No pisar el palito- Luis Larraín

No pisar el palito- Luis Larraín

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Sebastián Piñera tiene la primera opción de ser el próximo Presidente de la República y la encuesta CEP lo confirma ampliamente, lo que no significa que esta sea una carrera corrida, porque en una segunda vuelta las diferencias se estrechan. A partir de esta realidad algunos discuten si la estrategia correcta para él es moverse hacia el centro, intentando de esta forma captar el mayor número de votos posible, pues una candidatura que agrupe sólo a la derecha no es capaz de ganar las elecciones; o por el contrario lo que debe hacer Piñera es moverse a la derecha y disputar los votos a José Antonio Kast, quizás con la ilusión de ganar en primera vuelta.

La decisión no es trivial. Lo primero que hay que decir sobre esto, a mi juicio, es que hay que tener claro el objetivo: ¿queremos que Piñera gane la elección, o lo que más nos interesa es que sus posturas y sus dichos se acerquen lo más posible a nuestras ideas?

La pregunta es válida, pues si algo puede hacer daño a la candidatura de Piñera es el tironeo. La UDI reclamando porque Andrés Chadwick se junta con el Movilh, y Evópoli reprochando a sus socios de Chile Vamos por su falta de apertura. Hasta ahora, y pese a las legítimas diferencias que puede haber en su interior, Chile Vamos exhibe un atributo que la centroizquierda no tiene: la unidad. De hecho, sus adversarios se presentan divididos en cuatro candidatos presidenciales con votación perceptible.

¿Significa esto que da lo mismo lo que haga o diga Piñera e igual hay que votar por él?

No, no significa eso. En primer lugar, porque Sebastián Piñera es ya un político conocido. Fue Presidente de la República y antes de eso senador. Sabemos lo que piensa y lo que hizo y lo que no hizo en su gobierno. Para esta ocasión, suma la experiencia de cuatro años como Presidente y la demanda de su sector de liderar un gobierno que trascienda su período de cuatro años. A mayor abundamiento, sus equipos han realizado un trabajo programático que ha involucrado a cerca de mil profesionales, académicos, políticos  y técnicos que será presentado al país el próximo lunes. Se trata de un trabajo serio que tiene definiciones  sobre lo que sería un gobierno de Piñera. Por supuesto, el programa no dejará contentos a todos en cada una de sus propuestas. Es imposible lograr ese objetivo, resolver los problemas del país y además obtener más del 50% de los votos. Lo importante es que el conjunto de medidas sea razonable, coherente  y adecuado al momento que vive Chile. La política, especialmente si se desea ganar, no puede ser centrada en un solo tema que determine nuestro voto.

Desde ese punto de vista no es malo mirar al centro. Tampoco deben molestar las referencias al gobierno del Presidente Aylwin, pues hay que tomar en cuenta que no sólo se debe ganar la elección, sino que también hay que gobernar bien. Y para hacerlo se requiere que, al menos en algunos temas cruciales —como educación, seguridad  y emprendimiento, por ejemplo— concurran personas con una posición de centro.

¿Nos olvidamos de Kast y de hablarle a la derecha, entonces?

No, tampoco se trata de eso. No hay que entrar en una competencia desatada con Kast por el voto de derecha, pues eso restaría votos de centro. No hay que atacarlo (¿para qué enajenarse votantes de derecha?), pero tampoco hay que ignorarlo. Es decir, se trata de algo así como seguir adelante con su propuesta y mirar a Kast con el rabillo del ojo. Del ojo derecho, por supuesto.

A la larga, lo que le dará el triunfo a Piñera es el convencimiento de la mayoría de que él es el único en la centroderecha que puede ganarle a los candidatos de centroizquierda. Que hará un gobierno eficiente, pero más acogedor e inspirador  esta vez. Que cambiará el vértigo de reformas extremas y mal pensadas que hemos vivido en estos cuatro años, por reformas que mejorarán la situación de todos los chilenos.

El deporte favorito de la izquierda en lo que viene será tratar de que las candidaturas de centroderecha entren en el tironeo, a la derecha unos y al centro otros. La verdad es que desde lo que queda de la Nueva Mayoría no hay mucha autoridad moral para acusar divisiones en la centroderecha, pero esos intentos tendrán seguramente eco en la prensa. No hay que pisar el palito. (El Líbero)

Luis Larraín

 

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