¿Y qué hay de los carabineros?-Pilar Molina

¿Y qué hay de los carabineros?-Pilar Molina

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¿Por qué no logran impedir la violencia en las calles? Carabineros parece estar actuando solo para contener y defenderse. Cómo no, si hacerlo con mayor vigor acarrea graves consecuencias para ellos, por lo que tratan de evitar llegar al cuerpo a cuerpo, porque llegado ese momento, los delincuentes los superan en decenas, cientos y miles que los atacan en manada. El viernes pasado, por ejemplo, se enfrentaron a 3 o 4 mil violentistas que se desplazaron de la marcha “pacífica” en Baquedano para prenderle fuego a una universidad y se abocaron a saquear, incendiar y destruir en los alrededores (el dato es del general de la zona metropolitana Mauricio Rodríguez).

Parte del problema es que con el gobierno anterior se terminó con la inteligencia en Carabineros. Pero tampoco ayudan los jueces garantistas que sueltan de inmediato o dejan con arresto domiciliario a los vándalos de la calle, como ocurrió con uno de los que prendió fuego a la casona de la U. Pedro de Valdivia. Los magistrados no validan el actuar de la policía, exigiendo mayores pruebas, y por eso son pocos los en prisión por saqueos, entre los 500 que están prisión preventiva y los cerca de 12 mil detenidos desde el viernes 18.

También ayuda el INDH, que por suerte existe para proteger a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos desde el Estado, pero pareciera que tratan siempre con niños y jóvenes inocentes y sólo se concentran en el resultado del joven herido, sin siquiera considerar que la causa, como un saqueo masivo con destrucción de propiedad privada, puede y debiera terminar en el uso de la fuerza por parte de la autoridad.

La Fiscalía tampoco colabora. Lenta en encontrar a los autores de la destrucción de gran parte de la red del Metro después de tres semanas (sólo 3 formalizados) y muy ágil para formalizar a carabineros, a los cuales agrava el delito por tortura.

Todos hemos visto abusos de parte de la policía, pero los medios se solazan en repetir las escenas, sin buscar aclarar cómo se llegó a la situación, por ejemplo, en que le dan golpes a un grupo que va bajando por una escalera en Valparaíso. Hay varias versiones, como que participaron previamente en un saqueo, y ninguna es buena para los agredidos. Hay cero interés de la TV, en cambio, por encontrar de dónde vienen estas víctimas, qué hacían en el lugar, si se repiten los de algunas universidades como la Academia de Humanismo Cristiano, cuál es el prontuario de los que actúan con el lumpen y si son lumpen.

De acuerdo a la versión del INDH, más de 200 personas han perdido uno de sus ojos debido al impacto de balines y perdigones. El vicepresidente  del Colegio Médico, Patricio Meza, afirmó que el número de lesiones oftalmológicas “es algo lamentablemente histórico, es un récord mundial lamentable para nuestro país”. En verdad es una tragedia para esos jóvenes y para cualquiera, pero ¿se pregunta alguien por qué llegamos a una situación tal de récord mundial? ¿Será que en los otros países no se llega a un momento en que la única forma de los policías de defender su integridad física es disparando balines? ¿Se imagina alguien un policía francés pateado y apaleado por un grupo de manifestantes como lo hemos visto tantas veces? O ¿han visto alguna vez un uniformado inglés quemándose por molotovs lanzadas a su cuerpo, como ocurrió a dos carabineras esta semana que vimos incendiándose vivas? Ni hablemos del respeto reverencial al policía armado en Estados Unidos. En Chile sumamos, por ahora, 1.270 carabineros lesionados por esta violencia amparada detrás de la “legítima demanda social”. La cifra de los civiles, en cambio, no debe llegar a la mitad, incluyendo a los inocentes que pagan la cuenta por el caos urbano que crean los culpables.

La oposición acusa al Gobierno de haber convertido la crisis en una de orden público y de criminalizar la sociedad civil, como señalaron  en una carta a El Mercurio los presidentes  de la ex Nueva Mayoría y algunos partidos del Frente Amplio, restándose sólo el de la DC. Le imputan  ser el responsable de la violencia y del “estado de ingobernabilidad” en que nos encontramos. A su vez, le cortan las manos para reinstalar el orden público, disparándole a las nuevas medidas anunciadas la semana pasada para endurecer las penas a los delitos de encapuchados y de saqueo o la convocatoria al Cosena por parte del Presidente.  Y sin hacer nada para contener el orden público, sin aportar nada, se apoderan de la defensa de los derechos humanos. ¿Creerán en verdad que a La Moneda no le importan los derechos humanos? ¿Que el Presidente pidió a las Naciones Unidas y Humans Rights Watch enviar observadores y le da un amplio acceso a todos los lugares al INDH porque quiere víctimas? ¿Pensarán que Carabineros sale a disparar, que esa es la orden que reciben?

Mientras los rostros de TV se solazan promoviendo las protestas “pacíficas” (aunque no son autorizadas e interrumpen el tráfico y desenvolvimiento de la ciudad) y las víctimas en manos de los que cumplen con la ingrata tarea de combatir la barbarie, hay poca y nula consideración a estos hombres, también del pueblo chileno, que salen a la calle no a matar, sino que a protegernos (¿no surgió el Estado para darnos seguridad?). Y, salvo excepciones, la gran mayoría cumple el protocolo de Carabineros para el uso de la fuerza que fue actualizado en marzo pasado, de acuerdo a las observaciones que le hizo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Dentro del uso diferenciado y gradual de la fuerza, el uso de escopetas antimotines es el último de los recursos. El problema es que ninguno de los valientes que los juzga por disparar se atrevería a vivir la experiencia límite que los hizo apretar el gatillo.

Sería bueno que la TV ahondara en quiénes son esos miles que con alcohol y drogas en el cuerpo se transforman en lumpen para ir incendiando y destruyendo todo a su paso y tratar a los uniformados como a enemigos vitales. ¡Si los delincuentes son ellos! Y tampoco se oye hablar de qué papel está jugando el narcotráfico en organizar estas manifestaciones que terminan en violencia, si hay una estrategia de revuelta de parte del Partido Comunista y qué rol cumplen los comunistas y ex frentistas en la planificación de estas protestas que supone usar ciudadanos para propiciar la entrada vandálica de anarquistas y lumpen.

En vez de estar premiando a los uniformados que reciben bajos sueldos y cumplen jornadas agotadoras, los medios y políticos opositores buscan convertirlos en enemigos del pueblo. Pero la gente no es tonta, si la turba llegara a su casa, los llamaría para que fueran en su auxilio. Pero si restringimos la acción de carabineros a sólo defenderse, será muy difícil salir de esta crisis narco-lumpen-política. Ojalá que el anuncio de La Moneda ayer, que hará más restrictivo el uso de escopetas anti disturbios, no los obligue a dar un nuevo paso en perjuicio del orden público y en vez de defenderse de las turbas vandálicas pasen a eludirlas. (El Líbero)

Pilar Molina

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