Hay sumas que restan

Hay sumas que restan

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Se han inscrito los candidatos a la Convención Constitucional. Muchas cuerdas para pocos trompos, lo que da cuenta de un sorprendente entusiasmo por el proceso que se viene por delante.

La izquierda ha ido dividida. Paradójicamente, el portazo lo ha pegado el Partido Comunista, pese al interés de la ex-Concertación de querer ir todos juntos. ¿Una paradoja? Por cierto que sí. Entre una izquierda democrática, como la que gobernó Chile, y el Partido Comunista, que prácticamente nunca ha gobernado democráticamente un país, hay un mundo de diferencia.

Así, la ex-Concertación apelará forzadamente a su domicilio político de centroizquierda, el mismo domicilio que se empeñó en destruir desde el 18 de octubre. “No son 30 pesos, son 30 años” fue la frase que corearon con fuerza los mismos que habían sido responsables de las décadas más virtuosas de la historia del país.

La derecha, en cambio, ha conjugado el verbo unir, una forma verbal que ha utilizado en pocas ocasiones. Atrás han quedado las disputas de largos años de un matrimonio mal avenido. En el olvido quedaron aquellas inscripciones que se hacían faltando un minuto para las 12 y donde entre RN y la UDI, entre Longueira y Allamand, los insultos y las amenazas de camino propio eran la tónica hasta el final.

La decisión central consistió en incorporar al Partido Republicano, un partido que no ha formado parte del Gobierno, que ha sido profundamente crítico de él y que ha abrazado en la figura de su presidente, José Antonio Kast, una radicalización hacia la derecha. Como ha sido una parte de su partido homónimo en Estados Unidos o como lo ha sido Vox en España.

“Esto es una buena noticia para el sector, porque demostramos responsabilidad ante el país para decirles que sabemos priorizar los temas importantes de Chile”, decía un desconocido presidente de Renovación Nacional, sin darse cuenta de la señal implícita que está dando el sector.

Aparentemente, esta decisión sumaba los votos que se podían desperdigar en una lista paralela que habría levantado José Antonio Kast. El problema es que en política no todas las sumas dan el mismo resultado, y —lo que es peor— es que hay sumas que terminan restando. Así, el cálculo que hicieron los partidos de Chile Vamos fue la posibilidad de sumar los votos potenciales del JAKismo, pero es un error no restar el daño reputacional que significa ir con un partido que reivindica a Pinochet, a Trump, a Bolsonaro, y cuyos miembros han levantado las banderas de la radicalidad, del ultraconservadurismo y del mesianismo.

De esta forma, Chile Vamos contabiliza un segundo error a su estrategia en torno a la nueva Constitución. El primero fue atrincherarse en torno al Rechazo. El segundo es haberse aliado a un partido cuya distancia del centro es sideral.

“Yo creo que es un partido de ultraderecha, es un partido populista, ultramontano y conservador”, afirmó el expresidente de Evópoli Francisco Undurraga. La pregunta es en qué estaba pensando su partido, cuya aspiración es el centro, al legitimar un acuerdo con ellos.

Es cierto que la alianza terminará acá. Es cierto que tienen su propia lista de gobernadores, alcaldes y concejales. Es cierto que Kast irá a la primera vuelta. Pero se hará difícil salir a conquistar el centro teniendo al Partido Republicano adentro del zapato.

El affaire Tere Marinovic-Sylvia Eyzaguirre es una anécdota, pero es una muestra de aquello, que se puede multiplicar por muchos votos. Un detalle menor de un problema mayor.

Y así como la ex-Concertación perdió su capital político al unirse al Partido Comunista hace ya 8 años, Chile Vamos arriesga de hacer lo propio con su alianza con el Partido Republicano. La opción por el centro queda severamente dañada y el aporte del JAKismo será bajo. Los candidatos que aporta tienen más fanatismo que apoyo electoral, y sus votantes —como ha sido desde siempre la característica de la derecha— lo mueve más el miedo a la izquierda que el proyecto propio. En ese sentido, con candidatos débiles y con un votante que se mueve por la utilidad de su voto, hacía presumible una baja dispersión de votos hacia el Partido Republicano.

Hoy, el matrimonio está formado. Y ya no hay forma de volver atrás. Cuando se cuenten los votos se dirá del aporte del Partido Republicano. Pero nadie podrá contar nunca los votos que no llegaron por esa misma razón. (El Mercurio)

Francisco José Covarrubias

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