¿Instaurar el voto electrónico?- Tomás Fuentes

¿Instaurar el voto electrónico?- Tomás Fuentes

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En estas páginas se ha debatido sobre si el voto electrónico es algo deseable o no de instaurar en nuestro régimen electoral. Situaciones recientes acontecidas en partidos políticos nacionales han llevado a algunos a plantear los peligros de esta fórmula. Más allá de lo coyuntural, lo cierto es que existen razones de peso que nos llevan a rechazar el voto electrónico en Chile.

Sabemos que las democracias viven una crisis de confianza en todo el mundo. Cabe preguntarse si abandonar el papel y el lápiz en las elecciones ayudará a reducir esa crisis o introducirá otro factor adicional de desconfianza. Casos abundan, incluso en democracias avanzadas como Estados Unidos, donde se introdujo un factor de desconfianza y teorías conspirativas en la reelección de G. W. Bush y recientemente en las primarias demócratas de 2016 entre Sanders y Clinton, por mencionar solo algunos. Han abundado las acusaciones de suplantación de identidad, máquinas defectuosas, desigualdad en el acceso y familiaridad con la tecnología.

En general, la literatura comparada muestra que los votantes de las democracias avanzadas tienen mayor confianza en el sistema de papel y lápiz que en otros mecanismos, como votar vía smartphones.

La posible intervención de Rusia en las elecciones en Estados Unidos, y en otras partes, así como el rol de las redes sociales en la difusión de noticias falsas en los procesos electorales, solo contribuyen a cimentar dicha percepción negativa. No olvidemos que tanto Trump como Bolsonaro, en dos democracias que suelen ser citadas como paladines del voto electrónico, declararon antes de los comicios que podrían cuestionar los resultados si estos no los favorecían.

De igual forma, cabe reflexionar en lo que representa el voto con papel y lápiz para la tradición democrática asociada al evento electoral. En dicha tradición, cualquier ciudadano puede participar, independientemente de su posición política, educación o conocimiento tecnológico, desde la apertura de urna hasta el conteo de los votos. La votación «a la antigua», con papel y lápiz, da la oportunidad a los electores para actuar como ministros de fe de ese proceso. El voto electrónico borra de un plumazo esa tradición. (El Mercurio)

Tomás Fuentes

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