Separar aguas con las empresas

Separar aguas con las empresas

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«Más allá de sus aristas legales -que, por cierto, son muy graves- y que llevaron al fiscal de la causa a pedir la formalización de los dueños del grupo Penta, por soborno y delitos tributarios, el escándalo da cuenta de un estilo de hacer política que no es bueno para nadie.

Uno, donde empresarios como Carlos Alberto Délano no sólo financiaba candidatos, sino que, además, participaba de la vida política partidaria a través de la UDI.

Una suerte de poder en las sombras, que puede haber sido usual antes, pero que la sociedad moderna considera inaceptable.

Y es bueno que sea así. Porque si bien todos los ciudadanos están llamados a preocuparse de la cosa pública, la política es una esfera que corresponde a los políticos. Y los empresarios deben respetar aquello, porque, al final del día, como cualquier otro grupo, tienen intereses particulares. Y los partidos deben exigir esa distancia, tratando de evitar el riesgo de captura. Ahora, otra cosa distinta es que un empresario entre a la política, como lo hizo Frei o Piñera. Pero tuvieron que separar aguas y no mantener dos sombreros.

Por eso el “Pentagate” es tan demoledor para la UDI -partido que ayer pidió disculpas-, pero también para la derecha en general.

Porque pese a que entre los involucrados por la fiscalía estén personas como Andrés Velasco y el ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga,la idea general es que este es un problema de la derecha. Un sector que todavía no ha sabido manejar con prudencia su relación con el mundo empresarial. Y viceversa.

Las lecciones de este caso son para ambos bandos. Los empresarios, afectados en su imagen por ya demasiados escándalos, no sólo deben preocuparse de hacer las cosas en la legalidad -que es lo mínimo que se puede pedir-, sino también respetar la distancia mínima con los políticos. Es cierto que la sociedad les exige cada día más que en su actividad tengan un sentido público, una visión país que vaya más allá de la creación de riqueza y empleo. Si ello es así, sería contradictorio pedirles que se abstengan de participar del debate contingente. Es bueno que lo hagan, pero siempre desde su rol de empresarios, que al final es un grupo de interés como cualquier otro. Pero ello es muy distinto a actuar como operadores políticos. Esa es una línea que nunca deben cruzar.

Los partidos de derecha, por su parte, deben actuar en consecuencia. Cualquier cosa que se quiera construir a futuro, de las cenizas que queden, debe partir de esa premisa: hay que cortar en cordón umbilical que los une con el mundo empresarial. Una cosa es que compartan visiones de país similares, lo que significa transitar por veredas paralelas, pero otra, muy distinta, es caminar por la misma. La calle es la frontera mínima entre ambos, porque los políticos tienen otro rol que los grupos particulares.

Si ello no sucede, todos pierden. La Alianza será siempre castigada por defender a los empresarios, y estos últimos por intervenir en cosas que no les corresponde. Por eso, el caso Penta debe ser el punto de quiebre de esto. Llegó el momento de separar las aguas. Más vale tarde que nunca». (La Tercera)

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