Un pacto para el desarrollo-Claudio Hohmann

Un pacto para el desarrollo-Claudio Hohmann

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El martes pasado los centros de estudio Horizontal y Espacio Público presentaron “Un pacto para el desarrollo de Chile”, resultado del trabajo conjunto de un grupo expertos de diversas sensibilidades en torno a doce propuestas para “construir una sociedad desarrollada con una visión de prosperidad ampliamente compartida”.

Es el último de varios esfuerzos que se han realizado sobre esta materia, los que han involucrado el aporte de algunos de los economistas más connotados de la plaza. La mayoría de las iniciativas propuestas en estos afanes se orientan a reimpulsar el crecimiento económico, que hace poco más de una década perdió la centralidad y la preferencia en el desarrollo e implementación de las políticas públicas. Todos coinciden en cuáles son las medidas que requiere la economía chilena para volver a crecer a tasas elevadas. Se trata de uno de los consensos más nítidos que se han alcanzado en nuestro país desde que en la década de los noventa el país creciera sostenidamente a tasas superiores al 5% anual, un empuje extraordinario que se mantuvo en la década y media que siguió.

Cuando Niall Ferguson nos visitó hace once años -se cumplían seis meses del segundo gobierno de Michelle Bachelet- deslizó una frase premonitoria que causó escozor en las filas oficialistas de entonces: “Chile puede estar comenzando a ejercer su derecho a ser estúpido”. Pero el historiador escocés tenía más razón de la que el progresismo gobernante estaba dispuesto a reconocerle. La necedad de menospreciar el crecimiento, cuando no de deslumbrarse con el decrecimiento, ha sido uno de los disparates de política pública más trascendentes en que los que ha incurrido el país en tiempos recientes -el otro fue la reforma que puso fin el sistema binominal en 2014-.

Sin embargo, nada garantiza que el notable trabajo que han realizado los mejores centros de estudios del país vaya a ser internalizado por el sistema político, sobre todo cuando su alarmante fragmentación y el populismo campea entre nosotros. Lejos están los días cuando los mejores expertos de Cieplan o de Libertad y Desarrollo, ellos mismos autores de ideas de similar calidad y profundidad como las que ahora nutren las propuestas referidas, asumían posiciones de gobierno y en no pocos casos en lo alto de algún ministerio (Foxley, Arellano, Cortázar, Larroulet et al).

Sería todo un desperdicio y un desconsuelo mayor que el sólido consenso alcanzado respecto a las medidas que requiere la economía chilena para reencender los motores de la modernización capitalista se desdibujara y perdiera fuerza en el ejercicio del gobierno que asumirá en marzo próximo. Si, en cambio, se dispusiera a poner en marcha el pacto para el desarrollo que han vislumbrado y diseñado expertos de lado y lado, Chile podría -parafraseando a Ferguson- “estar comenzando a ejercer su derecho a ser un país desarrollado”. (El Líbero)

Claudio Hohmann