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Campaña de vacunación y estallido social-Patricio Navia

Aunque el gobierno del Presidente Piñera debe ser reconocido por el exitoso y temprano inicio de la campaña de vacunación masiva contra el Covid, es improbable que la opinión pública cambie la mala valoración que tiene del gobierno. Después de todo, en Chile se produjo un estallido social contra la desigualdad y la falta de oportunidades cuando el país estaba en su mayor punto de desarrollo histórico y la desigualdad alcanzaba sus niveles más bajos. Porque en octubre de 2019 los chilenos salieron a marchar porque sus expectativas eran mucho más altas que lo que el país entonces podía ofrecer, la exitosa campaña de vacunación que ya se lleva a cabo —que nos convierte en líderes en América Latina— no producirá un efecto masivo de optimismo. Los chilenos parecen dar por sentado que íbamos a ser los primeros en la región en vacunarnos. Por eso, aunque es innegable que el gobierno realizó una exitosa gestión para asegurar suficientes vacunas para todos los que la necesitan, muchos chilenos probablemente no reconocerán ese enorme esfuerzo. Igual que en octubre de 2019, los chilenos juzgarán más a partir de sus altas expectativas que de la realidad que pueden observar.

El inicio de la campaña de vacunación masiva contra el Covid-19 debiera ser un motivo de orgullo para el país. Chile lidera en América Latina en número de vacunados. La cantidad de personas que se vacunó el primer día (casi 1% de la población adulta del país) es una verdadera hazaña. Es verdad que nuestro país tiene solo 18 millones de personas, pero los países de similares niveles de desarrollo que son más poblados también tienen más infraestructura pública y más recursos brutos para adquirir más vacunas (menor precio por volumen). Aunque la campaña recién se inicia, la velocidad con que avanza es notable.

En Estados Unidos, que ya lleva 50 días vacunando personas, recién se superó el 10% de la población adulta. Es verdad que el gobierno del presidente Trump falló feamente en poner un funcionamiento una logística adecuada para llegar rápidamente con las vacunas a la mayor cantidad de personas. En las últimas dos semanas, el nuevo gobierno de presidente Biden ha apretado el acelerador para apurar la campaña de inoculación. La meta de Washington es que a fines de abril se llegue a 150 millones de personas vacunadas. Pero Estados Unidos es el país más poderoso del mundo y dos de las cinco vacunas que ya están circulando en el mundo son producidas por empresas estadounidenses.

Comparando con lo que han hecho otros países en el mundo, lo que está logrando Chile en materia de vacunación es simplemente notable. No solo lideramos en América Latina—por lejos—sino que también estamos entre los países OECD que más pronto han empezado a vacunar masivamente a su población.

Por esta razón, hay muchos que creen que la campaña de vacunación masiva será la oportunidad para que el presidente Piñera finalmente salga del pozo de rechazo a su gestión en que el que cayó con el estallido social y del que no ha podido salir. Después de todo, si el país lo ha hecho tan bien en la campaña masiva de inoculación, el gobierno debería llevarse los galardones.

Pero si algo nos enseñó el estallido social es que los chilenos no juzgan al gobierno por lo que hace bien o mal, sino por las altas expectativas que ellos tienen respecto a lo que el gobierno debiera hacer. Si bien el país ha vivido tres exitosas décadas en materia de desarrollo económico, inclusión social, reducción de la pobreza e incluso reducción de la desigualdad, los chilenos mayoritariamente sienten que no hemos avanzado lo suficiente. La gente ya no se compara con el Chile de hace 10 o 20 años, tampoco con el resto de América Latina. Nos comparamos con los países más desarrollados de la OECD. Eso hace que las expectativas sean especialmente altas y exigentes. Incluso en dimensiones donde el país lo ha hecho relativamente bien —como la campaña de vacunación masiva—, muchos se esmeran en encontrar objeciones. Desde los cuestionamientos a que Chile compró la vacuna china hasta los que reclaman por los criterios usados para determinar los grupos prioritarios, mucha gente opta por comparar a Chile con un modelo ideal que no existe en ninguna parte y no por realizar una comparación más justa y razonable con países en similar nivel de desarrollo y similar trayectoria histórica.

Por eso, aunque los simpatizantes del gobierno comprensiblemente esperen que el país premie al presidente Piñera por el excelente desempeño que ha tenido su administración en logran poner en marcha la campaña de vacunación masiva, no debiera sorprendernos que los chilenos juzguen al gobierno más a partir de sus exigentes expectativas que de la realidad. Aunque seamos líderes en América Latina —y el mundo— en vacunar masivamente a la población, cuando las expectativas están muy alejadas de la realidad, siempre termina reinando el descontento y la frustración. (El Líbero)

Patricio Navia

La mera disconformidad

Una parte de nuestra intelligentsia, hombres de letras se les llamaba antes, manifiesta desde antiguo una visión crítico-pesimista del país y sus capacidades. Así, la generación del Centenario —Mac-Iver, Palacios, Venegas, Encina y Pinochet, entre otros— fustigó a la sociedad e insistió en sus limitaciones. Su idea central era que Chile estaba en crisis. Según señaló uno de ellos: “se nota en el malestar que no es de cierta clase de personas ni de ciertas regiones del país, sino de todo el país y de la generalidad de los que lo habitan”. Generación de la denuncia, agregaría yo.

Con ocasión del segundo Centenario, y hasta hoy, ese debate continúa vivo, aunque con nuevos conceptos y metáforas. Subsiste en partes de la intelligentsia la idea del país en crisis, que exhibe fallas estructurales, posee una débil institucionalidad y en cualquier momento puede desplomarse o verse desbordado.

En cambio, la trayectoria de modernización de los últimos treinta años —que algunos sostienen no vale ni treinta pesos— es percibida, de nuevo, como fuente inagotable de malestares. Cualquier progreso estaría contaminado, distorsionado y se volvería en su contrario por obra de un perverso modelo (“neoliberal”) de desarrollo.

La democracia, por su lado, sería un régimen de falsa representación y carecería de legitimidad. En efecto, frente a su imagen utópica, donde el poder se pulveriza horizontalmente y manda un pueblo reconciliado consigo mismo, la democracia realmente existente resulta una parodia.

Tal visión desconoce la realidad. ¿Qué muestra el reporte publicado por The Economist en días pasados? Que Chile, junto con Uruguay, son las únicas “democracias plenas” de América Latina, entre 23 naciones así calificadas a nivel mundial. Considera procesos electorales y pluralismo, libertades civiles, funcionamiento del gobierno y cultura política. Estas dimensiones son evaluadas mediante unos 60 indicadores basados en el juicio de expertos y en encuestas de opinión. Los otros 144 países son calificados como de “democracia defectuosa”, “régimen híbrido” y “autoritarismo”.

Datos del Latinobarómetro (2021) agregan una visión dinámica: en Chile el apoyo a la democracia aumentó desde un 54% en 2016 a un 61% en 2020. Sin embargo, un 76% se siente insatisfecho con ella, 54% cree que tiene “grandes problemas” y la confianza en las instituciones públicas es ínfima: partidos políticos (7%), Parlamento (13%) Poder Judicial y Presidente de la República (ambas 16%) y gobierno (18%).

Sin duda, hay enormes retos por delante. Para abordarlos, de nada sirven las aspiraciones utópicas que desprecian, minusvalorando, las capacidades que el país posee. Aquella intelligentsia que se limita a flagelar a la sociedad solo confunde las cosas. En vez de la crítica que analiza, distingue valora y supera, prefiere la polémica, la controversia y la lucha de palabras. (El Mercurio)

José Joaquín Brunner

Coyuntura-Rolf Lüders

Rodrigo Cerda, el flamante ministro de Hacienda, definió temprano sus prioridades: ayuda a los afectados por la pandemia, reactivación y empleo, y la reforma al sistema de pensiones.

Para salir de la trampa de los países de ingreso medio en que Chile parece haber caído, se requiere de cambios económico-sociales importantes. Cabe destacar la reforma del Estado y las reformas a la salud y a la educación, las últimas para mejorar la calidad de esos servicios sin expandir indebidamente el gasto público.

Pero el que mucho abarca poco aprieta, y en estos momentos pareciera ser prudente centrarse en resolver los problemas coyunturales y limitar las reformas estructurales a la espera de los resultados de la Convención Constituyente. Ello no obsta para que se avance en cambios institucionales ya largamente debatidos, como por ejemplo la reforma a las pensiones.

En lo coyuntural el desafío consiste en aprovechar al máximo posible la capacidad instalada de producción, al mismo tiempo que incrementar la inversión en aquellos sectores en que las restricciones sanitarias no limiten la actividad. No cabe la menor duda que -para expectativas e incertidumbres dadas- el Poder Ejecutivo y el Banco Central aplicarán las políticas fiscales y monetarias más apropiadas.

Si bien el pesimismo de los empresarios se ha reducido significativamente y están en una posición neutral (Índice de Confianza Empresarial, UDD, diciembre 2020), los consumidores están muy pesimistas (Índice de Percepción del Consumidor, UDD, diciembre 2020), y la incertidumbre reinante se mantiene a niveles extremadamente elevados, más de tres veces aquellos de comienzos de siglo (Índice de Incertidumbre Económica, Clapes UC, enero 2021).

¿Qué se puede hacer para mejorar esas expectativas y reducir esas incertidumbres? Me parece que no mucho. El comportamiento de la pandemia tiene una evolución relativamente impredecible y el cambio constitucional -que puede ser un instrumento útil para acercar posiciones ciudadanas en materias socio-económicas-, por el momento solo es fuente de incertidumbre.

Por lo anterior y para incentivar la inversión, Alfonso Swett, ex presidente de la CPC, ha propuesto otorgarle invariabilidad a las reglas tributarias, laborales y ambientales de aquellas inversiones que se inicien durante estos dos años de debate constitucional. Esta proposición, me parece que políticamente poco viable, probablemente tenga efectos menores por las características del actual clima de incertidumbre institucional. En cambio, el mayor precio del cobre y un menor gasto fiscal que el anticipado, han generado un espacio para aumentar la inversión pública en proyectos intensivos en mano de obra, que podría constituir una verdadera inyección a la vena para la reactivación y para la creación de empleos. (La Tercera)

Rolf Lüders

18-O e inercia política

El 18-0 hizo trizas la complacencia predominante en el sistema político y, tras pocos días, la idea de la imposibilidad de sustituir la Constitución del 80. El acuerdo del 15-N canalizó la demanda ciudadana hacia el proceso constituyente. La conmoción duró poco en la derecha, que rápidamente volvió a atrincherarse en sus convicciones. Pese a la fortaleza fiscal del país, el gobierno retrasó largamente la aprobación de paquetes de ayuda a los afectados por la pandemia. Solo tras grandes presiones, se acordó un IFE de solo 100 mil pesos, ejecutado con una demora insensible a la emergencia, por los filtros propios de su focalización. No pasó mucho tiempo antes de que la ciudanía hablara de nuevo, e impusiera los dos retiros de fondos previsionales. Pese a esta clara manifestación de voluntad, la moderada reforma previsional propuesta por la oposición se estancó, por el pertinaz rechazo de la derecha a aceptar que los 6 puntos del aporte patronal fueran a un fondo colectivo.

La ciudadanía ya aprobó elaborar una nueva Constitución mediante una Convención Constitucional sin parlamentarios, evidenciando la radicalidad de la demanda transformadora en el país. Sin embargo, las propuestas programáticas llevan el sello de lo que Noam Titelman denomina el extremismo del centro. La retórica del amplio espectro político partidario, hasta ahora, es “mortalmente semejante”. Todo ello pese a que diversos investigadores insisten en llamar la atención sobre el “regreso del baile de los que sobran”, la imposibilidad de los egresados de la educación superior de alcanzar la situación de las clases medias y la “disconformidad subjetiva, un no poder hallarse a sí mismos en las reglas del juego que les hicieron jugar”, “nos invitaron a ser individuos y seguimos siendo masa”. (Manuel Canales). Kathya Araujo, por su parte, constata la transformación del malestar en rabia, la demanda de un nuevo trato, la exigencia de autonomía, la irritación frente a que el 1% capta el 30% del ingreso.

Así, una modificación menor del modelo de crecimiento no permitirá absorber a los nuevos profesionales. Pequeños ajustes no terminarán con la mediocridad del sistema universitario y la distribución estamental de las posiciones laborales. Un sistema previsional con las AFP y el lucro como columna vertebral no terminará con las malas pensiones. Vacilar, en vez de afirmar la necesidad de superar el neoliberalismo, será insuficiente para interpelar a una población desafectada del sistema político, que se ilusionó con el apruebo, pero que observa una retórica vacía. Una nueva Constitución que reafirme la insensibilidad e incapacidad del sistema político para dar respuesta a la ciudadanía, junto a un sistema partidario divorciado de la sociedad civil, potenciarán el descontento a un nivel insospechado e insostenible. (La Tercera)

Eugenio Rivera

Pandemia y (des)confianza

Después de un año en pandemia, 2 millones de personas han fallecido por su causa y más de 100 millones han sido empujadas a la extrema pobreza. Y algunos de sus efectos económicos podrían extenderse más allá de las vacunas, por ejemplo, mediante una reducción promedio del 25% en el sueldo acumulado para la generación que hoy inicia su vida laboral, y una mayor prevalencia de enfermedades mentales, con incrementos de las tasas de suicidio y alcoholismo.

Pero estas consecuencias no golpean con la misma intensidad a todos. Países tan distintos como China, Corea del Sur, Dinamarca, Finlandia, Japón y Noruega han logrado manejar la crisis con mayor éxito, mitigando sus efectos sanitarios y económicos.

Una explicación posible es que estos países comparten niveles de confianza interpersonales e institucionales mayores que el resto. De hecho, en todos ellos la mitad o más consideran que la mayoría es confiable. En cambio, en Brasil solo 6,2% lo piensa; y en Chile, España y Francia, un 17%, 28% y 22% lo hace, respectivamente.

La confianza importa porque permite que un gobierno implemente políticas con menos recursos, debido a que los ciudadanos aceptan más sus consejos y respetan más las normas vigentes. Esto ayuda a ensayar distintas medidas, ajustándolas oportunamente cuando no generan los resultados esperados. Si la desconfianza predomina, sin embargo, los ciudadanos cuestionan en exceso y se rebelan ante las decisiones adoptadas por la autoridad central. Japón es un buen ejemplo de lo primero, logrando aplicar menos testeos y confinamientos masivos, pero con recomendaciones paliativas respetadas por los ciudadanos, como el uso de mascarillas, distanciamiento social y reuniones muy pequeñas. Brasil y España ilustran lo segundo.

Así, en lo inmediato, mientras se implementa el proceso masivo de inoculación en Chile, se debería fortalecer la confianza. Para ello, la autoridad debe actuar con cautela, ciñéndose estrictamente a la evidencia científica y promoviendo solo aquellas medidas que puedan ser aplicadas con certeza. En cambio, políticas extremas, como los confinamientos indiscriminados, que enferman en exceso a la economía y sacrifican irremediablemente la educación de los niños, además de forzar distanciamiento social que dificulta la reconexión con los demás —clave para superar el trauma—, tienden a debilitar la cohesión social.

Para lo que venga después, también la estrategia debería contemplar un trabajo incluso más ambicioso para fortalecer la confianza. Esta exige reconstruir la economía, partiendo por los grupos más afectados, como las mujeres —cuya participación laboral retrocedió al nivel de hace una década— y las pymes. Y asumir un proyecto que incluya reeditar la política de los acuerdos, que cimentó las décadas con mayor progreso social en nuestra historia; empezar, más allá del discurso, una profunda transformación del Estado tanto para mejorar la calidad de sus servicios como para reducir su captura regulatoria, la corrupción y la falta de meritocracia en el proceso de contrataciones y ascensos; impulsar una mayor competencia en todos los sectores; perfeccionar el mercado laboral, mediante el fomento de la capacitación y la flexibilidad, para complementar el trabajo y las nuevas tecnologías, y potenciar el seguro de cesantía y eliminar las indemnizaciones por años de servicio, reduciendo la jornada laboral, pero redefiniéndola mensualmente en vez de por semana, además de contar con salarios por hora; y un esfuerzo coordinado entre el sector público y los privados, al menos para la provisión de salud y educación de calidad, emulando a Europa.

Hasta aquí, hemos contrastado al Estado y al mercado; hemos permitido un debate en el que es habitual buscar la captura de las reformas para nuestro propio beneficio, transformando el objetivo público en privado; hemos optado por no profesionalizar nuestras instituciones, evitando mejorar la calidad de vida en sociedad. Y ahora, la pandemia nos recuerda, con la crudeza de una crisis humanitaria, que el desarrollo solo se alcanza si nos orientamos en pos de un objetivo común. Pero ello, sin confianza, no será posible.

Felipe Balmaceda
Economía – Universidad Diego Portales

Raphael Bergoeing
Ingeniería – Universidad De Chile

Apuesta por los pueblos originarios

Apuesto por los pueblos originarios. Harán un gran aporte al país y al proceso constituyente en particular. Miro de reojo a quienes digan lo contrario. Los anoto en una libretita. Hasta ahora me ha llamado la atención que el país no haya caído suficientemente en la cuenta de la importancia del reconocimiento que se ha hecho de los pueblos quechua, aimara, rapa nui, atacameño, chango, yagán, colla, kaweskar, diaguita y mapuche, incorporándolos al proceso constituyente.

A muchos esta parecerá una concesión obligada a tiempos de pluralismo o un modo de conjurar la rebelión en La Araucanía. Pero quienes piensen que estas han de ser las razones para hacer un espacio a estos pueblos, estarán en un error. Por cierto, es obvio que no comenzarán a existir desde ahora, pero el reconocimiento de su realidad y dignidad hará posible el despliegue de una riqueza negada.

Nuestros pueblos originarios no pueden ahora ser objeto de un beneficio. Son sujetos. Tratarlos como si fueran meros destinatarios del favor del Estado, constituye otro acto más de atropello de su honor. No son objetos que se usan y desechan dependiendo de la ventaja que devenguen. Solo vale para ellos un reconocimiento auténtico, uno que los considere nación y les devuelva la autonomía que alguna vez les quitaron, al menos en los términos en que lo han hecho otros países multinacionales.

Estos hermanos y hermanas nuestros nos enseñarán a luchar, a resistir y a adaptarnos. Ellos y ellas son capaces de enamorarse de otras maneras. Su medicina es holística, hondamente humana y terrena. Los ingenios que tengan para reconciliarse habría que conocerlos. Puedo suponer que saben oler olores, oír sonidos, gustar con la lengua y sentir la cercanía de los demás como no lo hacemos el resto de los chilenos. Sí sé que se saben pertenecientes a un cosmos que les ama y que respetan, pues la suya es una gran mística del cuidado. Sus espiritualidades, estoy seguro, enriquecerán nuestros estilos de vida agostados ya de tanto consumismo. Si alguien duda que tengan alma humana, saco mi libretita y averiguo el nombre de su profesor de religión.

En la medida que los chilenos y estos pueblos bajen las defensas y avancen en los reconocimientos, Chile hará espacio a fusiones culturales mayores que las que ya se han dado, las violentas para hacernos peores, y las pacíficas, mejores. De síntesis culturales depende el futuro del país mucho más que de las alzas del PIB. Por de pronto, los cristianos y cristianas que pasen por el bautismo de estas versiones de humanidad, saldrán más parecidos al Jesús humilde que conversaba y aprendía de todos.

De momento, mi apuesta es por el aporte de los pueblos originarios al proceso constituyente. Algo me dice que ellos pondrán color, empatía, küme mogen, oxígeno, escucha, piel, humildad, ideas nuevas, originalidad, deseos de levantar un país amistoso, defensor de la naturaleza y atento para desenmascarar los mecanismos de invisibilización.

Tal vez ellos, al igual que yo, no sepan a ciencia cierta qué le conviene a Chile, si un régimen presidencialista, semi-presidencialista, presidencialista atenuado o parlamentario. Pero, como muchos de los demás, agradecerán una explicación de estas diferencias para sumarse a la mejor alternativa. Solo los ignorantes aprendemos. ¿Quién está en condiciones de saber qué Constitución le conviene al país saltándose las discusiones por venir? Si alguno levanta la mano, saco la libretita y pregunto por sus preferencias partidarias. En cualquiera de las sesiones de las comisiones que se creen, se necesitará gente de buen corazón que ponga humor y humanidad, ingredientes indispensables para facilitar los acuerdos. Una Constitución representativa se conseguirá con amor, dirá Martha Nussbaum.

Mi apuesta es un acto de fe en sentido estricto. Apuesto, intuyo, creo que estos pueblos y los demás constituyentes redactarán la Constitución que el país necesita. Lo creo, pero también tengo razones para imaginarlo, porque no estamos en cero. El mestizaje constituyó a Chile. En cambio, el puritanismo, el desconocimiento del origen, la negación de las diferencias, el despojo y la mirada en menos de los pueblos humildes, lo destruye. Si existe Dios, creo que cree en los pueblos originarios y espera mucho de ellos. (El Mostrador)

Jorge Costadoat

EE.UU.: Senado aprueba presupuesto que permite avance de ayuda de Biden

El Senado de Estados Unidos aprobó el viernes temprano un plan presupuestario que permitiría en las próximas semanas la aprobación del paquete de ayuda por el COVID-19 propuesto por el presidente Joe Biden por US$ 1,9 billones sin el apoyo republicano.

La vicepresidenta Kamala Harris rompió un empate de 50-50 al emitir un voto a favor de la medida demócrata, con lo que el proyecto se enviará a la Cámara de Representantes para su aprobación final.

Aún falta elaborar y aprobar una legislación separada y más detallada para avanzar el proyecto de ley de alivio del coronavirus del mandatario, lo que también podría dar más tiempo para las negociaciones con los republicanos. (DF Reuters)

Suspenden doble pensión vitalicia de C. Kirchner por US$ 21.700 mensuales

La Justicia argentina suspendió este jueves (04.02.2021) la resolución que habilitaba a la expresidenta y actual vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, a cobrar una doble pensión vitalicia: la suya como exmandataria y otra en carácter de viuda por el fallecimiento de su esposo, el también expresidente Néstor Kirchner.

En un breve fallo publicado hoy por el Poder Judicial, el juez federal subrogante Ezequiel Pérez Nami, perteneciente al Juzgado N° 10 del fuero de la Seguridad Social, accedió a tres recursos de apelación contra la sentencia mediante la que, a finales del año pasado, permitía a Cristina Fernández (2007-2015) cobrar esas dos prestaciones de forma simultánea.

Una de las apelaciones procedía de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), mientras que las otras dos fueron formuladas por legisladores de la oposición.

«Concédase libremente los recursos de apelación interpuestos, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 243 del CPCCN (Código Procesal Civil y Comercial de la Nación)», detalló el juez Pérez Nami en el fallo.

Con esta decisión, Fernández cobrará una única pensión hasta que la Cámara Nacional de la Seguridad Social tome una posición definitiva acerca de esta cuestión.

La exmandataria obtuvo en diciembre de 2010 una pensión no contributiva por la muerte de su esposo de un paro cardiaco, un beneficio considerado Asignación Mensual Vitalicia para expresidentes que le correspondía por ser la viuda de un primer mandatario (2003-2007).

Cinco años más tarde, al finalizar su segundo mandato, Fernández comenzó a cobrar otra pensión vitalicia, esta vez por haber sido presidenta.

COBRABA US$ 21.700 MENSUALES

Según trascendió entonces, la expresidenta cobraba unos 330.000 pesos (unos 21.700 dólares en ese momento, 3.753,95 actuales) mensuales antes de impuestos por su jubilación vitalicia como exmandataria y por viudez.

En 2016, la expresidenta inició una demanda después de que el Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) emitiera una resolución que obligaba a elegir una única pensión vitalicia.

En su recurso, la entonces senadora alegaba que la Administración «no tenía competencia para suspender los efectos de un acto firme y consentido» y consideraba que había «derechos subjetivos a su favor que no pueden ser revocados, modificados o sustituidos en sede administrativa».

Así, Fernández reclamó la devolución de la pensión por la muerte del exmandatario Néstor Kirchner, así como las cantidades retenidas en concepto de impuesto a las ganancias.

El propio juez Pérez Nami dio la razón a la expresidenta en diciembre del 2020 y le permitió cobrar nuevamente las dos pensiones, decisión que tras el fallo publicado hoy queda suspendida. (DW)

CGE se someterá a «Procedimiento Voluntario Colectivo» de compensación

La Compañía General de Electricidad (CGE) anunció que se someterá al Procedimiento Voluntario Colectivo de compensación a clientes que se hayan visto afectados por las interrupciones del suministro eléctrico en la zona Centro-Sur del país.

Al respecto, Iván Quezada, gerente general de CGE, señaló que «lamentamos la situación que produjo este inusual sistema frontal a nuestros clientes, un grupo de los cuales tuvo interrupciones de suministro eléctrico por varias horas».

«Por ello, hemos decidido someternos a una mediación colectiva voluntaria, a través del Sernac, con el objetivo de ofrecer una solución a favor de los clientes afectados por estas interrupciones», indicó.

De este modo, el recurso presentado por el Servicio Nacional del Consumidor le exige a la empresa que ofrezca soluciones expeditas, completas y transparentes para quienes se hayan visto afectados en la continuidad del servicio público eléctrico entre el viernes 29 de enero y lunes 01 de febrero, producto del sistema frontal.

El ejecutivo señaló que, de forma paralela, y de acuerdo con los objetivos de la compañía, esta seguirá fortaleciendo su plan continuo de inversiones.

En 2020, CGE invirtió más de $86 mil millones, principalmente, en labores de continuidad y mejora de la calidad del servicio de sus clientes y para 2021, esta llegaría a los $137 mil millones en el segmento de distribución.

Estos recursos se destinarían nuevamente, en su gran mayoría, a potenciar los importantes trabajos que se realizan en la continuidad del suministro y la calidad de servicio.(Emol)

Biden anuncia el regreso de EE.UU. a su política exterior de Estado

El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció este jueves una suspensión de la retirada de las tropas de su país de Alemania y el cese del apoyo a la ofensiva liderada por Arabia Saudí en Yemen, dentro las medidas que está adoptando para revocar las políticas de su antecesor, Donald Trump.

Tras dos semanas en el poder, Biden y su vicepresidenta, Kamala Harris se desplazaron hasta el Departamento de Estado para mostrar que su gobierno considera la diplomacia como una prioridad, dando a conocer los ejes de su política exterior.

En lo que viene siendo la tónica de sus intervenciones desde que fue investido el pasado 20 de enero, el Mandatario demócrata anunció una vuelta de EE.UU. a su política exterior tradicional, es decir, a la colaboración con sus aliados de toda la vida, y a los organismos y tratados internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Acuerdo del Clima de París, de los que Trump había retirado al país.

«Como dije en mi discurso de investidura, repararemos nuestras alianzas y nos implicaremos en el mundo de nuevo, no para responder a los desafíos de ayer, sino a los de hoy y de mañana», dijo.

En cuanto a medidas concretas, Biden informó la paralización del repliegue de las tropas de EE.UU. de Alemania, decidida por Donald Trump. «Para comenzar -apuntó-, el secretario de Defensa Lloyd Austin liderará una revisión global de las posiciones de nuestras fuerzas para que nuestra presencia militar esté alineada adecuadamente con nuestras prioridades de política internacional y seguridad nacional». «Y mientras esta revisión se desarrolla, detendremos cualquier plan de retirada de tropas de Alemania», afirmó Biden.

Trump informó a mediados de junio de su intención de reducir el número de tropas estadounidenses en Alemania, en represalia por lo que consideraba el insuficiente gasto en defensa por parte de Berlín y por, a su juicio, aprovecharse de EE.UU. en cuestiones comerciales.

Fuera de Europa, en Oriente Medio, Biden adelantó que va a aumentar la diplomacia para acabar con el conflicto en Yemen, «una guerra que ha creado una catástrofe humanitaria estratégica».

En ese sentido, ha pedido a su equipo que asegure el apoyo de la ONU para liderar una iniciativa para imponer un alto el fuego y anunció la designación de un enviado especial para Yemen, que será el diplomático Timothy Lenderking.

«Y para subrayar este compromiso, vamos a acabar con todo el respaldo estadounidense a las operaciones ofensivas en la guerra del Yemen, incluyendo las ventas relevantes de armas», apuntó.

Sin embargo, para aplacar la posible inquietud de Arabia Saudí, aliado de Washington en la región y que ha liderado la ofensiva contra los rebeldes hutíes en el Yemen desde 2015, que están apoyados por Irán, Biden aseguró que EE.UU. seguirá ayudando a «defender su soberanía e integridad territorial«, al recordar que afronta ataques con misiles y otras amenazas por parte de fuerzas proiraníes en distintos países.

ENFRENTAR EL «AUTORITARISMO» DE CHINA Y RUSIA

«El liderazgo estadounidense debe estar a la altura de este nuevo momento de avance del autoritarismo, incluyendo las ambiciones crecientes de China para rivalizar con EE.UU. y la determinación de Rusia de perjudicar y alterar nuestra democracia«, aseguró Biden durante su alocución.

Sobre Moscú, recordó el acuerdo anunciado para extender por cinco años el tratado Nuevo Start, que limita el número de armas nucleares estratégicas y que expiraba este viernes.

«Al mismo tiempo le dejé claro al presidente Vladímir Putin de una manera muy diferente a la de mi predecesor que los días en que EE.UU. se rendía ante las acciones agresivas de Rusia interfiriendo en nuestras elecciones, ciberataques y envenenando a ciudadanos se han acabado», avisó el Presidente, quien mencionó el caso del opositor ruso Alexéi Navalni, quien «debería ser liberado de inmediato sin condiciones«.

Sobre China, advirtió de que Washington no permitirá «abusos económicos» ni ataques contra los derechos humanos, la propiedad intelectual y la gobernanza global: Aunque «estamos preparados para trabajar con Pekín, cuando sea en interés de EE.UU.», reconoció.

«Liderar con la diplomacia significa trabajar codo a codo con nuestros aliados y socios clave de nuevo (…) Al liderar con diplomacia, también debemos trabajar con nuestros adversarios y competidores de forma diplomática, cuando esté en nuestro interés y en el de la mejora de seguridad del pueblo estadounidense», aseguró el Mandatario.

CAMBIOS EN ADMISIONES DE REFUGIADOS

En un nuevo giro de 180 grados respecto a las políticas de Trump, Biden va a aumentar hasta 125.000 la cuota anual de refugiados que el país admite, después de que durante el mandato de su antecesor, ese cupo alcanzará mínimos.

«Hoy voy a aprobar una orden ejecutiva para comenzar el duro trabajo de restaurar nuestro programa de admisiones de refugiados para contribuir a responder a una necesidad global sin precedentes», destacó.

«Esta orden -agregó- nos pondrá en una posición en la que podremos aumentar las admisiones de refugiados hasta 125.000 personas para el primer año fiscal completo de la Administración Biden-Harris (en referencia a la vicepresidenta Kamala Harris)».

A finales de octubre Trump fijó en 15.000 la cuota de refugiados para el año fiscal 2021 (entre el 1 de octubre de 2020 y el 30 de septiembre de 2021), la más baja desde que entró en vigor en 1980 la ley que regula este amparo.

«Estados Unidos ha vuelto. La diplomacia está en el centro de nuestra política exterior», señaló Joe Biden al finalizar su discurso, resumiendo la línea que seguirá su gobierno en las relaciones de Estados Unidos con el mundo. (Emol AFP-EFE)