Querido Viejito: no estoy seguro si me he portado bien este año. Creo que sí, pero igual habría que preguntarle a mi familia y amigos. De cualquier manera, no te quería pedir regalos para esta noche sino más bien para la próxima Navidad y las que vienen. Y no son regalos para mí, son para todo Chile. Se trata de un conjunto de políticas públicas que permitan revivir a nuestro alicaído país y le den un sentido de futuro más esperanzador.
Aunque me imagino que tú estás enterado, te cuento que hace tres años atrás nos llegaron dos malas noticias simultáneas: se nos vino al suelo el precio del cobre, paralizando la inversión en minería – que es la de mayor envergadura en Chile – y nos cayó un gobierno con ánimos refundacionales embriagado por una abrumadora victoria electoral y que ha mostrado mucha impericia en su gestión. Como resultado, el PIB habrá crecido apenas 1,9% promedio entre 2014 y 2018, el desempleo llegará a 7% a mediados del próximo año (era 5,9% en 2013) y el stock de capital será en 2018 casi 6% inferior que hace tres años atrás. Esto ha llevado también a que el crecimiento potencial de la economía chilena se haya reducido dos puntos porcentuales, lo que es muy serio.
Respecto del precio del cobre, Viejito, me encantaría que le dieras un empujoncito para que se mantuviera sobre los US$ 2,5 por libra, de modo que se reanime la inversión minera y el PIB pueda crecer poco más de medio punto porcentual adicional por año. Solo nos queda creer en ti para esto, porque no podemos hacer nada desde acá.
En cambio, sí podemos hacer mucho para reorientar las políticas públicas y ojalá tú Viejito pudieras inspirar a nuestros líderes en esta materia. Diles que en los próximos dos a tres años hagamos que un principio ordenador de las políticas públicas sea mejorar el clima de negocios para revigorizar la inversión, especialmente la no minera. Esto tiene implicancias para el debate constitucional en marcha, para la gestión del Estado y sobre el rol que juegan instituciones como el poder judicial, los reguladores y supervisores.
En términos más concretos, por qué no les soplas que simplifiquen la reforma tributaria, volviendo a un sistema 100% integrado pero con una tasa de impuesto corporativa de 30% de modo de preservar (y hasta aumentar) la recaudación. También diles que tienen que intervenir de nuevo el código laboral, pero no para reforzar aún más el poder de los sindicatos sino más bien para abordar los temas que importan en este ámbito, como las flexibilidades horarias, el trabajo a distancia, los empleos part time, la contratación de jóvenes sin experiencia, la incorporación de la mujer a la fuerza de trabajo y la capacitación. Menciónales que es importante poner el acento en la calidad en la educación y disponer de los recursos para avanzar rápidamente en la cobertura pre escolar, aún a costa de sacrificar la aspiración de universidad gratuita para todos. Pensemos en serio en darle prioridad a los niños.
Aunque parezca ñoño, debemos volver a enfatizar la formación de valores, como el respeto, la honestidad y el amor al trabajo bien hecho, entre los niños y jóvenes. Las loables tendencias actuales por enfatizar los derechos de las personas para que accedan a una vida digna, no pueden hacernos olvidar que es igual de importante que los chilenos asumamos nuestros deberes para con los demás y el país.
Viejito, esto lo vas a entender muy bien. Las personas de tu edad – y los que vamos para allá – requieren de mejores pensiones que las de hoy. Pero es bueno que nuestros líderes y la gente entiendan que esto implica sacrificios mientras se está activo. No podemos aspirar a pensiones más altas si apenas cotizamos el 10% y nos retiramos muy “jóvenes” en relación a la esperanza de vida. Tampoco debiéramos esperar mucho más que una pensión mínima si como trabajadores independientes nunca cotizamos. Los cambios son obvios, pero es importante hacerlos gradualmente para no afectar el empleo, la capacidad de crecer y los mercados de capitales. Cualquier discusión mal llevada en esta materia terminará afectando en el corto plazo el ánimo de los inversionistas.
Querido Viejito, me gustaría agregarle muchas más cosas a esta lista. Pero no quiero abrumarte. En un año más te escribo de nuevo, siempre que me haya portado bien, claro.