Propaganda desatada

Propaganda desatada

Compartir

LO DEL documental de Bachelet no debiera sorprender a nadie. Recordemos los dos millones de dólares mensuales que gastaba Bachelet en imagen y comunicaciones durante su primer gobierno; los cuatro que se supone que derrocha Secom, también mensualmente, en esta nueva administración; los otros cuatro, también en dólares, destinados al “proceso constituyente” (el bestiario constitucional, su estreno); lo del “muro de la desinformación” que había que derribar (¿se acuerdan de eso?, era tema allá por octubre del 2015); el comic “Sofía Aprende con Todos” para promover la reforma educacional (enero 2015); el video sobre la reforma tributaria que se criticara por su odiosidad de clase (abril 2014), y así ad nauseam. Este gobierno no conoce otra manera de gobernar sino difundiendo propagandísticamente sus logros, metas y razón de ser.

Es que la izquierda, a diferencia de la derecha, es más eficaz en este plano y lo sabe. La derecha se quedó años pegada en la campaña del terror de 1964. La candidatura de Alessandri el 70 casi se derrumbó con lo de las “manos temblorosas” que la izquierda supo aprovechar. La propaganda de la dictadura -ni El Libro Blanco, ni Sergio Diez en la ONU contando cuentos sobre desaparecidos, ni tabloides que anunciaban que las “ratas” se habían matado entre ellas- nadie serio se la creyó. Mejor ni recordemos la franja del “Sí” el 88, un desastre de inmediato comparado con ese mundo feliz de “La Alegría Ya Viene” que tomó más de diez años en desacreditarse. Patricio Bañados se desembarcó un poco antes.

¿Por qué esta ineptitud crónica de la derecha? Un sinfín de razones lo explican, una en especial. Si la izquierda está en cruzada permanente, y le importa un cuesco los hechos (lleva más de cien años alucinada con la patraña aquella de que cada vez que le sacan la mugre es un “triunfo moral” para su causa), a la derecha, en cambio, le encanta verse a sí misma en son no ideológico, convencida de que solo existen hechos, eficiencia y resultados, todo lo cual es una chiva ideológica por supuesto. Piñera recorriendo el mundo con una cajita con piedras y el mensaje de los “33”, además de los infaltables “power points”, las banderas chilenas (una vez conté más de una docena), y las citas erróneas de Violeta Parra, era como para añorar a Germán Becker, a Miguel Littín y a Víctor Jara.

La derecha tiene vocación hegemónica desde comienzos del siglo XX (la época que Edwards Bello denominó “el tiempo gordinflón”). Siente que ya no tiene a nadie que persuadir (para qué si estamos espléndido), aunque sabemos últimamente que haciendo trampa, financiando a moros y cristianos (habiendo “consenso”, da igual). La izquierda, por su parte, tiene vocación religiosa de mártir. Nunca gana, ni cuando triunfa o es gobierno, eso cree. Se anda pasando películas de buenos y malos, se nutre de ellas, y eternamente hace oposición. Todo ello, además, en un país al que se le viene catequizando que es “la copia feliz del Edén”, ya perdí la cuenta, desde cuándo.

Dejar una respuesta