La situación fue incómoda, y se notó. Todo marchaba solemnemente y bajo un sentimiento de profundo dolor y respeto durante el homenaje del martes a los cinco policías asesinados la semana pasada en Dallas, Texas, hasta que el ex Presidente estadounidense George W. Bush se puso a bailar, causando sorpresa en los presentes.
La jornada empezó bien y emotiva, tras los discursos del actual Mandatario, Barack Obama, y del propio Bush, quien asistió a la ceremonia en su calidad de ex jefe de Estado y como residente de Texas, estado del cual fue gobernador antes de llegar a la Casa Blanca.
Durante su intervención, el ex Mandatario aseguró que los cinco agentes fallecidos son «una poderosa inspiración» para el resto del país, e hizo un llamado a «la unidad de esperanza». «Hoy, la nación está de luto, pero aquellos que consideramos Dallas nuestra casa hemos perdido cinco miembros de nuestra familia», recalcó. En este sentido, insistió en que «no queremos la unidad del dolor, ni la unidad del miedo. Queremos la unidad de la esperanza». Sin embargo, su llamado a la unidad fue opacado con lo que vino después. Tras las intervenciones, un coro policial entonó un himno militar en honor a sus compañeros caídos, momento en que las autoridades presentes se tomaron de las manos y escucharon solemnemente. Todos, menos Bush. Ahí fue cuando, en medio del himno, el ex Presidente comenzó a reírse y a mover sus brazos al compás de la música, mientras estaba tomado de la mano de su señora, Laura Bush, y de la primera dama, Michelle Obama. Y fue esta última la más sorprendida con el episodio, al mirar a Bush con una sonrisa bastante incómoda, mientras luego cruzaba miradas con su marido, al percatarse de la situación. El Mandatario también se mostró incómodo. Ante esto, Laura Bush intenta calmar a su esposo muy disimuladamente, pero no lo consiguió. Sólo cuando terminó la música, el ex gobernante se calmó.
Agencias/Agencias
