La derecha suicida-Felipe Morandé

La derecha suicida-Felipe Morandé

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El voto favorable a la reforma electoral propiciada por el Ejecutivo de la senadora Lily Pérez, vocera de Evelyn Matthei en la última elección presidencial, es el último episodio del proceso de cuasi suicidio político en que se sumió parte importante de la centroderecha en los últimos tiempos.
Se suma a la desafortunada cadena de desaciertos, errores y faltas en torno al affaire Penta -que tiene a la UDI en una coyuntura muy compleja-, a la desafectación de Amplitud de la coalición opositora y a la aprobación del «camello» tributario en septiembre pasado. Y esto, sin olvidar varios bochornos a la hora de elegir sus candidatos en las últimas dos elecciones.Lo que ocurre hoy es doblemente lastimoso porque, por un lado, la centroderecha corre el riesgo de pasar de ser irrelevante en el Congreso a ser irrelevante en el escenario político en general. Y por otro, porque el cuasi suicidio pasa justo cuando el descontento de la gente con el Gobierno es alto y existe la oportunidad de que la oposición lo capitalice. ¿Mala fortuna? En parte. Pero también creo que falta una mirada más estratégica y, tal vez, una mayor pericia política.

La centroderecha necesita sacudirse del chaparrón y salir jugando sin rifar la pelota (como los buenos equipos de fútbol). Debiera haber un genuino «nunca más» respecto de la incestuosa relación con algunos empresarios para su financiamiento, gesto que también debiera ser exigido a la izquierda, o ¿alguien quiere poner las manos al fuego por la completa asepsia legal del financiamiento de las campañas electorales de la izquierda?

Y también debiera haber una renovación de rostros, privilegiándose el ascenso de figuras desde el mundo popular y de clase media, al tiempo que se consolidan liderazgos de figuras creíbles.

En seguida, y muy importante, debiera renovarse el discurso con un énfasis en cómo se pueden enfrentar eficazmente los problemas de la gente con base en la libertad, el mérito, la movilidad social, el emprendimiento y la participación de la sociedad civil, siendo ello la base de un sueño de un Chile moderno, desarrollado, tolerante, diverso y democrático. (El Mercurio-Cartas)

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