El Brexit en manos del Parlamento

El Brexit en manos del Parlamento

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El reciente domingo 25 de noviembre la Unión Europea aprobó el llamado Brexit Deal, propuesto por la Primera Ministro del Reino Unido, Theresa May, poniendo fin a 18 meses de negociaciones. El foco cambia ahora al Parlamento británico, que a mediados de diciembre debe decidir si lo aprueba o rechaza. Varios partidos de la oposición y cerca de 95 miembros del Partido Conservador y del Parlamento -los llamados euroescépticos- están en contra de él.

En general, el acuerdo alcanzado por May es considerado “suave”, y principalmente los miembros que se oponen del Partido Conservador tendrán que decidir entre esta opción más blanda, o que no haya ningún acuerdo, el llamado No Deal. Eso, en mi opinión, puede llevar al Reino Unido a serios problemas políticos y económicos.

Los opositores al acuerdo lo hacen por distintos motivos. Algunos porque quieren un Brexit duro, una separación abrupta y, en definitiva, un alejamiento de Europa. Otros, principalmente el Partido Laborista, quieren una vuelta atrás, un referéndum y una segunda votación; en el fondo, lo que quieren es que el gobierno caiga y se convoque cuanto antes a elecciones generales.

También es cierto que gran parte de la controversia cruza por el origen de ella, esto es, el sedimento de la anti migración, del nacionalismo y populismo que comienzan a aparecer con mucha fuerza en Europa Central, en Austria, República Checa, Hungría y Alemania y se extiende al Reino Unido y, si me apuran, a Estados Unidos también. Es la lección que debemos aprender cuando la migración se convierte en un fenómeno descontrolado y produce severas rupturas al interior de la sociedad.

Por lo tanto, la probabilidad que el Brexit Deal “suave” sea aprobado es baja y el Reino Unido el 29 de marzo de 2019 se podría retirar de la Unión Europea con un No Deal, afectando seriamente al comercio de bienes y servicios entre ambos. Un dato: sólo por el puerto de Dover (Inglaterra) pasa el 20% del comercio de Reino Unido, y éste alcanza los 150 billones de dólares.

Es cierto que Reino Unido puede buscar otros mercados, pero en lugar de las reglas de la Unión Europea tendrá que utilizar las de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Actualmente, las exportaciones de la Unión Europea tienen un valor promedio de 6% y el comercio en el sentido contrario, cerca del 4,5%. No será fácil por tanto el acomodo con esas nuevas reglas que favorecen el libre comercio, especialmente con Asia, y específicamente habrá un impacto muy fuerte de este nuevo mundo con extensos segmentos de agricultores y también importantes empresas del sector manufacturero del Reino Unido. Asimismo, los controles pararancelarios con los vecinos inmediatos obligarán un esfuerzo muy importante en infraestructura especialpara controles sanitarios, los cuales, bajo las reglas actuales para el mercado único, son mucho menores. También la interconexión de transmisión de energía proveniente del gas y la eléctrica actualmente no están sujetas a tarifas especiales ni controles por ser miembros de la Unión Europea.

Es cierto que las leyes que regulan estos contratos deben ser revisados cuidadosamente a la luz de un divorcio de Europa, pero también es importante reconocer que no habrá bases legales excepcionales para el libre tránsito de la energía.

Tal vez el impacto más fuerte sea sobre las entidades del sector de servicios financieros, las cuales deberán mover su residencia y derecho a operar en la Unión Europea, y con ello los grandes bancos que operan en el Reino Unido consolidarán su operación en Frankfurt o en París. Asimismo, las grandes cámaras de compensación de activos financieros -por ejemplo, de monedas y de derivados que operan con locaciones europeas desde Londres- no estarán más disponibles para clientes europeos, principalmente inversionistas financieros, que operan con Londres.

Mientras dure el aislacionismo los precios subirán, a falta de comercio con Europa, desde la provisión de las cadenas de supermercados ingleses hasta el suministro de medicamentos. La libra esterlina se debilitará, agregando con ello una trayectoria mayor de inflación en la isla. Tal vez la relación con el euro y el dólar sea 1 a 1 en un futuro no lejano. La trayectoria inflacionaria podría alcanzar en los próximos meses una cifra cercana al 5%, subiendo las tasas de interés, encareciendo el crédito e impactando a la baja el ciclo económico.

Después de todo eso, los británicos se preguntarán dos cosas: ¿Por qué nos fuimos de la Unión Europea? ¿O por qué no aceptamos el Brexit “suave”? Si Theresa May no logra que el Parlamento apruebe el acuerdo que ya tiene con la Unión Europea, al menos podrá decir que lo intentó, y después renunciará. (El Líbero)

Alejandro Alarcón

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