Putin, agente de los servicios de seguridad-Hernán Felipe Errázuriz

Putin, agente de los servicios de seguridad-Hernán Felipe Errázuriz

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El mundo está en suspenso sobre los próximos pasos de Vladimir Putin y el devenir de su gobierno.

Difícil anticipar el porvenir de Rusia cuando el principal protagonista es un agente de los servicios de seguridad, profesión que desempeñó por más de 15 años y marca para siempre. No es el primer funcionario de la KGB que lidera Rusia: lo fue Yuri Andropov, autor de otra invasión, a Afganistán, como lo ha sido Putin respecto de Ucrania, que descaradamente califica de “operación especial”.

Putin, como gran parte de los agentes secretos, está acostumbrado a desenvolverse cómodamente en siniestras maniobras, conspiraciones, falsedades, engaños, traiciones, corrupciones, chantajes, destitución y espionaje de amigos y enemigos.

Putin recurre con facilidad a malignas alianzas con oligarcas y delincuentes, como el amotinado Yevgueni Prigozhin, subcontratista, jefe de la organización paramilitar Wagner, paralela al ejército regular ruso, empresa dotada de mortífero armamento y decenas de miles de mercenarios, muchos reclutados en cárceles con la promesa de conmutarles sus penas. Allí no terminan los aliados informales de Putin; hay que sumar los provenientes de servicios de seguridad privados y de empresas públicas, municipios y provincias rusas, funcionarios y simpatizantes de la difunta Unión Soviética, afines y agentes pagados en el resto del mundo.

En su cometido de acumular poder, Putin, como otros profesionales de los servicios de inteligencia, no teme exponerse a elevados riesgos. Asume la extrema dificultad de mantener bajo control a sus operadores que funcionan al margen de la institucionalidad. Allí surge la doble vida, el doble juego, para gobernar y encubrir intervenciones que pretenden pasar desapercibidas, como los ataques cibernéticos, intentos de alterar las elecciones y decisiones en otros países, sus “operaciones especiales”.

Otro de sus recursos es atemorizar a los adversarios. Conocido es el incidente con Angela Merkel, temerosa de los perros, luego que en su juventud fuera mordida. Conocedor de esta debilidad de la Canciller, Putin, en reuniones en el Kremlin, dispuso la irrupción de perros gruñones para aterrorizarla. En esta línea, están sus constantes amenazas de invadir países vecinos y amedrentar con el eventual uso de armas nucleares “tácticas”, recientemente trasladadas a Bielorrusia, en la frontera con Ucrania.

Parece que las siniestras maniobras y alianzas que han permitido a Putin mantenerse en el poder por más de 23 años están conduciendo por ahora al debilitamiento y luego al derrumbamiento de su gobierno. Las instituciones rusas no pueden convivir indefinidamente, son finalmente incompatibles, con los oscuros procedimientos de Putin, un funcionario de los servicios de seguridad. (El Mercurio)

Hernán Felipe Errázuriz