La larga rivalidad saudi-iraní

La larga rivalidad saudi-iraní

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La rapidez con la que escaló la tensión entre Irán y Arabia Saudita sirve de recordatorio de que éste no es un conflicto nuevo.

Es cierto que la decisión que tomó Arabia Saudita de decapitar al clérigo chiita y héroe Nimr al Nimr el pasado 2 de enero puede haber precipitado las relaciones del reino con su rival Irán a un punto de no retorno.

Pero no hay que olvidar que se trata de una riña milenaria, que precede al Islam y se remonta a la época en la que cada uno se consideraba la potencia central de la región.

Lo que es diferente en esta ocasión es el trasfondo económico de la situación.

Arabia Saudita, que ha amasado su fortuna gracias al petróleo, está sufriendo los efectos de la caída del precio del crudo, mientras que su gasto para Defensa se ha disparado.

¿Cuál es el efecto de esta realidad?

MILLONES QUE NO ALCANZAN

campo de petróleo saudita
El oro negro ha sido lo que ha llenado los cofres sauditas.

En la confrontación entre Arabia Saudita e Irán hay discordia religiosa, hay política de poder y, también, hay una dimensión económica cada vez más exacerbante.

«No hay duda de que el desafío fiscal para el reino saudita es enorme», le dice a la BBC Farouk Soussa, economista en jefe para Medio Oriente de Citigroup.

«Están acostumbrados a vivir con un precio del petróleo muy alto; en momentos llegó a superar los US$100 por barril. Ahora está por debajo de los US$40″, explica.

El gobierno saudita anticipa ingresos de US$137.000 millones este año, pero el crudo y el gas representan el 80% de esa cifra.

Así que con la continua caída de los precios, Arabia Saudita tendrá que recurrir a sus reservas.

El año pasado éstas se redujeron de US$732.000 millones a US$623.000 millones, lo que llevó al Fondo Monetario Internacional a predecir que los sauditas podrían quedarse sin dinero en menos de cinco años.

LA ESTRATEGIA IRANÍ


En Irán, entretanto, mostraron orgullosos su base de misiles.

«En los últimos dos años, el acaudalado reino ha registrado un déficit enorme, y así seguirá siendo si la situación con el precio del petróleo sigue igual», señala Luay Al Khatteeb, de Brookings Institution en Doha.

«Anticipo que se verán en una situación financiera muy difícil durante los próximos años», opina el analista.

Con la tensión creciente en el Golfo, la televisión iraní ha estado presumiendo de una base subterránea de misiles.

La competencia por el dominio regional ahora también se extiende al plano económico. Se espera que Irán impulse sus ventas de petróleo como una manera de intensificar las dificultades que enfrentan los sauditas.


Irán intentará recuperar lo perdido.

«En los años 70, Irán era uno de los más grandes productores de crudo del mundo y rivalizaba con Arabia Saudita», recuerda Soussa.

«En la actualidad, tras muchos años de sanciones, obviamente está en una posición mucho más baja en el mercado global, pero pensamos que Teherán tratará de recobrar su estatus», añade.

«Es un juego de suma cero: cuanto más produzca Irán, más se inunda el mercado; cuanto más alta sea la cuota de mercado para Irán, más baja será para Arabia Saudita. Así que claramente habrá una rivalidad», concluye el economista.

Intentando evitar una crisis, Riad presentó el mes pasado lo que describió como un presupuesto de austeridad. El gobierno saudí estima un gasto de US$224.000 millones al año

  • Incluye subsidios para el petróleo deUS$61.000 millones
  • y para electricidad y agua deUS$10.000 millones

Pero esos subsidios recortados producen -por ejemplo- una subida del 50% en el precio del combustible, lo que pone al reino en riesgo de provocar agitación social por los recortes a los subsidios.

No obstante, el gasto en Defensa sigue aumentando.

Está previsto que el presupuesto de Defensa alcance a los US$62.000 millones en los próximos cinco años. Eso significa que para el año 2020 habrá aumentado en un 27%

«Hay un nivel inaceptable e ilógico de gasto», opina Al Khatteeb.

«En el presupuesto introdujeron subsidios, pero el gasto en Defensa ha aumentado significativamente: alrededor de 25% comparado con el año pasado. Y eso sin tener en cuenta lo que le dieron a los países pobres para que se unieran a la coalición».

La coalición a la que se refiere el experto de Brookings Institution es la que formaron los sauditas para intervenir en Yemen.

Esa decisión y la de subsidiar a sus aliados para que hicieran lo mismo han provocado tanto riesgos financieros como una crisis humanitaria.

Arabia Saudita está descubriendo que el liderazgo regional es un negocio caro; un lujo que quizás sólo podrá permitirse valiéndose de profundos recortes a su presupuesto. A menos, claro, de que las guerras hagan que el precio del petróleo aumente…

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