“Cristinización”

“Cristinización”

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Alberto Fernández poco a poco se va pareciendo a Cristina. De nada le valieron sus esfuerzos por despegarse de su exjefa durante toda la campaña política que lo llevó a ganar las elecciones argentinas el año pasado. Jugaba a ser moderado, menos ideológico, a destacar sus diferencias con la expresidenta, esas por las que rompió con el régimen kirchnerista. Hoy, su gobierno se va mimetizando con el de sus mentores, Néstor y Cristina.

Hay “una dependencia permanente de Cristina, y el Presidente no logra marcar su propia agenda”, me comenta un periodista porteño. Su estilo puede ser algo diferente, menos confrontacional y más amable, pero al final, sus decisiones políticas terminan siendo las que hubiera tomado un Kirchner, con los mismos efectos nefastos para Argentina.

Veamos esta última medida, el “cepo al cepo”, que restringe la compra de dólares. Fue anunciada por el presidente del Banco Central, un cercano a la expresidenta. El objetivo es proteger las reservas del BC (no es autónomo), que en septiembre había perdido 350 millones de dólares. Los argentinos pueden comprar hasta 200 dólares a precio oficial, no cambió el tope, pero se agregó un impuesto del 35%, que se suma al 30% que ya se aplicaba. Eso, dicen los que saben, disparará la inflación. Ya lleva 40 por ciento en el año, y el dólar subió 250 por ciento desde diciembre.

Este nuevo cepo afecta también a las empresas, las que solo podrán comprar el equivalente mensual al 40% de la cuota que deban pagar por sus deudas en dólares, lo que las obligará a cubrir el resto con ahorros, o si no, que es lo que prefiere el gobierno, renegociarlas. Es un “default forzado” reclaman los afectados.

Otra movida al estilo Fernández y Fernández: le quitó parte del presupuesto a la Ciudad de Buenos Aires y se la dio a la provincia de Buenos Aires, para que esta pueda aumentar el salario de su policía, después de las protestas frente a la residencia presidencial. La ciudad está gobernada por un partidario de Mauricio Macri, mientras la provincia está en manos del favorito de Cristina, Axel Kicillof.

Estas señales políticas no son inocuas en tiempos de crisis. La debacle económica dejada por los Kirchner, los errores cometidos por Macri, y el covid-19, con la cuarentena más larga del mundo y más de diez mil contagios diarios, tienen a la economía en el suelo. La pobreza ha subido, el desempleo supera el 15 por ciento (Fernández prohibió los despidos durante la pandemia) y se espera una caída del PIB del 12 por ciento este año, una de las más altas de la OCDE. La esperanza de que la reciente renegociación de la deuda diera un impulso no se concretó, y por el contrario, la desconfianza cunde y las inversiones merman. El ejemplo de decenas de empresas extranjeras, entre ellas varias chilenas, que huyen del país lo corrobora.

La expresidenta está por estos días más preocupada de solucionar, desde el Senado, sus problemas judiciales. Ya consiguió sacar del camino a dos jueces que votaron a favor de su procesamiento y a otro que debía dirigir el juicio oral en su contra. Con Alberto en la Casa Rosada está tranquila de que su “legado” perdurará. Lo dijo el Presidente hace unos días: “Todavía hay tareas pendientes de aquello que comenzamos con Néstor, continuó Cristina y que hoy me toca continuar a mí”.

Argentina tiene todo para ser una gran potencia, pero… algo le pasa. (El Mercurio)

Tamara Avetikian

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