Carlos Ruiz: «El FA no está defendiendo el legado de Bachelet»

Carlos Ruiz: «El FA no está defendiendo el legado de Bachelet»

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El Frente Amplio (FA), nacido a comienzos de 2017 y que en un año logró elevar su representación parlamentaria de tres a 20 diputados más un senador, se instaló el domingo pasado con solidez como un tercer bloque electoral, alcanzando el 20,3% de las preferencias presidenciales.

Con apenas un 2,4% de diferencia con el bloque La Fuerza de la Mayoría, hoy se alza como el gran negociador del balotaje, pues el apoyo que puedan entregar a la candidatura de Alejandro Guillier podría ser definitorio para un triunfo de la centroizquierda.

La respuesta final del bloque tiene fecha de vencimiento, puesta por ellos mismos: el próximo miércoles 29 de noviembre. En la deliberación, hay voces que se muestran favorables a construir un diálogo con la Nueva Mayoría. «Yo todavía le llamo ‘Concertación’, porque no tiene nada de ‘nueva’ ni de ‘mayoría'», afirma Carlos Ruiz, sociólogo, académico, presidente de Nodo XXI -el centro de estudios del bloque- y uno de los que abogan por una negociación, aunque en términos muy específicos.

-«Creo que la gente que nos escogió y que votó por nosotros no quiere un gobierno de derecha y nosotros tenemos que comprometernos -de manera coherente, en la forma en que nosotros hemos planteado las reformas- a colaborar en que no lo haya», dijo.

Lo que cambia aquí es que la Concertación tiene que entender que entre un 20% y un 22%, es un diálogo entre iguales. Ya no son los términos de este típico y viejo chantaje de los años ’90, que obligaba a plegarse detrás de ella para frenar el cuco de la derecha. Ahora hay que discutir».

El sociólogo participó en la redacción de un documento en conjunto a Fernando Atria, ex candidato a diputado por el PS y una de las cartas con las que Guillier busca convocar al FA, que fue dado a conocer este sábado por La Tercera.

El texto, titulado «En segunda vuelta: por un diálogo democrático que inicie una nueva etapa histórica», sienta las bases para buscar una «formas de articulación, a través del diálogo y la deliberación democrática», donde se muestran dispuestos a «colaborar con el diálogo intergeneracional, plural y entre iguales que las fuerzas democráticas y de izquierda han de dar».

Uno de los ejes centrales del documento es el comprometer el impulso de un proceso constituyente, a través de un plebiscito constitucional «que abra la vía para una Asamblea Constituyente».

EN BUSCA DEL DIÁLOGO

Ha trascendido que los puntos fundamentales a agregar en el programa de Guillier, para el FA, serían la condonación a la deuda del CAE, el fin a las AFP y la Asamblea Constituyente. ¿De qué otras cosas hay que discutir y cómo tiene que ser ese diálogo?

-«Si la Concertación entiende que gratuidad educacional es “más dinero estatal para que se consuma educación en instituciones privadas” y nosotros estamos entendiendo que gratuidad corresponde a la reconstrucción de la educación pública, entonces estamos entendiendo gratuidad de dos modos muy distintos. Lo mismo en salud, que entrega un bono estatal para consumir salud en una clínica privada.

La gente que votó por nosotros quiere oportunidades, quiere libertad, quiere seguir siendo individuo, pero también quiere garantías, y la Concertación ha sido absolutamente incapaz de entender estos nuevos sectores sociales. Si no va a conversar con nosotros en esos puntos, ellos se tienen que hacer responsables de que el próximo gobierno sea de derecha, y no el FA. Hay que mostrar toda la voluntad de diálogo, pero exigiendo desde los puntos que nosotros hemos levantado. Si tiende una vía en condición arrogante, ella se va a tener que hacer responsable de no haber escuchado».

Guillier nombró a Atria y a Pey como puentes para el FA, pero la Presidenta Bachelet también consideró a miembros de Revolución Democrática (RD) para sus equipos de trabajo y eso terminó en la renuncia de sus miembros al Gobierno. ¿Cómo se puede confiar en estos nuevos gestos y por qué hacerlo?

RD definió una línea de colaboración crítica y ellos tendrán que hacer un balance de cómo fue esa experiencia, pero eso no es extrapolable. El FA nunca fue ni ha sido bacheletista, porque de lo contrario tendríamos que plegarnos mecánicamente detrás de Guillier. La disputa en torno a Piñera en la segunda vuelta no es por la defensa del legado de Bachelet, para nosotros no. Yo tengo muy buena relación con Pey y Atria, y me parece que si ellos pueden ayudar a establecer puentes de diálogo, mejor. Todo lo que colabora, bienvenido sea.

Tendrían que luchar en la Nueva Mayoría con la oposición de los sectores conservadores, como la DC, que ya ha dicho que votarán “por Guillier y no por el Frente Amplio”.

Tengo la impresión de que hay sectores muy retrógrados dentro de la misma Concertación. Yo creo que el hecho de que la reforma educacional que impulsó Bachelet no haya ido en función de reconstruir la educación pública, sino en función de aumentar partidas de dinero estatal para subvencionar a la educación privada, no tiene que ver con que la derecha le haya impedido hacer las reformas, como siempre culpan, sino que dentro de ellos están los intereses de la educación privada, representados en figuras como Pilar Armanet (rectora de la Universidad de las Américas), que son del PPD.

El mundo más restrictivo no se divide solamente por partidos. Armanet está a la derecha de Laura Albornoz, que me parece mucho más progresista, y una está en el PPD y la otra en la DC. Porque si el proceso de negociación fuera exitoso y Guillier asumiera ciertos compromisos, sumar el 20% del FA podría costarle un porcentaje de sus votos más conservadores, de quienes consideran que el FA es demasiado revolucionario.

Por lo que he escuchado, ellos tienen el problema de que buscar acuerdos con el FA les resta con la DC, y viceversa. Ahí están los problemas de opciones que tienen que tomar. Me parece que efectivamente la forma en que configuren para uno u otro lado va a tener costos, porque siempre las decisiones políticas tienen costos.

SUMARSE O RESTARSE

Guillier mencionó que Sánchez se merecía un puesto en su eventual gabinete de ministros, ¿el bloque debería luchar por un espacio relevante y de influencia dentro de un gobierno o apostar a que en cuatro años pueden convencer al 30% restante del electorado para ganar?

Quiero ser cauto en esto: recién se está discutiendo si esta fuerza va a tener la capacidad de dialogar en igualdad de condiciones con la Concertación, y esto sería un hecho histórico inédito que hasta ahora nadie ha logrado. Primero habría que resolver si vamos a ir a esa discusión, pero si logramos hacer eso, la política habría dado un giro tremendo; si es que aparece realmente una fuerza política que sea capaz de sentar a la Concertación y apretarla en la dirección en que hace las reformas. No que diga que hace una cosa y después haga otra, que fue lo que hizo: manipular las demandas del 2011.

Hay quienes votaron por ustedes y dicen que si el FA pacta con la Nueva Mayoría, son “más de los mismos”.

Yo creo que esto solamente se puede definir en la participación abierta. Es algo en lo que todos tenemos que tener derecho a opinar. Yo estoy dispuesto a discutir con alguien que tenga una opinión diferente de la mía dentro del FA, fraternalmente. Se trata de un momento de deliberación que no debilita al FA: le hace bien, porque le termina de dar cohesión política. No hay que rehuir la deliberación y ahí nos tendremos que convencer, con los argumentos que tengamos unos u otros. Viene un momento de mucha maduración del FA. Si ya dio un gran salto en la primera vuelta, en la actitud que tome en esta segunda vuelta creo que puede dar otro gran salto para empezar a cambiar la política chilena.

Los analistas han hablado de que la confianza en el bloque tiene mucho que ver con el proceso en el que se llega a acuerdos. ¿Eso le daría más transparencia a un eventual apoyo?

Uno de los rasgos que tiene la política actual, a diferencia de lo que tenía una década atrás, es que ya no existen grandes mayorías políticas sustantivas con las cuales se puedan impulsar cuestiones. Los procesos consultivos apuntan justamente a reconstruir mayorías políticas que sean realmente firmes, no son solamente un saludo a la bandera, un acto formal para presentarlo. No. Es una necesidad política en este momento el involucrar y recuperar los niveles de participación. Eso en el FA ha sido un sello desde el principio que, por muy heterogéneas que sean las organizaciones que lo componen, todas lo comparten.

Las organizaciones son realmente muchas y heterogéneas. Hasta ahora, al lidiar con problemas internos, el FA ha protagonizado “errores no forzados”: hablar por la prensa, enviar audios, difundirlos. ¿Eso no deslegitima los procesos democráticos de los que hablas?

Las distintas organizaciones que hay en el FA tienen distintos modos de resolver la discusión interna. Una vez que se resuelven, cada una por sus vías legítimas, recién la mesa donde se reúnen todas las organizaciones puede ver si abre procesos de consulta, o más extendidos. Pero las vías son difíciles de homogenizar y además que creo que convenga hacerlo, porque en eso va la riqueza también de este frente.

Sí se han sacado lecciones de esos errores, y de esas prácticas de estar grabando audios y de tirarlos a la prensa, y coincido con que fueron espectáculos tristes. En este proceso de maduración del FA, no estamos completamente exentos de caer en la decadencia de la vieja política, y esos capítulos fueron parte de que todavía aquí existe el virus de la decadencia de la vieja política.

A juicio de ustedes, ¿las consecuencias de apoyar a Guillier, para el Frente Amplio, van a ser menores que las consecuencias de que Piñera sea presidente para el país? En ambos escenarios alguien gana y alguien pierde, ¿cuál es el «mal menor»?

Yo he escuchado de no poca gente que al FA le «convendría» que salga Piñera, porque así puede disputar un poco mejor la cabeza de la oposición. Primero: ¿Qué es “lo que le conviene”? ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de «convenir»? Si lo que “conviene” son cuentas electorales, posiblemente tengan razón con esa cuenta, pero a mí me parece muy pobre sacar esas cuentas políticas cuando nuestro proyecto es uno de transformaciones, que apunta en determinadas direcciones.

El reto de lograr presionar a la Concertación y de empujar en la dirección que a nosotros nos parecen ciertas transformaciones, me parece que hace más para avanzar hacia un proyecto político de cambios que Piñera en la presidencia. Ahora, si vamos a estar sacando cuentas menores de cuántos parlamentarios más vamos a tener y quién puede ganar en qué comuna, la verdad es que me parece una mezquindad política. Es evadir la responsabilidad histórica que tenemos en este momento. (Emol)

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