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Evelyn la única-Claudio Hohmann

Resta un año y una semana para la primera vuelta de la elección presidencial de 2025 -en la que se elegirá al noveno gobernante de la nación desde la recuperación de la democracia. Muchas cosas pueden ocurrir en el intertanto, pero para los efectos de esa contienda electoral el tiempo disponible se va estrechando inexorablemente.

Sobre todo, si se tiene a la vista un acontecimiento inédito y llamativo: será la primera vez en nueve campañas presidenciales que a estas alturas del mandato el oficialismo no dispone de un candidato competitivo para enfrentar la disputa por la más alta magistratura. Ni siquiera se vislumbra todavía un nombre oficialista que con una razonable certeza podría proyectarse para concursar en la segunda vuelta.

No es posible exagerar la importancia de esta impensada realidad que prácticamente asegura una victoria de la oposición en diciembre de 2025, en la que será la primera elección presidencial con voto obligatorio desde que Sebastián Piñera fuera elegido para gobernar la nación en 2009 -aunque entonces la inscripción en los registros electorales era voluntaria.

Si se repitiera la participación de la última elección municipal y de gobernadores -poco más de 13 millones de electores acudieron a las urnas el fin de semana antepasado- un candidato debiera sumar algo más de seis millones y medio de votos para ser elegido como el sucesor del Presidente Boric, casi dos millones por encima de los que éste acumuló para llegar a La Moneda hace casi tres años.

Para amasar una cantidad de votos de esa magnitud, que ningún chileno ha alcanzado hasta aquí, el candidato debería ser ampliamente conocido a nivel de la población y sumar votos “prestados” ajenos a la alianza política que lo apoyaría en la campaña presidencial. En otras palabras, debería ser tremendamente popular y a la vez un candidato transversal, capaz de asegurar la preferencia de un gran número de votantes “prestados”. Adicionalmente, debería ser un nombre instalado sostenidamente en lo alto de las encuestas de preferencias políticas, con una aprobación sustancialmente mayor que la reprobación a su persona. Desde 1990 ningún candidato de la primera vuelta presidencial ha pasado al balotaje sin cumplir este último requisito.

Sólo un puñado de personas reúne actualmente estas exigentes condiciones para disputar la carrera presidencial que se aproxima. Pero sólo una de ellas se muestra disponible -y ya se prepara- para la tarea: se trata, claro está, de Evelyn Matthei. En efecto, la alcaldesa de Providencia se encuentra en la pole position sin contendores oficialistas a la vista, una posición inédita de la que nunca antes -desde 1990- gozó un candidato opositor. Y como se ven las cosas en el gobierno y en las alianzas que lo apoyan, no parece que antes de marzo del próximo año vaya a aclararse el panorama electoral en el oficialismo. El tiempo perdido podría ser decisivo para consolidar la candidatura de la oposición y, a la vez, para amagar definitivamente las oportunidades de una oficialista.

Así las cosas, Evelyn Matthei correría sola en los meses que vienen, hasta que emerja la que a esas alturas sería más bien una candidatura testimonial del oficialismo. Cuando en marzo de 2021 la fulgurante nueva izquierda asumió por primera vez el gobierno y Gabriel Boric saludaba triunfante a sus adherentes desde los balcones de La Moneda, nadie imaginó allí un desenlace más amargo que este. Uno en el que a un año de la contienda presidencial todavía no asoma el candidato de su sector político que podría proyectarse para la campaña que viene, para no hablar de uno con posibilidades de sucederlo. (El Líbero)

Claudio Hohmann

Con pistolas y cuchillos banda asalta domicilio en Ñuñoa: se roban auto

Un violento turbazo se registró durante las últimas horas en la comuna de Ñuñoa, Región Metropolitana. Un grupo de cinco sujetos irrumpió en la vivienda e intimidó a una mujer con sus hijos con armas de fuego y cuchillos.

De acuerdo con información policial, carabineros fue alertado del robo con violencia. Personal policial se dirigió hasta la calle Crescente Errázuriz y entrevistó a una mujer, identificada con las iniciales Y. E.A.M., quien manifestó que se encontraba durmiendo en su domicilio en compañía de sus hijos cuando sintieron un fuerte golpe en la puerta de ingreso del domicilio.

Cinco sujetos ingresaron a la vivienda tras romper la puerta de la misma. Los individuos tenían el rostro cubierto con pasamontañas y portaban armas de fuego y cuchillos.

Una vez en el lugar intimidaron a las víctimas, con el fin de que estos entregaran especies de valor. Mientras los atracadores registraban el domicilio, uno de ellos golpeó con la empuñadura del arma de fuego en la cabeza de uno de los hijos de la dueña de la casa.

Tras el robo, los sujetos se retiraron de la casa, sin embargo, al ver que en esta había un vehículo, volvieron a la vivienda y solicitaron las llaves del auto para llevárselo.(Emol)

Make Chile Great Again

La victoria de Donald Trump fue aplastante. No solo porque ganó una mayoría en el Colegio Electoral y porque logró imponerse en el voto popular, sino además, porque el Partido Republicano logró recuperar el liderazgo del Senado y podría mantenerse al mando de la Cámara de Representantes.

La mayoría de los analistas, si bien reconocían lo estrecho de la elección, se ilusionaban con un triunfo de Harris. ¿Cómo es posible que un candidato condenado por la justicia le ganara a una mujer afroamericana con una trayectoria tan supuestamente impecable como la de Harris? ¿Cómo este hombre blanco, millonario, grosero e ignorante, que es un potencial peligro para la democracia y cuyas formas supuestamente rechazaba la inmensa mayoría del país y del mundo, podía llegar a ganar nuevamente? Una columnista afirmó, sin fundamento alguno, que los americanos, jóvenes, hispanos, afroamericanos y mujeres, habían comenzado a darse cuenta de la política “populista, errática, estrafalaria y odiosa” de Trump y transitaban felices hacia la moderación, la unidad y las virtudes que ofrecía Kamala Harris, a quien calificó como la persona correcta, en el momento correcto. Nada más alejado de la realidad.

Más allá de todos los cuestionamientos sobre la personalidad, estilo y prontuario de Donald Trump, esta elección no fue una definición sobre el carácter ni de las personalidades de los liderazgos en disputa, sino que esencialmente sobre los dolores, deudas y demandas de la población. Trump encarna el triunfo del sentido común y la aspiración de los norteamericanos de elegir alguien que se comprometa a enfrentar las urgencias de la inmensa mayoría. Una economía que se recuperaba lentamente, pero que había afectado gravemente la calidad y el costo de vida de los ciudadanos más vulnerables; una inmigración ilegal devenida en una verdadera invasión que permitió el ingreso de millones de personas en condiciones de clandestinidad; una política exterior ralentizada, amenazada por las grandes potencias y por el desgaste de conflictos bélicos a los que Estados Unidos se veía arrastrado permanentemente.

La apuesta de Donald Trump fue simple y directa: sintonizar con la mayoría de los norteamericanos, relevando las urgencias como prioridades de su plataforma y comprometiéndose, con medidas concretas, a resolverlos en un futuro gobierno. Por cierto, son muchos los desafíos y dudas sobre cómo Trump podrá resolver estos problemas, pero las campañas se ganan con votos y Trump logró conquistar esos votos con contundencia.

En Chile, con todas las diferencias que existen, el desafío no es muy distinto al de Estados Unidos. Hoy pagamos las consecuencias de haber permitido que la última elección presidencial en Chile fuera una definición sobre el supuesto carácter y la personalidad de los candidatos, y no sobre las urgencias y demandas de los chilenos. Por eso, el progresismo radical y el buenismo de algunos, permitió que ganara una persona sin experiencia, sin herramientas ni interés para resolver el conflicto profundo que vive nuestro país y que nos tiene enfrentando una crisis de seguridad sin precedentes; una invasión de inmigrantes ilegales descontrolada; una economía estancada y donde el costo de vida ha aumentado exponencialmente en los últimos años, entre otras aflicciones.

Espero que el próximo año, triunfe la plataforma presidencial que se comprometa a enfrentar con decisión las urgencias que tiene Chile en materia de seguridad; que nos permita reconstruir el orden; y, sobre todo, que vuelva a recuperar el progreso económico para superar el estancamiento que vive el país hace más de una década. Alguien que permita que Chile vuelva a ser grande otra vez y que rompa el ciclo nefasto de componendas de izquierda y de derecha, que ha impedido el salto definitivo de Chile al desarrollo y que permitido el deterioro institucional y política de un país que antes lideraba y que hoy está sumido en la completa irrelevancia. (La Tercera)

Cristián Valenzuela

Trump 2025 y los riesgos migratorios-Álvaro Bellolio

La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EE.UU. plantea diversos desafíos y oportunidades para Chile. En primer lugar, uno de los temas que Chile debe observar con especial atención es la Visa Waiver, la que podría estar en riesgo debido a la creciente preocupación por el control policial y la gestión delictiva en ciertos estados norteamericanos. Si bien California y otros estados “santuario” han optado por políticas más flexibles en materia de migración y seguridad pública, es fundamental que Chile juegue un rol más activo para fortalecer su cooperación y asegurar la permanencia de este beneficio.

Por otra parte, la estrategia de Trump de endurecimiento en el control fronterizo de EE.UU., junto con un plan de deportaciones masivas, tendrá repercusiones indirectas en países de América Latina, incluido Chile. Con Nicolás Maduro negándose a entregar el poder en enero, la crisis humanitaria y económica en Venezuela y los privilegios que entrega el gobierno a quien ingresa ilegalmente a Chile seguirá generando incentivos para que muchos de sus ciudadanos busquen nuevas oportunidades en nuestro país.

En este sentido, bajo este riesgo, el debate migratorio en Chile no puede ser abordado únicamente con soluciones binarias, como un “perdonazo” para todos como plantea la política migratoria o una expulsión masiva. La experiencia muestra que hay medidas intermedias que pueden ser más efectivas para regular la migración. En vez de un enfoque que promueva la entrada y permanencia ilegal, Chile debería enfocarse en implementar medidas claras para desincentivar el trabajo sin autorización y asegurar que quienes laboren en el país lo hagan bajo un marco legal, con el correspondiente pago de derechos sociales. Este tipo de políticas no sólo permitirían reducir el atractivo del ingreso irregular, sino que también ayudarían a formalizar la economía y mejorar la integración de los migrantes que realmente contribuyen al desarrollo del país e ingresan legalmente.

Finalmente, el triunfo de Trump, sumado a su consolidación de poder con una Corte Suprema y un Congreso de mayoría republicana, representa un desafío diplomático significativo para Chile y el resto del mundo. La concentración de poder en las distintas ramas del gobierno de EE.UU. puede tener efectos en la política exterior, favoreciendo una línea más aislacionista y proteccionista que podría impactar las relaciones comerciales y diplomáticas. Aunque el modelo federal estadounidense mitiga en parte el riesgo de excesos democráticos, lo cierto es que esta concentración de poder implica que Trump tendrá un margen más amplio para implementar su agenda sin mayores contrapesos. Para Chile, esto significa que la diplomacia debe asumir una postura proactiva y fortalecida, buscando alianzas estratégicas y cuidando de mantener la cooperación bilateral en áreas críticas como la seguridad, el comercio y la migración. (El Líbero)

Álvaro Bellolio

La sorpresa interminable de Trump

El contundente triunfo de Donald Trump remece una vez más al mundo entero. Para muchos de sus detractores, se trata de una pesadilla de la cual no consiguen despertar. No logran entender cómo es que un tipo con sus características les ha arrebatado una vez más la victoria y, peor aún, los ha dejado casi sin nada. El prolongado silencio de Kamala Harris, quien se demoró más de 10 horas en reconocer la victoria de su contrincante, evidencia la perplejidad en la que están sumidos los adversarios del mandatario electo.

Paradojalmente, es esa misma falta crónica de comprensión del fenómeno la que le ha permitido a Trump sorprender una y otra vez a sus rivales. Porque todo lo que estos han lanzado contra él se ha convertido en aquello que le da fuerza. Trump es un caso paradigmático de judo político, capaz de utilizar en su favor la energía generada por sus adversarios para tratar de derribarlo.

Nada de lo que suele acabar con la carrera de los políticos tradicionales ha podido sacar de carrera a Trump: ni las demandas civiles, las querellas criminales, las acusaciones, los impeachments, la descalificación personal, las revelaciones escandalosas… ni siquiera los intentos de asesinato. Trump transforma cada uno de los dardos lanzados en su contra en ejemplos de la “caza de brujas” que denuncia a cada rato. Es un experto en victimizarse.

Sin comprender a su oponente, los antagonistas de Trump hicieron de nuevo la campaña que más le acomoda al republicano. Repitieron una vez más lo que han venido diciendo desde hace ocho años: Trump es un peligro para la democracia. De tanto insistir en el punto, han gastado el argumento, que sin duda perdió efectividad. Todo indica que la mayoría de la población no lo cree o que ya no le importa. Lo que sí quiere el electorado norteamericano es una economía vigorosa y frenar la inmigración ilegal. Joe Biden y su vicepresidenta no supieron responder a esas demandas básicas y han sido despedidos, como ocurría con los administradores ineptos en el reality show “El aprendiz”, protagonizado por Trump.

Ahora éste tiene experiencia previa en el gobierno, mayorías en el Congreso y un elenco ideológicamente mucho más alineado que en 2016. Además, ya no le preocupa la reelección. Para consolidar su legado, debe actuar estratégicamente en medio del caos que lo caracteriza, proyectar un heredero y perpetuar su control en un Partido Republicano que ha cambiado de perfil bajo su liderazgo. Al mismo tiempo, necesita cumplir con lo que ha prometido: mejorar la economía, controlar la inmigración y recuperar la voz en política exterior. El desafío de Trump es grande, pero ahora cuenta con un mandato popular sólido, el respaldo de un triunfo claro y la ventaja de una oposición confundida que aún no consigue descifrarlo. (La Tercera)

Juan Ignacio Brito

“Yo solo quiero progresar”

Hace un par de meses me invitaron al after office de un emprendimiento. Estaban todos los trabajadores de la empresa: los gerentes de las distintas áreas, abogados, ingenieros, programadores, los encargados del servicio al cliente, operadores. Y en ese evento escuché una frase que me hizo reflexionar profundamente.

Entre bromas, a cada uno de los presentes les preguntaban por su situación amorosa. Y uno de los operadores dijo: “Yo no tengo la cabeza en las relaciones amorosas. Yo solo quiero progresar. Y me levanto todos los días a trabajar para lograrlo”.

“Yo solo quiero progresar”. Probablemente ese es el anhelo de millones de chilenos, pero ¡qué difícil es progresar en un país sin crecimiento económico! ¡Qué difícil es acceder a mejores oportunidades laborales si no se crean empleos de calidad!

La buena noticia es que la importancia del crecimiento volvió a instalarse en el centro del debate público en el último año. Incluso el actual Gobierno, que no nombraba el crecimiento entre las prioridades de su programa, hizo un cambio de discurso y dice que hoy es uno de sus principales objetivos.

En este nuevo ciclo de elecciones, van a abundar candidatos afirmando que es imperativo que Chile vuelva a crecer. Pero lo que seguramente va a escasear son candidatos que presenten propuestas concretas para que esto ocurra.

En esta columna nombraré una medida para deshacer una traba regulatoria que permitirá generar empleos e ingresos para los chilenos. Esta traba está en nuestro Código Laboral: nuestro sistema de indemnización por despido.

Exigir al empleador pagar altos montos al despedir rigidiza nuestro mercado laboral e impide que más personas puedan acceder a él. Esto se da por varias razones.

Primero, altos costos de despido se traducen en altos costos de contratación, pues los empleadores al momento de ofrecer un trabajo anticipan estos eventuales costos. Segundo, los mismos trabajadores tienen menos incentivos de cambiarse voluntariamente a empresas más compatibles con sus habilidades y preferencias, ya que solo reciben la indemnización si son despedidos. Y tercero, pagar altos montos al despedir agudiza el principal problema que enfrentan los emprendimientos en crecimiento: la caja.

Si un emprendimiento está pasando por un momento de estrechez, despedir para poder reestructurar su organización se le hace muy difícil y, si lo logra, está obligado a desembolsar una gran suma de liquidez que podría dejarlo al borde del temido “quiebre de caja”.

Por lo tanto, tener elevadas indemnizaciones por despidos puede afectar negativamente la creación de empleos. De hecho, una comparación internacional muestra que, mientras más alto es el monto de indemnización por despido, menos son las personas con empleos protegidos por ella.

Dentro de la OECD, Chile es el país que entrega la mayor indemnización por despido, pero también el país que se la entrega a un menor número de trabajadores. Solo un 31% de los chilenos en edad de trabajar tiene un contrato protegido por la indemnización de despido.

Rediseñar la indemnización con montos que converjan a los niveles de la OECD y hacerla a todo evento a través de un fortalecimiento del Seguro de Cesantía, facilitaría el crecimiento de los emprendimientos, que son los que más sufren con esta regulación, y permitiría que más chilenos puedan acceder a empleos con seguridad social.

Además, los empleados se sentirían más libre de cambiarse de trabajo y facilitaría la relocalización de trabajadores desde empresas de baja hacia alta productividad, mejorando el desempeño de toda la economía, incluyendo mejores sueldos. Hay que señalar que este rediseño solo debe aplicarse a los nuevos contratos, respetando las indemnizaciones acumuladas actuales.

Crecer y crecer. Eso escucharán en los siguientes debates entre candidatos a cargos políticos. Pero no te contentes solo con ese objetivo. Exige a tus candidatos medidas concretas, no solo promesas. Aquí te nombré una, pero hay muchos otros cambios que se pueden hacer para destrabar nuestra economía, como un mayor dinamismo en la entrega de concesiones de recursos naturales, disminuir las incertezas regulatorias en la aprobación de permisos para invertir, mejorar la calidad del gasto público y muchas más. Lo lindo de la democracia es que, a través de nuestro voto, podemos exigir que se implementen estos cambios. (El Mostrador)

Elisa Cabezón

Directora de Evidencias de Pivotes

Alianza Democrática: alternativa a la oleada ultraderechista

En estas mismas páginas, el 12 de marzo, escribí una columna titulada “Donald Trump es una amenaza para la democracia”. Concluía señalando que, en la hora actual, “la tarea de los demócratas es defender la democracia frente a la oleada ultraconservadora y ultraderechista que recorre el mundo, bajo el liderazgo de Donald Trump”.

Desgraciadamente, las recientes elecciones presidenciales y parlamentarias en los Estados Unidos no hacen sino confirmar e incluso agravar el diagnóstico anterior: Trump y los republicanos controlarán el gobierno, el Senado, la Corte Suprema y muy probablemente la Cámara de Representantes; es decir, el poder total, rompiendo con la base de la democracia constitucional en los EE.UU. en torno a los checks and balances (pesos y contrapesos) del sistema político.

Solo quedarán la libertad de expresión, la independencia del Poder Judicial y la vitalidad de la sociedad civil para contrarrestar el poder prácticamente omnímodo de Trump y los republicanos.

En ese contexto, ¿qué pueden y deben hacer las fuerzas democráticas (ni siquiera digo progresistas, sino democráticas)? Construir una Alianza Democrática que se pueda erigir no solo en un muro de contención sino en una alternativa a la oleada ultraderechista que recorre el mundo occidental (EE.UU., Europa y América Latina), bajo el liderazgo de Donald Trump.

Esa alianza debe erigirse sobre la base de tres definiciones –sin que sean admisibles ambigüedades sobre ninguna de ellas–: el valor universal de los derechos humanos (lo que significa que no hay lugar para el doble estándar), el valor intrínseco de la democracia, al margen de cualquier visión instrumental (no hay dictaduras buenas y malas) y el rechazo de la violencia en cualquiera de sus formas (el Estado es el monopolio de la fuerza, lo que supone combatir la privatización de la violencia).

Partamos por el principio.

En 2016 predije el triunfo de Trump. Como todos los martes, los 21 senadores de la Nueva Mayoría almorzábamos en el comedor del Senado y alguien propuso que hiciéramos una votación sobre quién iba a ganar la elección en los EE.UU. (como sabemos, las elecciones en ese país son los días martes). Todos apoyábamos a Hillary Clinton, pero la pregunta no era sobre intención de voto sino sobre quién ganaría la elección. El resultado fue de 20 para Clinton y uno para Trump, yo mismo.

Cité como argumento una entrevista que había visto por esos días en la BBC a una madre (apoyaba a Trump) y una hija (apoyaba a Clinton), en los Estados Unidos. La madre dijo algo así como: yo soy una mujer, blanca, americana, no soy minoría, y siento que Hillary es la candidata de las minorías, mientras que Trump le habla al conjunto de la nación. En otras palabras, agregó, siento que mientras Clinton le habla al LGTBIQ+, a las minorías sexuales, a los inmigrantes, Trump le habla al mainstream America, siento que me habla a mí, concluyó.

Por su parte, la hija dijo que votaba por Hillary y los demócratas precisamente porque eran la candidata y el partido de las minorías, y ella apoyaba a las minorías.

He ahí una falla geológica de los demócratas estadounidenses. Tal vez quien con mayor fuerza ha argumentado sobre el tema es Mark Lilla, él mismo un liberal o socialdemócrata, progresista y con todas esas credenciales, pero quien desde hace ya varios años ha estado argumentando sobre esa tendencia autoderrotista del Partido Demócrata, de constituirse en el partido de las minorías, dejándole el campo abierto a Trump y los republicanos para apelar al mainstream America.

Pues bien, volví a predecir el triunfo de Trump en estas elecciones presidenciales. Después de la euforia que a muchos nos produjo la bajada de Joe Biden –un gran presidente, a quien respeto y admiro–, la Convención Demócrata y la evidente ventaja de Kamala Harris sobre Donald Trump en el debate presidencial aquel, como si todo el resto de la campaña pudiera dejarse a las simples inercias, era evidente que en las últimas semanas y días Trump no solo se acercaba a Harris, sino que empezaba a aventajarla –en alguna oportunidad habrá que analizar cómo y por qué fallaron las encuestas y el propio modelo de predicción electoral de The Economist–.

En un mensaje del 26 de octubre, en un chat de un grupo de amigos vinculados a las RR.EE., les dije algo así como lo siguiente: Kamala va a perder por tres razones: inflación (más que el fenómeno de la inflación a nivel macro y de las cifras agregadas, la gente percibe que los groceries, es decir, los comestibles que se compran en el almacén, están muy caros, y los estadounidenses odian la inflación), las fronteras (el tema de la inmigración, percibida como muy fuera de control) y el aborto irrestricto que propician Harris y los demócratas.

Les dije que “Kamala no ha sabido apelar al voto moderado demócrata y republicano que no quiere votar por Trump pero que está uneasy con estos 3 temas”. En el debate con Trump, Harris estuvo brillante, salvo en dos temas: la primera pregunta referida a la inflación (groceries), que derechamente no contestó, y la pregunta que vino después sobre si ella reconocía alguna restricción al aborto, la que tampoco contestó.

Ahí están dos de los tres temas por los que perdió; el tercer tema era sobre fronteras e inmigración y ahí la factura se la pasaron completa a Biden-Harris.

Pero lo anterior ya es historia. Ya vendrán los análisis. Habrá que ver cómo y por qué Donald Trump ganó el voto popular por unos cinco millones de votos; cómo, una vez más, la apelación a las minorías dejó un gran vacío en términos del mainstream America; cómo la alianza entre Trump y las iglesias evangélicas blancas en torno al “nacionalismo religioso” –la tesis central del magnífico libro de Tim Alberta, The Kingdon, the Power and the Glory, es que lo que une a ambos no es la Biblia sino el “nacionalismo” religioso en torno a USA y el MAGA, que coincide con el nacionalismo religioso de Putin con las iglesias ortodoxas, de Modi con el hinduismo, o de Erdogan con el islam, entre otros ejemplos que podríamos citar– explica muchas de estas tendencias, entre tantas otras consideraciones que habrá que ver con calma y detenimiento.

El punto que quiero resaltar es el siguiente: el fenómeno Trump –porque es un fenómeno– no es un hecho aislado, sino que es parte de una tendencia muy preocupante. Me refiero a la oleada ultraderechista que recorre el mundo occidental (EE.UU., Europa y América Latina), que se constituye como la principal amenaza sobre la democracia.

“En 2004, el politólogo Cas Mudde definía el populismo como el espíritu de la época en Europa (The Populist Zeitgeist). Un espíritu que viene acompañado, además, de fuertes sentimientos nacionalistas, xenófobos y autoritarios”, escribió Belén Fernández García en The Economy Journal.

Los supremacistas blancos campean por doquier. El populismo de derecha radical muestra avances significativos. El fenómeno Trump es local, pero también es global. Tiene aliados en Europa, como Nigel Farage, fundador y líder del UKIP (United Kingdom Independent Party) que fue clave en el triunfo del Brexit en el referéndum de 2016, euroescéptico, populista de derecha, quien acaba de ser elegido al Parlamento; Viktor Orban, primer ministro de Hungría desde 2010 y líder del FIDESZ, amigo de Putin y del propio Trump, acusado reiteradamente por parte de la Unión Europea de debilitar la democracia y el estado de Derecho en ese país; en fin, Marine Le Pen en Francia, Giorgia Meloni en Italia, y una larga lista de dirigentes, movimientos y partidos de ultraderecha en el Viejo Continente, como la ultraderecha en Alemania y Austria, que acaba de tener importantes triunfos, son algunos de los aliados y referentes de Trump y el trumpismo, con redes, financiamiento y centros de estudio que comparten, a grandes rasgos, el mismo credo del líder republicano estadounidense.

Jair Bolsonaro en Brasil, Nayib Bukele en El Salvador, Javier Milei en Argentina y, entre nosotros, José Antonio Kast, son algunos de los referentes de esta tendencia global en la región.

Cabe recordar que Trump está sometido a cuatro investigaciones criminales, una de las cuales tiene que ver con la asonada (“subversiva”, “insurreccional”, “sediciosa”, según diversas expresiones) llevada a cabo el 6 de enero de 2021, en la que Donald Trump llamó a sus miles de seguidores, reunidos en Washington DC, a marchar sobre el Capitolio, la sede del Congreso, lo que procedieron a realizar.

Hace algunos meses, la Corte Suprema, de mayoría conservadora, declaró que el presidente de la República en los EE.UU. tiene inmunidad por actos en el ejercicio del cargo. Uno se pregunta, a la luz de todo lo anterior, que es solo un botón de muestra de la situación de Trump y el estado de la democracia en los Estados Unidos, ¿dónde está el Partido Republicano de Abraham Lincoln? Por ninguna parte. Trump ha adquirido un control total sobre el Partido Republicano.

En América Latina, su principal aliado ha sido Jair Bolsonaro. Cabe recordar que, al igual que Trump en los EE.UU., que desconoció el triunfo de Joe Biden en 2020, Bolsonaro encabezó una asonada insurreccional ante el resultado de las elecciones presidenciales de 2022, desconociendo el triunfo de Lula da Silva.

El intento por desconocer esos resultados, llamando a sus seguidores a tomarse plazas y edificios en Brasilia, ha devenido en un documento, en sede judicial, de acusación en su contra de 135 páginas. Se acusa a Jair Bolsonaro, cuatro generales, un almirante y una veintena de civiles de organizar una trama para anular los comicios electorales y cortar el paso a Lula.

Nayib Bukele en El Salvador, Javier Milei en Argentina y José Antonio Kast en Chile son algunos de los aliados de Trump en la región. En el caso de nuestro país, todo apunta a que las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias tendrán como foco lo que ocurra al interior de la derecha. La primera voz de alerta fue la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de fines de 2021, con el 44% obtenido por José Antonio Kast, exactamente la misma cifra que obtuvo la opción del Sí en el plebiscito del 5 de octubre de 1988, en favor de Augusto Pinochet.

La segunda campanada de alerta estuvo constituida por la opción del “A favor” en el plebiscito del 23 de diciembre de 2023, con un 44,21% (idéntico al de Kast en 2021 y de Pinochet en 1988), en un Consejo Constitucional con 22 representantes del Partido Republicano, sobre un total de 50, seguido de los 11 representantes de Chile Vamos.

Veremos cómo se desenvuelven la derecha y las derechas en el contexto regional y global, al menos esbozado anteriormente. La pregunta, sin embargo, es otra: ¿qué vamos a hacer las fuerzas democráticas en Chile, América Latina, los Estados Unidos, Europa (reformistas, progresistas, de centroizquierda, o como quiera llamárseles)?

Sin perjuicio de que en el caso de América Latina no puede ni debe desconocerse la existencia –y la amenaza– de tres dictaduras de izquierda (Cuba, Venezuela y Nicaragua), la amenaza global, la fuerza hegemónica emergente, o como quiera llamársele, es la ola ultraderechista y ola conservadora que recorre el mundo occidental (Oriente, el Asia, Medio Oriente, tienen otras claves que escapan a este análisis).

La tarea es constituir una Alianza Democrática que se pueda erigir no solo en un dique de contención, sino en una alternativa a esta oleada ultraderechista sobre la base del valor universal de los derechos humanos, el valor intrínseco de la democracia, y el rechazo de la violencia en cualquiera de sus formas. No se trata de excluir a nadie a priori –esa Alianza no puede constituirse sobre la base de la exclusión, sino de la inclusión–, en la medida que se adhiera sin ambigüedades a esas definiciones básicas, civilizatorias, democráticas (porque lo que está en juego y bajo amenaza es la democracia misma).

Vienen tiempos difíciles en Chile, América Latina, los Estados Unidos y Europa. Sin embargo, hay recursos históricos, políticos e institucionales para hacer frente a las viejas y nuevas amenazas que se ciernen sobre la democracia. Hay que echar mano de todos ellos.

La ciencia política está dividida, en los últimos años y décadas, en lo que se refiere al tema de la democracia, en dos escuelas que no son necesariamente excluyentes entre sí: por un lado, la del retroceso democrático (setback, backsliding) y, por otro, la de la resiliencia democrática. Esta última no desconoce los retrocesos, bajo una serie de parámetros, pero afirma que, por sobre ellos y más allá de ellos, hay recursos históricos, políticos, institucionales, y de la propia cultura política, actores sociales, medios de comunicación, que permiten hacer frente a las diversas amenazas –principalmente oleadas nacionalistas y neopopulistas, de derechas o de izquierdas– que se ciernen sobre la democracia.

Esas fuerzas democráticas, por ejemplo, han impedido que Marine Le Pen y la ultraderecha lleguen al poder en Francia. A pesar de sus triunfos, la ultraderecha en los Países Bajos y Austria ha tenido dificultades para formar gobierno por falta de socios para esa empresa.

Modi, en la India, expresión de un nacionalismo religioso (al igual que Trump en los EE.UU. y Putin en Rusia), aspiraba a sacar 400 escaños y obtuvo solo 240, por lo que tuvo que formar mayorías parlamentarias con dos fuerzas regionales (confirmando de paso la legitimidad de la Constitución de 1947), mientras que Lula terminó por imponerse sobre el intento de reelección de Bolsonaro.

En fin, hay recursos históricos, políticos e institucionales, pero se requiere también de visión, voluntad política, claridad estratégica y una política de alianzas que sea coherente con el objetivo, no solo de resistir, de una manera defensiva, sino de proyectar y construir una alternativa de los demócratas frente a la asonada ultraderechista. (El Mostrador)

Ignacio Walker

Menor de 10 años muere manipulando arma de su padre carabinero

La Policía de Investigaciones (PDI) desarrolla diligencias en torno a la muerte de un menor de 10 años en la comuna de Coronel, Región del Biobío: El niño accedió al arma del fuego del padre, funcionario activo de Carabineros, y se disparó al interior de su vivienda.

La Fiscalía del Biobío tomó del conocimiento del caso en horas de anoche y determinó que la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI) quedara a cargo de las diligencias.

Según el relato de los padres a la policía civil, los progenitores fueron a ver al menor a su pieza y no lo encontraron, por lo que comenzaron a revisar las distintas habitaciones de la misma. En medio de eso, escucharon un disparo y se dirigieron al lugar desde donde provenía el tiro. Al entrar a la habitación, revisaron debajo de la cama y el infante se encontraba sin vida.

El menor accedió al arma de fuego del padre, funcionario de la dotación de la comuna de Coronel. Se investiga si el armamento utilizado es de servicio policial o de propiedad del funcionario. La policía civil determinó que no hay participación de primeras personas en el hecho. El cuerpo, en tanto, está siendo sometido a la autopsia en el Servicio Médico Legal (SML). (Emol)

Querella contra Monsalve y Tohá por infracción a la Ley de Inteligencia

La abogada Nubia Vivanco interpuso una querella este miércoles en contra de la ministra del Interior, Carolina Tohá, y del exsubsecretario Manuel Monsalve, por los delitos de obstrucción a la investigación e infracción a la Ley de Inteligencia, ante supuestas maniobras tendientes a ocultar evidencias relacionadas con la denuncia de violación que pesa sobre el otrora militante socialista.

A través de un video, la penalista -que ha defendido a varios carabineros- explicó que la acción legal «busca que el Ministerio Público y los Tribunales de Justicia investiguen estos hechos que han sido conocidos por nuestra ciudadanía, que son de la mayor gravedad, toda vez que involucran a las más altas autoridades de nuestro país«.

«Debemos investigar cuáles fueron las conductas que desplegaron cada uno de ellos a propósito del conocimiento de esta denuncia en contra del ahora exsubsecretario. En particular, cuáles fueron las acciones desplegadas por la ministra Tohá y otras autoridades cuando conocieron de estos hechos», subrayó.

El documento de 19 carillas advierte que varias publicaciones de prensa, así como los fiscales de la causa, han dado a entender que las instrucciones impartidas por Monsalve a la PDI, como revisión de cámaras y celulares, y una visita a la denunciante antes de que estampara su acusación, pudieron generar una pérdida de antecedentes claves.

«Estas conductas revisten la mayor gravedad y deben ser investigadas exhaustivamente, porque infringen no sólo normas de la Ley de Inteligencia, sino que constituyen actos que pueden haber modificado pruebas, poniendo en riesgo el éxito de la investigación en curso», plantea la querella.

Por otra parte, la referencia puntual a la ministra del Interior responde a la cuestionada llamada que hizo el 15 de octubre, para ordenar al entonces subsecretario presentarse en el hotel donde se hospedaba y atender los requerimientos de la Fiscalía.

«El principio de igualdad ante la ley, dentro del contexto de un Estado de Derecho, no debe tener apellidos ni tampoco verse afectado o privilegiado por carreras políticas o historias de gestión política. Debe aplicarse para todos los ciudadanos por igual, como las garantías constitucionales», argumentó Vivanco en su video. (Cooperativa)

Alemania: fin de coalición de Gobierno tras destitución del ministro de Finanzas

El Canciller alemán, Olaf Scholz, anunció este miércoles la ruptura de la coalición de Gobierno de socialdemócratas, verdes y liberales, tras cesar al ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, y pedirá un voto de confianza al Parlamento el 15 de enero, tras lo cual se podrían celebrar elecciones anticipadas en marzo.

«He pedido al presidente de Alemania ahora mismo el cese del ministro de Finanzas. Es un paso para apartar a nuestro país de los daños. Hace falta un Gobierno capaz de actuar y de tomar las decisiones necesarias para nuestro país», afirmó Scholz en una comparecencia en Berlín.

El Canciller explicó que, en el curso de las reuniones entre los socios de coalición convocadas para tratar de solventar la crisis ocasionada por divergencias en política económica y financiera, presentó al líder liberal una propuesta para impulsar la economía germana que contenía también elementos favorecidos por Lindner.

No obstante, el ministro de Finanzas no mostró disposición al compromiso, afirmó Scholz, que acusó a Lindner en términos tajantes de «egoísmo» e «irresponsabilidad«. «No hay una base de confianza para seguir cooperando», aseguró el Canciller, que enumeró diversas situaciones en las que el líder liberal torpedeó según él la labor del Ejecutivo de coalición en los últimos tres años.

Pero, precisamente ante el trasfondo de la victoria electoral del candidato republicano, Donald Trump, en EE.UU. y de una situación en la que la guerra en Ucrania y la situación en Medio Oriente amenazan la seguridad de Europa, hace falta certidumbre y seguir invirtiendo en «seguridad y fortaleza», afirmó.

Scholz aseveró que no está dispuesto a elegir entre el apoyo a Ucrania y la inversión en seguridad, por un lado, y el Estado de bienestar por el otro, como según él le exigía Lindner, y habló de un falso dilema que es «veneno» para la democracia.

El Canciller destacó que Alemania es un Estado fuerte y menos endeudado que otros países industrializados, por lo que es posible recurrir al mecanismo constitucional que permite levantar la vigencia del freno de la deuda en situaciones de emergencia.

«El Gobierno no solo tiene el derecho de actuar, actuar es su deber», enfatizó, abogando por recurrir a un endeudamiento extraordinario para poder realizar todas las inversiones necesarias, lo que ha sido desde el inicio de la legislatura una línea roja para los liberales. Cuestión de confianza y diálogo con la oposición Scholz explicó que aspira a que hasta la Navidad el Parlamento complete el trámite parlamentario de todos los proyectos de ley del Ejecutivo de carácter urgente, lo que también debería incluir, en teoría, el presupuesto para 2025.

Después, en la primera sesión del nuevo año se someterá a una cuestión de confianza para que los diputados decidan «si abren el camino a elecciones anticipadas», las cuales, según dijo, se producirían a más tardar a finales de marzo.

Además, Scholz adelantó que buscará el diálogo con Friedrich Merz, el jefe de la oposición demócrata cristiana, que lidera en estos momentos las encuestas de intención de voto, y le ofrecerá cooperar en las cuestiones fundamentales de la economía y la defensa. «La economía no puede esperar a unas elecciones anticipadas. Hace falta claridad», afirmó.

El canciller concluyó su comparecencia con un alegato por la capacidad de compromiso y puso a EE.UU., un país «profundamente dividido» como ejemplo a evitar. «Tendremos que lidiar con resultados que requerirán cooperación y compromiso», dijo, apuntando a una posible cooperación entre conservadores y socialdemócratas. (Emol EFE)