Hacia un consenso posneoliberal

Hacia un consenso posneoliberal

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Apoyando la medida reciente del Banco Central de recortar la tasa de interés de política monetaria, Vittorio Corbo, afirmó: “alguien tiene que bajarse a empujar el auto, si no, el auto queda estancado”. Eso es obvio pero muy insuficiente cuando el motor del auto ha perdido fuerza producto de un severo desgaste.

La evidencia es abrumadora. Las exportaciones, el gran motor de nuestro crecimiento, vienen perdiendo fuerza de manera sistemática. De una tasa de crecimiento anual en torno al 10% durante los 90, ésta se redujo a menos de la mitad (4.5%) durante la década siguiente, para caer nuevamente a menos del 2% en los últimos 10 años.

Las exportaciones de “piedras, palos y frutas” al decir de Ricardo Haussmann, economista reputado y buen conocedor de la economía chilena, ya no permiten sustentar el dinamismo anterior. Auges transitorios en el precio de nuestras principales exportaciones, comenzando por el cobre, hicieron posible algunos años de mayor crecimiento, pero en lo esencial la tendencia es claramente declinante. Llevamos muchos años produciendo más o menos lo mismo y de la misma manera. Esta es la cuestión de fondo que está muy ausente del “debate oficial”. Priman en éste las consideraciones de corto plazo sobre cuestiones secundarias, reflejo en definitiva, de la primacía de lo financiero por sobre lo productivo.

Hay que elevar el nivel del debate. Frente a la emergencia de una nueva economía basada en el conocimiento y la innovación permanente, las recetas neoliberales clásicas -privatizaciones, rebajas tributarias, desregulación laboral- tienen bien poco que aportar. Hay que buscar formas creativas de superación del antagonismo entre Estado y mercado, haciendo posible la generación de un horizonte de mediano y largo plazo. Hay que dejar de lado los complejos y reivindicar con fuerza la idea de estrategia entendida como construcción concertada de un proyecto de futuro.

La electromovilidad, una de las grandes transformaciones en curso en el mundo, le abre a Chile, con su dotación de cobre, litio y energía solar a bajo costo, una enorme posibilidad. Pero, para concretarse no basta con el libre juego del mercado; se necesita una voluntad deliberada de desarrollo expresada en una política especialmente diseñada.

El Foro Permanente de Política Exterior ha sido una valiosa experiencia que ha mostrado que es posible hacer converger capacidades técnicas y políticas de gran nivel y generaciones jóvenes con más experimentadas, en el cuadro de una gran amplitud política. En pocos meses el Foro se constituyó en un punto de referencia obligado en el debate en la materia y en espacio propicio para diseñar políticas alternativas.

En el ámbito de la economía resulta urgente construir un espacio de esas características, con capacidad de animar un debate que permita construir una economía política del crecimiento basada en un modelo decididamente posneoliberal.

 

Carlos Ominami/La Tercera

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