Levantamiento

Levantamiento

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En los pueblos siempre hay malestares y frustraciones que aparecen cuando se está débil. Hoy nuestra debilidad no es tal o cual problema material: es la ausencia de política por mucho tiempo porque los políticos se han dedicado al juego del poder. Y en las cosas humanas se requiere de un espíritu que les dé vida y que es lo que faltó a la Concertación. Esta nunca creyó en lo que estaba haciendo. Fue su oportunismo político lo que mantuvo las políticas del Gobierno Militar, con la excepción de unas pocas figuras que sí creían en lo que hacían. Por otro lado, los senadores institucionales promovían los acuerdos (olvido inexcusable en Piñera, senador que vivió esa experiencia). Inmediatamente desaparecidos estos senadores, comenzó el llanterío por la falta de consensos.

Entretanto en la Concertación apareció la pugna entre autocomplacientes (continuistas), y autoflagelantes, romper con la herencia del Gobierno Militar, antecedente del Frente Amplio. Esto paralizó y envejeció al Estado. La sucesión Bachelet-Piñera, Bachelet-Piñera demuestra el estancamiento. De hecho, el país nunca superó la crisis asiática (1998-1999). La bonanza posterior fue solo precio del cobre, dilapidada en bonos y subvenciones infinitas, con todas sus perturbaciones. En reemplazo se privilegió la “memoria” para enlodar al Gobierno Militar, encubrir a la UP y al decaimiento paulatino de las últimas décadas; así se ha mantenido el pasado como un presente que no pasa, que detiene el tiempo, negando las expectativas del futuro.

Al caer el precio del cobre apareció un país envejecido y desvencijado; y debilitado para enfrentar coyunturas negativas, agravadas por la “guerra comercial” Estados Unidos-China. Hoy carecemos de mística para encarar las dificultades inmediatas y poner el acento en el futuro. Cada persona o grupo siente que protestar lo hace valer: hacerse justicia por las propias manos.

Esto nos muestra cuán delgada es la línea que separa la democracia de la anarquía. El republicanismo elitista responde a una racionalidad ajena a nuestra alma mestiza. En nuestro interior no opera la lógica occidental: es el mestizaje barroco que, sí sabemos, suele estallar violentamente como los volcanes o terremotos.

También la educación dejó de ser transmisora de la cultura occidental y se tornó en preparadora para la vida cotidiana-laboral, lo que permite el afloramiento de fundamentos populares ocultos. Estas protestas pueden ser una expresión de lo mestizo, con toda su fuerza disolvente de lo occidental. (El Mercurio)

Adolfo Ibáñez

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