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Milei descarta hablar con Maduro porque lo considera un «dictador»

El presidente de Argentina, Javier Milei, dijo que no tiene nada de que hablar con el mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, porque lo considera un «dictador» que está intentando hacer «suya» la elección presidencial del próximo 28 de julio.

«No tengo nada que hablar con Nicolás Maduro porque para mí es un dictador», respondió Milei en una entrevista emitida este domingo por el canal estadounidense Univision.

Preguntado sobre si reconocerá el resultado de las elecciones venezolanas, el presidente argentino respondió: «Me parece que va a haber que dar una batalla en el control de la elección porque el régimen está tratando de hacerla suya».

Venezuela celebrará en julio unas elecciones en las que Maduro buscará la reelección por segunda vez ante una oposición que se ha visto en problemas para competir, como la inhabilitación que le impide buscar cargos públicos a María Corina Machado, elegida en primarias como candidata presidencial, y de las trabas que, según la alianza opositora Plataforma Unitaria Democrática (PUD), sufrieron para postular a Corina Yoris, quien había sido la primera opción para sustituir a la líder antichavista.

De otra parte, tras haberlo llamado hace un mes «terrorista asesino», Milei dio por cerrado definitivamente el conflicto con el presidente colombiano, Gustavo Petro, pues dijo que ambos Gobiernos han entendido que son «mucho más fuertes los lazos entre argentinos y colombianos».

Ese y otros insultos durante los últimos meses del mandatario argentino contra su par colombiano provocaron una crisis diplomática bilateral que llevó a Petro a llamar a consultas en Bogotá a su embajador en Buenos Aires, Camilo Romero, y a amenazar con la expulsión de diplomáticos de la Embajada de Argentina en Colombia

Un enfrentamiento diplomático que se zanjó el pasado 19 de abril, cuando el canciller encargado de Colombia, Luis Gilberto Murillo, recibió en Bogotá a su homóloga argentina, Diana Mondino. (Cooperativa)

Los comunistas y la democracia-Hugo Herrera

Insisten en operar “en la calle”, por vías de hecho, y desde las instituciones. Mantienen la presión sobre el gobierno, desde posiciones radicales. Se negaron a firmar el acuerdo de noviembre de 2019, por el cual se logró superar la fase más tensa del estallido social. Rinden honores a cuanta autocracia de izquierda aparezca. Celebran Corea del Norte; critican que el gobierno exija democracia para Cuba.

Las lealtades del PC parecen estar eminentemente con el PC. Después de eso, recién después, con Chile. El internacionalismo comunista persiste. Primero es la revolución (cuya incierta emancipación termina indefectiblemente en dictadura). Luego la nación respectiva. Ni Stalin pudo mantener tanto rigorismo (el dictador tuvo que invocar a la “madre Rusia”, a la patria, al nacionalismo ruso, en su lucha contra Alemania en la 2ª Guerra Mundial). Pero insisten, como si no hubiesen sido responsables del Muro en Berlín, las matanzas de decenas, un centenar de millones de seres humanos.

No sirve decir que son solo chilenos y no rusos, por ejemplo. Son corresponsables. Cada vez que respaldan una dictadura. Cuando partieron al exilio, se les ofreció instalar al partido en Italia, con los comunistas reformados o “eurocomunistas”. Pero los chilenos prefirieron sentar domicilio en el centro universal de la tiranía, en Moscú.

Lo dicho toca solo una pequeña parte del infame expediente comunista. Si se lo menciona se victimizan y hablan de “anticomunismo”. En Alemania, una democracia europea avanzada, el Partido Comunista está prohibido. En Chile está permitido y mientras no atente directa y reiteradamente contra el orden social y político, está bien que así sea.

Sin embargo, si algo ha quedado claro desde el 18 de octubre, es que Chile necesita un gran acuerdo político para seguir adelante, con cuyas bases democráticas y republicanas quepa exigir estricta lealtad, sobre cuyos fundamentos puedan emprenderse reformas de entidad que nos saquen del estancamiento multidimensional en el que nos hallamos.

Se critica habitualmente el vínculo de los partidos de centro y derecha con los Republicanos. Más allá de que estos no validan ni vías de hecho ni dictadores en ejercicio, no se encuentran integrados en un pacto político. Distinto es con el PC, que forma en las fuerzas del gobierno. Es menester entonces plantear el siguiente problema. Si Chile necesita un nuevo acuerdo nacional, bases renovadas de la convivencia republicana y democrática; si la responsabilidad de tales acuerdos y renovación recae eminentemente sobre el Presidente de la República, ¿tiene sentido que la alianza gobernante mantenga consigo el lastre de fuerzas que se han opuesto una y otra vez (desde el 15 de noviembre en adelante) a todo acuerdo nacional viable; cuya lealtad, además, con los principios republicanos y democráticos es, cuanto menos, dudosa? (La Tercera)

Hugo Herrera

Profesor titular Facultad de Derecho UDP

Derogación simbólica

Carabineros representa el principal obstáculo del Gobierno. Se trata, claro, de un escollo simbólico. Pero por eso mismo irremontable. La razón de ello ha de buscarse en el mito fundacional que inspira la visión política de quienes hoy nos gobiernan: la revolución como remedio de las injusticias que real o presuntamente lastran la vida social. Este mito —cuyo perenne atractivo descansa en la inevitable imperfección de cualquier sociedad— adolece, en su eficacia, de al menos dos problemas.

El primero es que su necesidad es desmentida por la democracia liberal: la revolución solo tiene razón de ser allí donde hay tiranía y, en consecuencia, la autocorrección del sistema político es imposible. Paradójicamente, la apelación constante a la revolución en las (valga la redundancia) dictaduras comunistas tiene que ver precisamente con esto: con la promesa permanente de que, en su ya inminente etapa final, la revolución rectificará las injusticias subsistentes y consumará, por fin, el ideal revolucionario. El orden institucional de una democracia liberal es incompatible con este mito. Y es a propósito de ese orden que entra en escena Carabineros: es su primera línea de defensa. Son los carabineros los que arriesgan diariamente su vida para sostenerlo. Nadie más en la sociedad hace eso, y toda la población lo sabe.

Y aquí se origina el segundo problema para el Gobierno: los carabineros caídos en el cumplimiento de su deber —es decir, en la defensa del Estado de derecho de nuestra democracia— son, lisa y llanamente, héroes. Carabineros sostiene real y simbólicamente la democracia, es decir, la libertad y dignidad política de los ciudadanos. Eso otorga, tanto a la institución como a sus mártires, una dignidad que contrarresta el valor que algunos pretenden atribuirles a quienes los atacan. De ahí la importancia crucial que tiene para quienes quieren subvertir o destruir la democracia, anular simbólicamente a Carabineros. Por ejemplo, consignas como “la paca no es compañera” pretenden expulsar simbólicamente a las carabineras del universo de las mujeres, de modo de poder maltratarlas como a sus compañeros varones. Esa expulsión pretende además privarlas de la protección (simbólica) del feminismo (o de lo que el activismo de izquierda entiende por tal, que es poco y nada). Otro tanto sucede cuando se dice que Carabineros es una institución “autocrática”: se la trata de expulsar simbólicamente del espacio de la democracia, que en realidad custodia, como quedó irrefragablemente claro para el “estallido social”.

Pero el esfuerzo más importante emprendido hasta ahora en la derogación simbólica de Carabineros es deshonrar a sus miembros por cumplir con su deber. Un carabinero (o un militar) puede estar dispuesto a morir por su deber, pero solo si no es deshonrado por ello. La deshonra es peor que la muerte, pues anula el valor simbólico del sacrificio que ella comporta. Y es la posibilidad y el reconocimiento de ese valor lo que en el fondo se disputa en la discusión de las reglas del uso de la fuerza. (El Mercurio)

Felipe Schwember

Sala cuna universal, desafíos en su implementación

isapres pierden 47 mil el primer trimestre y llegan a 2,6 mills. su menor nivel desde 2009

Desde el año 2020 que las isapres no han parado de perder afiliados. Pero el 2023 fue excepcional, marcando varios récord nunca antes vistos. Según las cifras que reporta la Superintendencia de Salud en su sitio web, al cierre del año pasado el sistema terminó con 360.876 beneficiarios -la suma de cotizantes y cargas- menos, la mayor fuga de la que hay registro en el sitio web del regulador hace más de dos décadas (1996).

Y la salida de afiliados de las isapres no ha parado este año, aunque las bajas se han venido desacelerando con respecto a lo ocurrido en 2023. Lo anterior, considerando que si en el primer trimestre del año pasado las aseguradoras de salud privada perdieron 127 mil afiliados, en el primer trimestre de este año la caída fue de 47 mil beneficiarios.

Licencias médicas emitidas en 2023 bajaron casi 16% y la tasa de rechazos subió en isapres y Fonasa

Así, en marzo el sistema totalizó 2.668.304 afiliados, su menor nivel desde diciembre de 2009, lo que representó una caída de 9,5% en doce meses, y un retroceso de 1,7% con respecto al total de beneficiarios que había al cierre de 2023.

Esta fuga de beneficiarios se viene observando desde hace 50 meses, ya que a partir de febrero de 2020 solo se han registrado disminuciones interanuales de afiliados en las isapres, completando cuatro años con la misma tendencia. Además, ya van 26 descensos mensuales ininterrumpidos, desde enero de 2022.

En 2023 salió más del doble de beneficiarios que en 2022. En esos dos años se fueron 534.251 personas del sistema de isapres abiertas. Y si se considera desde diciembre de 2019 hasta la fecha, teniendo en cuenta que desde ese entonces las aseguradoras privadas vienen perdiendo afiliados de manera consecutiva, se obtiene que han salido 677.208 personas del sistema.

Las isapres acusan estar pasando por la mayor crisis de su historia. Luego de dos años de pérdidas, las aseguradoras empezaron a ver ganancias en 2023, pero señalan que eso se ha empezado a revertir este año, pues se produjo de golpe una baja de 12% promedio en sus ingresos producto de que se anularon las alzas del precio GES que habían implementado en octubre de 2022, según ordenó la Corte Suprema. Además, están a la espera de ver cómo se implementa otro fallo del máximo tribunal: el de la tabla de factores, que de acuerdo al gobierno, implicará devoluciones superiores a los US$1.000 millones.

Todo esto ha generado diversos efectos sobre el sistema, como una merma en la atención de cara a los afiliados en muchos casos, lo que sumado a la situación económica por la que atraviesan las familias y el alza de planes de las isapres, por diversos motivos, como el aumento del precio GES que se implementó en octubre de 2022 y que recién ahora se revirtió, ha generado una migración desde las isapres a Fonasa.

De hecho, Fonasa terminó 2023 con un total de 16.229.898 afiliados. Esto significa que durante el año pasado se sumaron 616.320 personas al asegurador público, donde más de la mitad de quienes llegaron provinieron de isapres, ya que esa cifra ascendió a 344.374 personas.

Las isapres atribuyen directamente la fuga de afiliados a la deteriorada situación económica del país, y estiman que, tal como ha ocurrido en episodios similares previos, una vez que mejore la situación económica se revertirán estas cifras de desafiliación.

Según la encuesta nacional de salud 2023 que realizó la Universidad Andrés Bello en conjunto con Ipsos, un 67% de los encuestados que se cambiaron de isapres a Fonasa lo hizo por un motivo económico o de empleo. Lo anterior, considerando que un 41% respondió que se cambió por “el elevado costo del plan de isapre”, mientras que un 22% aludió a que su “situación laboral y económica” no le permite seguir pagando, y un 4% dijo que lo hizo “por riesgo a perder el trabajo y no tener opción de seguir pagando”.

En paralelo, solo un 7% respondió que se cambió por “apoyo al sistema público de salud”, mientras que un 6% contestó que fue “porque el pago del 7%, más la contratación de un seguro complementario en Fonasa, resultaba una solución de cobertura financiera razonable”.

El mismo sondeo muestra que quienes se cambiaron de Fonasa a isapres, argumentaron que lo hicieron, principalmente, buscando mejores servicios y menos tiempos de espera. Esto, ya que el 71% mencionó lo anterior, desagregándose así las respuestas: un 24% lo hizo para acceder a mejores centros de salud; otro 24% porque “no quiero esperar tanto para acceder a la atención de salud (mucha lista de espera en el sector público)”; un 23% dijo que quería “acceder a mejores profesionales”; y un 4% sostuvo que “existe despersonalización de la atención y maltrato en la atención en el sistema público de salud”. (Pulso)

Entre el “qué”, el “cómo” y el “cuándo”-Iris Boeninger

Es necesario llevar a cabo un ejercicio de reflexión que consiga iluminar el horizonte de violencia e inseguridad que atraviesa Chile en estos momentos. Se debe arrojar luz ante el complejo desafío que deben enfrentar tanto el gobierno, los legisladores y la justicia. No hay lugar para errores, ni demoras, ni ideologías extremas, ni excusas, ni acusaciones y menos aun minimizar la sensación de miedo que tiene la ciudadanía. Se debe frenar de una buena vez  la violencia que en estos días oscureció a nuestra patria con el cruel asesinato en una emboscada de tres carabineros quemándolos sin piedad. No son los primeros.

Todas las encuestas ciudadanas coinciden en que la seguridad es lejos lo mas importante para las personas. Se ha  escuchado a algún personero importante del gobierno decir a través de un frío gráfico estadístico, que la sensación ciudadana de miedo esta igual hace tiempo como si esta afirmación convenciera o calmara a alguno.

En Chile se han traspasado todos los límites con nuestra institución de Carabineros. ¿Cómo es posible que aún existan carabineros que deseen servir a la Patria ante estos crueles asesinatos? Tiraban bombas molotov a las comisarías contra los carabineros, sólo hace cuatro años.

Durante el movimiento estudiantil de 2011, un perro mestizo negro con un pañuelo rojo al cuello se hizo conocido por ladrar y atacar a carabineros, y saltar en contra de los chorros de los carros lanza aguas. Lo bautizaron aquellos jóvenes (algunos de ellos hoy gobiernan Chile) como el “perro matapacos”, nombre despectivo con el que se menciona a un carabinero como “paco”. En octubre de 2019, en el estallido social, se convirtió en el símbolo de las protestas. En abril de 2023, hace un año, luego del asesinato de otros tres carabineros, esta figura fue severamente cuestionada como “incitación a la violencia”. La capacidad humana de crear símbolos es un hecho que distingue al ser humano, que lo ayuda a relacionarse con lo que lo rodea y comprender mejor el mundo.

Para bien o para mal.

Mal símbolo el del “perro matapacos”. Minimizar su simbología en la revuelta del 2019 sería un error por su significante en ese complejo momento de nuestra historia reciente y de la institución de Carabineros. Algunos le buscan interpretaciones más románticas. Existen en las redes testimonios explícitos e implícitos de apoyo a esta figura de quienes gobiernan, aunque hoy lo nieguen.

La dificultad ideológica de quienes supieron denostar a carabineros es notoria. Esto ha tenido impacto en el cómo encarar el crimen organizado y el cuándo, ya que si bien existe consenso de que se debe combatir la violencia y la inseguridad, el problema reside en cómo hacerlo. Existen demoras en la tramitación de leyes relacionadas a mayores y mejores herramientas para encarar de la mejor forma este flagelo, como también en la utilización de las existentes.

Cuando el gobierno de Gabriel Boric cumplía solo 66 días, la ex ministra del Interior, Izkia Siches informaba la instauración del primer decreto de estado de emergencia para las provincias de Arauco y Biobío, en las regiones del Biobío y La Araucanía. Este fue el primer giro del gobierno, que sin embargo, se resistió en recurrir a esta herramienta constitucional en plenitud y promovió una medida «acotada», que en sus inicios se centró en el resguardo de rutas, caminos y carreteras, además de impulsar el denominado Plan Buen Vivir como una forma de aparejar el despliegue militar con el diálogo con las comunidades.

A la fecha, desde que asumió el gobierno que lleva la administración Boric, durante 590 días las Fuerzas Armadas han estado desplegadas en la denominada Macrozona Sur. Boric dijo: “Nosotros no podemos seguir con las mismas recetas que han profundizado la violencia que hoy día se vive en la Macrozona Sur», un 24 de noviembre de 2021 en su calidad de diputado y candidato presidencial en campaña.

La medida rige desde el 16 de mayo de 2022. Según datos aportados por el gobierno, hasta el 17 de abril, se registra la detención de más de mil personas en total, en el contexto de la aplicación de esta herramienta constitucional. Es decir que ha funcionado como herramienta. Varios parlamentarios de oposición han pedido extender esta medida a otras zonas del país dada la severa crisis de violencia.

Las claras divergencias que existen y han existido en el seno del gobierno, en los partidos políticos que lo conforman y en consecuencia en el accionar de sus parlamentarios retrasan leyes por carecer de la convicción profunda de que se debe detener este flagelo utilizando todas las herramientas que da el Estado de Derecho. Decir frases como “se debe legislar con urgencia pero no en caliente”, complican el “cómo” resolver el “qué” de la inseguridad y violencia. En el “cuándo” hemos perdido un tiempo precioso desde hace mucho tiempo, que hoy posiblemente nos tendría mejor parados y preparados ante este flagelo que no es privativo de Chile.

El Presidente Boric dijo que el indulto a Castillo  fue un “error”. No hay lugar a errores de esta naturaleza. No sabemos aún cuál fue el error ni si habría más errores. Pensiones de gracia se tuvieron que desestimar ya que un 10% de los beneficiados tenía antecedentes penales.

Existen leyes  para enfrentar la inseguridad que llevan años esperando en el Parlamento. El actual gobierno cuando fue oposición, no aprobó nada en esta materia. La sociedad está exasperada y con razón.

Si lo ideológico está por encima de lo que indica con claridad la realidad; si los políticos se obsesionan por lo individual por encima de lo colectivo, la combinación es nefasta. Hoy se enfrentan retos que no pueden resolverse al margen de los grandes pactos de Estado.

Ante tanta dificultad para resolver “qué” grave problema de la sociedad se enfrenta, decidir cómo se encara el mismo es aun más complejo tal como estamos viendo en Chile estos últimos años. Esto explica por qué el país esta estancado, no sólo en lo económico sino que lleva un retraso y retroceso en materias de inseguridad y violencia, en reformar las pensiones, la salud, la calidad y los problemas de la educación, el déficit habitacional, la modernización del Estado y más.

Hace mucho tiempo que estamos como estamos.

Preocupa esta pérdida de tiempo.

Preocupa un Estado ineficiente con severos focos de corrupción con los dineros de todos los chilenos que recauda el fisco. Cobrar y cobrar impuestos no es adecuado si los ciudadanos no ven rigor en el gasto presupuestario del Estado. Esto se refiere a los focos de corrupción detectados bajo investigación, a la ineficiencia, a las contrataciones excesivas de empleados públicos sin experiencia. Supeditar las acciones para combatir el crimen organizado al pacto tributario es hoy inaceptable.

¿Será un problema de liderazgos?

Un líder debe ser capaz de impulsar, dirigir, conducir, emanando una autoridad que permita mostrar el camino a seguir, tal de persuadir y convencer, logrando adhesiones a sus posturas lo que está lejos de imponer posiciones intransigentes. Debe también escuchar, dejarse persuadir con la empatía suficiente por las necesidades ciudadanas tal de llegar a un acuerdo compartido. Esto exige la honestidad suficiente para enfrentar a sus propias filas, las encuestas, las posiciones intransigentes y lograr alejarse inclusive de la tradición histórica de su propio grupo cuando la realidad del país le demuestre que es necesario.

Tres preguntas que deben hacerse quienes gobiernan y la clase política entera.

Quien decide ser candidato a la presidencia debe presentar un programa de gobierno (es su compromiso con los ciudadanos) acerca de qué se debe hacer en el país, cómo hacerlo y cuándo hacerlo. Esto debe surgir como consecuencia de un diagnostico profundo de las necesidades ciudadanas. Es indispensable también preguntarse el “para qué”. No perder tiempo, no perder eficacia ni perder el foco es crucial cuando se gobierna un país. Se necesita un liderazgo que sepa dialogar y persuadir con convicción para resolver las necesidades colectivas de los ciudadanos.  ¿En qué orden? ¿Con qué recursos? En Chile hemos perdido mucho mucho tiempo. Ha fallado esta tríada de preguntas. Ejemplos hay muchos: inseguridad, educación, salud, crecimiento económico, modernización del Estado y más.

El “qué” lo sabemos.

El “cómo” se encuentra sumergido en discusiones largas e inconducentes sin considerar que ya llevamos 34 años de una sólida democracia y que ciertos prejuicios deben soltarse en estas horas oscuras.

Será sólo entonces el momento en que el “cuándo” salga de ese inmenso letargo en que se encuentra.

Esto sólo será posible a través de un diálogo fecundo que ponga por encima de ideologías y deseos políticos individuales a los ciudadanos y su sufrimiento.

Es necesario por Chile y sus ciudadanos.(El Líbero)

Iris Boeninger

41 días de paro en terminal de Coronel: gremios alegan daño a imagen global de puertos

Desde el 26 de marzo -hace 41 días- que las operaciones en el Puerto de Coronel, ubicado en la comuna del mismo nombre en la Región del Biobío, están paralizadas producto del bloqueo que mantienen personas que dicen representar a trabajadores portuarios eventuales, es decir, quienes realizan tareas esporádicas en el lugar.

La situación genera una alta preocupación y afecta en distintos niveles. Por ahora, no se cuenta con el detalle total de las pérdidas que ha generado el hecho, aunque una aproximación la han realizado los transportistas de carga, quienes estiman en un millón de dólares diarios las pérdidas al no poder movilizar mercadería desde y hacia ese puerto.

En el frontis la compañía, se han instalado barricadas mientras que personas movilizadas resguardan la entrada para impedir el ingreso al lugar. Y el jueves, se vivió una situación especialmente grave luego que dos buses con trabajadores en su interior que intentaban retomar sus labores fueron atacados con piedras por parte de encapuchados, impidiendo que se reanudaran las operaciones del puerto.

Según detallaron desde la empresa a Emol, son 800 los trabajadores eventuales que mantienen esta paralización ilegal, mientras que otros 600 trabajadores permanentes del puerto no están adheridos a la movilización y han intentado volver a trabajar, lo que es impedido por los hechos de violencia.

Así, la empresa ha decidido recurrir a la justicia para poner fin al bloqueo, ante -según critican- la «pasividad» de las autoridades. Puerto Coronel hace algunas semanas interpuso ante el Tribunal de Garantía local una querella criminal por «desórdenes públicos, daños y colocación de obstáculos en la vía férrea».

Luego, después de casi 20 días, la firma amplió la querella y apuntó en contra de un «dirigente de trabajadores eventuales» y un «trabajador portuario eventual», además de todos «quienes resulten responsables en calidad de autores, coautores, cómplices o encubridores de los ilícitos de amenazas y el violento bloqueo al recinto portuario ocurrido el 15 de abril del presente año».

Incluso, en las querellas presentadas, se señala que ejecutivos de la empresa han recibido amenazas de muerte en los últimos 30 días.

Puerto Coronel es la mayor empresa de la ciudad y es el terminal marítimo más grande de la región. Su propiedad está bajo el control de alguinos de los principales grupos económicos del país, entre los que se encuentran el grupo Angelini, los Von Appen y la familia Elgueta.

EL ORIGEN

La génesis de este conflicto radica en una querella que presentó Patricio Román -actual gerente general- en noviembre de 2023, tras denunciar eventuales hechos de corrupción al interior de la firma. La acusación apunta a Eduardo Hartwig Iturriaga (75), ex presidente del directorio y fundador de la compañía. ¿El motivo? Eventuales coimas hacia el alcalde de la ciudad y dirigentes sindicales.

Tras las denuncia, Hartwig renunció a su cargo. Y poco después dejó, además, su puesto de director de la Cámara Marítima Portuaria (Camport) y la vicepresidencia de la Corporación Chilena de la Madera (Corma).

Los eventuales sobornos y la ampliación de una de las cuatro querellas presentadas por Puerto Coronel apuntan a que dentro de los pagos a los sindicatos -hasta $12 millones- estarían las condiciones para que sean estos organismos los que definan quiénes trabajan en turnos eventuales y quiénes no.

En la querella se apunta al «poder con que cuentan algunos dirigentes, quienes, de facto, se han atribuido por sí y ante sí amplios márgenes de discrecionalidad para decidir quién trabaja y quién no, imponiendo a la Compañía sus particulares y antojadizos intereses, entorpeciendo la administración de Puerto Coronel y privándola de definir el personal en función de criterios objetivos y meritocráticos».

Asimismo, se señalan supuestas licencias falsas presentadas por trabajadores. Para respaldar la denuncia, el texto es acompañado de imágenes de empleados con licencia protestando o bloqueando los accesos a la empresa, los mismos días de licencia. Política de alcohol y droga

A inicios de febrero de 2024, a raíz de un grave incidente sufrido por un equipo de la empresa ante la evidencia de que había sido protagonizado por una persona que había consumido algún tipo de droga, la firma comenzó a implementar una nueva política de alcohol y drogas para trabajadores portuarios.

Según la compañía, fue aprobada «previamente ya en septiembre de 2023 luego de numerosas instancias de discusión con todos los sectores; representantes de la compañía, trabajadores, comités de disciplina, sindicatos y personal no sindicalizado. La nueva medida intensificó los controles existentes al interior del puerto en relación con el consumo de alcohol y drogas durante el desarrollo de las faenas.

Esto, según la firma, con «el fin de garantizar un entorno laboral libre de sustancias que puedan comprometer la seguridad del trabajo». Sin embargo, los testeos habrían generado malestar al interior de ciertas facciones de trabajadores portuarios eventuales, quienes, según Puerto Coronel, «se oponían a la efectiva implementación de la política, así como también a la aplicación de sanciones para los infractores de la misma».

Aquello entonces, empezó a generar los roces que culminaron con movilizaciones y la paralización. El presidente del Sindicato Marítimo Portuario N°1 de Coronel, Guillermo Jaque, se defiende y acusó que Puerto Coronel sería quien «mantiene detenidas las faenas«, razón por la que interpusieron una denuncia ante la Dirección del Trabajo (DT) por incumplimiento de un convenio colectivo relativo a los turnos mínimos de labores.

Jaque señaló a «PortalPortuario» que «no es un paro portuario, es la empresa quien paralizó las operaciones del puerto. Hay un incumplimiento, los trabajadores portuarios eventuales estamos en un convenio colectivo en donde la ley dice que como mínimo la empresa debe garantizar la cantidad de turnos equivalentes al ingreso mínimo mensual«.

Al respecto, el dirigente portuario señaló que el último punto «desvirtuó el tema, porque si bien en los inicios de los problemas con la compañía era con la política de alcohol y drogas, nunca fue que los trabajadores no se quisieran tomar los exámenes, los exámenes siempre se tomaron por parte de los trabajadores en todas las instancias, siempre se tomaron«.

«Lo que nosotros nunca estuvimos de acuerdo fue con las sanciones que aplicó la empresa, ya que las sanciones que aplicó estaban fuera de ley. La ley permite, hoy en día, ante una falta de este tipo una sanción verbal, escrita o en desmedro del 25% del sueldo del trabajador y la compañía estaba aplicando un bloqueo del trabajador y eso es lo que estaba en discusión», agregó.

Sin embargo, altos ejecutivos de la empresa expusieron a Emol las dificultades que han registrado para realizar un control efectivo de alcohol y drogas, así como también insisten en mantener «el bloqueo ilegal y violento de los accesos que impide al puerto operar y a sus trabajadores trabajar».

Además, remarcaron que insisten en «insultar, amenazar y denostar a ejecutivos y gerente general de la empresa». Reacciones Daniel Fernández, presidente de la Cámara Marítima y Portuaria de Chile (Canport) se refirió a la situación ayer en entrevista con radio Infinita y expuso que «nosotros creemos que es muy grave porque además se han acoplado algunos sindicatos de la región. Creemos que no puede ser que un puerto esté bloqueado porque hay dirigentes que no aceptan una política de alcohol y drogas».

«Hay un ambiente muy malo», enfatizó. «Pueden haber diferencias, pero bloqueando puertos con violencia para no dejar que estos operen es gravísimo. Ahí las autoridades están en falta. O sea, no puede el sector portuario controlar el orden público fuera del puerto», agregó Fernández.

Por último, indicó que «con esto lo único que hacemos es afectar la competitividad y prestigio del sistema, además del efecto económico de la región, con pérdidas que se estiman ya en más de US$70 millones».

También, cerca de 30 gremios del sector privado -Corma, SNA, Chile Transporte, Asimet, CPC Biobío, Frutas de Chile, Sonapesca, entre otros- enviaron en conjunto una declaración pública. En el escrito, manifestaron su preocupación «ante las negativas consecuencias que están ocasionando las continuas paralizaciones de trabajadores portuarios en la Región del Biobío, muchas veces acompañadas de actos violentos que buscan impedir el acceso y la operación de los recintos portuarios»

«Estas acciones, que interrumpen el normal funcionamiento de las actividades industriales y de servicios de la región, están fuera del ordenamiento legal, toda vez que no existen en curso procesos de negociación colectiva, sean estos reglados o no reglados», añade el documento.

Además, remarcaron en el daño para la competitividad e imagen global de los puertos nacionales: «afectan la competitividad, continuidad y confiabilidad de nuestros servicios a nivel internacional, generando pérdidas presentes y futuras para el país». (Emol)

América Latina y el dolor de no saber-José Rodríguez Elizondo

Los chilenos hemos vivido, últimamente, entre el sicariato político teledirigido, el crimen con jactancia rebelde y el terrorismo clásico.

Todo comenzó en enero con la trágica historia del teniente y exiliado militar venezolano Ronald Ojeda. Una franquicia del Tren de Aragua, organización criminal oriunda de una cárcel venezolana, lo secuestró y asesinó en Santiago. A poco investigar, quedó claro que fue un sicariato con móvil político. Ojeda era un enemigo activo de la dictadura de Nicolás Maduro, sus asesinos ya están en Venezuela y el gobierno chileno inició gestiones para extraditarlos.

Luego, a mediados de abril, delincuentes venezolanos acribillaron al carabinero Emmanuel Sánchez, quien los había sorprendido en delito flagrante. Detenido uno de los presuntos asesinos, se jactó así: “ni la muerte nos detiene y si la muerte nos sorprende, bienvenida sea”. Fue un notable copy and paste de la siguiente frase de Ernesto “Che” Guevara: “en cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea”.

Y eso no es todo. El 27 del mismo mes, día del 97° aniversario de Carabineros de Chile, tres de sus efectivos –Misael Vidal, Sergio Arévalo y Carlos Navarro– fueron emboscados, asesinados y calcinados en la Araucanía. Este crimen, de clara estirpe terrorista, conmocionó al país, fue noticia mundial y bloqueó cualquier nueva tentativa de eufemismo. Nadie habló de “violencia rural”.

Democracias desbordadas

Con todo, esa inextricable mezcla luctuosa no es exclusividad de Chile. Fue y sigue siendo un síndrome regional, que eleva los niveles de inseguridad en las democracias polarizadas.
Colombia es el país paradigma. Tras sendos acuerdos de pacificación y reinserción con dos gobiernos, los descendientes de Marulanda y de los guerrilleros castristas se instalaron en un circuito bipolar. Una parte minoritaria ha rechazado la reinserción por insuficiente y/o por incumplimiento de dichos acuerdos. Sus jefes justificaron así su retorno a la oposición armada y a la implícita violencia paradelictual. Según analistas, la parte congrua de su financiamiento proviene de servicios de protección al narcotráfico y Venezuela es su “santuario” territorial. Como contrapunto, la parte mayoritaria y pragmática se ha beneficiado de una reinserción política subvencionada, con un éxito tan polémico como asombroso: el año antepasado instalaron en la Presidencia de la República al exguerrillero Gustavo Petro.

En Argentina hoy rige la amenaza de una reincidencia terrorista de Hizbollah, potenciada por la relación de su vecina Bolivia con la teocracia de Irán. Además, dada la audacia de las medidas económicas “libertarias” del presidente Javier Milei, se teme un reventón tipo “estallido”, catalizado por estudiantes universitarios y opositores variopintos. Ante esas amenazas el gobierno está potenciando a las Fuerzas Armadas y policiales con apoyo de los EE.UU.

En el Perú, el expresidente boliviano Evo Morales participó tan activamente en los estallidos letales del año pasado, que fue declarado persona non grata. Según analistas y diplomáticos peruanos, pretendía una secesión puneña que diera salida al mar a Bolivia y lo reposicionara como presidente vitalicio.

En Ecuador, entre 2023 y lo que va del año, sicarios impunes asesinaron a 14 políticos (hay quienes consignan cifras mayores), entre los cuales está el candidato presidencial Fernando Villavicencio.

En México, entre la leyenda del Chapo Guzmán y la impavidez de AMLO, extensas zonas del país siguen bajo control de los carteles del narcotráfico. Las “mañaneras” presidenciales tienen como telón de fondo la criminalidad rampante y los desbordes de la fuerza legítima del Estado.

El modelo Bukele

En ese luctuoso contexto, los sobrepoblados recintos penales de la región mutaron en cuarteles generales del crimen organizado. Como contrapunto, la drástica política carcelaria del Presidente salvadoreño Nayib Bukele fue factor principal de su éxito. Privilegiando las demandas por seguridad y ejerciendo el clásico “exceso de poder”, se ha convertido en prototipo del líder receptivo que privilegia la “mano dura” sobre el Estado de Derecho. La acción sobre la retórica.

Entretanto, la debilidad de las democracias supérstites y la desconfianza hacia militares y policías de los políticos con cultura “progresista” ha impedido decodificar el fenómeno para actuar en consecuencia. Por ello, los déficit de sinceramiento y los superávit de ideologización están socavando el principio de autoridad de sus gobernantes. Estos parecen ignorar que la retórica de la indignación se desvaloriza rápido y que la fuerza legítima del Estado es objetivo principal de los antisistémicos. Carlos Mariguella, insurrecto brasileño del siglo pasado, lo dijo claro en su Manual del guerrillero urbano que aún circula. Ahí consigna que el terrorismo es “un método irrenunciable” del revolucionario y que “la liquidación física de los jefes y subalternos de las fuerzas armadas y de la policía es su finalidad esencial”.

Muertes apetecibles

Lo dicho supone entender que no hay seguridad ciudadana con una clase política absorta en juegos de poder. Ese ensimismamiento ayuda a la polarización, contribuye a la romantización de la violencia antisistémica y produce una fuerza legítima sobrepasada o subejecutada.

A ese respecto y dado que los hechos no siempre se recuerdan como fueron, sino como se soñaron, el desplante del delincuente que parafraseaba a Guevara contiene una clave interesante. En versión negra, reproduce el ethos sesentista predicado por ideólogos, fraseólogos y jefes rebeldes que convocaban a vivir peligrosamente. Para Frantz Fanon, psiquiatra martiniqués y reconocido pensador anticolonialista, «trabajar es trabajar por la muerte del colono», para lo cual “el lumpen es una de las fuerzas más espontáneas y radicalmente revolucionarias”. Glosándolo, el intelectual castrista Regis Debray escribía que para un revolucionario “la vida no es el bien supremo”. Poco antes de su muerte en Bolivia, el propio Guevara escribió que morir en combate podía ser “apetecible”.

Contrastando aquello con la realidad de la derrota, el mismo Debray añadió una reflexión paradójica. Tras calificar a los sobrevivientes de la guerrilla venezolana como “lumpenrrevolucionarios” y “samurais cesantes”, los percibió «incapaces de rehacer una vida normal en el seno de una sociedad donde ya no existe lugar para ellos». De manera implícita, sugería que les era más fácil derivar hacia acciones delincuenciales que sumergirse en la vida simplemente.

Entre la leyenda y la historia

Asumiendo los tiempos de la Historia y elongando la imaginación, todo indica que las fracasadas guerrillas castristas de los años 60 produjeron una subcultura política iconoclasta. Más de medio siglo después sigue fascinando a nuevos jóvenes que ignoran su entramado estratégico. En especial, no saben que en nombre de una supuesta situación revolucionaria continental, Castro socavó sistemas democráticos y promovió sacrificios ajenos para defender su revolución propia. Su insólita confesión está en el siguiente párrafo de la entrevista que concediera a la revista norteamericana Newsweek de 9 de enero de 1984:

«Ni siquiera oculto el hecho de que, cuando un grupo de países latinoamericanos, bajo la guía e inspiración de Washington no sólo trató de aislar a Cuba políticamente, sino que la bloqueó económicamente y patrocinó acciones contrarrevolucionarias -sabotajes, infiltración armada, intentos de asesinato- para tratar de derrotar la revolución, nosotros respondimos, en un acto de legítima defensa, ayudando a todos aquellos que querían combatir contra tales gobiernos».

Así fue como guerrilleros castristas insurgieron contra regímenes democráticos en desarrollo y el gobierno de Salvador Allende se vio entrampado en una verdadera “operación pinzas”. Por la izquierda Castro lo presionaba para iniciar una lucha armada y por la derecha era desestabilizado por Richard Nixon.

Doloroso debe ser reconocerlo para los latinoamericanos de ayer. Esos que creyeron, honradamente, que presuntas leyes científicas de la historia mostraban a sus países maduros para un estallido continental. Doloroso es, hoy, para quienes asumen que la leyenda de esa historia es factor de la gran inseguridad que asuela nuestras frágiles democracias. (El Líbero)

José Rodríguez Elizondo

En la acumulación de capital humano, ¿sumamos o multiplicamos?

Anteriormente se pensaba que la educación preescolar no era esencial. Ahora pensamos que sí lo es, porque entendemos mejor cómo se forma el capital humano. Y lo nuevo es importante: la clave es que hay que multiplicar en lugar de sumar.

Hubo un tiempo en que se pensaba que producir capital humano seguía un esquema aditivo. Eso quiere decir que, si me educo en la etapa preescolar, y eso genera, digamos, 10 unidades de capital humano; y después, a lo largo de los años, recibo 50 unidades adicionales, al final de ese proceso, tengo 10+50=60 unidades de capital humano.

Sin embargo, lo que la investigación sobre el cerebro nos dijo es que la manera correcta de aproximarse a cómo se crea capital humano es pensarlo como un proceso multiplicativo, en que una etapa potencia a la otra, en que las etapas son complementarias.

Entonces, si la etapa preescolar nos da 10 unidades y la posterior nos da 50, creamos 10×50=500 unidades de capital humano. Lo que importa acá no es comparar las 60 con los 500. Lo que importa es que, si en la etapa inicial la inversión es cero, en el caso aditivo tenemos 0+50=50 y en el caso multiplicativo tenemos 0x50=0. Eso es, cero: la etapa preescolar es crítica. Es por esto, justamente, que es tan esencial la educación preescolar: ella potencia la educación posterior, y la educación posterior no puede reemplazarla.

Pero la importancia de si estamos en un proceso aditivo o multiplicativo no se queda ahí. Es clave también en etapas posteriores de la educación. Es clave en saber qué está pasando con el capital humano del país al prohibir el uso de la selección por parte de los colegios. Y es clave en cómo se forma capital humano “de punta” en el sector terciario. Caroline Hoxby, en un trabajo de 2016, afirma que la gran virtud del sistema universitario de EE.UU. es que junta a los mejores alumnos con las mejores universidades (las que dan mayor valor agregado).

Hoxby dice que esto es un factor crucial para la innovación, justamente porque el modelo para pensar la construcción de capital humano es multiplicativo en lugar de aditivo.

Supongamos que hay tres universidades, que aportan 10, 30 y 50 a la formación de capital humano, y tres alumnos, que por su lado aportan 1, 5 y 10. Créanme que si el proceso es aditivo, la asignación de alumno a universidad no es relevante para el total de capital humano formado. Pero si el proceso es multiplicativo: entonces si la asignación es del mejor con el mejor, el capital humano total creado es 660 unidades (=50×10+30×5+10×1) y si es al revés, o sea mejor alumno con peor universidad, y peor alumno con mejor universidad, entonces el capital humano creado es de 300 unidades. Mucho, mucho, menos capital humano. En un caso, el alumno con máximo capital humano tiene 500 y en el otro el máximo es 150. Como se necesita capital humano de punta para la innovación y para la dinámica creativa del sector productivo, en un caso lo tenemos, y en el otro no.

Hay un tema distributivo, es cierto: en un caso las diferencias de capital humano son de 50 veces entre quien tiene más y quien tiene menos, y en el otro son de tres veces. Pero la forma de resolver eso no es prevenir la asignación de mejor a mejor, sino que mejorando la calidad mínima de quienes egresan del sistema educativo.

Puede verse que el ejemplo anterior se puede aplicar a la discusión reciente sobre el Sistema de Admisión Escolar (SAE). En un mundo multiplicativo, el SAE destruye valor al aleatorizar el match colegio-alumno e impedir el pareo de mejor con mejor. Estamos pensando mal la formación de capital humano, y por ello limitando las posibilidades de crecimiento del país. (El Mercurio)

Claudio Sapelli
Instituto de Economía PUC Faro UDD

Los vientos de cambio, ¿cercanos o lejanos?

La política es demasiado dinámica como para visualizar con exactitud los rumbos futuros. Es tan dinámica y plástica, que, para abrir nuevos horizontes de expectativas, no existe la obligación de exponer previamente proyectos pormenorizados sobre planes y programas.

Los caminos de la política terminan, casi por regla, llevando las cosas muy lejos de los sueños. Las revoluciones devoran a sus propios hijos, producto de las inevitables rencillas intestinas. Las presiones externas influyen tanto, que los deseos iniciales se vuelven irreconocibles. Los imponderables se multiplican.

Este aserto tiene contornos axiomáticos. El caso sudafricano lo demuestra con creces. Hace exactamente treinta años, Mandela puso en marcha uno de los cambios históricos más cruciales del siglo 20; terminar con el apartheid. Sin embargo, transcurridas tres décadas de aquello, el balance dista mucho de lo que él y sus colaboradores pensaron. Ni los sudafricanos actuales, ni el gobierno ni el partido que crearon, y que aún sigue gobernando -el Congreso Nacional Africano- son lo que fueron.

De todo cuanto los intelectuales y dirigentes del CNA escribieron y se propusieron entre 1912 (fecha de fundación del CNA) y 1993 (año de caída del apartheid) sólo se cumplió una pequeña parte. En sus momentos de grandes sueños, el CNA llegó a planificar incluso el cambio de nombre del país. Sudáfrica provocaba reminiscencias coloniales desagradables. Era “inaceptable”. Apenas tomasen el poder, la arcadia negra pasaría a llamarse Azania. La propia capital, Pretoria (en honor a uno de los fundadores del apartheid) recibiría, “impostergablemente”, un nombre ancestral.

Ocurrió lo previsible. Los nuevos bandos en pugna no lograron ponerse de acuerdo. Los zulúes proponían llamarla Igoli. Otra etnia reclamaba Tshwane. Algo que parecía tan relevante, resultó ser un simple espejismo. Sudáfrica sigue siendo Sudáfrica y Pretoria sigue siendo Pretoria.

Aún más. Muchas estructuras gubernativas, claves para la estabilidad, y que iban a ser desmanteladas por estar asociadas en el imaginario refundacional a la “democracia racista”, se mantuvieron.

Separar lo esencial de lo secundario revela una capacidad poco común. Mandela no olvidó lo central. Que la razón de ser -que la épica del momento- era desterrar el apartheid. Su atributo vital como líder consistió en captar de manera oportuna que, especialmente en las sociedades en crisis, los planes y programas políticos, por grandiosos que suenen o parezcan, son simples escritos sobre aspiraciones brumosas. Estribaciones generales de una pulsión también muy general. La lección es que conviene centrarse en lo fundamental.

Ante tamaña evidencia, cabe preguntarse, ¿por qué se ha extendido tanto la exigencia de delinear fragmentos y particularidades de cada aspiración política?.

Es extraño, pues las evidencias son claras. Incluso en América Latina. Cuando un país ha caído en un momento dramático de su existencia, sea por una aguda crisis económica, por una anomia social, por erosión de su democracia o agotamiento de un determinado modelo o régimen, las opciones de cambio se han simplificado. Ha bastado que un líder, dentro de la misma élite gobernante o un outsider, haya sido capaz de absorber la complejidad y captado aquello que el premier británico Harold MacMillan llamaba los “ineludibles vientos de cambio”.

El ejemplo más cercano y reciente fue visto hace pocos meses en Buenos Aires. El triunfo de Milei se sustentó en un solo asunto. En las ansias de terminar a la brevedad con el kirchnerismo. Su liderazgo lo basó en un símbolo extraordinariamente gráfico e impensado, la motosierra. La levantó sin sentir vergüenza.

A eso añadió unas cuantas cosas muy generales. Sólo para señalar el norte y transmitir que había captado los ineludibles vientos de cambio. Algunas de esas promesas ya las ha cumplido, como acabar con los «ñoquis», mediante la drástica reducción del número de ministerios y de organismos públicos con presupuestos exorbitantes. Otras, las ha atenuado, como la mantención de las funciones esenciales del Banco Central. Y algunas, como la dolarización, las materializará gradualmente. En sus pocos meses de mando ha dejado en claro la perseverancia en lo esencial. Desmontar la herencia kirchnerista. Con antelación, Milei no necesitó explicitar detalles programáticos.

Si se escarba más atrás en el tiempo, se encontrarán ejemplos similares.

En México, el año 2000, Vicente Fox encarnó mejor que nadie una opción de renovación nacional y la consiguiente posibilidad de reemplazar al viejo PRI. No fue necesario que explicitase nada. Fue suficiente haber encarnado la idea de captar los vientos de cambio.

Fujimori apareció literalmente de la nada e hizo de su tractor el emblema que convenció a los peruanos sobre la posibilidad de terminar con el terrorismo de Sendero Luminoso y poner las bases de una economía abierta. Había que dejar de lado ese victimismo reiterado tan presente en una clase política agotada. No ofreció detalles programáticos.

Nayib Bukele se formó en el Frente Farabundo Martí y fue alcalde de San Salvador, pero captó que el país debía empezar de nuevo. Se concentró en un mensaje simple, acabar con la criminalidad organizada. No ahondó en detalles. Bastó con llegar al electorado con la imagen de un político que había captado los vientos de cambio.

En otras latitudes pasa lo mismo. Al derrumbarse la Unión Soviética, Boris Yeltsin emergió sin entregar detalles acerca de cuál era su opción para abandonar la economía centralmente planificada ni cómo construiría una sociedad post-comunista. Bastó con la sensación generalizada de que había captado la inevitabilidad de los vientos de cambio. Sólo dijo que proscribiría al Partido Comunista (cosa que cumplió).

Estas experiencias indican que el ejercicio de la simpleza de concentrarse sólo en lo esencial, suele conseguir los grandes cambios. Los estimulantes ejemplos señalados, reafirman que la política, especialmente en momentos de crisis agudas, es portadora de muchos espejismos. Para abrir un nuevo horizonte de expectativas, no se necesita entrar en detalles ni pormenores. (El Líbero)

Iván Witker