“Chile ha dejado de ser el milagro económico que alguna vez fue”, señaló en una entrevista en La Tercera el prestigiado académico Sebastian Edwards. Y tiene toda la razón: en los últimos tres años el país crece al 1,9% promedio, mientras el mundo lo hace al 3,2%%. A fines de 2013 éramos el tercer país de la Ocde con mayor crecimiento, sin embargo hoy estamos en el lugar número 21, según la última medición.
Afortunadamente este “tropiezo” puede ser revertido y podemos volver a ser líderes en progreso económico y social. Aun cuando se han debilitado, las instituciones y políticas económicas fundamentales que hacen posible el crecimiento económico, ellas permanecen. Continúan la economía social de mercado abierta, los equilibrios macroeconómicos fundamentales con las instituciones que los preservan, como el Banco Central. Nuestra Constitución mantiene reglas básicas como el derecho de propiedad para promover el emprendimiento y, por sobre todo, los ciudadanos anhelan el progreso y las oportunidades.
La “retroexcavadora” no logró destruirlas y lo más importante la ciudadanía la ha rechazado. Así lo demuestra la reprobación que revelan cada semana las encuestas de Cadem. El rechazo a las reformas por más de la mitad de los chilenos lleva casi dos años y medio. Asimismo, el 65% de los chilenos cree que el país va por mal camino, mientras que el 83% piensa que la economía nacional está estancada o retrocediendo.
Recuperar el crecimiento se puede pero no será fácil. El deterioro sufrido durante este año lo dificulta aún más. En efecto, al Ipom del Banco Central conocido el lunes, que rebajó la proyección de crecimiento para este año a 1,5% y para el próximo en torno a 2,0%, se suma a la información entregada por el Ministerio de Economía sobre la nueva caída en la creación de empresas. Ésta bajó 5,5% en noviembre, respecto del mismo período del año pasado, registrando así tres meses de bajas consecutivas.
A mediados de este mes conocimos la decisión de la agencia calificadora Fitch Ratings de bajar la perspectiva crediticia de Chile de “estable” a “negativa” dada la “prolongada debilidad de la economía”.
Volver a crecer exige junto con mantener y perfeccionar las instituciones fundamentales para el desarrollo, un cambio de políticas que le devuelva la confianza al país, lo que sucederá cuando la sociedad perciba el entierro definitivo de la retroexcavadora. Pero ello no basta. También se requerirá un cambio de clima que incentive la inversión, el empleo y la productividad. En materia de empleo habrá que adoptar políticas que faciliten las oportunidades de trabajo para las mujeres y los jóvenes. Asimismo, será necesario perfeccionar las normativas del teletrabajo y de creación de nuevas empresas. Además el profundo cambio tecnológico que experimenta el mundo obliga a perfeccionar la legislación laboral y modernizar la institucionalidad para capacitar a los trabajadores. En este mismo sentido, hay que revisar las políticas e instituciones educacionales para elevar y adecuar a nuestra fuerza de trabajo a los requerimientos de los próximos cincuenta años.
Finalmente, hay que hacer un esfuerzo especial para recuperar los aumentos de productividad que experimentamos en la década de los noventa. Para ello la inversión en ciencia y tecnología, la modernización del Estado y una mayor competencia en los mercados serán fundamentales.
Nuestro país puede recuperar el crecimiento. Los chilenos quieren volver a vivir en un país que ofrezca oportunidades de progreso humano y social, que confíe en las personas, respete las libertades y promueva la unidad y el diálogo.