Página 7456

CNTV: Parot advierte a partidos efecto de dejar a sociedad civil fuera de franja

La presidenta del Consejo Nacional de Televisión, Catalina Parot, dio a conocer este viernes las normas que regularán la franja para el plebiscito constitucional de abril. Y una de las definiciones que más ha generado cuestionamientos es la de no darles un espacio autónomo a organizaciones sociales para estar presentes en ese espacio televisivo, sino que, más bien, dejar eso en manos de los partidos.

La resolución -adelantada la semana pasada por La Tercera– va acompañada, sin embargo, de un llamado a las colectividades que molestó a varios dirigentes

Usted impulsaba la idea de que quedara establecido un espacio propiamente tal para las organizaciones civiles, pero eso quedó sujeto al tiempo que destinen los partidos. ¿Queda conforme?

Trabajamos mucho para que existiera la posibilidad de que esta franja le diera voz a muchas organizaciones, y que se la diera de forma directa. Sin embargo, después de un debate siento que como consejo avanzamos de una manera sustantiva, porque si bien no se logró la participación directa, sí se establece que los partidos políticos deben entregar una parte significativa de su tiempo a la sociedad civil. Y yo creo que ese “deberá” al que llama el consejo en su reglamento, es un llamado fuerte, que si no es escuchado hoy por los partidos, va a tener una repercusión en la sociedad civil.

Pero dado el contexto de crisis que se ha generado, ¿no cree que es un error dejarlo a criterio de los partidos? Es, justamente, la clase política la que está cuestionada…

No hablaría de error. Creo que en la vida se avanza, y se avanza no a zancos, a veces se dan saltos, pero esos saltos pueden ser saltos complicados. Teníamos poco tiempo, esa es la verdad, para implementarlo. Y, además, no teníamos un acuerdo sobre cuáles serían las organizaciones de la sociedad civil respecto de las cuales se entregaría esta titularidad. Pero se avanzó y se avanzó mucho. El consejo hizo un gran esfuerzo por encontrar un mecanismo dentro del espacio que entendió existente, que es un espacio de tiempo corto donde no era fácil definir cuáles eran los actores que tendrían que tener un espacio en la franja. Me habría gustado más, sería faltar a mi propia convicción decir que esto es algo que me deja absolutamente satisfecha, pero también sería erróneo decir que no se avanzó.

Usted habla de que estaban contra el tiempo. Ese fue, entonces, uno de los criterios que se consideraron a la hora de tomar la decisión. Aparte de eso, ¿qué otro elemento se consideró finalmente para dejar fuera a las organizaciones?

No se dejaron fuera a las organizaciones.

Pero si no hay participación de ellos directa ni autónomamente, sino que depende de los partidos…

Quedaron incorporadas a través del mandato que entrega el Consejo Nacional de Televisión a los partidos. La obligación que transmite el CNTV si bien no es posible fiscalizarla, sí hay un llamado fuerte a que se incorpore a la sociedad civil. Uno de los factores fue que estábamos contra el tiempo, porque teníamos muy poco espacio para dictar este reglamento y, en segundo lugar, para poder abrir un proceso. De hecho, tenemos solamente siete días para que los partidos puedan manifestar su interés de participar en la franja en una de las opciones y también los comandos. Entonces, habría solamente siete días para que las organizaciones también hubieran podido manifestar su opción… Y, segundo, no logramos coincidir en cuál era el referente en que nos íbamos a apoyar para decir qué organizaciones de la sociedad civil sí y cuáles no.

¿No es que haya habido una cierta presión de los partidos para que quedara en manos de ellos el darles espacio a las organizaciones en la franja?

En todas las reuniones que tuve con los representantes de los partidos siempre me manifestaron que estaban abiertos a la participación de la sociedad civil. Casi todos me hicieron presentes las dificultades para abrir este proceso, porque esto es algo que nunca se ha hecho, pero la voluntad de los partidos que me manifestaron a mí directamente fue que ellos eran partidarios de que se incluyera a la sociedad civil.

Usted, previo a esta entrevista, hizo un llamado a los partidos a estar a la altura de lo que pide la ciudadanía. ¿Cree que se va a volver complejo el hecho de que solo se mandate a destinar un parte significativa de la franja? Finalmente, va a depender de lo que cada uno entienda por significativo…

Hago un llamado a los partidos políticos a ser sensibles a lo que está viviendo el país hoy en día. Creo que en esta franja tienen que aparecer nuevos rostros y, además, tienen que aparecer rostros y propuestas e ideas que no solamente son de la Región Metropolitana. Tiene que aparecer el país. Y si en esta franja, en que vamos a tomar decisiones de fondo respecto a nuestro futuro, no se ve a la sociedad civil, eso va a aumentar de alguna manera la distancia entre los partidos políticos y la sociedad civil. Creo que aquí los partidos tienen una oportunidad enorme de acercarse a la sociedad civil, de acercarse al país y de escuchar al país.

¿Qué le parecen las críticas desde los partidos por el reglamento? En RN, por ejemplo, señalaron que les “tiraron la pelota” a las colectividades de algo que ustedes no pudieron organizar…

A los partidos que critican les digo, en lenguaje futbolero, que no traten de tirar la pelota para el córner.

Se supone que se tiene que hacer otra franja más adelante para la campaña para los constituyentes y para el plebiscito ratificatorio, donde se deberá hacer un nuevo reglamento. ¿Espera que en esa ocasión puedan participar las organizaciones de manera autónoma? Ahí van a tener mayor plazo para prepararlo…

Ese es un objetivo que tenemos en mente y que vamos a tratar de ir construyendo los consensos para que eso sea posible… Esperemos que ahí sí haya una voz directa de la ciudadanía.

¿Cómo ha visto el rol del gobierno en el proceso constituyente?

El rol del gobierno, como garante de este proceso, es muy importante. Debemos garantizar que todas las opciones tengan los mismos derechos y que puedan expresar sus posiciones dentro del marco del respeto y de los valores que tenemos como país. Además, el gobierno tiene que garantizar que el proceso plebiscitario pueda sea una realidad en los próximos meses, que el debate sea racional y respetuoso.

¿Le parece bien que tenga un rol prescindente y que esa hay sido la instrucción a los ministros?

Prescindente y garante. (La Tercera)

Investigadores de Chile y EE.UU. crean «refrigerador» sin electricidad

Investigadores de la Universidad Católica, en conjunto con el Massachusetts Institute of Technology (MIT) crearon un dispositivo capaz de reducir la temperatura ambiente en 13 grados sin utilizar electricidad, el que fue probado en el desierto de Atacama.

Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista científica Science Advances y en el MIT News, y se enmarcan en los proyectos MIT International Science and Technology Initiatives (Misti)-UC y Misti- Chile Seeds Funds, de los que participa la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica.

Amador Guzmán, doctor y profesor de Ingeniería Mecánica de la Universidad Católica, junto con la ingeniera mecánica del MIT Evelyn Wang, y los estudiantes de aquel instituto Arny LeRoy y Colin Kasall, participaron en un experimento en el desierto de Atacama, a 2.500 metros sobre el nivel del mar, para replicar un trabajo de «enfriamiento radiactivo» del MIT realizado en su campus de Cambridge, Massachusetts, consignó Las Últimas Noticias.

«Es una caja negra que emite una gran cantidad de radiación. Sobre ella hay un material llamado aerogel (espuma de polietileno) que recibe la radiación de la luz del día, refleja radiación inservible y deja pasar la infrarroja«, explicó Guzmán a LUN.

El aerogel deja pasar cierta cantidad de radiación infrarroja, ésta llega a la superficie negra de la caja, que la envía nuevamente hacia afuera, pasa por al polietileno y regresa al ambiente, agrega el doctor en ingeniería de la Universidad Católica.

Foto: MIT News
El dispositivo mantiene fríos los alimentos gracias a los materiales aislantes, que reducen la temperatura ambiente hasta 13 grados Celsius, según el experimento.

«Si yo mantengo una superficie a baja temperatura, significa que estoy sacando el calor del otro lado de la superficie; por eso se produce el efecto «refigerador», detalló a Las Últimas Noticias.

El experto agregó que «en teoría no se gasta nada (de dinero en este refrigerador), más que el costo de los materiales de los dispositivos«.

Además, cree que este invento se podría utilizar en construcciones. «Imagínese que esta misma tecnología que estamos presentando pudiéramos ponerla en las paredes, y  en el techo (…) Entonces uno podría estar extrayendo permanentemente calor sin gastar en aire acondicionado«, dijo Amador Guzmán.

LAVADORA ECOSUSTENTABLE

Este invento es similar a «LightWash«, una lavadora que no utiliza agua, sino luz, y que fue creada por un grupo de estudiantes de Ingeniería de la Universidad Católica.

Lavar la ropa gasta cerca de 50 litros de agua y bastante electricidad. En cambio, este invento utiliza luz UVC (Radiación Ultravioleta), por lo que el ahorro es notorio.

Encuesta CEP: 70% de quienes votaron por Piñera desaprueba su gestión

La Encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) de diciembre mostró los peores números históricos para un gobernante de Chile, al registrar solo un 6% de apoyo a la gestión del Presidente Sebastián Piñera, en medio de la crisis social que atraviesa el país.

En una revisión en detalle, realizada por Pulso, de la base de datos del sondeo se desprende que el sostén de apoyo tradicional del Mandatario lo abandonó e, incluso, menos gente dice haber votado por él en la elección pasada.

El sondeo muestra que entre quienes dicen sentirse representados por la derecha o centroderecha, solo un 23,3% apoya su gestión, un desplome de 37,5 puntos en relación al sondeo de mayo pasado. La otra cara de la moneda es que el porcentaje de desaprobación con la actual administración en ese sector político pasó del 27,2% al 60,5%. También aumentó el porcentaje que “no aprueba ni desaprueba” desde el 9,4% al 16,1%.

En la izquierda, obviamente los porcentajes de aprobación siempre fueron menores, pero, de todas formas, también se evidencia una caída, pasando del 9,6% en mayo al 2,1% en el sondeo actual.

Por grupo socioeconómico, también hay cambios relevantes. En el segmento ABC1, donde en mayo pasado contaba con un 52,3% de aprobación y un 39,3% de rechazo, hoy el escenario es muy diferente. Entre quienes son parte de ese sector de la sociedad solo el 10,5% apoya la labor del Mandatario y el 68,8% la desaprueba. En los segmentos medios (C2 y C3, el nivel de aprobación pasó del 26,8% la 5,9%, y en el estrato bajo (D y E) su apoyo se redujo del 21,6% al 5,9%.

Drástica fue también la pérdida de apoyo en todas los grupos etarios, especialmente en los más jóvenes, que antes eran precisamente los que marcaban mejores resultados para la administración actual.

Las personas entre 25 y 34 años constituían el grupo que más apoyaba a Piñera en mayo, con el 28,5% de aprobación. Hoy, el respaldo en ese grupo alcanza solo un 2,8%. En el segundo grupo donde el Presidente generaba más apoyo en mayo, entre 18 y 24 años con un 26%, hoy marca 3%.

Otro grupo que también mostraba un apoyo mayor al Mandatario y que cambió en la última encuesta fueron las mujeres. Del universo total que aprobaban su gestión al mando del país en mayo pasado, el 53,3% eran mujeres y un 46,7% hombres. Hoy, del grupo que lo respalda, las mujeres son el 39,4% y los hombres el 60,7%. Al hacer el ejercicio tomando a todo el universo de mujeres, solo el 4,6% apoya la gestión de Piñera, versus el 7,6% de los hombres.

VOTANTES DE PIÑERA

Al ser consultados sobre el candidato por el cual votaron en la primera vuelta presidencial de 2017 -dentro del subgrupo que dijo haber votado en la elección presidencial pasada-, el 29% dijo haber votado por Sebastián Piñera, 2,1 puntos menos que la encuesta anterior (pero de todas formas aún lejos del 15,8% que dice haber votado por Alejandro Guillier). Esta vez, eso sí, se agregó una pregunta adicional, respecto de cuál fue la elección que tomaron en segunda vuelta. Ahí, entre toda la muestra, solo un 18% dice haber votado por el actual Presidente.

A pesar de que el porcentaje que reconoce haber votado por Piñera es bajo, aun en ese grupo la desaprobación es mucho mayor que la aprobación. Según los datos de la CEP, el 70,5% de ese grupo desaprueba la gestión del gobierno y solo el 16% la aprueba.

Una de las claves que algunos expertos han atribuido a la pérdida del voto más duro del Presidente sería el tema del orden y la seguridad, en medio del escenario de hechos violentos registrados en los últimos meses.

La CEP también da algunas luces de eso. Entre las preguntas del sondeo se cuenta una respecto a cuál valor le da más importancia la gente, haciendo una escala en la que el número 1 es “que haya libertades públicas y privadas” y 10 “que haya orden público y seguridad ciudadana”. Ahí, en la muestra total, el 33,1% eligió los números 8 al 10, es decir, se inclinaban por el orden más que por las libertades públicas. Sin embargo, entre quienes dicen haber votado por el Mandatario, un 46,7% decidió elegir un número entre 8 y 10 (ver gráficos). Mientras, solo el 7,5% optó por los números 1, 2 o 3.

Algo similar se registra cuando se pregunta si se está de acuerdo o no con la afirmación “en vez de tanta preocupación por los derechos de las personas, lo que este país necesita es un gobierno firme”. En la muestra total, el 31,9% está de acuerdo o muy de acuerdo con esa frase, cifra que salta hasta el 47,1% entre los votantes del Presidente. Asimismo, un 48,7% del total de la muestra está de acuerdo o muy de acuerdo con la frase “Lo que nuestro país necesita es un líder fuerte con la determinación para llevarnos por el camino correcto”, porcentaje que se eleva al 61,6% en el grupo que dice que votó por Piñera.

Entre los votantes del Presidente en segunda vuelta también se refleja mayor pesimismo hacia el futuro. Si en la muestra total el 27,2% cree que en los próximos 12 meses la situación económica del país empeorará, en este grupo que optó por el Mandatario el porcentaje que cree que la situación será peor se empina hasta el 34,8%.

Pero, por otro lado, ese mismo grupo tiene una percepción un poco mejor sobre cómo está la economía del país hoy. El 49,4% dice que el escenario está malo o muy malo, cifra que sube al 55,5% en la muestra total.

El 6% de apoyo a la gestión del Presidente, que se registró en la Encuesta CEP, se explica por la pérdida de respaldo en sus bastiones donde generalmente mostraba mejores números. Es así como se ven fuertes caídas en las mujeres, la derecha, los jóvenes hasta 34 años y el grupo socioeconómico ABC1. Además, hoy menos gente reconoce haber votado por el Mandatario y, entre quienes dicen haberlo hecho, la desaprobación a su administración llega al 70%. (La Tercera)

 

45% de quienes se definen de derecha aprueban una nueva Constitución

A tres meses del plebiscito que decidirá si el país tendrá una nueva Constitución, el gobierno anunció la semana pasada prescindencia respecto del proceso, esto luego que algunas autoridades, como el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, indicaran que votarían a favor de una nueva Carta Magna.

Esta decisión estaría en la lógica no solo de las diferentes posturas al interior del bloque oficialista, sino que también en sus bases.

Según los datos de la Encuesta CEP, entre quienes dicen sentirse de derecha o centro derecha, el 45% dice que apoya una nueva constitución, mientras el 35,7% de ese grupo dice rechazarla. Estos datos contrastan con los resultados de la muestra completa de la encuesta, que reflejan que el 65,1% está a favor y 12,9% en contra.

Las posturas a favor de la nueva Constitución son mucho más mayoritarias entre quienes dicen sentirse de centro (con 72,1%) e izquierda o centro izquierda (con 87,5%).

Sin embargo, hay que considerar que la gran mayoría de los encuestados (72%) dice no sentirse representado por ningún sector político. En ese grupo, el 65% aprueba una nueva constitución y 12,8% la rechaza.

Ante la segunda pregunta que realizará el plebiscito, si se quiere una convención constituyente 100% elegida para eso, o una convención mixta, que incorpore 50% de parlamentarios, también hay diferencias relevantes respecto a los resultados totales.

El sondeo muestra que el 56,5% de los consultados se inclina por una convención constituyente 100% electa para esos fines, y 24,7% por la convención mixta. Sin embargo, en el grupo que se considera como de derecha, la convención mixta se empina hasta 51,4% de las preferencias, mientras que la convención 100% llega a 34%.

Entre quienes dicen ser de centro, también suma más preferencias la convención mixta, con 41,4% versus 39,6% de la otra opción.

Los posibles resultados que se generen de una nueva Constitución también generan distintas visiones. Mientras en el total de los consultados el 56,5% cree que “probablemente ayude a resolver los problemas”, esa opción llega a solo 39,2% en la derecha, lo que además contrasta con el 70,6% que elige esa opción en la izquierda.

Por el contrario, en el sondeo completo, solo 5,7% dice que “probablemente empeore la situación actual”, cifra que salta a 16,9% en la derecha. En la izquierda, 3,4% opta por esa opción.

DESAFECCIÓN A PARTIDOS

La encuesta CEP mostró que solo 14% de los consultados dice identificarse con un partido político. Ese número ya anticipaba que ningún partido iba a salir bien parado. De hecho, en los datos del sondeo la mayor identificación la logra el Partido Socialista, con 3,1%.

La base de datos de la encuesta también registra que se preguntó sobre si los partidos políticos “reflejan las demandas de los ciudadanos”, afirmación con la que estuvo en desacuerdo o muy en desacuerdo el 72,4%, otro 16,3% ni de acuerdo ni en desacuerdo y sólo 8,5% de acuerdo o muy de acuerdo.(La Tercera)

Venezuela: ONG denuncia muerte de 67 manifestantes en protestas de 2019

REUTERS/Manaure Quintero

Un total de 67 personas murieron en el marco de protestas en Venezuela en 2019, de las cuales 59 fueron baleadas presuntamente por militares, policías y grupos civiles progobierno, denunció este viernes una ONG.

En su informe anual, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) señaló que seis manifestantes fueron víctimas de “ejecuciones extrajudiciales” tras protestar, mientras que uno falleció de un infarto y otro por golpes.

Ocho de los muertos eran menores de edad, añadió.

La ONG indicó que el balance demuestra que la “respuesta” del gobierno de Nicolás Maduro a las manifestaciones “ha sido la criminalización, judicialización y la implementación de la represión letal como política de Estado”.

El OVCS culpa por los ataques con arma de fuego a policías y militares, así como a ‘colectivos’, grupos chavistas que el reporte tilda de “paramilitares”.

La mayoría de los fallecidos se produjo entre enero y febrero, período de alta conflictividad entre Maduro y el líder opositor Juan Guaidó, jefe del Parlamento reconocido como presidente encargado de Venezuela por medio centenar de países, encabezados por Estados Unidos.

El informe documentó 16.739 manifestaciones en Venezuela en 2019, con una media de 46 diarias, lo que representó un aumento de 24% con respecto a 2018. Registró también 373 saqueos o intentos de saqueo.

Después de congregar a decenas de miles de manifestantes a principios de año, la respuesta a nuevos llamados a protestas callejeras de Guaidó ha sido débil en los últimos meses.

Sin embargo, los bajos salarios y el colapso de servicios básicos como agua, electricidad o gas doméstico, además de la escasez de gasolina -crónica en regiones fronterizas-, alientan el malestar social.

De acuerdo con el OVCS, 62% de las protestas se produjeron en exigencia de vivienda y servicios, derechos laborales y acceso a alimentos, educación y salud.

Según las autoridades, unas 200 personas murieron en oleadas de protestas antigubernamentales en 2014 y 2017. Maduro sostiene que varias de esas víctimas eran partidarios suyos. (La Nación AFP)

La igual dignidad

El orden deseado, pero ¿qué orden?

Sobre el diagnóstico

No intentaré en estas líneas efectuar un diagnóstico sobre lo ocurrido en nuestro país el 18 de octubre de 2019 y en adelante. Más bien, quisiera invitarlos a pensar y a cuestionar lo que parece instalarse en el debate público como EL diagnóstico de lo sucedido y que al menos a mí no me cierra a la luz de la evidencia disponible.

Y es que, para explicar el estallido de violencia y las manifestaciones sucedidas tras él, varios analistas y políticos han vuelto a reflotar aquel diagnóstico de 2011, consistente en que los chilenos estaríamos generalizadamente descontentos con el modelo de desarrollo. Ese profundo malestar, nos dicen, nos debe convocar a transitar hacia “otro modelo”, el que solo se alcanzaría con reformas vastas y maximalistas para cambiar radicalmente el rumbo por el que el país venía avanzando.

En este “otro modelo”, el Estado tendría un rol más preponderante para conseguir un orden social más justo y libre de todos los vicios que ellos advierten del orden actual. El diseño del nuevo modelo recaería en personas que se supone sabrían, mejor que cada uno de nosotros, qué es mejor para cada quien. De más está decir que este diagnóstico encierra, total o parcialmente, un menosprecio por la manera en que hemos alcanzado los grandes avances de nuestra sociedad, en términos del aumento en los ingresos, la reducción de la pobreza, el mayor acceso a educación superior y la alta movilidad social.

Ese dictamen, que varios se han apresurado en validar, no se condice, sin embargo, con los resultados de los principales estudios de opinión pública en Chile, así como con los de otros indicadores internacionales. Estudios de opinión de alto prestigio, como la encuesta Bicentenario UC y la del Centro de Estudios Públicos (CEP), vienen mostrando por años que no hay antecedentes para sostener que el descontento o el malestar del que nos hablan esos analistas y políticos sea un fenómeno generalizado.

Por el contrario, esos estudios dan cuenta de una percepción de mejora sostenida en comparación con la situación vivida por los propios padres en diversos aspectos, como en el nivel de ingresos, el trabajo y la casa. También nos indican que la población chilena, en general, manifiesta, un alto nivel de bienestar subjetivo y que las personas mayoritariamente premian el esfuerzo individual. El World Happiness Report, por su parte, que realiza una comparación internacional de la felicidad entre más de 150 países nos muestra que entre 2010 y 2018 nos hemos mantenido en torno a los 6,6 puntos (para tener una referencia, los países que suelen liderar el ranking obtienen del orden de 7,6 puntos, de 10). Actualmente, nuestro puntaje nos ubica en el lugar 26 entre 156 países, y el índice es encabezado por Finlandia, Dinamarca y Noruega.

Sin ánimo en absoluto de ser complaciente con los múltiples desafíos y problemas que tenemos, algunos de los cuales ya nos revelaban otros indicadores de estas mismas encuestas antes del 18 de octubre de 2019 y de los que debemos hacernos cargo con urgencia (y que dan cuenta, por un lado, de una percepción de mayor inestabilidad durante el último tiempo, en que un porcentaje importante de personas cree que el país no está progresando y, por otro, de la desconfianza creciente en las instituciones, etc.), los datos nos muestran que la tesis —elevada a diagnóstico— del pesimismo y descontento general con “el modelo”, que justificaría propuestas radicales de cambio, no se condice con la evidencia. Pero a la política, la evidencia le resbala de un tiempo a esta parte.

En vez de poner el foco en mejorar la calidad de vida de las personas —que en buena parte pasa porque ellas tengan determinadas certezas o tranquilidades, como la de contar con un empleo que les permita generar ingresos propios y estables en el tiempo; con una red de protección que las sostenga en momentos complejos; con que sus barrios sean seguros y en ellos se ofrezcan servicios y cuenten con equipamiento suficiente para evitar mayores desplazamientos; con un transporte público eficiente y más que satisfactorio; con que los servicios que reciben del Estado sean oportunos y de calidad (por ejemplo en salud y educación pública) y por no verse expuestas a regulaciones y burocracias que obstaculizan su capacidad innovadora y el progreso—, la política hoy se desentiende de estos temas y se embarca en una travesía de cambios drásticos y maximalistas para romper “con un modelo” con el que la ciudadanía pareciera indicarnos no quiere cortar lazos. (El Mercurio)

Natalia González

Oposición ensimismada

Estallido: ¿Y si nos jugamos por lo positivo?

Leer los numerosos, agudos e ingeniosos comentarios de la CEP por parte de nuestros columnistas habituales me dejaron por sobre todo una conclusión: estamos muy mal y además en el país predomina un profundo pesimismo sobre nuestro futuro. En unos, especialmente porque todo lo  hecho para atrás está  mal (“no eran 30 pesos sino 30 años”).  Y en otros, porque se ha instalado la violencia, no se respeta nada, la confianza en las instituciones está por el suelo y no se vislumbran líderes capaces y confiables. Conclusión: nada que hacer. Cuando decimos o sentimos esto, el resultado es claro: depresión. En nuestro caso es tanto a nivel personal como de la sociedad en su conjunto. A mí, leer las columnas sobre la CEP me dejó más deprimido y desesperanzado que leer la encuesta misma.

¿Es posible salir de este estado? ¿Es muy ingenuo siquiera intentarlo en las actuales circunstancias? ¿Cómo? Sin pretensión de nada, me propongo intentarlo. Primero, haciéndome algunas preguntas distintas. Ampliando ámbitos a  considerar. Como por ejemplo, ¿no habrá acaso algunas cosas buenas dentro de todo lo que ha pasado? ¿Cuáles?  ¿Existe al menos la posibilidad de hacer algunos cambios positivos en el país, conservando varias de las cosas buenas que traíamos?

El segundo paso para salir del pesimismo y la frustración en que uno cae al leer tantas noticias de rabia y destrucción, es recordarme que aquí todavía no está todo en el suelo. Estamos vivos, funcionando, deliberando, y nada ha sido completamente destruido. No hay un futuro negro marcado en roca, ya inevitable. Ningún futuro posible está ya cerrado. El abanico de destinos a los cuales llegar es todavía amplio.

Tercero,  el lugar donde lleguemos como país en 10, en 20 o 30 años más depende sobre todo de nosotros: quienes hoy vivimos aquí. Y lo cerca que lleguemos (o no) al destino que nos propongamos dependerá de  lo que nos involucremos, participemos y movilicemos a amigos y conocidos, cercanos y lejanos.

Por último, salir de la depresión y el pesimismo requiere de mi voluntad. Tomarme los remedios. No permitirme actuar como víctima, ni dejarme sentir impotente y como  mero espectador. Requiere que deje de leer tuits y WS de grupos que se refocilan en la desgracia, la crítica a otros y la queja. Participar positivamente. Como intentar escribir esta columna sobre este tema y no quedarme en lo escrito al final del segundo párrafo, por cierto que sea.

Entonces, soñemos. ¿Y si de esta crisis saliéramos mucho mejor que antes de ella? ¿Cómo me gustaría que saliéramos?  ¿Hacia dónde? Sigo: me gustaría y no creo imposible que salgamos hacia un país con mayor equidad, menos desigualdades económicas, sociales, culturales y educacionales. Pero también menos centrado en lo económico y en el consumo de más y más cosas. Que siguiéramos creciendo económicamente pero no a cualquier costo, y sin ese afán permanente en que todo debe siempre crecer. Aprender no sólo a cuidar más nuestro medio ambiente, sino a conservar todo más; reparar las cosas que tenemos y no automáticamente botar y comprar más cosas nuevas.

Me gustaría que ordenáramos nuestras ciudades de manera muy distinta. Con  tantas  plazas públicas y áreas verdes en las poblaciones del sur y poniente de Santiago como en los barrios acomodados. Más plazas de juego para los niños y bancos donde se sienten los ancianos a pasar el calor y tomar aire bajo la sombra de añosos árboles. Con más seguridad y menos peligro de robos y drogas. Ciudades donde dejáramos de usar tanto  los autos. Que caminemos más. Nos veamos las caras con respeto y sin miedo. Nos atropellemos menos y saludemos más. Que nos sintamos más hijos de esta misma tierra.

Sueño con una convivencia más respetuosa en todos los lugares públicos. Con menos stress y empujones en el Metro, las veredas, los estadios y las cajas de los supermercados. Con más cultura. Más conciencia de formar parte de una comunidad.

Y que todo esto no surja sólo de leyes impuestas a los ciudadanos por el Parlamento y el Estado, ni del programa de algún candidato, ni de una mítica y peleada Nueva Constitución. Tampoco que se pague con fondos de un Estado obeso  que todos pelean por controlar para  aparecer como a quien debemos agradecer lo que logremos. Menos todavía que lo hagamos por miedo. No. Sueño que todo esto surja paulatinamente de la toma de conciencia y de la educación que adquirimos a medida que progresamos todos como simples seres humanos. Sí; que brote de una mejor educación de todas nuestras niñas y niños gracias a profesores conscientes de sus nuevas y mayores responsabilidades hoy.

Sueño y creo posible que de esta crisis salgamos con grandes empresarios y personas  ricas volviéndose más generosas. Que decidan ellos y nosotros – grupos medios altos y educados – por voluntad propia dedicarnos más a hacer filantropía. A compartir parte de lo que hoy tenemos con los demás, de las más variadas y múltiples formas que podamos inventar. Por ejemplo,  creando fundaciones y organizaciones que favorezcan a personas necesitadas. Que nos aboquemos a eso con tanta dedicación como antes le destinamos a crear y hacer crecer empresas, o a sacar nuestros títulos de postgrado.  Y así, con ese esfuerzo y talento,  devolverle a lo sociedad lo que hemos recibido de ella,  desarrollando fundaciones o corporaciones que atiendan ancianos enfermos, que construyan y operen centenares de consultorios  de salud privados sin fines de lucro en las poblaciones,  que complementan pensiones a quienes no les alcanzan, que sorteen elevadas sumas de dinero para premiar trabajadores independientes de bajos ingresos que tengan sus cotizaciones al día, que rehabiliten  a delincuentes y drogadictos, etc, etc, etc.  Así,  alentar que se multipliquen las obras de generosidad y solidaridad mucho más que obtener altas utilidades en las empresas. Que éstas importen sólo como forma de financiar eso que sirve a que todos  compartamos una vida y un país del cual nos sintamos orgullosos.

Y finalmente, me gustaría salir  hacia ese Chile que sueño como he esbozado,  por la vía de los acuerdos y no de las imposiciones. Salir por la vía de la paz y el respeto, y no de la violencia y la desconfianza.

Todo esto es demasiado iluso estarán diciéndose muchos lectores. Así puede parecer, respondo. Pero no tanto.  Hace sólo 35 años atrás muchos de Uds que están leyendo estas líneas recordarán que este mismo país venía saliendo de una convulsión social  tan aguda como ésta  (“Las protestas del 83”) que terminó con un atentado al entonces Presidente de la República. Sin embargo, pocos años después Chile recuperó en paz la democracia.  Algo que la  mayoría del país, por motivos distintos y opuestos, consideraba imposible.  Especialmente para los grupos políticamente más de izquierda eso era una ingenuidad.  Pero lo logramos.

Entonces empezó en 1990 un gobierno formado por personas que habían sido de la UP y otros desconocidos.  Un significativo porcentaje de la población – el 45%, y no sólo de  la derecha y el empresariado – tuvo un gran temor sobre qué iba a pasar (“dónde vamos a ir a parar”). Y no ocurrió la catástrofe que tanto temían, sino que en los 20 años siguientes el país progresó como nunca antes en toda su historia.

Tal vez no es tan ingenuo entonces soñar de nuevo. Depende de cada uno de nosotros proponernos pensar en positivo, atrevernos, involucrarnos y trabajar para hacer de esta crisis el inicio de algo mejor para Chile. (El Líbero)

Ernesto Tironi