La izquierda agonal

La izquierda agonal

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En una misma semana, solo en siete días, es posible mostrar con claridad cómo se comporta la izquierda en Chile.

Los casos Maduro, Palma Salamanca y Huracán bastan.

Maduro, el opresor de toda una nación, es defendido por el PC como si se tratara de una bella doncella; Palma Salamanca, el criminal condenado y evadido, es purificado, porque, dicen, la prescripción lo favorecería; los autores de los reiterados atentados en La Araucanía, afirman, serían inocentes, porque ha habido manipulación de las pruebas.

Son los argumentos de la izquierda cuando se encuentra acorralada, cuando las evidencias se manifiestan en su contra.

La mecánica política de las izquierdas es muy sencilla: tomar la iniciativa atacando siempre; en caso de no tener éxito, entienden la derrota como una nueva oportunidad y, por cierto, la transforman entonces en una situación favorable: convertirse en víctimas. Es la dialéctica en la que quisieran fundamentar todo su accionar: atacar, encontrar resistencia y reagruparse para volver a atacar. Saben que, al proyectar una imagen de debilidad, encontrarán un mínimo de apoyo social que les permitirá subsistir por un tiempo más. Hasta la próxima.

Los casos hoy presentes -visita de Maduro, extradición de Palma Salamanca y enjuiciamiento de los autores de los atentados en La Araucanía- anuncian lo que va a ser el 2018 para el nuevo gobierno: un continuo hostigamiento dentro de la dialéctica de ataque, eventual derrota y victimización, para reemprender el ataque. Así procederán el PC y el Frente Amplio, cada uno con su estilo, pero unidos en una común concepción agonal de la política.

Y esto nada tiene que ver con la Guerra Fría, como insisten en argumentar algunos ingenuos, sino que es propio de la naturaleza de las izquierdas, en todo tiempo y lugar. Las izquierdas son agonales y por eso provocan agonías. Basta con preguntarles a los venezolanos, a los amigos y familiares de Jaime Guzmán, a los habitantes pacíficos de La Araucanía.

Lo importante es cómo se responde a la agresión de las izquierdas: ¿Hay que resignarse? ¿Basta con quejarse? ¿Hay que actuar en su contra?

Los tres casos más actuales -y tantos otros del pasado reciente de Chile- aconsejan un conjunto de actitudes para enfrentar su ataque.

En primer lugar, cabe dejar muy en claro que son las izquierdas las que buscan el conflicto, que la sociedad del día a día se comporta en estado de paz y armonía, y que es precisamente por esa actitud agresiva de las izquierdas que quienes no están disponibles habitualmente para enfrentar la vida de modo conflictivo no tienen más remedio que entrar al mundo social a enfrentar adversarios. Nada les gustaría más que vivir sin conflictos, pero una vez planteados los enfrentamientos por las izquierdas, no les queda más que hacerse cargo de ellos. Remember 1970-73.

En segundo término, cabe que los intelectuales y los comunicadores develen la maldad y el engaño que se manifiesta habitualmente en los ataques de las izquierdas. Si no hay un razonamiento consistente desde esos mundos, será difícil que queden al descubierto los errores teóricos y prácticos de la dialéctica izquierdista. Pero, obviamente, para eso tiene que volver a haber en Chile una generación de intelectuales y comunicadores de auténtica raigambre republicana.

Finalmente, ¿no ha llegado ya la hora de una movilización social, pacífica y serena, que imite la reacción que en tantos países ha habido frente al terrorismo, la falsificación de la historia y la destrucción de las instituciones, todos proyectos de las izquierdas? Es cierto que el chileno moderado apenas se entusiasma hoy con esas causas, pero ¿no podría cambiar de actitud?

En siete días, es posible mostrar cómo se comporta la izquierda en Chile. Los casos Maduro, Palma Salamanca y Huracán bastan.

 

El Mercurio

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