradas por el gobierno chileno.

Para rematar, los constituyentes pretenden entregar a las comunas y regiones ubicadas en zonas fronterizas autonomía para celebrar acuerdos internacionales “con las entidades territoriales limítrofes del país vecino, de igual nivel, a través de sus respectivas autoridades, para establecer programas de cooperación e integración…”. Si una de las mayores críticas a nuestra acción exterior es la descoordinación de la Cancillería con reparticiones sectoriales, habrá de imaginarse los inconvenientes que surgirán de tal autonomía.

La selectividad étnica va acompañada de una limitante geopolítica, la declaración constitucional de “América Latina y el Caribe como zona prioritaria en sus relaciones internacionales”. Circunscribirse al hemisferio sur de América, y más aún al Caribe, es demostrativo de una estrecha visión, desconocimiento de la globalidad e interdependencia de los Estados y de la ubicación geográfica de los centros más avanzados de pensamiento, artes, ciencia y tecnología, en otros continentes y hemisferios. Salvo en las constituciones de las repúblicas soviéticas, difícil resulta encontrar primacías constitucionales geográficas en las relaciones exteriores. Desde luego, con la excepción de la fallida Constitución de 1818, nunca en una Carta Fundamental chilena se estableció algo semejante.

Con las propuestas sobre la diplomacia constitucional retrocedemos en más de dos siglos y nos apartamos de la modernidad y realidad para conducir la política exterior.

Hay muchas razones para decir NO a las propuestas aberrantes de los constituyentes. (El Mercurio)

Hernán Felipe Errázuriz

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