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Alcalde Jadue califica de «montajes» atentados de RML: «Era liderada por Carabineros»

El alcalde de Recoleta, Daniel Jadue (PC), tildó de “montajes” los ataques incendiarios, robos de madera y otros delitos cometidos por la Resistencia Mapuche Lavkenche (RML) en la Macrozona Sur.

Esto, a partir de la detención de dos funcionarios de Carabineros vinculados a esta organización.

Fueron 11 las personas arrestadas este jueves en medio de una extensa indagatoria contra una asociación ilícita dedicada a cometer crímenes en la provincia de Arauco.

En medio de este procedimiento se capturó a Luis Berna Toledo, exjefe de la Sección de Investigaciones Policiales (SIP) de Carabineros en Curanilahue, una de las unidades especializadas en indagar redes criminales en la zona.

También fue detenido un funcionario en servicio activo, Darwin Carrillo Rodríguez, a quien se le investigaba desde 2022 por haber entregado información privilegiada a bandas dedicadas al robo de madera y otros delitos.

DANIEL JADUE: “LOS DELITOS HAN SIDO MONTAJES”

En ese contexto, el alcalde Jadue afirmó en su cuenta de X (anteriormente Twitter) que “se confirma que Grupo Resistencia Mapuche Lafkenche es liderada por carabineros”.

“Finalmente los atentados, robo de madera y otros delitos han sido montajes para legitimar la militarización y persecución del pueblo mapuche. Aquí debe actuar con fuerza el Estado de Derecho”, agregó el jefe comunal.

Ahora, según antecedentes de la Unidad de Investigación de BioBioChile, la asociación detenida era liderada por Celso Fonseca Rivas —alias El Conejo—, quien en diciembre de 2022 fue arrestado como parte de un grupo dedicado a robar automóviles en la zona.

Fue precisamente a partir de esa indagatoria —apuntan fuentes de BBCL Investiga— que se comenzó a esclarecer la totalidad de la estructura de la banda. (Bio Bio)

Presidenta del Consejo acusa al Gobierno de «vulnerar la neutralidad del proceso»

Mientras se siguen votando los capítulos de la propuesta constitucional en el pleno del Consejo, la tensión entre el oficialismo y la oposición continúa al alza.

Es que los resultados de las votaciones no han sido bien evaluados por la izquierda e incluso personeros de Gobierno han expresado reparos a lo ya aprobado con votos de la derecha.

Fue el miércoles cuando se ratificó la norma que establece que «la ley protege la vida de quien está por nacer», calificada por Unidad para Chile como un retroceso en la ley de aborto en tres causales.

Esto sumado a su rechazo a la objeción de conciencia institucional.

Ante esto, la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, dijo ayer a Radio ADN que lo que se aprobó «permitiría que incluso pudiéramos retroceder respecto a la pastilla del día después», agregando que «ni siquiera la Constitución del 80 era incompatible» con eso.

En ese contexto, la presidenta del Consejo Constitucional, Beatriz Hevia (republicanos), realizó ayer una dura intervención en el pleno, señalando que «lamento constatar que el debate ha partido de prejuicios y dogmatismos, no han tenido pudor en las últimas sesiones de utilizar diversos epítetos para referirse a la bancada del Partido Republicano y de Chile Vamos; mentirosos, sectarios, dogmáticos, entre otros. Sin embargo, qué puede ser más dogmático y sectario que la actitud observada en la fracasada Convención Constitucional y cómo han actuado ahora. Sin real honestidad intelectual al analizar las normas, sin real voluntad de encontrar acuerdos y sin más que presumir la mala fe del que tienen al frente».

«Con un Gobierno, además, que ha vulnerado la neutralidad frente a este proceso con la que decían enfrentarlo», acotó Hevia.

Desde La Moneda, el ministro del Interior (s), Manuel Monsalve, respondió afirmando que «al igual que las investigaciones, las afirmaciones en materia política tienen que tener cierta evidencia. A mí me parece poco serio hacer declaraciones de esa naturaleza, cuando no hay fundamento

A su juicio, «el Gobierno tiene muy clara la importancia del proceso constitucional, tiene muy clara la autonomía del espacio de debate constitucional y por supuesto, el Gobierno no va a interferir en un espacio que fue autónomo y electo democráticamente».

Consultada más tarde, Hevia elevó el tono y explicó que «la ministra Orellana y otros miembros del Gobierno se han referido a normas que han sido discutidas y aprobadas por este Consejo, que creo que lo hacen de una manera que vulnera el análisis objetivo de las normas, ridiculizando el trabajo que ha realizado este Consejo Constitucional; lo que no me parece correcto de parte de ningún poder del Estado».

«Yo esperaría del Gobierno una actitud de informar a la ciudadanía y no de confundir a la ciudadanía respecto a lo que está ocurriendo dentro del Consejo. Yo espero que el Gobierno mantenga la definición que había tomado que es prescindencia al respecto y esperar al resultado del Consejo», recalcó Hevia.

La polémica también fue abordada por el ex presidenciable de republicanos, José Antonio Kast, quien en su cuenta de X acusó que el «Gobierno inicia campaña en contra del proyecto constitucional, mintiendo y desinformando, buscando -con complicidad de los medios- de desviar atención de aprobación de normas claves en materia de inmigración. La expulsión inmediata de inmigrantes ilegales es un cambio radical». (Emol)

Piñera: «La izquierda cuando era oposición fue muy condescendiente con los delincuentes»

El expresidente Sebastián Piñera, ad portas del encuentro del Grupo Libertad y Democracia que se realizará en Buenos Aires, Argentina, dio una entrevista radial en la que se refirió a diferentes temas, como el debilitamiento de la democracia en América Latina.

El Grupo Libertad y Democracia es un foro político de líderes de centroderecha y derecha, encabezado por 22 presidentes y exmandatarios de Iberoamérica, con el objetivo -dicen- de defender la libertad y democracia y combatir las consecuencias de la izquierda en la región.

En ese contexto, el antecesor del Presidente Gabriel Boric aseguró que durante el estallido social, iniciado en octubre de 2019, su gobierno fue víctima de un “golpe de Estado no tradicional”.

“La violencia es otro cáncer que tenemos y yo creo que los cánceres que tenemos en Latinoamérica son la violencia y el populismo. La violencia, estoy hablando del narcotráfico, el crimen organizado y por supuesto la corrupción, ahí hay tres males que tenemos que enfrentar con toda la fuerza del mundo”, partió diciendo en conversación con Radio Mitre.

El entrevistador entonces le consultó si su administración había sufrido un intento de derrocamiento, a lo que el exmandatario respondió: “Fue un golpe de Estado no tradicional, porque no fueron las Fuerzas Armadas”.

Este fue un golpe de Estado para debilitar las bases mismas de la democracia y usaron brutalmente la violencia. Era una violencia irracional, estaban dispuestos a destruirlo y quemarlo todo, iglesias, colegios, hospitales, monumentos, plantas de energía, lo que se cruzara en su camino, enfatizó.

En esa misma línea, Piñera apuntó que “el fuego fue un gran aliado de estos terroristas anarquistas, que quisieron destruir nuestro país”.

Al finalizar su análisis sobre lo ocurrido en 2019, el exjefe de Estado señaló: “Afortunadamente Chile resistió, y después tuvimos un plebiscito por una Constitución, en que -en mi opinión- volvimos a poner las cosas en su lugar y a comprender que los países avanzan cuando hay estabilidad política, que permita dar proyección”.

CRÍTICAS A BORIC

En la entrevista, el exmandatario también abordó la actual administración del Presidente Boric, asegurando que “no está conduciendo al país por el camino adecuado porque tenemos grandes problemas de estancamiento económico, inseguridad, falta de confianza y acuerdos básicos”.

“Chile durante 30 años crecía con mucha fuerza, con mucho vigor, por eso pasamos de la medianía de la tabla a encabezar América Latina en ingreso per cápita, desarrollo humano o cualquier otro indicador. Pero hoy día estamos muy estancados, no estamos creciendo, tenemos graves problemas de inseguridad, también narcotráfico, crimen organizado y terrorismo en el sur de Chile”, planteó.

Luego se volvió a remontar al periodo previo, cuando era la máxima autoridad del país: “La izquierda cuando era oposición fue muy condescendiente con los delincuentes, no los combatió con la fuerza que requería, justificaba la violencia como una forma de instrumento político”.

Asimismo, dijo que “eso sembró un clima y debilitó mucho a las policías porque estaban permanentemente siendo atacadas (…) ha producido un problema muy grande en Chile”.

REACCIONES

En Chile, el mundo político -especialmente el oficialismo- no demoró en reaccionar a los dichos el exjefe de Estado, quien además aseguró que “la izquierda cuando era oposición fue muy condescendiente con los delincuentes, no los combatió con la fuerza que requería, justificaba la violencia como una forma de instrumento político”.

“El expresidente Piñera no puede venir a dar cátedras de lo que no hizo en su mandato. Piñera tuvo un gobierno desastroso, llevó al país al borde de una crisis institucional. Entregó a Chile asolado por la delincuencia, con una crisis en la salud y una economía estancada. Su mayor contribución a Chile sería guardar silencio”, dijo el jefe de la bancada de diputados PS, Daniel Manouchehri.

Además planteó que el exmandatario “debe asumir su responsabilidad en el mal manejo que contribuyó a acrecentar la crisis. Cuando se requería buscar salidas de diálogo, Piñera optaba por declararle la guerra a la gente, apagando el fuego con bencina. Por suerte el Ejército no siguió al expresidente Piñera, porque sino hubiéramos tenido una masacre”.

Desde la misma colectividad, el diputado Daniel Melo señaló que los dichos del otrora Jefe de Estado “están fuera de la realidad, ya que él terminó su mandato de gobierno, por lo que mal podría haber ocurrido un golpe de estado como él describe, eso solo está en su imaginación. Los socialistas condenamos siempre los hechos de violencia durante el estallido, de la misma forma que la violación a los derechos humanos que ocurrieron bajo su gobierno”.

Por su lado, Marcos Barraza, miembro de la comisión política del Partido Comunista, exministro de Desarrollo Social de Michelle Bachelet y exconvencional, apuntó que “el expresidente Piñera insiste en vestirse con ropajes que no le asientan bien, está tratando de falsear la historia y con ello eludir sus responsabilidades políticas en las graves violaciones a los derechos humanos que vivió Chile con ocasión del estallido social. Previo al estallido, él y otros miembros de su gabinete hacían mofa absurda de las urgencias sociales, a propósito de las desigualdades sociales que vivía y vive Chile”.

En esa misma línea, agregó que la respuesta del exmandatario “ante la desobediencia civil y la manifestación popular fue una brutal represión en la que intentó instrumentalizar a las Fuerzas Armadas. Hay cuatro informes de organismos internacionales en materia de derechos humanos, que constatan que en Chile hubo una violación masiva de los derechos humanos (…) ninguna de esas vejaciones, crímenes en materia de derechos humanos son justificables y la responsabilidad política recae en el presidente Piñera. Lo que intenta es falsear la historia y exculparse de sus responsabilidades políticas”.

También se sumó a las críticas Tomás Hirsch, diputado y presidente del partido Acción Humanista (AH), quien aseguró que las declaraciones de Piñera en Argentina “son tan desubicadas y fuera de la realidad como cuando, en aquella época, declaró que ‘estamos en guerra’. Coincido con el expresidente en que la violencia es un cáncer. Efectivamente, la violencia que él ejerció contra el pueblo, dejando a cientos de personas con daño ocular, dos de ellos ciegos por el resto de su vida, habla de la violencia brutal que hubo durante su gobierno, violando los derechos humanos”.

APOYO DESDE CHILE VAMOS

Los dichos del exmandatario sí encontraron apoyo en la oposición, especialmente en parlamentarios de Chile Vamos.

El jefe de la bancada de diputados de RN, Frank Sauerbaum, manifestó: “Nosotros siempre sostuvimos que aquí hubo una organización que tenía como fin desestabilizar el gobierno del presidente Piñera y llegar al poder a través de una forma no democrática”.

Asimismo, planteó que desde su sector esperan “que quienes levantaron falsas verdades, denunciando violaciones de derechos humanos, deteriorando la institucionalidad y que finalmente terminaron en el poder, estén consientes del daño que le hicieron a la democracia y a la institucionalidad. Lamentablemente tuvimos que sufrir esa violencia, hoy día quienes gobiernan la validaron y esperamos que en el futuro no vuelva a ocurrir”.

En tanto, el diputado Juan Antonio Coloma (UDI), dijo: “Nosotros compartimos que algunos miembros de la izquierda incluso que hoy día están en el gobierno querían derrocar al gobierno del presidente Piñera en octubre y noviembre del 2019, por eso hemos exigido una condena transversal a la violencia, para que nunca más se repita que un grupo de personas quiera destituir a un presidente como ocurrió en 2019″.

También desde el gremialismo, el diputado Álvaro Carter defendió las declaraciones emitidas en Argentina: “El presidente Piñera acá tiene razón, hubo un sector que, a punta de la violencia extrema en las calles, quiso derrocar un gobierno que fue elegido democráticamente y esa misma violencia dio pie para que algunos, que hoy se disfrazan de demócratas, se envalentonaran, y desde el Congreso, sin mayor argumento, trataran de sacar al presidente del cargo”.

“Hay que recordar que el día 19 de octubre el señor (Guillermo) Teillier, ex líder del Partido Comunista, quien falleció hace poco, pidió que el presidente (Sebastián Piñera) renunciara. Otro ejemplo, cuando el Presidente (Gabriel) Boric era parlamentario y candidato, amenazaba con perseguir al presidente Piñera. Por lo mismo, creo que es sumamente relevante establecer como un mínimo erradicar la violencia como forma de hacer política, porque eso es lo que vimos durante el estallido social en el año 2019″, añadió. (La Tercera-Radio Mitre)

El plan de republicanos para sortear el impacto del proceso constitucional

Teniendo la mayoría en el Consejo Constitucional, los ojos han estado puestos durante estos meses en el Partido Republicano. Es que para muchos el devenir del proceso depende de la colectividad, a la vez que sostienen que el resultado del Plebiscito de diciembre sellará el futuro de la tienda y de sus aspiraciones presidenciales.

Tesis que, en todo caso, desde el partido se niegan a creer.

Esto pese a que las últimas encuestas han mostrado a su ex presidenciable y principal figura, José Antonio Kast, por debajo de la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, en las preferencias presidenciales.

Cifras ante las cuales los expertos advierten las primeras señales del impacto constitucional, donde el también el ex diputado ha asumido un rol activo en promover -en una gira por el país- las enmiendas levantadas por los republicanos.

«Los invito a reflexionar respecto a las últimas encuestas como Cadem que le dan un 50% en contra a este proceso constitucional y reflexionar por la caída estrepitosa de su líder José Antonio Kast, es solamente una muestra y un ejemplo de cómo se están farreando este proceso constitucional», dijo el consejero del PC Fernando Viveros a los republicanos, durante una de las sesiones del pleno del Consejo.

Aquello en alusión a la encuesta Cadem del lunes, donde Kast apareció en sexto puesto con un 43% de las menciones y una baja de 9 putos, en la evaluación de los personajes políticos.

¿IMPACTA EL TEMA CONSTITUCIONAL?

Lejos de las opiniones de analistas y de personeros de la izquierda, en republicanos aseguran que quieren «separar las aguas» ante el tema constitucional, sus otros desafíos electorales y el trabajo en el Congreso, al menos en esa línea se han organizado. Así, aunque muchos les dicen que ésta «es su prueba de fuego», desde el partido no consideran que sea así.

De esta forma, en la tienda afirman que lo que tratan hacer es relevar los temas ciudadanos y las «preocupaciones» de la gente en este proceso constitucional, algo que consideran que será lo que finalmente «va a medir» la gente en futuras elecciones y no su postura por el «A favor» o «En Contra», ni el resultado del Plebiscito.

Al respecto, el presidente de republicanos, Arturo Squella, expresó a Emol que «nosotros siempre hemos actuado en función del mérito de cada una de las circunstancias o situaciones que tenemos que enfrentar. Desde el día uno en que decidimos competir en todo Chile, había quienes nos decían desde afuera que ‘era un error e incluso contradictorio con lo que habíamos señalado’. Todo lo contrario, fuimos claros en decir que ‘si se va a redactar una posible nueva Constitución, decidimos estar en la mesa, más que estar afuera’ y así hemos actuado».

A su juicio, «si es que eso tiene impacto o no, creo que es secundario, que es marginal. Lo que verdaderamente tiene impacto es no hacer lo que sentimos correcto y así tomamos las decisiones en el Partido Republicano».

«Nuestra preocupación y ocupación actual es lograr que este proceso constitucional se lleve de la mejor manera -tal y como se ha llevado-, muy distinto al proceso anterior (…) y de poder representar a la ciudadanía que a veces se queda sin voz y poder traer al debate constitucional las urgentes necesidades de las personas y darles solución. Por otra parte, obviamente cerrar este capítulo constitucional que ha tenido en incertidumbre a nuestro país», comentó a este medio la secretaria general de republicanos, Ruth Hurtado.

En esa misma línea, Hurtado recalcó que «más que cuidar el resultado de una elección presidencial que se viene en dos años más, hoy estamos concentrados en ser esta voz que interprete a la ciudadanía y lo presidencial ya se verá más adelante (…) Las encuestas son una herramienta de análisis, pero no es algo que marque finalmente la decisión que tome el Partido Republicano, porque si fuera por las encuestas el Partido Republicano no hubiera existido, José Antonio no hubiera llegado a segunda vuelta y no hubiéramos tenido la bancada de diputados, ni de consejeros» .

En este contexto, en el partido cuentan que están trabajando en los próximos desafíos electorales y que ya tienen en marcha un comité electoral, pero con el foco puesto en lo inmediato que son los comicios municipales y de gobernadores regionales del 2024.

Esto bajo la idea de llevar a sólo a los mejores candidatos y de recuperar las comunas en manos de la izquierda.

DEFINICIÓN PARA EL PLEBISCITO

Aunque el texto constitucional aún está en redacción con la votación en curso del pleno del Consejo Constitucional hasta el 4 de octubre, un grupo de militantes de republicanos, entre los que destaca el senador Rojo Edwards, pidió esta semana a la directiva realizar un referéndum para zanjar la postura del partido ante el Plebiscito, a la vez que advierten que ya hay una inclinación mayoritaria al «En Contra» entre la militancia.

Lo anterior debido al rechazo el viernes -con la abstención de cuatro consejeros de Chile Vamos- de la norma que establecía que «todo ser humano es persona», ante lo cual acusan que se «debilita el principio de que el Estado está al servicio de la persona y no viceversa»

En el partido cuentan que se trata de un grupo minoritario, llaman a la «prudencia» y a «esperar» para tomar una definición sobre el Plebiscito. Otros, en cambio, afirman que la presión interna por definirse va incrementando.

Sobre el punto, en republicanos explican que la decisión se tomará considerando «todo» el texto y no normas específicas. La premisa es evaluar si lo aprobado en su conjunto es mejor o no que la actual Constitución y hasta ahora el balance es positivo.

Para algunos la aprobación de la idea de que «la ley protege la vida de quien está por nacer», incluso compensó en cierta medida el revés del pasado viernes en materia valórica, sumado ayer a la aprobación de la libertad de elegir en salud y pensiones y el derecho preferente de los padres a elegir la educación de sus hijos, consideradas como las principales demandas en el mundo de la oposición.

Durante la tarde se agregó a la lista, la norma que exime del pago de contribuciones a la primera vivienda, la cual pese a la duda sobre el apoyo de todos los consejeros de Chile Vamos, finalmente se aprobó por 30 votos a favor, entre los que estuvo el consejero Germán Becker (RN), cuyo respaldo estuvo entre las dudas.

Algo que monitorearon atentamente desde la tienda, de hecho, al igual que otras jornadas se vio en el ex Congreso a Squella, Hurtado y el presidente ejecutivo de Ideas republicanas, Cristián Valenzuela.

«Uno podría entusiasmarse con ver la foto hoy día y efectivamente hay elementos que nos hacen pensar de que estamos frente a un muy buen borrador, incluso mejor de lo que puede ofrecer la Constitución actual. Pero es claro y en vista de lo que ha pasado últimamente, que hay que esperar hasta la última etapa, ya cuando no va a cambiar más el texto para tomar la definición en el partido y abiertamente decirle a los chilenos cuál es nuestra opinión y llamarlos a seguirla», explicó Squella.

Dicha definición que se tomará, sostienen sus dirigentes, una vez que el texto pase nuevamente por la Comisión de Expertos que puede hacerle observaciones a lo aprobado por el pleno del Consejo. Los más optimistas, acotan, que ya se podría tomar una vez emanado el borrador del Consejo, el cual se entregará formalmente el 7 de octubre a los expertos.

En la determinación influirá no sólo la directiva, sino también la recomendación de su consejero general y del comité político del partido. En el partido recalcan que no les preocupan la baja en las encuestas y aseguran que Kast está dispuesto a hipotecar su capital político por el tema.

A la vez que sus giras han servido para ir convenciendo a su militancia del trabajo que están haciendo y de que no es rechazar por rechazar, aunque el ex presidenciable ha dicho también que no descartan ir por el «En Contra», si no se aprueban sus enmiendas. En la tienda también reconocen que algunas son más claves que otras. (Emol)

Poner fin a la inestabilidad constitucional

Las deliberaciones del Consejo Constitucional y las normas recién aprobadas hacen necesario recordar cuál es el objetivo de una Constitución en el contexto político y cultural que vivimos.

El nuestro, desde hace décadas, es un país escindido en visiones contrapuestas, ideológicamente fragmentado, con altos grados de disensos y sumido en el desprestigio de los consensos indispensables para legitimar nuestras instituciones fundamentales.

Un acuerdo respecto a las reglas del juego y acerca de cómo se dirimen estas diferencias es necesario para cualquier sociedad, pero en nuestras circunstancias lo es mucho más aún. Tenemos, por lo tanto, el desafío de elaborar un texto que despierte una adhesión transversal y permita que, a pesar de nuestras diferencias, a veces tan marcadas, podamos vivir en la misma nación para continuar siendo una comunidad política. Para que ello resulte debemos ceñirnos a una Constitución mínima, que deje fuera los temas más divisorios y que habrán de resolverse a través de la deliberación democrática y la ley.

Sin embargo, tenemos también la gran tarea de lograr que dicho texto sea aprobado por una mayoría que, a la luz de las encuestas, se muestra muy escéptica respecto a las bondades de lo que podría ser un buen acuerdo constitucional. Ahora bien, es evidente que la mayoría de la población tiene como interés prioritario la resolución de los graves problemas que la aquejan, como seguridad, pensiones y salud, ninguno de los cuales puede ser resuelto por el mero expediente de un texto constitucional, salvo indirectamente por medio de un sistema político que garantice menos fragmentación y mayor gobernabilidad.

Si continúa la reticencia a aprobar el texto en elaboración estaríamos frente a un dilema mayor. Existe un cuestionamiento de la Ley Fundamental actual: cerca del 80% votó a favor de elaborar un nuevo texto; incluso muchos de los defensores de la Constitución que nos rige la decretaron no hace tanto “una Constitución muerta”, y muchos de los líderes políticos y miembros del Congreso en varias instancias violentaron tanto su letra como su espíritu. Es evidente que el incumplimiento sistemático de la Constitución va socavando progresivamente su legitimidad, más allá de la discusión sobre la validez de su origen.

En esencia una Constitución es la ley suprema de una nación que permite estructurar el Estado y su funcionamiento; establece la forma de gobierno y la organización de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; nombra los derechos fundamentales de los ciudadanos, como la libertad de pensamiento y expresión, el derecho a la vida, la libertad de religión, asociación, movimiento y reunión, entre otras; y define las atribuciones y las limitaciones de los gobiernos que son esenciales para evitar abusos de poder.

Estamos hoy frente a la oportunidad y el imperativo de poner fin a la incertidumbre que inevitablemente crea una discusión constituyente prolongada y lograr un texto reconocido y aceptado como legítimo por la ciudadanía, que permita una convivencia pacífica, gobernabilidad y estabilidad política, sin juegos de suma-cero. Me atrevo a sostener que nunca habrá una oportunidad mejor para alcanzar dichos fines. Ello, siempre y cuando mantengamos claridad respecto a qué es una Constitución democrática y qué podemos esperar de ella y nadie pretenda consagrar de forma inamovible asuntos que son propios de la ley y de la deliberación democrática, como las políticas impositivas o la forma de enfrentar la inmigración ilegal. En definitiva, el test ácido de cualquier texto es que permita la alternancia en el poder de todos los grupos democráticos e impida, a través de la consagración de derechos individuales inalienables, cualquier intento totalitario. (Emol)

Lucía Santa Cruz

Hacia el plebiscito de diciembre

La tendencia de las encuestas respecto del proceso constituyente está a la vista: la mayoría de los consultados se inclina por votar en contra del proyecto que salga del Consejo Constitucional elegido el 7 de mayo. Es, probablemente, la consecuencia de cuatro años de experimentación constitucional, lo que ha llegado al límite de la paciencia ciudadana. La encuesta Cadem N° 505 (17 de septiembre) preguntó por el sentimiento que provoca el proceso, y el resultado habla por sí solo: el 39% dijo “incertidumbre”; el 35%, “cansancio”, y solo el 20%, “esperanza”.

Después del plebiscito del 4 de septiembre de 2022, el Presidente Boric pudo haberse dado un tiempo para considerar serenamente las lecciones derivadas de su derrota. Pudo priorizar el reforzamiento de la estabilidad y la gobernabilidad, y proponer que el Congreso estudiara con calma las reformas necesarias. Mal que mal, estaba descubriendo ciertas virtudes del orden constitucional y legal que desconocía. Sin embargo, reincidió en la batalla simbólica de reemplazar “la Constitución de Pinochet”, aunque sabe perfectamente que lleva la firma del expresidente Ricardo Lagos (con quien ahora se saca selfies).

La compulsión constituyente ha sido para el Frente Amplio y el PC la forma de negar mérito a la acumulación de reformas que permitió reconstruir la democracia. La violencia octubrista hizo el resto: les metió tanto miedo a los senadores y diputados, que ellos perdieron de vista la defensa de la democracia real y se refugiaron en una imaginaria.

¿Puede cambiar de aquí al plebiscito del 17 de diciembre la tendencia de las encuestas, como ya ocurrió en el primer proceso? No parece sencillo, pero es posible. Dependerá de que el texto final sea equilibrado y tenga la capacidad de defenderse por sí mismo, esto es, de que su sola lectura deje de manifiesto sus méritos. El 7 de octubre, el Consejo Constitucional entregará el texto aprobado a la Comisión Experta, la que podría plantear reparos, lo que obligaría a buscar un acuerdo entre ambos organismos. Vendrá luego el enorme reto de informar debidamente a los electores.

Hay un mundo de diferencia entre la Convención refundacional y el trabajo hecho por la Comisión Experta, que se esforzó por elaborar un texto de compromiso, y también por el Consejo que está en funciones. De los contenidos ya aprobados, vale la pena destacar lo que dice el Artículo 4 en su primera parte: “El Estado de Chile adopta para su gobierno la república democrática, con separación de poderes y régimen presidencial. La soberanía reside en el Pueblo de Chile, Nación única e indivisible, y se ejerce por este a través de elecciones periódicas, plebiscitos y de las autoridades que esta Constitución establece. Ningún sector del pueblo, persona, institución o grupo puede atribuirse su ejercicio”.

El Artículo 11 precisa:

“1. Son deberes u obligaciones fundamentales del Estado:

a) Garantizar la seguridad de la población, promover la integración armónica y solidaria de sus habitantes y su participación en la vida nacional.

b) Resguardar y mantener la paz social y el orden público. El uso de la violencia como método de acción política es contrario a la Constitución y a la democracia.

c) Proteger la vida, libertad y bienes de las personas.

2. Todo acto que promueva la violencia es contrario al orden constitucional, y generará responsabilidades y sanciones establecidas en la Constitución y la ley”.

Todos los partidos están sacando cuentas. Algunos calculan las posibles ganancias de subirse al carro que parece ganador, pero vacilan. El diputado Tomás de Rementería, del PS, propone simplemente saltarse las reglas: “La solución es agarrar el texto de los expertos y que pase por el filtro del soberano del poder constituyente derivado, el Congreso, y que se apruebe con los 4/7 para que se convierta en la nueva Constitución” (La Segunda, 20/09).

¿Se crearía un vacío constitucional si se impone el voto en contra? De ninguna manera. El país seguiría funcionando con las actuales reglas, y nada impediría que las ideas provechosas que surgieron en el camino puedan debatirse en el Congreso.

Es hora de salir de los enredos causados por quienes, desde 2019, han demostrado cuán lejos podían llegar en el afán de ganar a río revuelto, que no otra cosa fue usar la excusa constitucional para obtener ventajas de poder. Algunos salieron trasquilados, como le consta al PPD.

Lo fundamental es fortalecer el régimen democrático, que ha enfrentado tantas expresiones de deslealtad en estos años. Esperemos que el actual proceso llegue a puerto. Algunas figuras sobre cuyas credenciales democráticas hay enormes dudas ya están en campaña por el voto en contra. Ello puede influir en el crecimiento del voto a favor. (El Mercurio)

Sergio Muñoz Riveros

El desafío-Felipe Schwember

Aunque aún no está concluida, no resulta injusto decir que no hay comparación posible entre la propuesta constitucional actual y la ofrecida por la Convención. La actual no debilita las instituciones republicanas ni pone en riesgo la separación de poderes o la integridad territorial; no introduce formas diferenciadas de ciudadanía ni, en fin, deja en el limbo ciertos derechos y libertades fundamentales. Tiene además la ventaja de que, pese a lo que seguramente dirían sus detractores de aprobarse, tiene un origen democrático. A ello hay que añadir que, además, los consejeros no han ofrecido el espectáculo de desplantes y prepotencia que vimos en el proceso anterior.

Ahora bien, eso no significa que la propuesta no sea perfectible. En este sentido, seguramente resulte oportuno recordar tanto las razones de la composición del actual Consejo como las condiciones probables para la aprobación del proyecto. Y respecto de lo primero, es muy importante no olvidar que esa composición se debe, fundamentalmente, al rechazo del octubrismo y de todo lo que comporta: celebración de la violencia nihilista, sectarismo y quebrantamiento del orden democrático. Pero, y pese a los empeños del gobierno actual y de los denodados esfuerzos de la centroizquierda por suicidarse, no todo el antioctubrismo es de derecha. Una cosa es querer vivir en paz y bajo el imperio de la ley en una sociedad democrática, y otra ser de derecha. Y como ambas no necesariamente coinciden, es conveniente que los consejeros no olviden que su mayoría puede ser transitoria, como le ocurrió a la izquierda en el proceso anterior; que, por lo mismo, es mejor no ceder a la tentación de constitucionalizar ciertas cuestiones como, por ejemplo, ciertas tradiciones, cuya regulación puede despertar suspicacias, amén de ser innecesaria, dado su firme arraigo en la costumbre. Otro tanto ocurre con cuestiones de la así llamada “agenda valórica”, respecto de las cuales no hay acuerdo ni siquiera dentro de la misma derecha. Eso aconseja regularlas de modo general, dejando su detalle a la ley. En esto también conviene que la propuesta actual se diferencie lo más posible de la anterior, que regulaba preceptivamente estas cuestiones.

Hay quienes creen que en el escenario actual, en el que o nos quedamos con la nueva propuesta o con la Constitución vigente, la derecha no puede sino ganar. Sin embargo, ese es un error al menos por dos razones. Primero, porque lo óptimo sería que aprovechara la oportunidad de ser la arquitecta de la institucionalidad democrática de los próximos cuarenta o cincuenta años; y segundo, porque el triunfo del “En contra” será usado por algunos para empatar con la Convención y tratar de reanimar el octubrismo, sobre todo si los porcentajes de rechazo son parecidos. Por eso, es importante que logre la aprobación del actual proyecto. Si lo consigue, todo lo demás vendrá por añadidura. (El Mercurio)

Felipe Schwember

El aborto: ¿hay alguien ahí?

Se acaba de aprobar en el pleno del Consejo la regla relativa al derecho a la vida, especialmente en la parte relativa al aborto. La regla actualmente vigente dice que se protege la vida del que está por nacer. La regla aprobada dice que se protege la vida de quien está por nacer.

¿Es lo mismo proteger la vida del que está por nacer que proteger la vida de quien está por venir a este mundo?

No, no es lo mismo.

Un ejemplo permite dilucidarlo.

Suponga que usted escucha ruidos en una habitación que está con la puerta cerrada. Si usted pregunta alarmado o intrigado ¿qué hay ahí? o ¿hay algo ahí?, la respuesta podría ser que hay un animal, o un juguete a pilas encendido o cualquier otro ente; en cualquier caso, una cosa. Pero si usted pregunta ¿quién anda ahí? o mejor aún ¿hay alguien allí?, no cabe ninguna duda: usted supone que hay alguien como usted en esa habitación. No una cosa, sino alguien como usted o como yo, es decir un ser humano.

La conclusión es flagrante.

La regla constitucional recién aprobada establece que quien está en el vientre materno —el nasciturus— es una persona, alguien, otro como usted, un alter ego. Nunca fue más evidente la lección de Austin: una conciencia agudizada de las palabras nos ayuda a tener una conciencia más agudizada de la realidad a la que aludimos con ellas. No cabe duda de que la regla establece que quien está en el vientre es un quién, no un qué; alguien, no algo; no una cosa, sino una persona; no un ente, sino un alter ego; no un mero fenómeno biológico, sino un sujeto.

¿Significa entonces que la nueva regla —supuesto que el proyecto en el que se inserta llegue a aprobarse— importa prohibir del todo el aborto y que, en consecuencia, más adelante podría ser declarado inconstitucional?

No necesariamente.

La regla en actual vigencia que permite el aborto en alguna de las tres causales no exige negar la humanidad al nasciturus. Las hipótesis que esa regla consagra son casos en los que no puede exigirse a la mujer que sostenga el embarazo porque hacerlo equivaldría a coaccionarla para que cumpliera un deber supererogatorio. Podría considerarse bueno que decidiera llevar a término el embarazo; pero no es razonable exigirlo coactivamente. No es correcto exigirle a alguien mediante la coacción estatal que arriesgue su vida para salvar otra, que sostenga un embarazo inviable o que tolere el fruto de una agresión sexual. Tamaño deber no es exigible recíprocamente. El aborto que es legal en Chile no niega la humanidad al nasciturus, solo omite coaccionar a la mujer en la ejecución de un deber que no es exigible.

¿Significa entonces que la regla aprobada es inocua?

No, desde luego, puesto que, a la luz de ella, no debe admitirse el aborto sin indicaciones o si se prefiere sin causales.

Parece obvio que la decisión de abortar dentro de un determinado plazo (por ejemplo, antes del tercer mes porque no se desea al concebido o porque no se le podrá educar adecuadamente, etcétera) no es compatible con la decisión constitucional de que el nasciturus es una persona, un alter ego. Si es perfectamente posible sostener que el nasciturus es alguien y así y todo permitir el aborto si el embarazo es inviable, pone en riesgo la vida de la madre o es fruto de una agresión (que es lo que la ley hoy establece) no parece tan sencillo justificarlo sin más si (como la regla aprobada lo hace) se asevera que el que está por nacer es una persona.

Lo resuelto por el Consejo Constitucional esta semana permite así distinguir dos problemas que son distintos. Una cosa es decidir en qué casos el aborto es admisible y otra, distinta, el debate de si el nasciturus o el feto es o no persona. Como queda dicho, es posible permitir el aborto en ciertos casos no obstante reconocer la humanidad del feto (cuando el embarazo supone un deber supererogatorio); pero si se reconoce que es alguien y no algo, ya no se puede consagrar el aborto sin indicaciones o causales especialmente calificadas (el llamado aborto libre).

Así entendida, esta reforma no parece ser ni absurda, ni excesiva, ni conservadora, ni nada semejante. Después de todo basta un poco de reflexión para advertir que el aborto debe permitirse cuando hay razones fuertes en su favor (como hoy ocurre); pero no para admitirlo desaprensivamente como si no planteara problema moral alguno y se redujera simplemente a un asunto de libertad (como a veces se pretende). (El Mercurio)

Carlos Peña

El crepúsculo-Álvaro Ortúzar

Cuando hablamos de una fase declinante que precede al final de algo, nos referimos al crepúsculo. ¿Qué otra expresión podría emplearse para significar el estado actual del proceso constitucional? No solo se trata de la percepción general, sino también del hastío concreto que ha provocado el péndulo destemplado de ideologías. Del anterior fracaso aprendimos que el país repudió el intento refundacional. Del actual, la imposición de reglas que sólo a algunos satisfacen, el populismo y las normas morales. Quizás de todas éstas el moralismo es el problema más grave y que concita el mayor rechazo. Nos referimos especialmente al trascendental derecho a la vida.

Recordemos que la protección de la vida del que está por nacer proviene del Código Civil de 1855 (artículo 75), y que en su aplicación la legislación fue tenuemente adaptándose hasta llegar, el año 2017, a la aprobación de tres causales de aborto: violación, peligro de vida para la mujer e inviabilidad fetal de carácter letal. Recordemos también que la norma original del Código Civil fue llevada a discusión en la Comisión que estudió la Constitución de 1980. Jaime Guzmán sostuvo su convicción de que el aborto que no era natural debía constituir un delito. Era un férreo defensor de la vida. Sin embargo, al ver contrapuesta su visión con la de un grupo de la sociedad que no la compartía, se allanó -en un gesto pocas veces visto en un hombre que llevaba sus postulados morales como un cruzado- a aceptar que no sería la Constitución, sino la ley, la que reflejaría el sentir ciudadano conforme avanzaban los tiempos. Así lo entendieron también otros comisionados profundamente católicos como Alejandro Silva Bascuñán y Enrique Evans de la Cuadra.

Hoy hemos vuelto 40 años atrás. Ni siquiera está sobre la mesa la discusión pública que se generó frente al proyecto que propuso la aceptación del aborto en tres causales. En ésta intervinieron los mayores especialistas, filósofos, científicos, laicos y religiosos. Fue el tribunal Constitucional el que zanjó finalmente la materia sin que la Constitución que nos rige (“la ley protege la vida del que está por nacer”), fuera modificada en una letra. Esta norma fue interpretada de acuerdo con el avance de la sociedad y de su percepción respecto a la vida y a los derechos de la mujer. Las causales de aborto y su despenalización no fueron bien recibidas por una parte importante de los ciudadanos, a quienes quedó entregada esta grave decisión a sus propias convicciones morales.

Así llegamos al momento actual. La facción Republicana del Consejo Constitucional propone reglas, en el fondo, destinadas a derogar la ley vigente. Una mayoría transitoria probablemente las impondrá. Pero aún quienes no estamos de acuerdo con el aborto, sentimos que tal imposición es un acto arbitrario y contrario a lo que piensa una parte de la sociedad a quien debemos respetar. (La Tercera)

Álvaro Ortúzar

El otro lado del crimen organizado-Pilar Lizana

Mucho se ha hablado del robo de cobre, madera, pescados… y mucho más sobre el tráfico de drogas y migrantes, pero poco nos hemos preguntado sobre el dinero. Si ya existe consenso de que el crimen organizado tiene distintas expresiones en Chile, entonces llegó la hora de promover con fuerza la discusión sobre lavado de activos y persecución de patrimonio.

El año 2022 los reportes de operaciones sospechosas que recibe la Unidad de Análisis Financiero (UAF) aumentaron un 17,1% respecto del período anterior. Esto no necesariamente debería preocupar pues podría ser consecuencia de una mayor denuncia de parte de las instituciones financieras. Sin embargo, si se observa en detalle, de las 11.400 operaciones reportadas el año pasado, 1.132 corresponden a lavado de activos, lo que equivale a un incremento de 120,2%. De ellas el 84,4% son por corrupción, contrabando, narcotráfico y estafa. Esto sí es preocupante.

Las redes de blanqueo de capitales en el mundo son tan extensas como sean las de los grupos del crimen organizado transnacional y el impacto del comiso de patrimonio de alguno de sus líderes puede ser más fuerte que la pena efectiva por un delito.

Si por definición estas organizaciones buscan el lucro detrás del bien que trafican, es necesario perseguir el dinero, algo que muchos repiten como un mantra, pero pocos lo llevan a la práctica. La persecución de patrimonio es una acción que requiere el esfuerzo de entidades públicas y privadas, todos comprometidos con un solo objetivo: contribuir a que el crimen organizado no utilice nuestro sistema lícito para mover capitales obtenidos de manera ilegal.

Por ejemplo, ese mercado paralelo que se inicia con mucha violencia después de la usurpación de un terreno para robar madera tiene un ciclo de desarrollo donde se blanquea el producto falsificando, entre otras cosas, boletas y facturas para obtener una ganancia que pueda demostrarse como legal, dinero que luego es ingresado al sistema a través de las distintas instituciones destinadas para ello. Lo mismo pasa con los pescados, el cobre, la droga y los bienes falsificados y vendidos en el comercio informal.

¿Cómo empieza todo? Una sola respuesta: la corrupción. Desde el momento que un agente del Estado está dispuesto a mirar para el lado, la puerta queda abierta para el crimen organizado, sus múltiples negocios y movimientos de dinero. Por eso, el que un funcionario venda números de atención del Registro Civil o el mismo caso fundaciones, no pueden ser vistos como fenómenos aislados que nada tienen que ver con el crimen. La corrupción venga de donde venga es la señal que necesitan ya que, ese mismo funcionario puede estar vendiendo números de atención un día y patentes para blanquear autos robados el próximo. Y si eso es el principio, el lavado de activos es el final.

Llegó la hora de dejar de hablar de la forma y empezar a conversar del fondo ¿Tenemos lavado de activos en Chile? Por supuesto ¿Nos buscan para eso? No necesariamente ¿Podríamos estar recibiendo dinero blanqueado en otro país y transado en Chile? Probablemente. (El Líbero)

Pilar Lizana