Esta semana se encuentra en Chile Rosa María Payá, la hija del destacado líder opositor cubano Oswaldo Payá, fallecido en 2012. Durante su estadía en nuestro país ha desarrollado una intensa agenda de reuniones con importantes líderes políticos, conversaciones con jóvenes universitarios y secundarios, así como pudo exponer en la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados.
Rosa María Payá ha adquirido un importante protagonismo al continuar la senda de su padre en oposición a la dictadura castrista. La joven de 28 años preside la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia y ha desarrollado un intenso activismo para denunciar la falta de libertad y las violaciones a los derechos humanos en la isla.
Pese a la distancia geográfica, Chile tiene importantes vínculos políticos e históricos con Cuba que perduran hasta hoy. Si bien siempre hemos tenido en común la cultura hispana, el lenguaje y la religión, nuestra relación se intensificó durante la segunda mitad del siglo XX, especialmente, luego de la “Revolución Cubana” en 1959.
Desde ese momento, los socialistas de todo el mundo pusieron sus ojos en la pequeña isla caribeña y siguieron atentos el desarrollo de un régimen marxista frente a las costas de Estados Unidos. Desde nuestro país se miró con interés el proceso revolucionario, que se convirtió en un referente para la izquierda chilena, que apoyó sistemáticamente la dictadura Fidel Castro. Si bien el Presidente Salvador Allende llegó al poder por la vía constitucional, eso no fue obstáculo para mostrar al régimen cubano como un modelo a seguir, y su líder fue invitado a nuestro país, donde fue recibido y homenajeado como un héroe por la izquierda durante varias semanas.
Más de medio siglo después, la dictadura cubana sobrevive en la persona de Raúl Castro, quien enfrenta la oposición de personas como Yoani Sánchez o de la propia Rosa María Payá. Por eso es de especial relevancia la visita a nuestro país de la joven disidente.
Primero, porque si bien pasan los años, aún existe entre nosotros una izquierda que admira a la dictadura castrista y pretende presentarla como un ejemplo a imitar. No por nada las diputadas comunistas Camila Vallejo y Karol Cariola señalaron que “las reflexiones de Fidel son luz y esperanza para Chile”. Especialmente llamativos son los argumentos de quienes promueven el modelo de educación o salud cubanos, destacando su carácter gratuito. La propia Payá recordó en una conversación con jóvenes chilenos que si bien los estudiantes no pagan mientras estudian en la isla, sí lo hacen a lo largo de su vida a través de salarios regulados por el Estado y careciendo de la libertad de trabajo, teniendo que desempeñarse en el área que el Gobierno estime conveniente.
Un segundo punto a destacar es la necesidad de líderes valientes que estén dispuestos a levantar la voz frente a las ideologías dominantes, en defensa de la dignidad y libertad de la persona humana. En ese sentido, recuerdo la actitud de Rosa María Payá en un foro de jóvenes en Panamá en el que fue duramente increpada por las Juventudes Comunistas locales. Con calma, pero también con decisión, ella respondió a sus adversarios con ideas y sin descalificaciones, con claridad y sin ambigüedades. Actitudes que en un mundo cada día más complejo se hacen de especial relevancia.
Por último, su visita también permite constatar al interior de nuestras fronteras las diferencias entre un amplio sector político del país —desde la centroderecha hasta gran parte de la izquierda democrática–, donde creemos y valoramos la democracia, y una izquierda más extrema que continúa respaldando a la dictadura cubana. La Presidenta Bachelet consideraba a Fidel Castro un ejemplo de dignidad y justicia, pero Rosa María Payá nos ha venido a recordar que es un símbolo de injusticia y represión. Felizmente, muchos chilenos la han recibido con los brazos abiertos y han solidarizado con esta emblemática opositora cubana. (El Líbero)
Julio Isamit, coordinador político de Republicanos