A 75 años del testimonio de Primo Levi

A 75 años del testimonio de Primo Levi

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Este año se conmemoran 75 desde la publicación de la obra “Si esto es un hombre”, del químico y escritor judío italiano Primo Levi, quien entregó uno de los testimonios más lúcidos, y a la vez uno de los más desconcertantes, sobre los horrores y la filosofía, si cabe la palabra, de los campos de concentración del nazismo durante el Tercer Reich.

Levi es el testigo ejemplar de la experiencia del campo de concentración nazi, un entramado de recintos distribuidos a lo largo y ancho de Alemania y Polonia especialmente, pero también de otros países ocupados, que servían para la aniquilación física de los destinados a desaparecer, así como también para trabajo esclavo de prisioneros políticos, delincuentes comunes y judíos en las fábricas de guerra de Alemania.

Si esto es un hombre es un título extraño, paradojal. No es ni una afirmación (le faltaría un acento y una coma) ni una pregunta (le faltaría un signo de interrogación). Se trata de evidenciar una singularidad del campo de concentración nazi, un lugar en que ya no sabemos cómo definir a quienes han sido destinados a ese horror, si el espanto con el que conviven está más allá de la experiencia humana, no sabemos si siguen siendo humanos, si acaso no han sido despojados completamente de su naturaleza humana. “Considerad si es un hombre/ quien trabaja en el fango/ quien no conoce la paz/ quien lucha por la mitad de un panecillo/ quien muere por un sí o por un no/ considerad si es una mujer/ quien no tiene cabellos ni nombre/ ni fuerzas para recordar / vacía la mirada y frío el regazo/ como una rama invernal”.

De la lectura de Levi aprendemos que de lo que se trata la experiencia del campo no es solo del encarcelamiento, de la brutalidad, de la esclavización y del asesinato masivo de seres humanos, sino especialmente del proceso de destrucción de la identidad y de la humanidad de hombres y mujeres, para convertirlos en seres incapacitados para defenderse, desprovistos de interés por la propia supervivencia, alejados de toda esperanza, seres que han sido arrojados más allá de la vida y de la muerte, empujados hacia un infierno dantesco que Levi no duda en citar. Es la caída del hombre. En una entrevista en que le preguntan si acaso es posible aniquilar la humanidad del hombre, Levi dice: “Desde luego que sí. ¡Y de qué manera! Me atrevería a decir que lo característico del Lager nazi es la reducción a la nada de la personalidad del hombre, tanto interior como exteriormente, y no solo la del prisionero sino también la del guardia”.

Los campos de la muerte, o de la destrucción como los llama Levi, fueron una parte esencial del régimen del tercer Reich, una parte de su sistema político. La investigación del historiador alemán Nikolaus Wachsmann contenido en su voluminoso libro “KL, historia de los campos de concentración nazis” muestra que en el verano de 1944 la SS contaba con una extensa red de campos, entre los que se encontraban Auschwitz I, Birkenau (Auschwitz II), Monowitz (Auschwitz III), Buchenwald, Mauthausen, Ravensbruck, Bergen-Belsen, y muchos otros de triste fama, los que tenían múltiples usos, convirtiéndose en parte de la maquinaria bélica del nazismo y fuente de financiamiento para las SS.

Según el filósofo italiano Giorgio Agamben, la especificidad del horror del Lager es la muerte en vida, la no vida y la no muerte, la vida como espanto, la deshumanización, la pérdida de lo propiamente humano de los prisioneros, la creación del no-hombre. Sostiene que “Antes de ser el campo de la muerte, Auschwitz es el lugar de un experimento aún impensado, en el que, más allá de la vida y de la muerte, el judío se transforma en ‘musulmán’ y el hombre en no-hombre”.

Lo que Primo Levi nos muestra en sus tres libros dedicados a la experiencia concentracionaria es que el crimen específico de Auschwitz es haber puesto en entredicho la humanidad misma del hombre. El título del primer libro de Levi, “Si esto es un hombre”, encierra la paradoja de “que el nombre hombre se aplica sobre todo al no-hombre, que el testigo integral del hombre es aquel cuya humanidad ha sido destruida integralmente (Agamben)”. (El Mercurio)

Ricardo Brodsky B.

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