Tiempos difíciles

Tiempos difíciles

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Quizás por los teleprompter ubicados a demasiada distancia, o por una transmisión sin generador de caracteres, el Presidente Piñera se veía distraído en televisión y fuera de su modo tradicional de energía superlativa. Pero también puede ser por un discurso mucho más discreto que años anteriores. Transmitir normalidad y continuidad de políticas públicas no es el espacio más cómodo para el Mandatario.

Pero ello necesariamente no es un error. El gobierno llevaba una estrategia comunicacional de anunciarse a sí mismo como el salvador que había recibido el país al borde del abismo y dado un paso al frente, como la famosa frase atribuida a Pinochet y que la senadora Van Rysselberghe reeditó en una entrevista radial.

Hacer discursos más parcos es más consistente con tiempos difíciles. El gobierno no cuenta con una mayoría en el Congreso para legislar, y los votos DC , dolidos ahora por el anuncio de que los montos adicionales no serán administrados por un ente público, serán arduos para lo que venga. La guerra comercial de EE.UU. con China ha hecho mella en un país que apostó al comercio de materias primas con el país asiático. Hay que recordar que en el año 2018 un tercio de las exportaciones chilenas iban a ese país, y más de tres cuartas partes era cobre. El país con ello tuvo amplios ingresos no traducidos en productividad y debe vivir ahora con la resaca de esa fiesta.

Todo esto era sabido al llegar Piñera a La Moneda y nadie dijo nada. Era más fácil el discurso de culpar de todo a una coalición que se retiraba derrotada y dispersa. En este discurso intenta corregir aquello con la referencia a una nueva transición con espacios para acuerdos, pero no puede evitar acusar a sus opositores en el Congreso de “falta de colaboración”, frase que se les quedó probablemente pegada de alguna plantilla anterior a los speechwriters de Palacio.

Salvo al Presidente Aylwin, no hay mención alguna a administraciones anteriores. Se enumeran embalses, aeropuertos, medidas para la clase media y hospitales e instituciones que fueron creadas por presidentes pasados, pero sin palabras para sus creadores. En esa rica autocomplacencia de creer que todo parte con ellos se parecen algo los redactores del discurso presidencial al Frente Amplio. Un gesto del Presidente hacia su antecesora bajaría mucho la temperatura y ayudaría al gobierno en la construcción de los acuerdos que tanto necesita.

Un asunto que se le quedó en el tintero es una reforma profunda al Estado. Salvo la fusión de dos ministerios y el anuncio de reducción de parlamentarios, hábilmente pensado para las barras bravas, hay poco de sustancioso. Un informe realizado por cuatro think tanks de distintos pensamientos, con medidas para un Estado moderno, con una carrera funcionaria alejada de la captura política, pese a ser aplaudido por la Segpres y los sectores moderados de la oposición, no apareció siquiera mencionado. Esa podría ser la gran reforma de este gobierno, ideal para estos tiempos de falta de confianza en las instituciones.

 

Carlos Correa/La Tercera

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