Acomodarse a la violencia

Acomodarse a la violencia

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Este domingo 18, el país ha sido testigo de otra jornada violenta teñida de rojo.

A los actos de destrucción en Antofagasta, Valdivia y otras ciudades, delincuentes y barras bravas se encargaron de someter la Plaza Baquedano de Santiago y sus alrededores a un verdadero campo de batalla. Allí no imperó la dignidad, la ley, el respeto ni el orden. Los ciudadanos y vecinos sufrieron un triste espectáculo de piedrazos y destrucción por grupos enardecidos golpeándose entre sí. Un señor alcalde hubo de salir arrancando, bajo custodia organizada. Dos hermosos lugares patrimoniales —erigidos el siglo pasado—, que para los aquí firmantes y miles de chilenos son ámbitos consagrados para celebración de fe cristiana, fueron incendiados; sometidos al jolgorio tribal de jóvenes encapuchados y bajo trance.

Mal aniversario, y mal augurio si esto continúa. Coincidimos con los términos del rector Carlos Peña en su columna publicada en el diario bajo el título “La violencia y sus máscaras”.

Creemos que una creciente parte de la opinión pública y muchos políticos se han ido acomodando: adaptando y aceptando el desarrollo de una violencia desatada, cobarde, callejera. Eso es inadmisible.

No corresponde a una actitud demócrata y responsable. Valoramos el actuar de Carabineros en el difícil trance del domingo pasado, y hacemos fervientes votos para que el acto electoral del 25 de octubre se desarrolle en paz, con entera normalidad.

Que la paz, el respeto mutuo y la verdadera dignidad en el ejercicio de los derechos cívicos vuelvan a gobernar nuestros destinos.

Eduardo Aninat
Mariana Aylwin
Ernesto Tironi
Ulises Bertoglio
Guillermo Lefort
Marta Canto
Rodrigo Pablo
Jorge Tuñón
Hugo Lavados
Álvaro Clarke
Gabriela Ruitort
Mario Jerez

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