Costosa inasistencia

Costosa inasistencia

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La asistencia escolar es un tema prioritario en el mundo desarrollado. En los colegios públicos de los EE.UU., por ejemplo, la inasistencia injustificada del alumno gatilla automáticamente una llamada telefónica del profesor a los padres. E incluso un par de ausencias justificadas tienen el mismo efecto. ¿Exageran los gringos? ¿Será para tanto? Aquí una aproximación para Chile.

Cerca de 2,7 millones de niños estaban matriculados entre primero básico y cuarto medio en colegios públicos y subvencionados del país durante el 2013. Y para comenzar a examinar inasistencia, centrémonos en marzo de ese año y en los más pequeños. En dicho mes, el número de días de clases para el alumno promedio de primero básico fue de 18,6, pero la asistencia fue de solo 16,6 días. ¿Tanto problema por dos días?, se preguntará usted. No se me impaciente.

Tomemos entonces esos dos días y multipliquémoslos por el número de alumnos en el grado (225 mil). El resultado implica que, en términos agregados, solo en marzo del 2013 hubo 450 mil días de inasistencia en primero básico. ¿Y si consideramos todo el año escolar? La cifra supera los 7,1 millones de días solo en dicho nivel.

¿Y será solo primero? Quizás las carencias en infraestructura (calefacción, higiene, etc.) llevan a las familias a optar por no enviar a los más pequeños a clases, evitando así enfermedades de corto plazo. O quizás la escasez de capital humano (malos profesores) sea la razón, evitando entonces los padres una enfermedad más difícil de curar como es la deficiente formación temprana del menor. Pero no es el caso, pues la situación se repite en cada nivel con resultados desastrosos: En el 2013 se produjeron 67 millones de días de inasistencia. La sideral cifra implicó que el promedio de días de ausencia en el año escolar, combinando básica y media, se elevara a 25 por alumno. ¿No será una cosa del 2013? No. En el 2014 el número total de días de inasistencia superó los 63 millones.

¿Cuál es el costo del fenómeno? Una opción sería analizar el gasto en subvención, pero tal ejercicio es poco informativo, pues omite los efectos de largo plazo. Veamos una alternativa. Sígame por algunas líneas. Primero, si el número de días de inasistencia promedio anual es de 25 por alumno, los 225 mil matriculados en primero básico perderían el equivalente a 1,8 años escolares en los siguientes doce años de educación (año escolar de 165 días). Segundo, en Chile un año adicional de educación (básica y media) aumenta los ingresos mensuales del trabajo en cerca de $20 mil (Casen 2013). Entonces, producto de sus inasistencias, el alumno promedio vería reducido su ingreso anual futuro en cerca de $430 mil. ¿Y para el país? Asumiendo, como sugieren los datos, que la inasistencia es un problema generalizado, el costo anual agregado superaría los US$ 5.500 millones (cerca de 2% del PIB).

¡Cuánto dinero sobre la mesa y Chile ocupado por dar gratuidad en educación superior! Los costos del subdesarrollo.

Sergio Urzúa

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