Hemos esperado 32 años la Nueva Constitución. Por ello el proceso debe continuar; y sin tantas declaraciones, réplicas y dúplicas que sólo confunden al país.
Pero donde no puede haber confusiones es en el gobierno. Chile requiere y exige una Presidencia firme, puesta por sobre las coaliciones políticas.
No podemos repetir la experiencia de la Unidad Popular que asfixió al Presidente Allende con los permanentes desacuerdos entre los Partidos Socialista y Comunista, y a los que, luego, se sumaba el resto. Aquello generó la parálisis que impedía los cambios, transformándola en una de las principales causas del mal gobierno.
Fueron errores que se sumaron a los centenares de millones de dólares llegados desde EE.UU. y utilizados para pagar la paralización de empresas, comercio o transportes para detener la economía y hacer caer al gobierno, meta que se alcanzó, finalmente, con el golpe de Estado.
Los desacuerdos entre socialistas y comunistas terminaron cuando en noviembre de 1973 reconocieron la derrota política, aunque estando ya en el exilio en Colonia Tobar, lindo pueblito alemán de Venezuela. En Chile, mientras tanto, la mayoría de los que permanecieron en el país sin cargos políticos, se habían percatado de la derrota mucho antes del golpe. Solo que líderes sin cable a tierra y expertos en análisis ideológicos pero no prácticos, nunca tuvieron tiempo para escucharlos.
Ojalá ahora no lo repitan. La gente ya no tiene paciencia para soportar errores que solo indican que no se sabe usar el poder cuando se ha logrado. Se presenta el gran desafío de sumar a la capacidad de unir para demandar, la capacidad de hacerse cargo de las demandas para resolverlas, en momentos en los que el Estado cuenta con pocos recursos disponibles, porque la carga social ya es muy alta.
Hay que hacer reformas a la Constitución, independiente de todas las leyes que luego haya que consensuar, simplemente porque cualquier otro camino no lo entenderían los chilenos y dejarían sin piso al gobierno.
Hoy la única vía es un gran triunfo del Apruebo, pues entrega grandes posibilidades de volver a crecer, transformando, en tiempos que anuncian un futuro incierto y complejo de enfrentar.
No hacer reformas al texto constitucional es un suicidio político, porque todos los chilenos las esperan. Otro tema es cuáles serán, y entre las cuales hay algunas evidentes, como la plurinacionalidad y otros aspectos vinculados a temas indígenas, los que, por lo demás, se resuelven con dos grandes decisiones:
1.Un territorio garantizado en la constitución pone fin a los conflictos, porque es una realidad que parte de los herederos de los colonos extranjeros se han apropiado de tierras usando el poder logrado por sus descendientes convertidos en abogados, notarios y personal del poder judicial, quienes han abusado del poder que tienen en la zona sur. Esto se acabará cuando no puedan comprar más tierras en los nuevos territorios entregados a los pueblos ancestrales, lo que debería quedar registrado en la Constitución.
- Contar en todos los gabinetes del actual gobierno con un Ministro Plenipotenciario Indígena para todos los asuntos de los pueblos originarios, con poder para parlamentar con ellos, así como para administrar los apoyos y ayudas de todo tipo para lograr que vivan en las condiciones que merecen por el sólo hecho de ser ancestros de la inmensa mayoría de nuestra nación. Ello incluye vivienda, trabajo, educación, cultura, deportes y todo lo que se brinda a los chilenos y en igualdad de condiciones.
El Presidente debería adoptarlas y presentarlas al país como la continuidad natural de un proceso en desarrollo, en donde estas reformas vienen a mejorar el texto constitucional, poniendo termino al actual ambiente de inquietud e inseguridad que la prensa comienza a registrar, dañando en ánimo de los partidarios y alejando el voto de los indecisos en una elección que es entre:
El Apruebo a la propuesta de la Convención Constitucional, incluidas sus reformas para mejorarla y el Rechazo que busca mantener vigente la Constitución de Pinochet y que deja sujeto a la autorización de la derecha el reformar bajo sus condiciones, tal como lo ha hecho por 32 años, ejerciendo su veto a todo cambio, pero que en la reciente Convención constitucional perdió electoralmente.
Los convencionales del Rechazo fueron a salvar su constitución y usaron un diseño detallado, profesional y cuidadoso desde el primer día. Fue tan cuidadoso, que hoy nos tiene discutiendo los temas indígenas, que no importaban a la ciudadanía antes de la Convención. La clara decisión ciudadana que en casi un 80% rechazó la actual Carta, les obligó a realizar un esfuerzo enorme, el que finalmente fue exitoso para ellos.
La propuesta Constitucional convencional debe ser mejorada para resolver los problemas indígenas y otros. Entre los cuales nos atrevemos a incluir temas esenciales para el futuro de la nación, pero que fueron olvidados en la Convención y que contribuirían a superar la división del país, que no ha sido resuelta y que nos puede llevar a vivir situaciones futuras difíciles y complejas.
Es tiempo de atender el cambio de era que viene y que modificará el entorno en el que hemos vivido desde la aparición del hombre en la tierra. Pronto, como verdaderos habitantes originarios, iniciaremos una nueva vida, esta vez en el “metaverso”, mundo virtual en el que las naciones que se adelanten tendrán un sitio privilegiado.
Para tener éxito, necesitamos unirnos como nación y salir del quiebre en que convivimos. Quizás una de las soluciones sea pasar del crecimiento económico al desarrollo nacional, sostenido sobre la propiedad privada, pública, estatal y mixta, esta última conformada de asociaciones de particulares con el Estado, para crear Empresas Transnacionales Chilenas, las que estarían un piso más arriba de todas las compañías que hoy se desarrollan en el país, dada su capacidad para asociar al estado chileno con grandes transnacionales y nacionales para ingresar a diferentes sectores de la industria. Entre ellas y quizás la primera, la Industria de las Energías Limpias, dadas las riquezas que el país tienen con el cobre, el litio y el hidrogeno verde.
Organizar la llegada de la nueva civilización virtual que ya comienza a materializarse con el uso de la inteligencia artificial y los robots. Este segundo salto del crecimiento al desarrollo debería partir por una reforma al proyecto de Constitución considerando al menos tres aspectos.
1.Crear una Agencia para el Desarrollo Político, la que debería ayudar a ordenar y lograr mayor eficiencia en todas las acciones del sector público, transparentando el Sistema Político a nivel de los gobiernos comunales, regionales y nacional, junto a los servicios de los mismos, usando la inteligencia artificial como uno de sus pilares.
2.Crear el Banco o Agencia del Desarrollo Económico y Social, encargado de trabajar para pasar del crecimiento económico al desarrollo económico y social, con el fin de sumar a toda la nación a la tarea.
3.Crear una Agencia de la Revolución Tecnológica, a cargo de la implementación del ingreso paulatino y controlado de la inteligencia artificial y robots, y luego del metaverso y el mundo virtual, para asegurar que se haga en orden, de manera eficiente y cuidadosa con las personas y el medio ambiente.
Las decisiones en este complejo y desconocido ámbito deberían medirse por sus efectos en el Producto Geográfico Bruto (PGB) combinado con la Pérdida de Puestos de Trabajo, especialmente durante el primer período de introducción, en que la creación y reposición por nuevos puestos del trabajo sería baja.
A nivel nacional, avanzar en la reconversión de las industrias; y a nivel regional, en la reconversión de empresas y organizaciones integrantes de las industrias autorizadas a ser reconvertidas.
En estas tareas, la Agencia respectiva debería buscar reducir el daño potencial y caída del Mercado Laboral, ya que el proceso podría afectar a centenares de miles de familias si se replicará masivamente y sin control en industrias y empresas, dañando al sistema económico en su conjunto, porque al caer el mercado del trabajo, se afectaría el mercado consumidor, por la baja del poder adquisitivo y a continuación, como efecto dominó, el impacto en los mercados financiero y de capitales, y finalmente el mercado inmobiliario y la construcción.
El desafío requiere de acuerdos inteligentes entre los representantes de los empresarios y de los trabajadores, juntos al Consejo de la Agencia, asesorado por profesionales chilenos y extranjeros del más alto nivel, porque el estado del arte en el mundo virtual irá cambiando permanente y aceleradamente en el tiempo.
Se requiere anticiparse, escuchar a los gremios empresariales y de trabajadores para ir ralentizando el cambio y hacerlo gradualmente, partiendo por las industrias en donde se consiga el mayor crecimiento del PGB y el menor desempleo posible. Si a ello se agrega el criterio que quien despide, defina cuantos nuevos cargos contratará en el futuro y en que periodos de tiempo, tomando la responsabilidad de capacitar al personal que irá llegando a los nuevos puestos de trabajo, se habría logrado éxito.
El desorden provocado por la integración espontánea de las nuevas herramientas tecnológicas, al no contar con la guía nacional de una Agencia u otro organismo equivalente especializado, ya ha comenzado a mostrar efectos, en la industria bancaria, por su acelerado paso de banca de negocios a banca virtual. Como hemos señalado, este proceso ha generado el despido masivo de sus ingenieros, dedicados tradicionalmente a generar sus negocios, a lo que se está agregando el despido del personal a cargo de las Cajas y Operaciones, para seguramente continuar con los especialistas que laboran en sus casas matrices.
Todo esto se puede observar en cualquiera de sus agencias, que van quedando vacías de personal y se transforman en sitio de trabajo de clientes. Este fenómeno podría dejar a las empresas integrantes de la banca con un número potencialmente menor al mínimo socialmente recomendable de puestos de trabajo a mantener en esa industria y en cada una de sus organizaciones regionales. Se necesita, pues, contar, a la brevedad, con esta Agencia. (Red NP)
Basilio Torres
Profesor de Política y Estrategia Financiera



