La soledad del emprendedor- Jaime Said

La soledad del emprendedor- Jaime Said

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El miedo al fracaso impide que la gente se atreva a emprender, pues siempre se arriesga a la crítica y así el desarrollo de nuevas ideas se evapora. Debemos hacer un esfuerzo para cambiar esa actitud. Se necesitan líderes que no sientan una mochila política o social, pues al apoyar al solitario emprendedor, podemos afirmar que los empresarios hacen un valioso aporte a la sociedad.

La innovación no es solo una palabra, sino un concepto y actitud que brota tras jugarse por una arquitectura de progreso, la que requiere de ingeniería para colocarla en práctica. Muchas veces, los emprendimientos en este país no encuentran la fluidez de capitales para sus fundaciones, ni apoyo durante el despegue, ni siquiera de parte del Estado. Así, la realidad los enfrenta a una soledad y fragilidad tras la lucha por el financiamiento y el peligro de fracasar ante la sociedad. No existen emprendedores patrocinados por una compañía desde el inicio de una idea. La tarea se hace difícil para desarrollar nuevos pensamientos que la maquinaria humana es capaz de crear y algo que solo el emprendedor sabe gobernar durante su diseño.

Para perseverar en el largo proceso de creación de valor se requiere de mucha prueba y error. Tal vez resulte un éxito, como el nacimiento de una nueva forma, o sea un fracaso. Esa incertidumbre y la falta de tiempo muchas veces precipitan una caída, de la cual se requerirá bastante valentía para levantarse de nuevo. La incubación de nuevos conceptos es algo que nutre a un país. Así, en países desarrollados se invierte en brotes de esperanza. En este país dificultamos el paso tan necesario para ir a un nivel superior y por ello es que no tenemos una lluvia de inventos “made in Chile”.

El contraste con Steve Jobs, de Apple; Bill Gates, de Microsoft, y George Bezos, de Amazon, como los de Uber, Facebook, Google, es abismante; basta revisar lo que lograron en una sola generación, de no hace más de 30 años. Aquellos emprendedores se iniciaron con escaso capital y mucho esfuerzo, junto a amigos y compañeros de universidad. Fueron creando las más grandes y exitosas empresas del mundo, con valorizaciones que hoy superan los US$ 50 billones cada una. Generaron riqueza y transformaciones de nuevos hábitos y herramientas indispensables para funcionar y comunicarse en el mundo de los negocios y familias a la velocidad de la luz.

En contraste a lo anterior, es lamentable que en Chile sigamos enfocados en la producción de materias primas básicas como el cobre, celulosa, pesca y productos de consumo tradicionales. Seguimos importando tecnología ya inventada en países desarrollados.

Somos rentistas y ofensivos con quienes se descarrilan del sistema que funciona en el área de confort. Universitarios diplomados en el extranjero no encuentran espacio en Chile y así perdemos con el progreso nacional. La vanguardia de Suecia, con ocho millones de habitantes, cuenta con avanzada tecnología en la industria automotriz con Volvo, Saab y Scania, y en empresas tecnológicas como Ericsson, en celulosa con Estora Enzo y en comercio con IKEA y H&M. Todas esas innovaciones y realidades nacieron de ideas y de emprendimientos, generando nuevas estructuras en la industrialización con alto valor agregado.

El exitoso emprendedor es aquel que se cae una y otra vez hasta que con perseverancia saca adelante su sueño. Los países no se forjan con funcionarios; se forjan gracias a emprendedores que se la juegan. En Chile no existe conciencia para proteger nuestra economía diversificándola con exportaciones no tradicionales de alto valor agregado y de la producción nacional capaz de sustituir importaciones. (El Mercurio)

Jaime Said

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