Los amigos del Presidente Boric

Los amigos del Presidente Boric

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La única razón por la que el embajador de Chile en España, Javier Velasco Villegas, que demostradamente ha fallado en desempeñar su cargo con la responsabilidad y dignidad que el cargo requiere, es la profunda amistad que lo une al Presidente de la República Gabriel Boric. Dado que Boric ha optado por proteger a sus amigos en vez de salvaguardar los intereses de la república y el cumplimiento de las tareas que debe llevar adelante el gobierno, la decisión de mantener al inepto embajador en su cargo demuestra, una vez más, la incapacidad del Presidente para entender la importancia del cargo que ocupa y para estar a la altura de lo que exigen las circunstancias.

Una conocida frase en México, que es atribuida apócrifamente, a Benito Juárez, el gran líder del siglo XIX, resume la aparente mentalidad de Gabriel Boric respecto a cómo tratar las faltas y omisiones de amigos y desconocidos. La frase, que ha sido usada varias veces, con falta de pudor, por el actual Presidente Andrés Manuel López Obrador, dice que “a los amigos, justicia y gracias; a los enemigos, la ley a secas”. Esa mentalidad de proteger a los amigos simplemente porque son amigos pudiera ser comprensible en tanto todos tenemos sentimientos y favoritismos. Pero en un Estado cuya obligación es tratar de igual forma a todas las personas, ese trato discriminatorio que favorece a los amigos y aliados políticos atenta contra la legitimidad del sistema democrático.

El Presidente Boric, como líder de un movimiento político que se enorgullece de sus valores de izquierda debiera entender, mejor que nadie, la importancia de la igualdad como un principio fundamental que debiera inspirar a su gobierno y las decisiones que él toma como presidente. Las repetidas invocaciones que Boric hace a los ideales de izquierda contrastan profundamente con su flagrante comportamiento de tratar con favoritismo y reglas diferentes a sus amigos que tienen cargos de confianza y a otras personas que ocupan cargos comparables.

Correctamente, la izquierda chilena ha denunciado que en el país hay demasiado abuso y que las personas de menos recursos reciben un trato indigno. Incluso aquellos que defienden los valores de mercado y promueven el modelo capitalista subrayan que, para el modelo funcione mejor, es preciso que haya una robusta estructura de los derechos de los consumidores. Cuando la cancha no es pareja, la legitimidad del modelo de libre mercado queda en entredicho. Por eso, en el pasado, los casos de abuso a los derechos de los consumidores, colusiones en distintos sectores de la economía y trato desigual en casos judiciales ha causado tanto daño a la confianza que depositan los chilenos en las instituciones y en el modelo económico.

El escándalo sobre el reprensible comportamiento que ha tenido el embajador de Chile en España en los dos años que lleva en el cargo ha vuelto a poner sobre la mesa la evidente cultura del amiguismo que existe en muchas esferas del quehacer nacional. La gente que tiene conexiones y es parte de una elite social, económica y política tiene un trato privilegiado que le permite evadir sus responsabilidades. Así como los más ricos casi nunca van presos por los delitos que llevan a la cárcel a aquellos que no tienen los mismos privilegios, los políticos amigos del presidente nunca son sometidos al mismo criterio que hace que muchos otros funcionarios de confianza pierdan sus trabajos cuando incumplen sus funciones. Lo que ha pasado con Javier Velasco es una demostración de que, aunque predique la igualdad, Boric actúa de una forma que reproduce y profundiza las desigualdades que tanta molestia y descontento causan en el país.

En un país en que una de las principales quejas de la ciudadanía está asociada al abuso y al trato desigual que reciben aquellos que tienen más dinero, mejores conexiones, apellidos influyentes y son miembros de la elite económica, social y política, resulta incomprensible que exista esta polémica sobre el evidente amiguismo en un gobierno que llegó al poder con un mensaje transformador centrado en la promesa de igual trato, cancha pareja y dignidad para todos independientemente de su origen social y las oportunidades que han tenido en la vida. Boric quería enterrar el modelo neoliberal que, según su punto de vista, era uno de los principales causantes de los males que afligen al país. Pero cuando tuvo la oportunidad de demostrar su compromiso con la igualdad de trato y debió usar la misma vara para juzgar el comportamiento de todas las personas, el presidente pseudo igualitarista demostró ser culpable del mismo pecado que él tanto criticó en sus adversarios políticos. En vez de aplicar el principio de ley pareja no es dura, Boric decidió aplicar el principio del amiguismo, tratando a sus cercanos de una forma muy distinta a la que prometió usar para enfrentar a aquellos que no cumplen con su deber. (El Líbero)

Patricio Navia