El rol de Piñera

El rol de Piñera

Compartir

El expresidente formalizó su decisión de ir por un segundo período, su candidatura se da en un momento particular, que le ofrece una gran oportunidad de éxito, pero también una inmensa responsabilidad. Acerca de eso quisiera hacer un par de reflexiones.

La Nueva Mayoría no lo reconoce -tampoco se le puede pedir que lo haga-, pero la formación de este pacto, su proyecto y su símbolo más visible que fue la retroexcavadora, destruyeron el factor estabilizador y de progreso que encarnó la Concertación. En una suerte de sino freudiano, para poder nacer la coalición emergente mató a su antecesora, no renegaron de la marca para remozar su propuesta, renegaron de lo que habían hecho y de lo que habían sido.

Curiosamente, el resultado final de la metáfora del senador Quintana no fue, como él planteó, la destrucción del modelo neoliberal, sino de la opción de centroizquierda que gobernó la transición. Esta destrucción no solo echó por tierra los liderazgos antiguos, por de pronto terminó real y simbólicamente con la figura del expresidente Lagos, sino que anuló cualquier posibilidad de renovación. De hecho hoy se encuentran figuras jóvenes en la extrema izquierda y en la centroderecha.

No hay una centroizquierda que se proyecte, con liderazgos transversales como tuvo en el pasado reciente, no tiene ni siquiera una candidatura que la ordene y, si la improbable esperanza de algunos de que Carolina Goic llegue a la meta se frustra, la candidatura de Guillier terminará afirmándose en la NM, porque “es lo que hay”.

Este gobierno termina heredando una economía dañada estructuralmente, no solo por las reformas que son un lastre prácticamente irreversible, sino por la pérdida de confianza en el rumbo de largo plazo, que en los primeros 20 años de democracia se había asentado fuertemente.

El primer gobierno de Piñera se puede definir como de una excelente gestión, sus números son muy buenos por dónde se les mire. Pero ese era otro Chile, era un país que todavía creía que había encontrado el rumbo, que todavía descansaba en esos consensos ahora tan vilipendiados.

A esta fecha parece probable que el expresidente volverá a gobernar, pero ¿para qué? No creo que sea principalmente para lograr, otra vez, una gestión cuantitativamente exitosa. En este escenario de desorden político, vacío de liderazgos, desconfianza ciudadana, la tarea es más compleja, creo que se parece más al rol de Aylwin en los 90: estar por arriba, convocar a la sensatez, intentar que ahora sea la centroderecha quien sustenta la gobernabilidad, pero con partidos que también están desgastados y debilitados.

Si tuviera que elegir, creo que debiera ser una propuesta de mínimos dónde quepan muchos y no de máximos que suelen ser excluyentes, de metas compartidas por los chilenos(as) de buena voluntad, más que un gobierno de partisanos.

La derecha suele creer que del desarrollo viene la gobernabilidad, pero en esta coyuntura el desafío parece distinto: recuperar la gobernabilidad para volver a aspirar al desarrollo. Por ahí, me parece, está ahora el desafío de Piñera. (La Tercera)

Gonzalo Cordero

Dejar una respuesta