“Hagamos historia” (o intervención)

“Hagamos historia” (o intervención)

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El domingo pasado debutó la publicidad del plebiscito financiada por el Gobierno. Bajo unas imágenes animadas se muestra una triste historia y un futuro esplendor. Pocos hombres designados espuriamente han sido los culpables de nuestros males. Ahora, en cambio, estamos ad portas de enviar al chivo expiatorio al desierto para entregárselo a Azazel, como nos recuerda el Antiguo Testamento. Es que como sale en el spot, estamos “ad portas de hacer historia, con una Constitución democrática escrita por chilenas y chilenos”.

“El 4 de septiembre es histórico para los chilenos y chilenas, podremos encontrarnos, pensando en el ayer, construyendo el hoy, construyendo el futuro”. Es decir, además podremos reencontrarnos, todo —por supuesto— acompañado de las imágenes que dan cuenta de aquello.

Todo bastante burdo. Y claramente tendencioso…

Por cierto, no se tomaron en consideración las reformas de cada una de esas constituciones. Como la propia de 1980, reformada y plebiscitada en 1989 y profundamente reformada en 2005. Tampoco, que la Constitución de 1833 se mantuvo vigente durante casi un siglo, y que sobre ella se establecieron códigos legales e instituciones que perduran hasta hoy.

Es que finalmente lo que importa es, como dijo alguien, dejar claro que “no son 30 pesos, son 200 años”.

El argumento de que los datos que se presentan son objetivos no exculpa a esa publicidad, toda vez que con datos objetivos se puede hacer una publicidad tendenciosa. Y hay cientos de ejemplos para aquello.

¿Qué hubiera pasado si José Antonio Kast hubiera sido electo presidente y se hubiera enfrentado al plebiscito desde La Moneda? Perfectamente podría haber tomado datos objetivos (crecimiento del país, disminución de la pobreza, alfabetización, acceso al agua potable, etc.) para mostrar los “beneficios” de la actual Constitución en contraposición a la que se proponga. Así, con datos objetivos podría haber sido igualmente tendencioso. Pero en el otro sentido.

En la dictadura, fuera del período de campaña, el Gobierno hizo una publicidad supuestamente neutra, pero que evidentemente era un llamado a votar Sí. Como no era presentable hacerlo, se mostraba una serie de “datos objetivos”, rigurosamente escogidos, y terminaba en un críptico lema “somos millones”.

Y respecto de las imágenes, cómo no recordar en la misma dictadura aquella consulta en 1978 para rechazar el pronunciamiento de la ONU en materia de derechos humanos, donde el Sí iba acompañado de una bandera chilena y la opción No, algunos milímetros más abajo, acompañado de un rectángulo negro.

Hace un par de semanas la Contraloría fue clara: “Toda autoridad, jefatura y funcionario público puede hacer campaña informativa e invitar a participar del proceso. Sin embargo, no pueden expresar favoritismo o intentar perjudicar alguna de las opciones, ya sea Apruebo o Rechazo”. Y esta publicidad evidentemente lo transgrede (hasta ahora la Contraloría no ha contestado los requerimientos impuestos, aunque para una entidad muy preocupada de las formas no sería raro que no se pronuncie sobre el fondo). El Servel, por otra parte, debería tomar cartas, al ser esta una publicidad fuera de plazo.

Pero más allá de la trampa, la pregunta que cabe hacerse es la conveniencia para el Gobierno de jugar una carta como esa. Cada vez parece más claro que, como dijo el PC, esta será la “batalla de las batallas”, lo que implicará que el Gobierno se juegue a fondo por el Apruebo y que implícitamente, nuevamente, esté la campaña de la dictadura presente: el lema será “el sí o el caos”. Y si bien en una entrevista en TVN el Presidente Boric habló de ponerse “en todos los casos”, ello fue rápidamente corregido para establecer claramente que no hay plan B posible.

El problema es que, en caso de ganar el Apruebo, el Gobierno logrará un segundo aire. Pero si pierde (como hoy lo muestran siete encuestas distintas), lo habrá perdido todo. Será equivalente al 18 de octubre de Piñera. Por lo que es una jugada política tremendamente arriesgada, toda vez que implícitamente la transforma en un plebiscito a su gestión.

Ad portas de que se inicie la segunda parte de la “campaña informativa”, tal vez vale la pena recordar aquel grafiti, en momentos de la campaña encubierta de la dictadura en su spot “somos millones”. Un cartel con fondo café y letras negras, bajo el paso nivel de Santa Lucía con Moneda, decía de manera muy clara: “Somos millones… pero no huevones”. (El Mercurio)

Francisco José Covarrubias

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