El choque entre Mauricio Rojas, defenestrado ministro de Cultura, y la cúpula santiaguina de Evópoli, que impulsó y celebró su renuncia, anticipa el tipo de conflictos que enfrentará la centroderecha para apropiarse del legado de la Concertación.
Siendo todos ellos ideológicamente afines («liberales»), la pugna nace por la pregunta respecto de cómo interpretar el pasado reciente. La cúpula de Evópoli parece pensar que asumir la interpretación de la izquierda respecto de los hechos del pasado les beneficia, ya que su edad permitiría que el juicio de esa lectura caiga sobre el resto de la derecha, pero no sobre ellos. La historia, desde esta mirada, no tiene mayor valor: es una forma mitológica-publicitaria que puede utilizarse y modificarse a conveniencia.
Rojas, por otro lado, parece más o menos convencido, quizás por su propia historia personal, de que en vez de saltar a conveniencia desde una lectura del pasado a otra, lo necesario es complejizar la propia mirada. Los hechos históricos, en su perspectiva, parecen ser importantes y una «conversión» no puede tomarse a la ligera.
En cierto nivel esta pugna representa la oposición entre quienes creen que la historia se acabó y cualquier versión del futuro será liberal y capitalista, y quienes, como Rojas, temen que el futuro siga abierto y fuertemente atado a cómo entendamos el pasado. (El Mercurio-Cartas)
Pablo Ortúzar Madrid
Investigador Instituto de Estudios de la Sociedad (IES)
