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Coloma anuncia rápido proyecto para cambiar “tomas no violentas” en Ley de Usurpaciones

La mañana de este jueves, el presidente del Senado, Juan Antonio Coloma (UDI), se refirió a lo ocurrido ayer en el Congreso, donde la sala de la Cámara Alta despachó a la Cámara de Diputados trece de los catorce vetos que el Presidente Gabriel Boric envió al Congreso para intentar corregir la Ley de Usurpaciones.

El único veto que fue rechazado fue uno que suprimía la pena de presidio a las tomas “no violentas”, sin embargo, el gobierno igualmente logró imponer sus términos, por facultades que le otorga la constitución al jefe de Estado.

De esa forma, el Ejecutivo logró su objetivo de suprimir las penas de cárcel para tomas sin violencia física ni verbal, esto luego que la oposición no contara con los votos suficientes para insistir en que se consideren penas más estrictas en ese punto.

Bajo ese escenario, Coloma, en conversación con radio Agricultura, señaló que Chile Vamos presentará “al día siguiente de publicar la ley” un proyecto de modificación al punto que alude a las usurpaciones no violentas.

“Este proyecto va a la Cámara de Diputados, debería despacharse en 15 días más y con eso pasa a ser Ley, una vez que se publica la ley, nosotros transversalmente [como] Chile Vamos vamos a presentar el día siguiente de publicar la ley esta modificación y esperamos volver a insistir en un punto”, indicó el senador.

En esa línea, señaló que el sector contaría con “todos los votos en el Senado y espero en la Cámara de Diputados para hacerlo, y espero en este caso el gobierno no insista en la misma decisión de vetar. Vamos a tomar otras medidas adicionales para tratar de evitarlo”.

No obstante, el parlamentario aseguró sentirse “feliz de que se haya aprobado esto”, eso sí, señaló que, si bien “salió bien, pudo haber salido mucho mejor y por eso nosotros no vamos a desistir en incorporar esa sanción mayor, porque creemos que la usurpación es un delito muy grave en Chile”. (La Tercera)

Economía de EE.UU. anota un sólido crecimiento de 4,9% en el tercer trimestre

La economía estadounidense sorprendió y creció al ritmo más rápido en casi dos años en el tercer trimestre de 2023, impulsada por un aumento en el gasto de los consumidores.

El Producto Interno Bruto (PIB) se aceleró a una tasa anualizada del 4,9%, más del doble del ritmo del segundo trimestre, según la estimación preliminar del gobierno estadounidense este jueves.

El principal motor de crecimiento de la economía, el gasto personal, aumentó un 4%, también el mayor aumento desde 2021.

Mientras tanto, una medida de la inflación subyacente que se sigue de cerca se enfrió al ritmo más lento desde 2020.

La mayor economía del mundo se ha mantenido firme frente a los altos precios y un rápido aumento de los costos de endeudamiento, eclipsando repetidamente las expectativas de los pronosticadores y atenuando los temores de recesión.

El principal impulsor de esa resiliencia es la fortaleza duradera del mercado laboral, que continúa impulsando la demanda de los hogares.

De cara al futuro, la durabilidad del impulso económico en el cuarto trimestre ayudará a los funcionarios de la Reserva Federal a determinar si deben volver a subir las tasas de interés.

Muchos economistas esperan que el crecimiento se desacelere en los últimos meses del año a medida que los costos de endeudamiento limiten las compras de artículos costosos y se reanuden los pagos de préstamos estudiantiles.

Pero si la demanda se mantiene sólida, se corre el riesgo de mantener la inflación por encima del objetivo del 2% del Banco Central y puede justificar una política monetaria más estricta.

En la reunión de la próxima semana, se espera que los responsables de las políticas dejen sin cambios la tasa de interés de referencia, y algunos señalan el rápido aumento en los costos de endeudamiento gubernamental como una razón para ser cautelosos.

El rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años subió por encima del 5% a principios de esta semana por primera vez en 16 años.

«Dadas las incertidumbres y los riesgos, y lo lejos que hemos llegado, el comité está procediendo con cuidado», dijo la semana pasada el presidente de la Fed, Jerome Powell, refiriéndose al Comité Federal de Mercado Abierto que fija las tasas del banco central. Hasta ahora, los datos sugieren que la inflación continúa disipándose.

El índice de precios de gastos de consumo personal, que se sigue de cerca y que excluye los costos de alimentos y energía, bajó a un ritmo de 2,4% en el tercer trimestre. Incluyendo esas categorías más volátiles, el índice de precios PCE general aumentó un 2,9%. (Emol-Bloomberg)

La Araucanía: banda armada quema dos bodegas y mujer debió huir con sus hijos

Un nuevo atentado incendiario se registró en La Araucanía, donde un grupo de desconocidos quemaron dos bodegas. La víctima tuvo que huir del lugar con sus hijos.

El hecho ocurrió en la ruta R-90-P a la altura del kilómetro 15, según reportó el Ministerio Público, en el sector Santo Domingo, en Capitán Pastene, Lumaco, lugar en donde una mujer escuchó a eso de las 00.00 horas gritos y disparos a las afueras de su domicilio.

Al percatarse de la presencia de un número indeterminado de sujetos desconocidos, la víctima entró en pánico y huyó del lugar con sus hijos hacia un hostal cercano.

En paralelo, los delincuentes quemaron dos bodegas del sitio, las que eran utilizadas para guardar madera y herramientas.

Más tarde, otra mujer llegó hasta una unidad policial acusando que había recibido un llamado de su hermana, quien le alertaba del atentado incendiario.

Tras esto, personal de Control de Orden Público (COP) de Carabineros, junto con voluntarios de Bomberos, se constituyó en el lugar verificando la situación y aisló el sitio del suceso.

No se encontraron lienzos adjudicatarios de la agresión y tampoco hubo personas lesionada.

La fiscalía de Primeras Diligencias dispuso la concurrencia de personal del OS9 y Labocar de Carabineros para que realice las diligencias investigativas.

Todo esto ocurre horas previas a la visita del el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, a Temuco, donde encabezará el Comité Técnico del Programa de Apoyo de Víctimas de Violencia Rural. (Emol)

El lunes pleno del Consejo vota el nuevo texto constitucional como un todo

El proceso de redacción de la nueva propuesta constitucional se encuentra en una de sus etapas finales, ya que el primer borrador elaborado por las comisiones y discutido y aprobado por el pleno del Consejo Constitucional fue derivado al Comité de Expertos, estos entregaron sus modificaciones, las que fueron aprobadas por una comisión mixta compuesta por 12 personas.

El pleno del Consejo Constitucional votará el lunes el texto como unidad, es decir, se aprobará rechazará el texto completo, sin posibilidad de ingresar nuevos cambios.

Se espera que la jornada del lunes dure unas siete horas, ya que cada consejero tiene seis minutos para hablar antes de expresar su voto, esto sumados a los “breaks” programados para el día.

La votación está relativamente cerrada, ya que su aprobación debe ser por tres quintos del pleno, es decir, 30 consejeros. Cabe recordar que el Partido Republicano tiene 22 votos y que el resto de Chile Vamos cuenta con 11 más.

A pesar de que cada partido opositor aún no toma una decisión oficial, entre los consejeros han dicho que el texto es de su gusto, al contrario que el oficialismo, quien acusa falta de consenso y retroceso de derechos, por lo que la aprobación sería inminente.

Tras esto, de ser aprobado, será la ciudadanía la que elija en un plebiscito programado para el 17 de diciembre, quien decida si se cambia la Constitución de 1980 o el país se comienza a regir por una nueva carta magna. (ADN)

Lea el texto completo a continuación:

¡Leerlo!

Falta sólo la aprobación final del Consejo Constitucional al proyecto de Constitución -que debiera darse en los próximos días-, para que exista el texto oficial que se someterá a la aprobación de la ciudadanía en el plebiscito del 17 de diciembre.

No faltan, como sabemos, juicios lapidarios que llaman al rechazo del proyecto, provenientes de sectores extremos tanto de la derecha como de la izquierda. «Estado social significa socialismo o es el camino al comunismo», dicen los primeros, mientras que los otros califican el proyecto de «retrógrado, un retroceso constitucional que impide la satisfacción de los derechos sociales».

Frente a semejantes juicios quiero formular una invitación simple: leer el proyecto. Reconozco que no es una tarea fácil y que requiere esfuerzo, pues la extensión del texto -más de doscientos artículos- y el carácter minucioso de algunos preceptos, exige paciencia. Pero, para facilitar el empeño quiero limitar la invitación -por ahora- a leer sólo los dos primeros capítulos del proyecto: el primero, Fundamentos del Orden Constitucional, y el segundo: Derechos y Libertades Fundamentales. Garantías y Deberes Constitucionales.

El contenido de estos capítulos interesa a todos y el lenguaje con que están escritos facilita su comprensión, lo que no ocurre siempre con la parte orgánica de la Constitución, aquella dedicada a los poderes y órganos del Estado que inevitablemente reviste un carácter más técnico y necesita entrar a detalles regulatorios que pueden resultar fastidiosos.

En el capítulo primero aparecen las decisiones políticas fundamentales sobre la organización del Estado, la mayor parte de las cuales fueron universalmente aceptadas en el actual proceso constituyentes y casi no fueron discutidas. Entre ellas se cuentan el carácter unitario del Estado, la descentralización administrativa, la república democrática con separación de poderes y el régimen presidencial de gobierno. También se consagran algunos principios básicos, como el carácter unitario de la nación chilena, la dignidad humana y el respeto de los derechos de las personas, el carácter servicial del Estado, la supremacía constitucional, el Estado de Derecho, el principio de probidad y transparencia, y los emblemas nacionales.

También se encuentra en el capítulo primero el Estado social y democrático de derecho, que por lo demás es una de las doce bases o marcos acordados como orientación y límite al proceso constituyente. El Estado social tiene, probablemente, su desarrollo más exitoso en la República Federal de Alemania, y convive armónicamente con la economía social de mercado, lo cual debiera servir para disipar los temores o prejuicios que su aparición en la Constitución de Chile suscita.

Por lo demás, y quizá escandalice lo que diré, el Estado social existe en nuestro país aunque no lo mencione la Constitución. El problema es que funciona mal, si es que llega a operar en algunos lugares, como ocurre desde hace un par de meses en Atacama en que la mayor parte de los establecimientos educacionales públicos están en huelga.

A su vez, el capítulo tercero, centrado en los derechos y libertades fundamentales, y sus garantías, representa la formulación más completa y equilibrada de los derechos de las personas que encontramos en el constitucionalismo chileno.

Sin entrar en detalles que no es posible abordar, señalo como muestra la aparición en el proyecto de Constitución de derechos nuevos: el derecho a la cultura, a la vivienda y los derechos de los consumidores; la regulación más completa de las garantías del debido proceso y la protección de las víctimas de delitos; el derecho preferente y el deber de los padres y tutores en la educación de sus hijos o pupilos, y -lo que es necesario recalcar- el papel importante que corresponde al Estado en la satisfacción de los derechos sociales, junto con la participación de las instituciones privadas en la provisión de las prestaciones relativas a los mismos.

La lectura de este capítulo, que estará al alcance de todos por la difusión que seguramente tendrá el proyecto de Constitución, es la mejor vía para obtener la información necesaria y formar el propio criterio respecto a la opción que corresponde escoger a cada elector en el plebiscito. De ahí que reitere la invitación a su lectura. (El Líbero)

Raúl Bertelsen

No es el gobierno, es el Estado-Jaime Retamal Salazar

La deshonestidad intelectual-José Francisco Lagos

La discusión constitucional ha estado marcada por algunas polémicas en torno a la posibilidad real y concreta de tener un texto políticamente transversal. Sin embargo, hay otro aspecto que es preocupante no solamente de cara al plebiscito del próximo 17 de diciembre, sino también lo es respecto a cómo la política está discutiendo de cara al país, si por el bien de Chile o para defender posiciones particulares.

La falta de consistencia argumentativa, sin haber razones de fondo para un cambio radical de opinión, hace pensar que el aspecto de conveniencia política sea el que esté primando. Algunos ejemplos.

En primer lugar, el oficialismo era el que se oponía a que este nuevo proceso tuviera una participación de expertos porque consideraba que era antidemocrático. Hoy, sin embargo, defienden el borrador de los expertos como si fuera lo único aceptable del proceso constitucional, aunque ese borrador haya dejado cosas a propósito para que el Consejo Constitucional las definiera.

En segundo lugar, los mismos que nos decían que la única forma de salir de la crisis política era a través de una nueva Constitución, son los que hoy se oponen al texto que más participación ciudadana ha tenido en su elaboración. El Consejo Constitucional es la institución que más votos ha recibido en la historia de nuestro país. Ningún grupo de personas había recibido tantas voluntades.

Otro ejemplo de falta de consistencia es que, durante el proceso anterior, con todos los problemas manifiestos que se daban a conocer, el Presidente de la República dijo que “cualquier cosa era mejor que un texto redactado por cuatro generales”, refiriéndose a nuestra Constitución vigente. Y hoy, integrantes de esa misma coalición señalan que “quién hubiera dicho que iban a estar defendiendo la constitución de Pinochet”.

Por último, el Presidente de la Democracia Cristiana, Alberto Undurraga, señala en una entrevista que “no es posible aprobar una Constitución que signifique un retroceso en derechos”, sin señalar cuáles serían esos derechos en los que se estaría retrocediendo, ni tampoco estableciendo cuál es el punto de referencia para hablar de un retroceso. ¿Es la Constitución actual el punto de referencia de la DC? ¿Es el proyecto fracasado de la Convención Constitucional? Nada de eso dicen ¿por qué no lo dicen?

La verdad es que estamos en presencia de lisa y llanamente deshonestidad intelectual. Intentan aplicar un estándar al proyecto constitucional que salga del Consejo, completamente distinto al estándar que estuvieron dispuestos a aplicar cuando apoyaron el texto de la Convención Constitucional. Y lo peor, es que cuando pudieron contribuir a “mejorar” el texto, bajo sus propios parámetros, prefirieron rechazar esas enmiendas para seguir manteniendo un discurso lamentablemente oportunista. (ElLíbero)

José Francisco Lagos

Baja de tasa más significativa

Una combinación para salir del atolladero-Claudio Hohmann

El plebiscito de diciembre tendrá lugar en medio de uno de los momentos menos auspiciosos del país en mucho tiempo, a lo que cabe añadir un escenario mundial que se ha vuelto de suyo inquietante. Este año se está cumpliendo una década de casi nulo crecimiento económico y nada indica que ese declive vaya a revertirse en un plazo previsible. Al contrario, si la situación mundial empeorara próximamente -una perspectiva cuya probabilidad no es marginal- nos encontraría en una posición vulnerable como ninguna que hayamos tenido desde la recuperación de la democracia en 1990.

Las proyecciones indican que el gobierno del Presidente Boric se convertirá, junto al segundo de Michelle Bachelet, en el de menor crecimiento de las nueve administraciones que han gobernado el país desde entonces. Así como van las cosas el promedio de sus cuatro años podría ser incluso inferior al 1,8% del gobierno de la Nueva Mayoría, cuando -todo hay que decirlo- comenzaron a gestarse las condiciones para el estallido social que tendría lugar en 2019.

En el sombrío cuadro en el que nos desenvolvemos actualmente, un eventual rechazo a la Carta Fundamental elaborada por el Consejo Constitucional tendría, esta vez sí, profundos efectos entre nosotros. Mientras los damnificados del sonoro rechazo a la propuesta de la Convención Constitucional fueron principalmente el gobierno del Presidente Boric y la nueva izquierda, y no mucho más, las consecuencias ahora las experimentaría el país en su conjunto y podrían ser mucho más severas de lo que imaginan quienes se inclinan por esa opción.

Por una parte, se mantendría la incertidumbre institucional -justo lo que la economía no necesita para recuperarse de la depresión secular en que se encuentra. Y, por otra, se conservaría intocado el fallido sistema político que nos gobierna, sobre todo el parlamentario, cuya urgente reparación quedaría postergada por un lapso que podría ser peligrosamente largo.

La aprobación de una nueva Carta Magna en diciembre y la elección de un gobierno pro-crecimiento en 2025 es, en cambio, una combinación que podría permitirle al país salir del atolladero de bajo crecimiento y anomia en el que se encuentra.

Chile requiere cerrar el ciclo que frenó su camino al desarrollo, para iniciar uno nuevo que lo reponga en la senda que transitó virtuosamente durante los añorados “treinta años”. Pero bastaría que una de esas oportunidades se perdiera -la del plebiscito o la próxima elección presidencial- para que nos quedáramos definitivamente varados a la vera del camino. Los chilenos no resistirían impávidamente un nuevo período como el que hemos vivido estos años, cuando el sueño del país desarrollado se nos escurrió miserablemente entre las manos. Pero para evitarlo deberán votar en consecuencia en las dos elecciones que se vienen por delante -la primera está a la vuelta de la esquina-, para darle un golpe de timón al incierto rumbo que llevamos. (El Líbero)

Claudio Hohmann

El largo camino a la recuperación

Difícil recuperar un país que lleva años acumulando malas políticas públicas. Mauricio Macri, quien estuvo en Chile la semana pasada, lo descubrió en sus cuatro años de presidente (2015-19). Dejó a Argentina con menos PIB y más inflación que cuando empezó.

Uno puede alegar que Macri cometió errores. Pero el problema fue, también, uno de tiempo. Tras décadas de malas políticas, demora mucho reparar el daño. Y cuando de repente surge un gobierno bueno, los inversionistas no saben si van a durar sus políticas. En vez de invertir, muchos ven una oportunidad para vender. No llegan las grandes olas de inversión como las que esperaba Macri.

En Chile no hemos acumulado ocho décadas de malas políticas como Argentina, pero sí llevamos una entera, y eso es mucho. Por eso nosotros también necesitamos tiempo para retomar una senda de crecimiento.

Para dimensionar la tarea cabe recordar cómo se fue gestionando el deterioro.

Empezó en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet. Un ministro de Hacienda, que parecía no entender cómo funcionan los mercados, promovía una reforma tributaria que además de confusa, era nociva para la inversión. Se cuestionaba la Constitución. Se imponía una reforma educacional ideológica. Se cambiaba el sistema electoral por uno que redundó en una ingobernable profusión de partidos. Como si lo anterior fuera poco, se derogaba el DL600. Se decía que era “innecesario” porque Chile ya era un país seguro ¡a pesar de tanto cambio simultáneo! Se decía que los extranjeros ya estaban protegidos por los TLC, argumento que se debilitó cuando el gobierno actual quiso renegociar las cláusulas de solución de controversias del TPP11.

Por algo en ese cuatrienio la economía creció a menos de dos por ciento anual.

Después vino la elección del 2017. Ocupaba cada vez más espacio una izquierda anticapitalista. Y si bien la economía repuntó con el Presidente Piñera, esa izquierda se dedicó a impedir que gobernara, hasta que llegamos al estallido, y a los juicios con que procuraron destituirlo. Queda la duda, fatal para la inversión, de si esa nueva izquierda (¡cómo extrañamos la de antes!) tiene suficiente vocación democrática para dejar que otros gobiernen. Porque si no la tiene, el riesgo para un inversionista es la ingobernabilidad.

En cuanto al gobierno actual, la lucha, real o táctica, entre sus dos almas no despeja incertidumbres. En 2022 procuró imponer una constitución nefasta. Falló, pero los inversionistas saben que los sentimientos que la inspiraron siguen latentes. Mientras tanto hay sectores del país que parecen devastados, como si salieran de una guerra. Miremos alrededor. Las isapres, cuya crisis tiene atónitos a sus dueños, muchos de ellos influyentes multinacionales. La alicaída educación: escolares con agudos atrasos de aprendizaje, para qué hablar de los paros y los overoles blancos. La falta de seguridad, física y jurídica. Los fatídicos convenios. La permisología. La confusión en torno al litio, donde nos puede superar hasta Argentina. La cultura, golpeada tras los chascos de Frankfurt y Venecia. Ciencia y tecnología, golpeadas tras lo de Sinovac. Otro royalty minero, otra reforma tributaria, reducción de la jornada laboral, aumento sustantivo del salario mínimo. No es que no haya elementos positivos en la lista. El problema es la combinación, la simultaneidad. Terrible en todo esto si se materializa la eventual desinversión en Transelec —por US$ 3.000 millones— de tres influyentes fondos canadienses.

El éxito de Massa en Argentina demuestra algo alarmante: el fracaso económico parece hipnotizar a los votantes. Están en un hoyo profundo, pero temen salir porque el hoyo se ha convertido en su zona de confort. Menos arriesgado resignarse que actuar. Y con tanta pobreza se necesita poco para congraciarlos con un bono o un subsidio.

En Chile estamos también algo hipnotizados. Algunos hablan de parálisis. Urge que nos sacudamos pronto si no queremos quedarnos, nosotros también, sumidos en un hoyo. (El Mercurio)

David Gallagher