Eugenio Tironi boga por una tregua de élites que posibilite un nuevo pacto social y nos devuelva a una senda de crecimiento, paz y prosperidad. Llama a esto “reconciliación” y hace, desde ahí, una analogía entre el rol histórico de los presidentes Aylwin y Boric.
Estando muy de acuerdo con el objetivo de su planteamiento, creo que tiene tres problemas insalvables. El primero es que la analogía entre Boric y Aylwin es tan anacrónica que se vuelve impropia: las circunstancias y posiciones históricas de uno y otro están demasiado alejadas como para que el paralelo funcione.
El segundo problema, que pretende encubrir el primero, es el llamado a la amnesia y a la impunidad política respecto del período que abarca desde octubre de 2019 hasta el triunfo del “Rechazo”, en septiembre de 2022, durante el cual Boric y sus amigos utilizaron el caos como una escalera para conquistar el poder, fracasando solo en el asalto final a la Constitución. Tironi pretende que, olvido mediante, Boric pase de lucrador de la discordia a mensajero de la paz.
El tercer problema, derivado del segundo, es que incluso obviando el anacronismo mediante abstracciones es difícil pensar en una reconciliación que no se sostenga ni en la verdad ni en la justicia, tal como la que propone Tironi. De hecho, su pretensión afecta la figura histórica de Aylwin. ¿Considera Tironi que la obra política de Aylwin se sostuvo sobre la injusticia, el olvido histórico deliberado y la validación acrítica de quienes colaboraron con la dictadura? ¿Eso representa para él la transición?
Si hubiera que jugar a la analogía histórica, la trayectoria que Boric comienza a describir se parece más a la de algunos miembros del MAPU que pasaron, gracias más a la derrota que a la reflexión, del extremismo con pretensiones salvíficas a cierto cinismo cómodo y acomodaticio. Solo que ninguno de ellos llegó a La Moneda (como Presidente). (El Mercurio Cartas)
Hasta el cierre de esta edición, el Presidente Gabriel Boric viajaba con destino a Santiago desde Brasil, donde participó como invitado de la Cumbre del G20. A su regreso, lo espera un verdadero caos en La Moneda. Y no es para menos: las declaraciones ante Fiscalía de autoridades -incluido él- y de distintos funcionarios de Interior, relativas al caso Monsalve, se han filtrado y han abierto espacio a cuestionamientos. El más recurrente: ¿por qué se guardó silencio y se mantuvo en el cargo al subsecretario del Interior Manuel Monsalve hasta que el asunto estalló públicamente el jueves 17 de octubre?
A través de las declaraciones, hoy se sabe que hasta ese día ya sumaban al menos 11 funcionarios y autoridades de gobierno que estaban al tanto de la denuncia por abuso sexual y violación interpuesta desde el lunes 14 por una asesora contra el exjefe civil de las policías, quien este martes enfrentó su segunda jornada de formalización y arriesga 15 años de presidio por esos delitos.
En su declaración ante los fiscales Xavier Armendáriz y Francisco Jacir, que dio a conocer The Clinic, el Presidente Boric reconoció que “tomé conocimiento de que existía una denuncia por abuso sexual y violación en contra del exsubsecretario Monsalve el día martes 15 de octubre, alrededor de las 16:00 horas, por habérmelo así indicado la ministra del Interior, Carolina Tohá”. Y agregó que ella le “indica que el director de la PDI, Sr. (Eduardo) Cerna, le informó que una funcionaria de la subsecretaría había denunciado por los delitos ya referidos”.
“Resolví de inmediato hablar con Monsalve, por lo que lo cito a La Moneda alrededor de las 20:30 horas, pues se encontraba en Valparaíso. Me reúno con él, y de inmediato me dice que quería hablar conmigo de algo delicado. Yo le digo que si es por la denuncia, y me dice que no sabía que existía denuncia”. Hasta ahí, son tres las autoridades que supieron del hecho dos días antes de que este estallara públicamente: Boric, Tohá y el propio Monsalve, quien dejó el cargo el 17 de octubre.
El jueves 10 de octubre, Monsalve le trasmitió a su jefe de gabinete, Gabriel de la Fuente, y a Gustavo Herrera, jefe directo de la denunciante, que el 22 de septiembre salió a comer con una asesora de su gabinete y que después de varios pisco sour había perdido la conciencia y que terminó en la habitación 719 del Hotel Panamericano con ella.
“Nos dice con estas palabras ‘les voy a contar una bomba, algo grave’. Pensamos cualquier cosa porque nunca había escuchado una expresión así de Monsalve (…). Me dice que la había invitado (a la denunciante) por WhatsApp a comer el día domingo 23, que había pedido por una aplicación tipo Uber un auto, que la había pasado a buscar a la calle donde vivía y se habían ido juntos a comer al Ají Seco Místico”, dijo De la Fuente en su declaración ante Fiscalía, publicada por El Mercurio.
Luego, relató que “subieron al segundo piso del restaurante, que pidieron pisco sour, comida y que luego pidieron otro pisco sour y que a partir de ahí no se acuerda de nada”. “Nos quedó mirando con cara de circunstancia y yo le pregunté si tuvo relaciones sexuales con ella y me dice que no, que no tuvo. Le pregunté cómo le constaba eso y dijo que no le constaba”, añadió.
De la Fuente no es el único funcionario de gobierno que supo del caso con anterioridad. A través de la declaración de la denunciante a la Fiscalía, que dio a conocer La Tercera, se supo también que varios supieron por boca de ella. Dentro de ese grupo está el sociólogo Camilo Araneda, quien es cercano al Presidente y ha compartido con él en instancias sociales. Ella le pidió ayuda y consejo tras los hechos ocurridos en el Hotel Panamericano la noche del 22 de septiembre.
“Él fue la última persona a quien le conté. Siento que en el momento necesitaba que alguien me ayudara a denunciar, a orientarme, porque no me atrevía”, dice la declaración de la denunciante que dio a conocer La Tercera.
Camilo Araneda.
Así como Araneda, la propia denunciante informó de los hechos -o de parte de ellos- a otros funcionarios de Interior, con quienes tenía mayor confianza, como al asesor socialista Ricardo Lillo, Catalina Arrey -una excompañera de la Digempol-, y a la periodista Ilse Sepúlveda.
En su declaración ante Fiscalía, Sepúlveda afirmó no recordar exactamente lo que le dijo a la víctima cuando ella le describió los hechos. “Yo le pude haber dicho que se fuera del país, pudo haber sido así, le estaba dando opciones para que estuviera mejor o dándole posibles soluciones porque ella no quería denunciar, estaba muy asustada (…). Recuerdo que le dije que podía negociar con la otra parte, porque como ningún de los dos recordaba nada de lo ocurrido esa noche, según lo que había comentado días antes, ver opciones de hacer una nueva vida en otro lugar”.
La mañana del martes, The Clinic dio a conocer que el martes 15 de octubre el Presidente Boric les contó sobre la denuncia a su jefe de asesores, Miguel Crispi, y a su jefe de gabinete, Carlos Durán, ambos militantes del Frente Amplio.
Después de ser informados, Crispi y Durán ayudaron al Mandatario a definir los primeros pasos de la respuesta que darían a la crisis que detonó en el corazón del gobierno.
Que el asunto ya fuera conocido por funcionarios de Palacio dejó en una posición incómoda a los ministros del comité político del Presidente Boric, quienes han reconocido públicamente que no fueron informados a tiempo. Lo hizo, por ejemplo, la ministra de la Mujer, Antonia Orellana. O el titular de la Segpres, Álvaro Elizalde.
La vocera de gobierno, Camila Vallejo, tampoco supo antes de que estallara el caso. Recién se informó el jueves 14 cuando el subsecretario estaba de salida y ya estaba definido que su reemplazo sería el entonces ministro de Justicia, Luis Cordero. (La Tercera)
Una niña de 9 años recibió un impacto de bala en su rostro por parte de un sujeto, quien luego le prendió fuego al vehículo de la madre de la menor en la comuna de Lampa, Región Metropolitana.
De acuerdo con información preliminar de Carabineros, los hechos ocurrieron cerca de las 9.00 horas en la intersección de la Avenida Michimalongo con el pasaje Werken.
En ese lugar, una mujer subía a un automóvil junto con su hija tras salir de su domicilio. Fue entonces que apareció un sujeto, quien disparó contra el vehículo y, posteriormente, roció un líquido acelerante sobre el auto, para luego prenderle fuego. Se constató que la menor sufrió un impacto de bala en su rostro, pero aún así, se encuentra fuera de riesgo vital.
El incendio, en tanto, fue controlado por personal de emergencia. Desde Carabineros añadieron que en el sitio del suceso se encontró una pistola, que está apta para el disparo, y su respectivo cargador, que contenía siete balas de 9 milímetros.(Emol)
Entre más distancia marca La Moneda de la figura de Manuel Monsalve, más antecedentes se conocen sobre la información de la que realmente disponía el gobierno del Presidente Gabriel Boric antes de que la denuncia por violación y abuso sexual contra el exsubsecretario estallara públicamente la mañana del 17 de octubre.
Esta mañana, The Clinic dio a conocer que el martes 15 de octubre el Presidente Boric les contó a su jefe de asesores, Miguel Crispi, y a su jefe de gabinete, Carlos Durán, ambos militantes del Frente Amplio, sobre la denuncia en contra de Monsalve, presentada por una funcionaria de la Subsecretaría del Interior.
“La información fue dada a conocer por el Presidente a su jefe de gabinete y a su jefe de asesores en la fecha que indicas (martes 15 de octubre), luego que la ministra del Interior y Seguridad Pública le transmitiera al Presidente la información que señalas”, escribieron desde el gabinete del Mandatario al medio citado.
Después de ser informados, Crispi y Durán ayudaron al Presidente a definir los primeros pasos de la respuesta que darían a la crisis que detonó en el corazón del gobierno.
La primera determinación del Presidente el martes 15, después de hablar con Monsalve, fue permitirle viajar a la Región del Biobío para hablar con su familia.
De tal manera la renuncia del jefe civil de las policías solo se concretó el jueves 17 de octubre, después de que la noticia de la denuncia interpuesta por una asesora ya era pública.
La confirmación deja en una situación incómoda al comité político del Presidente, en consideración de que, salvo Carolina Tohá (Interior, PPD), ellos no estaban enterados de la denuncia antes de que esta se hiciera pública a través de los medios de comunicación.
Esto, de hecho, generó fuertes roces al interior del espacio más íntimo de los ministros de Boric, lo que quedó a la vista cuando la ministra Antonia Orellana (Mujer, Frente Amplio), dijo abiertamente que le habría gustado enterarse antes de que se hiciera pública la denuncia de índole sexual contra Monsalve. O cuando el ministro Álvaro Elizalde (Segpres, PS) admitió que él se enteró por la prensa.
Foto: Javier Salvo/Aton Chile
Y aunque Tohá sí supo con anterioridad, tampoco tuvo conocimientos de algunos detalles del caso que el Presidente sí manejaba. Como que el Presidente le permitió a Monsalve viajar al sur.
Así lo indicó la jefa del gabinete ministerial en su declaración -en calidad de testigo- ante el fiscal Xavier Armendáriz, que fue revelada anoche por T13: “Intenté contactar al Sr. Monsalve para concretar la conversación que había definido el Presidente, y no fue posible. Cuando le informé de esto al Presidente, él me indicó que Monsalve estaba en el sur, ya que le había instruido fuera a avisarle a su familia”.
A través de la declaración de la denunciante a la Fiscalía, se supo también que fueron varios los funcionarios de gobierno que supieron los hechos antes que los ministros del comité político. Entre ellos, el sociólogo Camilo Araneda, quien es cercano al Presidente y ha compartido con él en instancias sociales. Este supo antes de la denuncia de la asesora porque ella le pidió ayuda y consejo tras los hechos ocurridos en el Hotel Panamericano la noche del 22 de septiembre.
Este antecedente refuerza la idea de que, mientras que el comité político del Mandatario ignoraba el asunto, su círculo más íntimo sí estaba al tanto.
Quienes conocen cómo funciona la triada Boric-Crispi-Durán aseguran que se trata de una relación caracterizada por ser horizontal y que involucra gran cercanía. Pero no hacen contrapeso a las decisiones del Presidente, que en varias ocasiones han terminado por generar fuertes repercusiones. Como el viernes 18 de octubre, cuando decidió hablar por 53 minutos del caso a los medios de comunicación.
Crispi y Durán avalaron que ese día el Presidente decidiera ir a una actividad pública a Lampa donde respondería tres preguntas relativas al caso Monsalve. Esa idea, a la luz de lo que ocurrió en ese espacio, es vista como un error de parte del círculo de asesores del Presidente.
Lo que se intentó instalar esa vez es que el Mandatario no tenía nada que ocultar y que en ningún caso estaba dispuesto a encubrir a un eventual violador. Sin embargo, su extensa vocería ha provocado que se identifiquen inconsistencias en el relato de La Moneda.
BAJO PERFIL
Hasta ahora Miguel Crispi ha mantenido un bajo perfil desde que estuvo vinculado con el caso Convenios. Incluso declaró como imputado por el lío de platas entre fundaciones y reparticiones gubernamentales. Su nombre fue particularmente cuestionado por ese episodio debido a que, según él mismo aseguró ante la comisión investigadora del Congreso referente al caso, supo de él nueve días antes de que estallara. Sin embargo, la confirmación sobre que estuvo enterado antes de que la denuncia se hiciera pública, volvió a ponerlo en ojo del huracán.
“Crispi debió haber salido hace largo tiempo. Solo la amistad que tiene con el Presidente lo conserva en el cargo. En un gobierno serio, esta persona ya hace rato hubiera estado fuera (…). Ahora nos enteramos de que también tenía conocimiento con anterioridad incluso a la ministra Orellana de los hechos que hoy día están siendo investigados. Él inmediatamente debió haberle dicho al Presidente que la obligación era denunciar el caso a la justicia”, afirmó el senador socialista Fidel Espinoza.
La diputada Camila Musante (Ind.-PPD), por su parte, aseguró que “se ha hablado de que tiene que haber un cambio de gabinete, pero no es cambio de gabinete, es cambio de asesores. En particular, del jefe asesores del Segundo Piso de la Moneda, el señor Miguel Crispi, quien cuando el Presidente toma conocimiento de la denuncia en contra del exsubsecretario Monsalve, no le recomienda o no le asesora como haría cualquiera de manera responsable”.
Sebastian Cisternas/Aton Chile
Desde la oposición, apuntaron sus dardos nuevamente contra Crispi. El jefe de bancada de los diputados de la UDI, Gustavo Benavente, señaló que “los nuevos antecedentes (…) demuestran que este caso está totalmente encapsulado dentro de la propia Moneda. Y más específicamente dentro de la propia Presidencia de la República. Creo que todas las aclaraciones que merece el país respecto del caso Monsalve van a tener que partir desde el propio Presidente Boric”.
“Acá perfectamente podría haber habido un pacto de silencio para proteger al exsubsecretario y los resultados electorales, y no a la denunciante a pesar de los graves antecedentes. Esto involucró a su círculo más cercano, cómo queda en evidencia. Es incomprensible que habiéndose enterado de estos antecedentes no le hayan dicho al Presidente que tenía que sacarlo inmediatamente. Aún nadie asume la responsabilidad política, lo que a estas alturas es insostenible”, complementó el diputado Andrés Longton (Renovación Nacional).
Sebastian Cisternas/Aton Chile
En esa línea, la jefa de bancada de RN, Ximena Ossandón, aseguró que “si el diseño para abordar la crisis y la decisión de mantener a un denunciado por violación a cargo de la seguridad pública fue de ese círculo, el Presidente debiese, por deber frente a los chilenos y como disculpa a su coalición, pedirles el cargo a la brevedad, pero no para mandarlos de vacaciones a una misión diplomática en Europa”.
Su par de republicanos, Luis Fernando Sánchez, en tanto, pidió que “por favor alguien en el gobierno asuma las responsabilidades de todo lo que está pasando y que por lo menos el señor Crispi y el señor Durán renuncien, porque ahora que sabemos que ellos también tuvieron acceso a la información. Que salgan de una vez del cargo”.
Por su parte, diputada Camila Flores (RN) aseguró que “Miguel Crispi debió haber dejado este cargo hace mucho tiempo, no sólo por las circunstancias que hemos conocido ahora, a propósito de que él conocía también de la denuncia en contra de Manuel Monsalve, sino por la serie de otros ilícitos o irregularidades en el que eventualmente él podría haber estado involucrado”.
Ante los cuestionamientos respecto cómo se encapsuló en Presidencia el manejo inicial de la crisis, desde Río de Janeiro -en el marco de la participación de Boric en la Cumbre del G20- fue la ministra de la Segegob, Camila Vallejo, quien salió a responder.
“Lo relevante es que el Presidente da una instrucción, independientemente de quién más supo de esa instrucción”, dijo durante el último día de gira presidencial, que se vio empañada por las esquirlas del caso Monsalve.
La vocera del Ejecutivo agregó que el Presidente “no ha gestionado solo” la crisis. (La Tercera)
Algunos comentaristas de la última elección presidencial estadounidense han atribuido la derrota de Harris frente a Trump a una elitización del Partido Demócrata. Según ellos, Trump habría despertado en la ciudadanía estadounidense mayor sintonía e identificación que Harris, pese a su estilo, porque conectaría con los problemas reales de la gente. Por supuesto, puede haber algo de cierto en este diagnóstico, pero las causas e implicancias del triunfo de Trump parecen ser bastante más complejas y epocales.
Todo indica que su éxito no puede desligarse de un contexto de desgaste global de la democracia. Tomando prestada la letra de una canción de los 80, podríamos decir que la democracia “se nos rompió de tanto usarla”. En efecto, además de un régimen de gobierno, la democracia es una forma cultural de organización que consiste en una oferta de bienestar, frecuentemente insatisfecha y retroalimentada cíclicamente. De ahí que ella porte el germen de su propio desgaste, lo cual puede expresarse de varias formas. Aquí me gustaría comentar dos de ellas.
En distintos países, los partidos políticos han optado por mantener su hegemonía tradicional de una manera paradójica. Han abierto las puertas a candidaturas populistas, autoritarias, altisonantes e, incluso, rabiosas, socavando con ello sus propios intereses y a la democracia. Por ejemplo, para su nueva administración, Trump ha anunciado a un grupo de personas más leales y funcionales a él que a los intereses del Partido Republicano. Con la nominación como secretario de Salud de Robert Kennedy Jr.-un reconocido activista antivacunas- ha puesto también en jaque una longeva política sanitaria. Kennedy Jr. ha prometido (emulando a Trump) “hacer que Estados Unidos vuelva a ser saludable”, en contra de toda evidencia científica. Esto me lleva a la segunda cuestión.
Los cambios en las comunicaciones y la masificación de las tecnologías digitales han tenido impacto en los estilos políticos. La figura política mediática provoca en la ciudadanía un interés similar al de los personajes de un reality show. La esfera pública deviene, así, una vitrina y una ruleta de emociones. Miedos, angustias, rabias, desconfianzas se entremezclan y compiten entre sí para atraer la atención. En medio de sociedades impersonales, telematizadas y burocratizadas como las nuestras, dichas emociones no siempre encuentran canales de expresión adecuados en la vida cotidiana. Por eso, el tránsito desde el entretenimiento a la esfera pública ya no es raro. Alguien como Trump o como Cathy Barriga puede acceder meteóricamente a altas funciones públicas. La experiencia y la templanza parecen superfluas, incluso indeseables, comparadas con el carisma frente a una cámara o la adrenalina segregada por un discurso incendiario. Pero, arribados al poder, estos nuevos rostros no se ajustan a los códigos tradicionales; intentan moldear la política según los códigos del entretenimiento. Los resultados están a la vista.
Yanira Zúñiga
Profesora Instituto de Derecho Público, Universidad Austral de Chile
La noche de ayer martes se reportó un robo que afectó a un colegio de la comuna de Puente Alto, Región Metropolitana, donde un grupo de sujetos robó 40 computadores. Durante el ilícito, la directora del recinto educativo logró monitorear de forma remota a los individuos mediante cámaras de seguridad.
De acuerdo con información policial, personal de Carabineros concurrió cerca de las 23.30 horas hasta el recinto educativo, ubicado en calle El Parrón, donde entrevista a la cuidadora del colegio.
Ella comentó que 15 minutos antes, cuando estacionaba su vehículo al interior del establecimiento, una vecina del sector la alertó de que habrían entrado tres sujetos al colegio.
Tras tener contacto con la directora del recinto, se dio cuenta de que los individuos se encontraban siendo monitoreados de manera remota por cámaras de seguridad desde el teléfono de la autoridad educativa.
Personal policial hizo un rastreo en el interior del colegio y dieron cuenta de que una sala tenía su candado fracturado. Luego, revisaron el interior de la misma y notaron que los sujetos habrían sustraído 40 computadores, con sus respectivas cajas y embalaje.
Más tarde, la policía uniformada se dirigió hasta el portón de acceso vehicular, donde se almacena la basura. Ahí, se hallaron 11 notebooks con sus respectivos embalajes.(Emol)
El Presidente de la República, Gabriel Boric, abordó la medida cautelar de prisión preventiva que el juez, Mario Cayul, del 7° Juzgado de Garantía de Santiago, decretó para el exsubsecretario del Interior, Manuel Monsalve.
También abordó la extradición de Maikel Villegas, sospechoso del crimen del teniente venezolano Ronald Ojeda.
En el marco de la promulgación de la ley sobre funerales de riesgo, el Mandatario abordó su reciente gira por Perú y Brasil, indicando que «desde el extranjero, por cierto, seguía atentamente la contingencia nacional y me gustaría señalar y destacar que el Estado de Derecho en nuestro país funciona».
«La ministra del Interior recién daba algunos ejemplos de condenas, de repatriaciones. La persona (Villegas) que volvió en el avión este volvió presa, por supuesto, no volvió de vacaciones, porque en Chile quienes cometen delito son juzgados con imparcialidad y tienen que afrontar todas las consecuencias previstas en la ley. Y eso ocurre para todas las personas, sin importar quienes sean, de dónde vengan o el cargo que hayan ostentado. Todos deben responder ante la noticia, porque en Chile nadie está sobre la ley. Nadie», aseveró.
En esa línea, afirmó que «tengo la convicción que lo ocurrido ayer en la audiencia de formalización del ex subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, en donde fue decretada una prisión preventiva como medida cautelar más gravosa mientras dure la investigación por el delito de violación, es una decisión correcta por parte de los tribunales».
La medida, añadió, «demuestra que acá nadie está por sobre la ley y que todas las instituciones tienen que colaborar sin nunca proteger a quienes delinquen, sino proteger a las víctimas. En eso yo como Presidente estoy total y 100% convencido».
«El Estado de Derecho, la justicia, es parte de los atributos de nuestro país y esas instituciones tenemos que ser capaces de protegerlas, aunque cueste, aunque duela, porque son más permanentes que nosotros y son los que van a asegurar que Chile pueda ser un país desarrollado», cerró.
Cabe destacar que la audiencia de formalización de Monsalve, y los antecedentes que se han trascendido por la prensa, han intensificado las críticas sobre el Ejecutivo, principalmente por las horas que tardó el Mandatario para concretar la salida del subsecretario, pese a que tuvo a la vista la gravedad de la denuncia, y el presunto mal uso de gastos reservados de la subsecretaría del Interior, entre otros aspectos. (Emol)
Hace pocos días realizamos el Segundo Encuentro Nacional de Directores de Liceos Bicentenario, que reunió a más de 100 directores en la comuna de Futrono. En esta instancia conversamos y reflexionamos sobre las crisis y desafíos que vive la educación actual, ante lo cual la conclusión más importante fue la urgencia de reponer los pilares de esta política pública: altas expectativas, el foco en los aprendizajes y nivelación, fomentar la autonomía y el liderazgo directivo, como guías para una educación de excelencia.
Para los que tenemos la convicción de que el futuro de las personas no debe estar determinado por la cuna, sino por el mérito y el compromiso, el llamado de los directores de Liceos Bicentenario sería oportuno evaluarlo como la base de un “Acuerdo Nacional por la Educación”, que nos permita integrar el presupuesto con objetivos concretos y nítidos para recuperar el aprendizaje de nuestros niños. (El Mercurio Cartas)
Qué importante es saber en qué condición está la salud mental de quienes gobiernan un país. Y qué poco es lo que sabemos. Porque cuando surgen problemas, la tendencia es a ocultarlos. Es lo que pasó con Biden. Tuvimos que esperar su debate con Trump para saber —o confirmar— que tenía problemas cognitivos. Los habían ocultado su familia, sus asesores y su partido.
Nada nuevo.
En una terrible semana de julio/agosto de 1914, cinco países se fueron declarando la guerra. Fue el comienzo de la sangrienta Primera Guerra Mundial. De los cinco, cuatro tenían líderes con algún problema mental. El Emperador Francisco José, por sus 84 años. El tsar de Rusia, Nicolás II, por estar junto a su mujer sometido al embrujo de Rasputín. El Kaiser alemán, por tener defectos producto de un difícil parto al nacer, que lo dejaron con un brazo muy corto y daño cerebral que se manifestaba en conductas erráticas y déficit atencional.
Más sutiles, pero no menos alarmantes, eran las obsesiones de H.H. Asquith, el Primer Ministro británico. Casado, de 60 años, con cinco hijos, se enamora justo antes de la guerra de la mejor amiga de su hija Violet. Se llama Venetia Stanley y tiene solo 27. Asquith, con agudo desorden compulsivo, le escribe varias cartas al día. Son apasionadas declaraciones de amor en las que, además, le comparte datos ultrasecretos de la guerra, como si para conquistar a Venetia fuera necesario ostentar el alcance de su poder. Escrita la carta, le cuesta concentrarse en otra cosa que en la respuesta. ¿Por qué tarda tanto? ¿Qué me dirá? Una de las cartas más largas la escribe en una reunión de gabinete, una en que Churchill está proponiendo lo que resultó ser el catastrófico plan de invadir Turquía. Asquith no puede si no aprobarlo porque no puede admitir que estaba demasiado distraído para entenderlo. Hay una entretenida descripción de esta obsesiva infatuación en Precipice, la última novela de Robert Harris.
En cuanto a la Segunda Guerra Mundial, no es difícil suponer que el estado mental de Hitler era deplorable: lo que interesa es la entusiasta aquiescencia que despierta en una gran parte de la ciudadanía alemana. La interacción entre un líder narcisista y un pueblo dócil ante sus caprichos es un tema ampliamente tratado por ese psiquiatra convertido en analista político que fue Jerrold M. Post (1934-2020) en libros como Leaders (Líderes, 2004), Narcissism and politics (Narcisismo y política, 2015) o Dangerous Charisma (Peligroso carisma, 2019). El último es sobre Trump. Según Post, tanto el líder como su público ahogan sus carencias, sus inseguridades en arrebatos de grandiosidad y certeza.
Cosa de ver el mundo actual, en que abundan los líderes narcisistas. Por ejemplo, Putin. Increíble la pompa con la que se desplaza por sus suntuosos salones dorados para llegar a una reunión, la enormidad de la mesa en que recibe a sus comensales y la distancia que les guarda. Imposible que Putin no se sienta invencible en esa burbuja. Porque también goza de una amplia aquiescencia ciudadana. Siempre fueron populares en Rusia las guerras de Putin: fueran contra los chechenos, Georgia o Ucrania. Las carencias que él compensa con grandiosidad y aventurismo bélico parecen ser un espejo de las de los mismos rusos.
¿Cuán distinto es el caso de Trump? Sus desplantes desde el también dorado Mar-a-Lago ocupan una coreografía menos formal que la de Putin, pero son igual de jactanciosos. Y Trump goza también de apoyo ciudadano, sobre todo de ciudadanos que se sienten heridos y desplazados.
Trump y Putin: dos narcisistas, que buscan ser adulados y que quisieran revertir la pérdida de poder relativo de sus dos imperios. ¿Peligroso o no? A menos que un árbitro (¿tal vez Musk, quien sabe algo de narcisismo?) los condujera a convencerse de que la construcción de una paz mundial duradera es suficiente legado para satisfacer sus tremendos egos. (El Mercurio)
El contundente triunfo de Donald Trump en las recientes elecciones presidenciales de EE.UU. plantea preguntas que parece necesario responder.
¿Por qué tantos electores maltratados por el discurso y el comportamiento de Trump votaron por él de todas formas? ¿Por qué la derecha religiosa votó mayoritariamente por Trump, a pesar de sus infidelidades maritales y vulgaridad, tan opuestas al puritanismo de aquella? ¿Por qué lo hicieron tantos latinos, insultados como criminales violadores que se comían las mascotas de los americanos blancos? ¿Por qué los puertorriqueños de Filadelfia votaron por él en grandes cantidades, a pesar de haber sido denigrados por un comediante en uno de sus últimos actos de campaña? ¿Por qué los afroamericanos no votaron abrumadoramente por un demócrata, como en casi todas las elecciones anteriores, y muchos prefirieron ahora a Trump? ¿Por qué las mujeres votaron por él en la cantidad que lo hicieron, a pesar de ufanarse del nombramiento de los jueces que permitieron derogar Roe vs. Wade y había exhibido un trato tan grosero con ellas a lo largo de su vida?
Solo es posible explicarlo si el adversario al que Trump se oponía era percibido por los grupos agraviados como mucho peor que las afrentas que este les había endilgado. Sin embargo, esa explicación deja sin responder por qué ese adversario era tan peligroso o despreciable como para que prefirieran ignorar el maltrato recibido y votaran por él. Claramente, en otras circunstancias, su lenguaje y conducta hubiesen sido considerados inaceptables.
La revista The Economist presentó hace poco un ensayo sobre la política del “partidismo negativo”, es decir, la inclinación a votar no por el partido al que se apoya, sino en contra del que se teme o desprecia. Se basó en un estudio de 274 elecciones en 50 democracias entre 1961 y 2021, uno de los más extensos nunca efectuados respecto de los sentimientos de los votantes.
El partidismo negativo funciona porque el enojo, la rabia o la indignación moral inducen un involucramiento emocional del elector mucho más intenso que el resultante de propuestas constructivas. Al fin y al cabo, destruir es siempre más fácil que construir.
El estudio muestra que hay circunstancias en la vida de los países en las que la ciudadanía está más proclive a la indignación moral —el pasto está más “seco”— que en otros: la situación de Alemania en la década de 1930 fue una de ellas, bien aprovechada por Hitler; la crisis subprime fue otra, y el movimiento de los “indignados” así lo ilustra. A mediados de la década pasada, Trump detectó que se estaba instalando un malestar profundo en una parte sustantiva de la población de su país y se propuso aprovecharlo. Lo logró con singular éxito.
Denunció el deterioro manufacturero —asociándolo a las importaciones chinas— y la creciente llegada de inmigrantes latinos, como los culpables del deterioro en la calidad de vida del trabajador norteamericano. Eso estaba hundiendo al país, afirmó, intuyendo que había ahí una importante fuente del malestar detectado. Por eso, en su primera campaña, el eslogan “haz a América grande de nuevo” conectó tan bien con buena parte de la ciudadanía. En esta, agregó a lo anterior la cultura identitaria de raza y género con que, decía, los demócratas estaban saturando la vida nacional, acusándola de ser frontalmente contraria a los valores del americano medio, incorporada por algunos “lunáticos” y adoptada por grupos que vivían mayoritariamente en las costas.
Pero para que ese discurso penetrara como lo hizo, debía inflamar las emociones de los electores. Para ello agitó ese malestar —agravado por la inflación surgida en 2021-2022—, insultando la cultura del adversario con medias verdades, utilizando un lenguaje exagerado y grotesco, rechazando la fluidez de género como parte de esa cultura, y mostrándose, al revés, como fiel representante del sexo binario. Se instaló así como símbolo de la oposición a ella y construyó con eso una coraza a la que no penetraron ni las querellas en su contra, ni los insultos proferidos a los latinos, ni su conducta con las mujeres.
Mientras más grotesco su lenguaje, más claro su mensaje. Su alusión al tamaño del miembro de un famoso golfista o el gesto de masturbar el micrófono en sus últimos mítines, lejos de ahuyentar al votante parecían representar con aun mayor fidelidad su postura.
Siguiendo su intuición política y apoyado en su fuerte personalidad, Trump desarrolló con naturalidad y sin poses esa estrategia de partidismo negativo y ganó las elecciones. Pero ganar elecciones presidenciales de manera categórica no es garantía de éxito en el ejercicio del gobierno. Esa es una pregunta que queda abierta. (El Mercurio)