El desfonde

El desfonde

Compartir

Bastó que un pequeño medio regional publicara una noticia sobre irregularidades en Antofagasta para que se iniciara todo…

El problema inicialmente se remontó a Democracia Viva. Y después vino lo que vino. Absurdas defensas corporativas, victimización de género y una patética conducción del presidente de RD.

Hasta ahí, era el problema de una fundación en una región…

Pero luego, cual caja de Pandora, escaparon todos los males del mundo que habían puesto los dioses.

Y han aparecido decenas de fundaciones, con trato directo —sin experiencia previa, con profunda militancia por el Apruebo y gran simpatía por el candidato Boric—, adjudicándose directamente sumas millonarias. Dinero que muy probablemente terminaron en maletines o, en el mejor de los casos, fueron usados para hacer “conversatorios”. Es que es una paradoja: está lleno de “conversatorios”. La mayoría probablemente no se hicieron, y los que se hicieron, probablemente no sirvieron de nada.

Lo primero es satisfacer las necesidades básicas, luego viene el resto, dice Platón en “La República”. Pues bien, la plata de Democracia Viva servía para construir 70 viviendas de emergencia, pero se usaron para una palangana, unos baldes y muchos conversatorios.

Pero había “una, dos, tres Democracia Viva”…

Fundaciones “sin fin de lucro”, pero cuyo lucro encubierto es a costa de los más pobres. Muchas nacidas hace pocos meses, muchas sin experiencia previa, muchas sin giro para adjudicarse lo que se adjudicaron. Todas con muchas afinidades políticas al Gobierno. Todas con profundas amistades.

Y es cierto, todos conocemos fundaciones que hacen una gran labor. Hay muchas otras, más desconocidas, pero sumamente serias. Pero las que han aparecido son simplemente “fundaciones callampa” que están vaciando el Estado y viviendo de los pobres. Fundaciones además que, como lo muestran sus redes sociales, tienen claras posturas políticas. Absurdo. Como si la Teletón hubiera llamado a votar Apruebo o Rechazo. Como si la Fundación las Rosas hubiera llamado a votar por Boric o Kast.

Como las callampas en el bosque invernal, aparecieron y aparecieron. Ayer, sin ir más lejos, nos enteramos de la fundación Comprometidos, cuyo giro era la “producción de películas” y que montó un remake de “La gran estafa” al reemplazar a Techo en la distribución de agua en un campamento en Atacama. Recibieron 128 millones directamente que no fueron suficientes, porque determinaron cobrarles a los pobladores 12 mil pesos mensuales, entregando un recibo comprado en un bazar. Por cierto, sus redes sociales son profundamente militantes y su presidente tiene grandes amistades políticas.

Así, un problema de un campamento de Antofagasta se ha transformado en un problema sistémico mayor. Pero el Gobierno y el propio Presidente Boric no logran conducir la crisis. Pasaron de la tesis del “descriterio” al “caiga quien caiga” y al “blindaje”. Todo en una misma semana.

Todavía no se logra dar una explicación del por qué el Minvu pasó, de asignar directamente el 16% de su presupuesto, al 46% en 2022. Porque es cierto que una autoridad podrá no saber lo que hace un forajido en un lugar del territorio, pero tiene la obligación de al menos ver los gráficos.

Es reconocida la trayectoria de Montes y su aporte al país. Pero las fundaciones callampa crecieron sin que se diera cuenta, habiendo él creado las condiciones para que ello ocurriera y permitiendo que los inescrupulosos pulularan por todos lados. Su responsabilidad política es total. Montes debe salir.

La crisis actual amenaza con desfondar al Gobierno, pero —sobre todo— a una generación política que venía a acabar con las “malas prácticas”. Obviamente no son todos, pero el daño es para todos. Sin examen de ADN.

Mientras tanto, la reforma tributaria está clínicamente muerta, porque pedir recursos adicionales con este nivel de malgasto se hace imposible.

Mientras tanto, los pobres siguen en condiciones míseras, aunque pudiendo acceder a conversatorios.

Mientras tanto, se alimentan las condiciones para que surja “el paladín del pueblo” que vendrá a poner orden (cuyos resultados, nos recuerda también Platón, terminan siempre mal).

Mientras tanto, la seriedad reputacional del país está al fondo del cajón.

Tal vez es bueno recordar que cuando Pandora atinó a cerrar la caja, solo quedaba en el fondo Elpis, el espíritu de la esperanza. El único bien que los dioses habían metido en ella. De ahí el dicho “la esperanza es lo último que se pierde”.

La pregunta es ¿la esperanza de quién? (El Mercurio)

Francisco José Covarrubias