Lagos marca el ritmo

Lagos marca el ritmo

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Sin duda que hay varias lecturas del cambio de mando de ayer, pero una de ellas es la que se produce al imaginar las caras de Isabel Allende, José Miguel Insulza al enterarse que el ministro mejor evaluado del gabinete, Máximo Pacheco con su renuncia e incorporación al comando de Ricardo Lagos,  los dejaba casi sin margen para seguir como precandidatos.

Que el cambio de gabinete es una facultad exclusiva de la presidenta Bachelet es cierto, pero que ayer esta tradicional lectura de los hechos sirvió poco para explicar lo que ocurría también es verdad. El candidato Lagos movió el tablero a su favor sin importarle mucho las formas o señales que su acción provocaron en un gobierno debilitado.

El propio exministro Pacheco, pasó a llevar el protocolo y las formas republicanas toda vez que en el mismo salón Montt Varas donde apenas minutos antes había dejado de ser ministro, reunió a los periodistas y dio una improvisada pero clave rueda de prensa. ¿Era tan urgente comunicar que se iba de jefe de campaña de Ricardo a lagos?, creo que no. Al menos no al costo de quitarle el protagonismo a la Presidenta en el mismísimo Palacio de La Moneda.

Por otro lado,  la ministra Blanco fue quien compró con su cargo los desastrosos episodios entorno al caso padrón electoral. Aunque la verdad este no fue más que la gota que colmó el vaso, su credibilidad se había visto cuestionada fuertemente por los casos jubilados en gendarmería y muertes en los centros del Sename, el costo de mantener a una ministra tan mala evaluada y que se había transformado en icono de casos que habían indignado y movilizado a la ciudadanía se había tornado inviable para el gobierno. Las voces de la oposición amenazaban con acusarla constitucionalmente al mismo tiempo que los parlamentarios del oficialismo pedían su renuncia.

Es quizás este desorden a pocos días de la elección municipal el que más preocupado tiene a los partidos de la Nueva Mayoría, muchos de ellos sienten que el costo electoral de los errores del gobierno lo podrían terminar pagando ellos en las urnas, y su preocupación por las comunas emblemáticas y las capitales regionales que podrían pasar a manos de la oposición presionaron a la Presidenta Bachelet para que hiciera un cambio mayor, que sin duda debería haber pasado por el equipo político, especialmente por el ministro Eyzaguirre y en tono menor también el ministro Fernández.

Quizás es en esta lectura del escenario político, que demandaba una reacción Ricardo Lagos Escobar,  el último liderazgo político real de la centroizquierda vio su mejor oportunidad de erigirse en ganador, en este ambiente de dudas e inoperancia. Los costos de pasar a llevar a la Presidenta forzando el cambio de gabinete con la renuncia de Máximo Pacheco era menor que el beneficio de volver a mover el tablero político de la izquierda chilena a su favor. (La Tercera)

Gonzalo Müller

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