La levedad de una palabra incumplida

La levedad de una palabra incumplida

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La semana pasada la oposición tuvo uno de sus peores momentos. Por incumplimiento de acuerdos tomados entre ellos mismos, perdieron el control de la mesa de la Cámara, dando una insospechada victoria al oficialismo. Las razones por las que varios decidieron incumplir su palabra no corresponden a un quiebre profundo, basado en discusiones sobre cómo enfrentar la emergencia del coronavirus o qué hacer con el momento constitucional detenido. En realidad, fueron una serie de pequeñas ambiciones, necesidades de aparecer unos segundos más en los medios o tener un par de likes en redes sociales.

La pequeña política tras todo esto hace dudar en serio de la capacidad de la oposición de convertirse en alternativa al gobierno. La idea que planteó el PS en su momento de construir un arco amplio desde el Frente Amplio a la DC quedó sepultada, aunque dicho partido fue uno de los pocos que cumplieron la palabra empeñada. Todo esto es irrelevante en el paisaje de los momentos negros que vive el país, y las difíciles decisiones que se deberán tomar en los próximos días.

La emergencia no implica un debilitamiento de las instituciones democráticas. Más que nunca deben ser fuertes y cumplir sus roles, pues en las crisis económicas y pandemias suele incubarse el huevo de la serpiente de donde nacen los populismos de izquierda y derecha. El cumplimiento de los roles institucionales que tiene cada organismo democrático es la verdadera vacuna para ese virus.

La pandemia del coronavirus no tiene fecha de salida. Los modelos españoles o italianos no son aplicables, porque en dichos países todavía no se detienen los contagios y fallecimientos. Tampoco es aplicable el chino, por las diferencias culturales, y en especial de sistema político. El gobierno ha dicho varias veces que estamos preparados para la pandemia, pero el ministro de Salud ha tenido que cambiar tres veces su versión sobre los respiradores artificiales que Chile, supuestamente, había adquirido en enero.

A diferencia del manejo de la crisis de octubre, el gobierno tuvo un gran acierto en diseñar una mesa social para discutir las políticas relacionadas con el coronavirus. Pero ello no es suficiente, pues las dudas sobre la transparencia de los datos aumentan con los días. Una manera de resolver las áreas grises es una revisión por las instituciones democráticas como la Cámara de Diputados, con ojo crítico y propositivo, pensando en el largo plazo y no en el pequeño momento del matinal. También el gobierno tiene un foco incontrolado en La Araucanía, provocado en buena parte por el actuar irresponsable de una autoridad, que no ha sido destituida. En cada punto, la oposición tiene un rol que jugar de manera responsable, en vez de practicar el juego de las pequeñas vendettas por la mesa de la cámara.

Varios diputados, en vez de ejercer el rol fiscalizador de las decisiones políticas que se están tomando, han buscado competir de manera fallida con los alcaldes y lanzar una metralleta de mociones, muchas de ellas abiertamente inconstitucionales, para ganar espacios en matinales. Esa ansiedad por aparecer en todo, en vez del concienzudo y poco glamoroso trabajo de estudiar las propuestas del gobierno y lanzar proposiciones para mejorarlas, ha hecho bastante leve su impacto en la opinión pública. (La Tercera)

Carlos Correa

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