Aquel período lo recuerda como duro y, por lo mismo, el documental sobre los Chicago Boys, de Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano, no le gustó.
“Me pareció que la imagen que proyecta sobre el período es un poco irreal, porque si uno ve la película y no sabe nada más, piensa que la insatisfacción de la gente con Allende era solamente de la clase alta, y yo que viví esa época profundamente sé que no era así. La menor de mis hijas nació el año 71 y para conseguir leche teníamos que hacer unos artilugios increíbles. La gente que sufrió más fue la más pobre. Los caceroleos y las protestas eran mucho más fuertes en los barrios más populares que en los barrios altos. Entonces, creo que hubo un poco de sesgo, pero en general no la encontré tan mala”, comenta.
¿Y cómo ve a Chile hoy?
Chile está tratando de retroceder, pero no creo que suceda.
¿Erró el gobierno al poner el foco en la igualad?
Para que no sea una declaración poética, tiene que ir acompañada de hechos, y lo único que puede producir hechos es que la riqueza crezca. No se puede repartir riqueza inexistente. Lo más importante para un país es su tasa de crecimiento económico.
Hoy, la economía se expande en torno al 2%, ¿cómo se genera crecimiento?
¿Un 2%? Es optimista. Realismo sin renuncia es lo que pasó. Íbamos al precipicio si seguíamos por esa vía. Obviamente, eso de realismo sin renuncia es imposible… Se es realista o no. Ahora, de lo que se trata es si la renuncia es suficiente. Y creo que estamos en ese dilema como país y Rodrigo Valdés como ministro.
¿Cómo ha visto a Valdés?
Creo que nadie envidia su posición (ríe) y ¡pucha que es bien complicada la situación!
¿Complicada porque enfrentamos un bajo ciclo del cobre con un entorno externo difícil o hay otras razones?
Las medidas que se han tomado y el deseo expresado de medidas que se tomarían han generado tal nivel de incertidumbre que los empresarios están temerosos y no hacen inversiones.
En ese contexto, ¿qué le parece la reforma laboral? Se ha dicho que la idea era terminar con el plan laboral de José Piñera.
Pésima. No tengo mayor respeto por ninguna entidad. Soy economista, creo en la eficiencia. Si quieren derribar esto porque hay un pecado original, ¿qué importa el origen?, si algún loco inventa una cosa buena hay que aprovecharla. No veo cómo las medidas llevan a lo que se pretende. En una empresa cada recurso productivo debe recibir su productividad marginal, tanto produces, tanto recibes.
Para la CUT y el gobierno la relación laboral hoy es asimétrica y, por lo mismo, se requiere nivelar la cancha.
Supongamos que los empresarios por su poder fijan las remuneraciones por debajo de su productividad, ¿qué pasa con los trabajadores buenos? Miran hacia el lado y vendrá otro empresario que lo levantará. Hay una competencia enorme por traerse gente buena. Hoy, las universidades enseñan que se debe generar ambiente atractivo para el talento. Lo otro es cosa del pasado, si es que alguna vez ocurrió.
Entonces, ¿para usted el gobierno al hacer esta reforma partió de un mal diagnóstico?
Absolutamente. Las encuestas que he visto publicadas en los diarios también muestran que no hay problemas en las relaciones empresarios-trabajadores. Pero las leyes a menudo generan los problemas que dicen pretender evitar. Si uno supone que hay mal ambiente puede crearlo. A mí esto de la reforma laboral me parece más un intento por dominar al sector laboral políticamente. Que deba ser el sindicato el que negocie es antinatura: es la obligación de pertenecer al sindicato o perecer.
¿No ve, entonces, necesario fortalecer a los sindicatos?
Ni fortalecer ni debilitar. Por lo que leo, no hay conflicto, y con lo que dice el gobierno da la sensación de que están los tipos con la pistola al cinto y no es así.
Otra reforma en debate es la constitucional, ¿qué le parece?
No tengo objeciones. No soy ducho en esta materia, no la he estudiado ni me interesa demasiado, no está en el ámbito de mi conocimiento. Pero hay ciertos principios básicos, como el derecho de propiedad, que no pueden ser conculcados. Que cambien la Constitución no me parece mal, siempre y cuando no sea para imponer un cierto pensamiento político o llevar a una parcela particular.
Me quedo en Chile
Toda esta ola de reformas y cambios ha llevado a algunos a decir que hay incerteza jurídica en Chile. ¿Comparte esa apreciación?
No quiero entrar en entredicho con mi amigo Büchi, creo que en Chile más que incerteza jurídica lo que hay es incertidumbre. Incertidumbre acerca de una ley laboral que con razón puede ser pensada como un esquema para aglutinar a los trabajadores bajo un solo paquete, y que sean movilizados políticamente. Creo que muchos de los empresarios también lo piensan así.
Hablando de su amigo Hernán, ¿qué le parece su decisión de dejar el país ante tanta incerteza?
Conozco bastante a Hernán, trabajamos un buen tiempo juntos, es de las personas más inteligentes que he conocido, sumamente patriota, trabajador, tenaz, le tengo mucho cariño y admiración. Es bastante atípico. Si ha pensado en dar ese paso, no lo comparto, pero creo que no dejará de analizar y de opinar del país y de tratar de presentar cuál es la buena línea a seguir, de tal manera que viva en Suiza o acá no me genera ningún problema.
De Castro tiene una relación especial con Chile. En la crisis del 29 sus padres emprendieron rumbo a Bolivia y allí se quedaron 13 años. Luego se fueron a Perú y allí permanecieron otros cinco, mientras él estudiaba interno en Chile en The Grange.
Jugaba críquet, pero más le gustaba el rugby, y las alianzas deportivas fueron lo más cerca que estuvo de comulgar bajo una bandera. “En Bolivia o en Perú no me iba a meter en un partido político, entonces, nunca desarrollé un interés por ello”, dice. Después, estudió en Canadá y regresó a Chile tras la muerte de su padre. “Ahí empezó a nacer el deseo de conocer mi país mucho más y ver qué es lo que estaba pasando, pero nunca sentí el deseo de pertenecer a algún partido. Cuando llegó Allende al gobierno, en la U. Católica varios profesores renunciaron y se fueron al extranjero, y a mí también me lo ofrecieron y yo les dije ‘me quedo en Chile de todas maneras’”, relata.
¿Por qué decidió quedarse?
Porque ya había estado muchos años viviendo fuera…, pero así y todo comprendo que Hernán pueda sentirse incómodo. Creo que es obvio que hay una directriz de mayor injerencia estatal, y eso puede no gustarle.
¿Tampoco evaluó irse cuando asumió Patricio Aylwin?
No, jamás, nunca.
Empresarios, política y platas
Los empresarios han estado bastante distanciados del gobierno y viceversa. ¿Cómo recuperar las confianzas para invertir?
En un país completamente socialista, si hay certezas ahí va a haber actividad empresarial, quizás menguada. Pero si se habla de libertad de emprendimiento, se garantiza el derecho de propiedad y habrá empresa privada.
Ahora los empresarios han estado en la palestra y han sido objeto de cuestionamientos por los casos de colusión y de financiamiento irregular de las campañas políticas, ¿cómo se enfrenta el desprestigio empresarial?
Una cosa que es muy importante es la impunidad. Si alguien vive en un país y empieza a ver ciertas prácticas que llevan a situaciones exitosas que pueden ser no muy lícitas y nadie dice nada, eso va a cundir y a crecer como maleza y es lo que ha pasado. El gran culpable de lo que está pasando son los gobiernos -no este en particular-, porque han permitido una cierta desviación, y a medida que va pasando el tiempo las desviaciones tienden a acentuarse.
¿Qué se debiera hacer para evitar estas desviaciones?
Si alguien desde el sector empresarial comete un ilícito, lo descubren y lo castigan altiro, ahí se endereza el buque, pero si tiene éxito y otro lo copia y así sucesivamente, ¿hacia dónde vamos?
Entonces, como caso ejemplificador, la sanción aplicada a Carlos Eugenio Lavín y Carlos Alberto Délano (Penta) ¿fue la correcta?
No sé (…). Hace un par de años en un canal de TV entrevistaron a un ex ministro DC de mucho prestigio y le hablaron de este tema. El dijo: ‘Pero si todos lo hacíamos, todos lo sabíamos’… Y yo, que nunca he militado en un partido político y tampoco soy amigo de políticos, sabía cómo hacían estas cosas: una persona llegaba a pedir plata y si el color político era compartido entregaba una boleta y le daban la plata. Y ahora veo caras de sorpresa diciendo ‘cómo me pueden meter preso por esto’.
Al parecer, Chile no era tan probo como todos suponíamos…
Eso era no ser probo. Todo el mundo lo daba por sentado.
Roberto Zahler hace unos días planteaba que, al parecer, en Chile no hay una ética común para abordar estas situaciones.
La ética generalizada era la de apoyar a los partidos políticos en los cuales uno creía y que evadir un impuesto no era tan complicado, porque era por una buena causa, una causa social. Siempre la mente humana encuentra un resquicio que le permite vivir sin la conciencia mordiéndolo.
¿Usted cree que el comportamiento de los empresarios ya ha cambiado o va a cambiar?
Va a cambiar en el futuro siempre y cuando las normas de probidad existentes se refuercen, porque si queda como un estatuto del no lo harás, no tendrá fuerza.
¿Cómo ha visto la figura de Julio Ponce, ex controlador de SQM, hoy dolor de cabeza para muchos?
Julio Ponce es un tipo muy inteligente, muy capaz, él debe haber encontrado natural todo esto y más bien uno piensa cómo algunos de los que le pedían a él creen que era natural pedirle plata.
Usted trabajó con él.
No, él trabajó conmigo. El trabajó en la Corfo cuando yo era ministro, es un hombre hábil. El atraviesa las filas de la gente que está en los juzgados y pone cara apacible…, ¡pero si todo el mundo le iba a pedir plata porque SQM es una empresa que tenía mucho dinero!
Siempre se ha dicho que es uno de los hombres más poderosos del país.
Claro.
De hecho, cuando comenzaron a surgir las boletas de SQM hubo mucho nerviosismo entre legisladores de todas las tendencias.
Lógico, y debe haber todavía mucha cosa que no sale y que quizás no va a salir.
¿Y usted haría negocios con él?
Hoy no haría negocios con nadie. Estoy retirado y lo que he ahorrado en mi vida lo tengo en una cuenta ganando nada, cero riesgo.
Y su hija Coca, imputada por haber sido facilitadora de boletas ideológicamente falsas, ¿cómo ha estado con el caso?
Complicada. Pero es refuerte. La Coca tiene un carácter bastante especial y es fuerte, así que no la afecta demasiado, pero es una situación desagradable; para todos.
¿Como ve a la oposición?
¿Qué oposición? Recapitulo. Estoy impresionado por algunos jóvenes de todo el espectro político, por su capacidad de pensar y de analizar.
¿Cómo quiénes?
Por ejemplo, el que está más hacia la izquierda, (Gabriel) Boric, de repente tiene cosas que hacen lógica y en otras es vehemente y prepotente. En el otro lado están (Jaime) Bellolio y (Felipe) Kast. También está (Alberto) Mayol, que es un tipo que razona y se sometería a la lógica. Esa gente es materia muy buena para un entendimiento, tienen un diálogo y bastante confianza entre ellos, aun sabiendo que son de izquierda o derecha.
¿Le tiene fe a la nueva generación?
Sí, le tengo bastante fe. Sin haber sido nunca de ningún partido.
Fuente: Edición Original La Tercera


