Lo más complejo de la posición de Joaquín Lavín no es el diseño de su propuesta —claramente no es buena idea vaciar el fondo solidario del seguro de cesantía para entregárselo a quienes no han perdido su trabajo—, sino la opción que ha tomado de hacer política desde la oposición al Gobierno, con el objetivo de complacer a matinales y tuiteros, más que ser coherente con sus propias convicciones y con los hechos objetivos.
Y es que independientemente de lo que ofreciera el Gobierno para ayudar a las familias, la respuesta de Lavín habría sido la misma: pedir más. Esto es justamente lo que ocurrió el lunes. A las pocas horas del anuncio del Gobierno vino la predecible reacción: “Vamos a hacer una propuesta conjunta entre Mario y yo, para pedir al Gobierno un gesto económico más masivo”.
No importaba que el Gobierno pusiera seis mil millones de dólares adicionales sobre la mesa. Daba lo mismo que el FMI y la Cepal plantearan que Chile ha sido uno de los países más agresivos en su apoyo fiscal, impidiendo que miles de familias caigan en la pobreza.
¿Por qué ocurre esto? Porque lo relevante para muchos políticos en la actualidad, más allá de los hechos objetivos y del buen diseño de políticas públicas, son las encuestas. El problema es que cuando las ideas dejan de ser relevantes, la política carece de sentido.
Esta es quizás una de las razones más relevantes de por qué la candidatura de Ignacio Briones al interior de Chile Vamos es fundamental. Porque si hay algo que caracteriza al exministro de Hacienda, además de sus cualidades humanas y profesionales, es justamente su total disposición a defender las ideas correctas, sin ocupar la calculadora sobre el efecto en su popularidad personal. (El Mercurio Cartas)
Felipe Kast
Senador
