La responsabilidad en manos del Presidente

La responsabilidad en manos del Presidente

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Primero, vivíamos en un oasis. Luego, estábamos en guerra contra un enemigo poderoso. Siguió el toque de queda, saqueos a supermercados y tiendas, más de 70 estaciones de metro atacadas. Los militares, violaciones a derechos humanos, prácticamente 2 millones de personas marchando en paz en Santiago y otras miles uniéndose en las regiones. El Presidente pide perdón y dice que comprendió el mensaje. Cambia el gabinete y el gobierno afirma que los delincuentes eran 6 mil personas que son los responsables de la violencia… ¿Cómo pudo pasar que en menos de 24 horas todo se saliera de control? ¿Por qué pasamos de estar en un oasis a vivir en guerra? ¿Por qué si el gobierno reconoce que son un puñado los que provocan la violencia (que condeno sin ambigüedades) no se les investiga a ellos en vez de poner bajo sospecha a 16 millones de personas que vivimos en paz? Durante semanas, meses, y en algunos casos años, hemos visto todo tipo de explicaciones, chistes y bravuconadas que colman la paciencia de cualquiera. Cuando la mitad de quienes trabajan ganan el sueldo mínimo o menos, un ministro de Hacienda llama a los románticos a comprar flores. Cuando suben 30 pesos la tarifa, otro ministro llama a que se levanten más temprano para que viajen más barato. El Presidente, en medio de una cultura de violencia contra las mujeres, de femicidios y crímenes, las llama a hacerse las muertas e incita a los hombres a tirarse encima. Esto es propio de un cierto sentido del humor que hace reír a muy poquitos y cuando se les hace ver el error, tratan al resto de “tontos graves”.

Mientras los canales se engolosinaron con las imágenes de violencia, fuego y destrucción, el resto esperábamos a las autoridades darnos una explicación. Así supimos que el Presidente se fue a un restaurante con su familia y conocimos que la Primera Dama le contó a sus amigas que el gobierno estaba desbordado, que había una invasión extranjera y que tendrían que compartir sus privilegios con los demás. La ex vocera explicó que, al igual que cuando se fue a China con sus dos hijos, el Presidente es padre y abuelo y necesita estar con su familia.

El Presidente tiene en sus manos la responsabilidad de demostrar que comprende lo que está pasando, que empatiza con la rabia de quienes, a diferencia de él, no tienen ni privilegios, ni redes, ni bienes, ni seguridades, ni barrios libres de narcotráfico, ni parques para pasear con sus familias, ni certezas de pensiones, etc. Sabemos que la rabia se viene encubando hace años. La campaña de Michelle Bachelet, en 2013, tenía un diagnóstico bastante claro del malestar, incluso como candidata fue víctima de un escupo en la cara que mostró la rabia contra la clase política. Ese gobierno propuso reformas profundas, las que no se pudieron terminar. Razones hay muchas, pero es evidente que sus adversarios satanizaron y se burlaron de las propuestas hasta el hastío, las mismas que ahora aparecen como posibles soluciones para encauzar el malestar social.

Paula Walker/La Tercera

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